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    Jorge Gandini lanza su precandidatura presidencial y reivindica su esencia wilsonista

    Durante el Día del Patrimonio, mientras recibía y charlaba con decenas de visitantes en los pasillos del Palacio Legislativo, el senador blanco Jorge Gandini cayó en la cuenta de que ya forma parte del inventario del Parlamento. Con breves interrupciones está en las bancas legislativas desde la vuelta a la democracia en 1986. Y ahora, a sus 65 años, emprenderá un nuevo desafío político: una carrera por la presidencia de la República. El próximo miércoles 18, Gandini anunciará su precandidatura en las elecciones internas del Partido Nacional. Dice que lo hace luego de “fracasar con todo éxito” en su idea de rearmar un espacio wilsonista que quedó huérfano tras la muerte de Jorge Larrañaga, y asegura que está obligado a encarnar “lo otro” que no es el Herrerismo y que esta vez se presentará “dividido” en las urnas.

    Con mirada crítica al gobierno y a compañeros de su partido, el senador blanco afirma que falta “gestión” en seguridad y economía y que lo que pasó en la Comisión Mixta de la represa de Salto Grande, que terminó con la renuncia del blanco Carlos Albisu, fue “corrupción”.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —Fue uno de los dirigentes blancos más críticos con las irregularidades detectadas en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande. El presidente Luis Lacalle Pou dice que no hubo corrupción, el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, dice lo mismo. ¿Qué dice Gandini?

    —Que no es ilegal pero es corrupción. Califica dentro de la definición de corrupción. No todo es necesariamente ilegal, no cometieron una ilegalidad, pero se apartaron de los principios éticos y beneficiaron a dirigentes políticos y a otros. Y creo que además defraudaron a muchísima gente. Hoy muchos militantes dicen: “Nosotros nos rompimos el alma por el partido y después nos enteramos por los diarios que para los que trabajamos se acomodaron ellos y nosotros seguimos mirando del otro lado de la fiambrera”. Algo de razón tienen. Yo creo que nosotros no llegamos para esto. Llegamos para otra cosa. No estamos vacunados, nos puede pasar. La diferencia es cómo lo resolvemos y lo tenemos que resolver dando una señal firme y clara para los blancos y la ciudadanía. El presidente ha sido inflexible en muchos otros casos y creo que ese es el camino. Eso permite seguir sintiéndose orgullosamente blanco: no porque no nos pasen cosas, sino por cómo las resolvemos. Hay que ser merecedor de aquello de dignidad arriba y regocijo abajo.

    —Dijo que el presidente ha sido inflexible en muchos otros casos, ¿cree que ha sido más o menos flexible según la cercanía con los involucrados en irregularidades?

    —Todavía no ha terminado este episodio. Vamos a ver.

    —¿Qué es lo que reclama usted? ¿Qué tipo de inflexibilidad?

    —Hay un pronunciamiento de la Cámara de Diputados, que tiene el voto de toda la coalición, y que solicita remover los contratos a dedo. Y se refiere particularmente a los ediles. Creo que antes de que le pidan el cargo, deberían dejarlo. Hablaría bien de ellos.

    —¿Cómo cree que reaccionó ante este tema el Partido Nacional?

    —Con muchas dudas, sorprendido, sin saber qué hacer. Tratando de justificar a veces que también otros lo hicieron. Y nosotros no llegamos para hacer lo mismo que hicieron otros. Esto no es digno de lo que nuestra gente espera y hay que dar una señal fuerte para que no vuelva a pasar. Y además hay que corregir legislación porque esta gente volaba por debajo del radar, nosotros no estábamos mirando qué pasaba ahí. Pero pasó. Y la única manera de corregir el rumbo es demostrar que estamos arrepentidos, y eso no implica un discurso, implica dar señales.

    —Mientras hacemos esta entrevista, el senador blanco Gustavo Penadés, una de las espadas de este gobierno en el Parlamento, está en Fiscalía esperando oír una casi segura imputación con prisión por delitos de abuso sexual a menores. Es un cimbronazo para el Partido Nacional, ¿cómo lo toma usted?

    —Lo tomo diferente, creo que es un cimbronazo fuerte que recibimos los que conocemos a Gustavo. No creo que sea como un hecho de corrupción que pueda involucrar o generalizar la opinión del partido…

    —Pero no cree que tiene cierto impacto…

    —Tiene, claro que lo tiene.

    —¿Electoral?

    —No sé si electoral… si lo tiene, capaz que lo tiene para todo el sistema, no para nosotros. No es por blanco que le pasa esto. Pero es una gran decepción para muchos de nosotros —si es que termina siendo comprobada esa conducta por la que es denunciado— porque nos dijo a todos, colectivamente en bancada y mano a mano, que confiáramos en él, que todo esto era mentira. Esto está en proceso todavía, su situación es cada vez más difícil y es cada vez más difícil creerle. Nos estamos preparando para algo que sigue siendo sorprendente y por supuesto desagradable.

