A propósito, el presidente de Conaprole opinó que Uruguay no puede venderle al país asiático a menores precios buscando compensar esa diferencia arancelaria. “China tiene que comprarnos a los valores que podemos conseguir en el mundo”, dijo.
Aseguró que actualmente el resto de los mercados, como Brasil y Argelia, “están operando bien”. Consideró que no se puede esperar que el país vecino siga comprando a los niveles del año pasado, “pero pensamos que siempre va a estar presente con una participación importante”.
Argelia sigue con fuerte demanda, al igual que otros países del sudeste asiático y del norte de África. Fernández puntualizó que si Nueva Zelanda incrementara aún más las ventas a China, dejaría espacio en otros mercados, generando oportunidades para el resto de los países.
En cuanto a los stocks internacionales, el presidente de Conaprole indicó que “han bajado”, por lo que espera un año con demanda por productos lácteos, pero esperamos que “a un precio eficiente desde el punto de vista de la producción primaria, considerando también el valor de los granos”. De todas formas, puntualizó que la cooperativa ya tiene colocada gran parte de la producción para lo que resta de este ejercicio.
Sobre los números de Conaprole, aseguró que no “son malos”, aunque aclaró que los precios de las exportaciones “han caído sensiblemente” respecto al año pasado.
Por otra parte, el mercado interno “viene con una performance levemente superior a la del año anterior, y la remisión está en niveles similares. Analizando los grandes números, que son los litros industrializados, la exportación y el mercado interno, venimos razonablemente bien”, dijo.
De todas formas, sostuvo que la preocupación pasa por lograr pagar un precio que al productor le permita “producir bien, sobre todo con un margen para ir apagando el incendio que se generó el año pasado”.
La visión de los productores. Para el productor Darío Jorcín, de Colonia, el 2024 se observa como “más auspicioso” que el comienzo del 2023. “Hoy estamos con buenos cultivos de verano y tuvimos una cosecha interesante de invierno, lo que hace que tengamos buenas reservas”.
Remarcó que se están haciendo muchos fardos y silos, al tiempo que se consiguen granos a precios “razonables”. “Hay que evaluar un poco los costos, pero estamos bien, y con un precio internacional que ha tenido subas y que pienso va a mejorar”, agregó.
De todas formas, sostuvo que el sector viene golpeado por las deudas asumidas durante la crisis de la sequía, las cuales debían pagarse en la primavera y se tuvieron que postergar. “Hay que ver cómo se cierra el ejercicio 2023-2024, porque la primera mitad fue muy mala, pero tengo esperanzas de que el precio internacional suba un poco más y podamos emparejarnos”, dijo.
Destacó la baja de los costos de alimentación, sobre todo de los precios del maíz y la cebada, que “ayudan mucho en la ecuación del productor”. De todas formas, Jorcín remarcó que hay otros costos que siguen siendo altos, como las rentas y la mano de obra, que además se hace difícil de conseguir. Sobre este punto sostuvo que en su zona, hay una fuerte competencia con la agricultura, lo que dificulta la posibilidad de conseguir personal.
Jorcín consideró que “el productor debe invertir en mayor tecnología y en más comodidades, que no son inversiones fáciles de hacer ni baratas”. A su vez, indicó que las tecnologías requieren de capacitación.
De todas maneras, afirmó que “le tengo fe a la lechería, porque si uno mira los ingresos por hectárea de los últimos cinco o seis años, más allá de que requiere más trabajo que otros rubros, es muy superior a los de la ganadería y en algunos casos a los de la agricultura”.
Recordó que la lechería requiere de una inversión continua, porque “no solo tenemos la tierra y el cultivo que se planta, sino que están las vacas, las obras en los caminos, los pozos de agua y demás”. Puntualizó que en su caso, por la seca, debió hacer más pozos buscando agua, lo que implica inversiones que a veces no se ven en el corto plazo.
“Uno va reinventándose cada cinco o seis años, buscando nuevas tecnologías para tratar de superarse”, dijo. Destacó que, “en definitiva, tenemos que ordeñar cada vez más litros por hectárea y cada vez más litros por la inversión que hacemos. Es decir que la productividad siempre la vamos corriendo de atrás, pero apuntamos a vacas que cada vez son mejores en genética. Es decir, la lechería es un desafío que también nos mantiene vivos y animados”, remarcó.
Según datos de la Oficina de Programación y Políticas Agropecuarias (OPYPA), del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca (MGAP), el número de productores lecheros sigue en la tendencia histórica de descenso, ubicándose en agosto de 2023 en 2.081 frente a 2.144 de igual mes del año anterior.
A su vez, la superficie ocupada por la actividad lechera también sufrió un leve descenso frente al año anterior. Para Jorcín es claro que los productores tienen que ser cada vez más eficientes, ya que la competencia es alta y el costo de vida es cada vez mayor, así como las inversiones necesarias para continuar produciendo a niveles rentables. Agregó que todos los gastos que se hacen para que el tambo funcione mejor son difíciles de amortizar o se amortizan en muchos años.
Si bien remarcó que los precios de los granos han bajado, como ha sucedido con el maíz, difícilmente eso lleve a un ajuste de la renta. Recordó que en su zona, cerca de Nueva Palmira, las rentas se cotizan entre 700 y 1.100 kilos de soja por hectárea. “Hace 10 años estos campos valían US$ 5.000 por hectárea y hoy valen entre US$ 12.000 y US$ 13.000”, subrayó. Incluso hay zonas donde los campos valen más.
“Uruguay tiene muy buenas condiciones para invertir y en la región se ve muy bien, pero la tierra es finita, y no hay más que esto. Lo que nos queda es ponerle doble piso al campo, y en mi caso lo que tengo que hacer es, por lo menos, encerrar vacas de punta”, comentó.
Recordó que hasta agosto, cuando la leche valía US$ 0,45 por litro, el encierro de animales “era un buen negocio”, pero aclaró que “hoy, con la leche a US$ 0,35, dejó de ser tan bueno”.
Por eso considera que es importante el equilibrio y afirmó que el sistema pastoril tiene mucho para crecer, aunque remarcó que aumentar la producción produciendo a pasto es lenta. En cambio, con una tecnología como el sistema de cama caliente, se logran resultados muy buenos en cortos períodos de tiempo. “Le seguimos buscando la vuelta al sistema. Hay aspectos del manejo que aún tenemos que mejorar, pero estoy muy conforme”, puntualizó.