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La elección de la foto de la portada de este libro es perfecta. Es la imagen definitiva del rock uruguayo posdictadura. Los cuatro miran a cámara. Gustavo Parodi, Gabriel Peluffo, Marcelo Lasso y Fabián Hernández están de pie; los rostros serios, la ropa negra, los peinados new wave. La estética oscura del punk y el pospunk es capturada en su esplendor en una imagen icónica.
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En los tempranos años 80 el gran collar de subgéneros surgidos en torno a esas coordenadas rockeras llegaba a Montevideo a través de algunos programas de radio y jóvenes músicos con acceso directo a discos y revistas de Europa y Estados Unidos. En 1983 Rodolfo Fuentes estaba dando sus primeros pasos como fotógrafo cuando lo contrató el sello Orfeo para que le hiciera unas fotos a “un grupo punk de Pando”. El fotógrafo había conocido a Los Estómagos a través de La barométrica, el primer tema del grupo que sonó en la radio. “Me pasaron a buscar para ir a hacer las fotos cuatro gurises vestidos con ropas oscuras, bastante tímidos y nada ‘punkies’, en realidad muy amables”, cuenta el fotógrafo al inicio de este libro. Eligieron dos locaciones: las inmediaciones de la exfábrica de Alpargatas y el Cementerio Central. Las fotos callejeras de esa sesión inaugural están en blanco y negro, lo que les confiere una saludable atemporalidad. Detalles como los clásicos championes de lona de Peluffo —símbolo punk universal— y las botas y mocasines de cuero de sus tres compañeros, el saco con prendedores en la solapa, la corbata blanca del Hueso Hernández y los pantalones pinzados de Mariott denotan el esmero de los músicos en su imagen primigenia. En la mayoría, sus rostros serios (sin llegar a cara de malos) acompañan la pose, dan la talla misteriosa y oscura del personaje rockero de aquel tiempo. Tenían entre 17 y 21 años pero parecen mayores. En algunas pocas tomas están distendidos, riendo. Allí vuelven a ser unos chiquilines que acaban de terminar el liceo.
La veintena de tomas seleccionadas de esa primera sesión ocupan el primer capítulo de Los Estómagos. Fotografías de Rodolfo Fuentes 1983-1989, publicado en forma conjunta por La Nao Editorial y el sello discográfico Little Butterfly Records. Se trata de un fotolibro de 144 páginas que conmemora los 40 años de Los Estómagos, cumplidos en agosto de 2023, con unas 160 imágenes tomadas por Fuentes que abarcan los seis años de historia de una de las bandas de rock fundamentales de aquel período (junto con Los Traidores y Los Tontos). Además de fotógrafo, es un destacado diseñador gráfico, curador y docente; es autor, entre otros libros, de Del plomo al píxel, una historia del diseño gráfico en Uruguay (Nao, 2020).
Gabriel Peluffo, Gustavo Parodi, Fabián Hernández, Gustavo Mariott en 1983. Foto: Rodolfo Fuentes
Contrariamente a lo que se espera de una necrópolis, la sesión del Cementerio Central fue hecha en color, lo que permitió sacar provecho del vitral de una de las capillas como marco escenográfico. En un gesto bien punk para la época la imagen era la portada del simple de Los seres vivientes. Hoy con suerte sería un meme. El disco de siete pulgadas con ese tema en el Lado A y Fuera de control en el Lado B se imprimió pero nunca llegó a editarse por un problema irreversible en el corte de los vinilos. Orfeo destruyó todas las copias y solo sobrevivieron unas pocas, botín de coleccionistas.
Los que saben de imágenes coinciden en que el formato cuadrado es muy apropiado para el fotolibro. Como botón de muestra, es el de la mayoría de las abundantes ediciones del Centro de Fotografía. Permite una solución siempre armónica y funcional para una amplia gama de proporciones de imágenes.
El libro incluye un capítulo entero dedicado a la presentación de la banda en Comunafiesta, un festival que tuvo lugar en diciembre de 1985, y otro dedicado enteramente a la primera edición de Montevideo Rock, en noviembre de 1986. Sobre este último hay abundante material documental (tuvo amplia cobertura mediática) pero es muy interesante, novedoso y completo (32 páginas) el registro del primero, realizado por la intendencia en el parque de Villa Biarritz, ante 10.000 personas, por impulso del recordado Thomas Lowy, importante gestor de cultura pública en los primeros años de democracia. Además de Los Estómagos, allí actuaron El Cuarteto de Nos, Zero, Flavia Ripa y Fernando Cabrera, una grilla diversa que iba a contramano de la grieta que imperaba en aquel tiempo entre las tribus rockeras y de cantopopu. Las fotos de ambos capítulos permiten reconstruir modas, peinados y otras expresiones de la sensibilidad juvenil.
Primera sesión de fotos de Buitres en 1989: Marcelo Lasso, Pepe Rambao, Gustavo Parodi y Gabriel Peluffo. Foto: Rodolfo Fuentes
Fuentes dedica otros segmentos a las sesiones de fotos para los discos La ley es otra (1986), No habrá condenado que aguante (1989, en el Teatro de Verano de Colón) y Los estómagos (1987), el disco menos difundido de los cuatro que grabó el grupo, que trascendió entre los fans de la banda como “el de la muñeca”, por la foto de su portada, que muestra el cuerpo de una muñeca infantil colgando con una banqueta volcada sobre un piso de damero, una idea conceptual acreditada a Hernández. En varios pasajes del libro —este es uno– Fuentes apela a la plancha de contacto, un recurso visual de gran elocuencia que permite mostrar la secuencia completa en una sola página.
Sus fotos transmiten el fervor, la intensidad, la oscuridad, la desprolijidad y la precariedad de aquella movida refundacional del rock en Uruguay. Peluffo rugiendo frente al micrófono, con su carisma de frontman a pleno con apenas 20 años. Los escenarios de rústicas tablas de madera, la transpiración de Parodi, el semblante inmaculado de Hernández, la tensión aeróbica de los bateristas Baroncini y Lasso.
En un acierto narrativo, el libro termina con el fin de la banda (el mítico recital en el Cine Cordón) y el nacimiento de Buitres, con su primera sesión de fotos promocionales, con actitud experimentada y con la estampa de Pepe Rambao en un bar de Arroyo Seco. Una historia que, 34 años después, se sigue escribiendo, en música y en fotos.