    —Con la salida de Penadés de escena, ¿usted quedó un poco solo en el Senado?

    —La bancada del partido y de la coalición perdió un articulador de relevancia que no puede ser sustituido. Yo tengo mucha experiencia, pero no puedo sustituirlo. No formo parte del grupo mayoritario del partido. Y tomé una postura mucho más combativa que la que Gustavo tenía de articulador. Y eso no tiene retorno. Perdimos una pieza muy importante, la perdió la coalición, que hablaba con todos nosotros y hablaba con el Frente Amplio. Y era una palabra valiosa para la oposición. Ahí está la mayor pérdida. Una pérdida insustituible. Yo sigo haciendo lo que puedo.

    —¿Cómo cree que sale la coalición de gobierno de los últimos mojones importantes en el Parlamento? ¿Sale fortalecida, herida, rasguñada?

    —Confirmando que llegó para quedarse. Tenemos diferencias naturales, somos partidos distintos, competimos entre nosotros, vamos a volver a competir, pero al final las cosas salen. Al final los acuerdos funcionan, la mayoría se mantiene más allá de episodios. Y obviamente el perfilismo se tiene que dar y cuando llegan los tiempos electorales se dan más. Pero todo lo importante nos encontró juntos. Con matices, y con eso de los perfiles, la coalición funciona. Y todos sabemos que si alguno da un paso más allá de esos límites, trabaja para que gane el Frente Amplio. Y creo que sabemos que no podemos permitirnos ese desvío, un desvío de tal naturaleza que permita que la izquierda vuelva a ganar el gobierno en este país.

    —Los encontronazos en la coalición ocurrieron por lo general en Cabildo Abierto. Hubo varios momentos de tensión. ¿La coalición sigue con Cabildo Abierto?

    —Con Cabildo hay diálogo, buen diálogo. Hay algunos legisladores más difíciles para el diálogo que otros, como es habitual. Y hay un proceso de aprendizaje que nosotros hacemos con Cabildo, un partido sin experiencia, y ellos con nosotros. Cabildo va aprendiendo en este camino. Va entendiendo que se llega acá y no siempre se gana. Quizás tiene más dificultades porque estrenó su vida con un resultado triunfador. Nosotros venimos de más años de pérdidas que de victorias. Y en los últimos 15 han sido derrotas. Recuerdo cuando salimos a tomar algo, una noche tarde, porque siete años después que ganara el Frente ganamos la primera votación cuando Darío Pérez votó con nosotros la no disolución de la Policía Caminera. ¡La primera vez que ganamos una votación! Y entonces nos fuimos a festejar. Con Cabildo tenemos algunas diferencias a las que les estamos buscando la vuelta. Se la vamos a encontrar. Tenemos un objetivo común.

    —Pasando raya en lo parlamentario, ¿qué le queda por hacer al gobierno?

    —Gestión.

    —¿Qué quiere decir?

    —Que le queda levantar opinión pública en dos áreas sensibles vinculadas a aspectos por los cuales el Frente Amplio perdió la elección pasada y que hoy nosotros no tenemos del todo resuelto: seguridad pública y bolsillo. Todavía tenemos mucho por hacer ahí. Hay que trabajar para mejorar la percepción de la ciudadanía en seguridad pública, la gente se siente otra vez insegura. Hay fenómenos nuevos, como el crimen organizado, que se ha expandido a todo el país. Esto trajo un aumento muy grande de la violencia y tenemos millones de personas de rehenes en este lío.

    —¿No ha sido suficiente lo que se ha hecho?

    —No, no ha sido. Hay que hacer más. Todos los días hay 26 personas que son liberadas, algunas de ellas no encuentran adónde ir y van al delito o a vivir en la calle. Eso es un problema. Y todavía no tenemos una alternativa de rehabilitación. Todo lo que estamos haciendo no es suficiente. Y hay que pensar en soluciones diferentes. Creo que ahí tenemos un debe. Y también tenemos un debe en lo económico, en el bolsillo, en los sectores de clase media baja. Los que están muy abajo tienen políticas —es verdad que mayoritariamente asistencialistas con algunas rutas de salida insinuadas— con mejores medidas que los gobiernos anteriores. De mitad de tabla para arriba, la economía ha permitido que la gente mejore sus condiciones. Uno ve que mejora el consumo, que mejora la calidad de vida, que hay movimiento, que hay turismo interno, que hay salidas del país. Tenemos un problema en los sectores medios de bajos ingresos. De ingresos fijos pero bajos. De trabajadores que sostienen a sus familias con el hábito de trabajo, pero que no llegan a fin de mes. Hay una canasta básica cara para los salarios que se ganan y con el que hay que cubrir legalmente vivienda, energía eléctrica, educación. Y aunque trabajen dos en la casa se hace difícil enfrentar el gasto. Y está todo prendido de un alfiler. Donde se pierda un trabajo por tres meses, se crea una bola de nieve con el no pago de algunas cuotas que no se levanta más. Hay sectores que no tienen capacidad de ahorro ni alternativas. Ahí tenemos muchas señales para dar. Conquistamos el empleo, recuperamos salarios, bajamos la inflación, pero hay cuentas pendientes. Son áreas muy sensibles para definir el humor de la gente.

    Jorge Gandini, Alvaro Delgado y Luis Lacalle Pou. Foto: Mauricio Zina/ adhocFOTOS

    —El próximo miércoles 18 va a lanzar oficialmente su precandidatura en las internas del Partido Nacional, ¿cómo fue el proceso?

    —Un proceso que tiene mucho tiempo de diálogo con una cantidad de compañeros con los que se suponía coincidíamos en la idea de recomponer el espacio wilsonista dentro del partido. Wilsonista-larrañaguista, diría. Conversamos mucho con muchos. Y fracasamos con total éxito. Muchos compañeros, legítimamente, fueron encontrando atractivos en acuerdos con la mayoría partidaria. Y esa mayoría que ganó la interna pasada se expresa en esta próxima elección sin Luis Lacalle Pou como candidato, y con dos candidaturas que salen de lo que era Todos hacia Adelante. Algunos están con Álvaro Delgado, otros con Laura Raffo. Pero no dejan de ser los mismos que apoyaron a Luis. Uno más cercano a la Torre Ejecutiva y al grupo del presidente. Y Laura más cercana al Herrerismo ortodoxo, más clásico. Nuestro proceso nos ha llevado a la conclusión de que tenemos que ocupar ese lugar que queda, donde nos sentimos cómodos: nuestra zona de confort de ideas y de estilo y al que pertenecimos siempre. Y nuestra candidatura no es una candidatura designada. O sale desde el pie, desde abajo, desde la militancia, o no es. No tenemos quien nos designe. Estamos construyendo ese espacio. Wilson decía que la gente te tiene que encontrar en donde busca para encontrarte. Y nos va a mirar acá. No nos vería en una organización herrerista, lacallista. Nosotros encarnamos lo otro.

    —¿Usted se siente más wilsonista por no acordar con el Herrerismo? Porque hay dirigentes wilsonistas que sí lo hicieron.

    —Wilsonistas hay en todos lados, lo que no hay es un candidato wilsonista. Lo otro es que no se es wilsonista por ponerle un autoadhesivo al termo. Hay un camino, una sensibilidad, un estilo de hacer política que viene desde antes de Lacalle Pou, desde antes de Lacalle Herrera y desde antes de Wilson. Son las dos corrientes históricas del partido. Y si nosotros no las ocupamos, podemos perder la elección. Porque vamos a enfrentar un Frente Amplio que viene por todo, y que perdió la elección pasada con un muy mal gobierno y una pésima fórmula por muy poquito. El Movimiento por la Patria va a pararse en un lugar para ayudar a ganar marcando sus diferencias sin ir contra el partido. Hace mucho tiempo que nos enojábamos con el Frente Amplio cada 16 de junio y pintábamos muros diciendo que “Wilson es de todos. Nosotros somos de Wilson”. Y eso es lo que nos pasa. Wilson ya pasó la fronteras de su partido, es un ser nacional, tiene mucho mejor prensa que el Herrerismo. Ahora todos son wilsonistas. Nosotros sabemos quiénes son. Y lo sabemos interpretar. Pero no es eso lo que está en juego. Es tratar de generar otra corriente en el partido que compita con las opciones herreristas y que lo agrande, que lo ensanche, y por lo tanto ganarle a la izquierda porque el objetivo es que el Frente Amplio no vuelva y poder renovar este ciclo de cambios. Esta elección es clave. Porque si ganamos nosotros, y Lacalle Pou le pone la banda a un blanco, puede haber un ciclo largo de cambios, porque en la otra la izquierda se encuentra con Lacalle Pou de vuelta.

    —¿Cómo observa la interna? ¿La ve polarizada?

    —Esta vez el Herrerismo va dividido. Hay una chance. Está dividido. La vez pasada se dividió todo lo otro. Luis era el candidato de la mayoría y del otro lado hubo tres candidatos. Ahora es al revés. Nosotros tenemos poco aparato, pero representamos una corriente histórica interesante, pujante, viva. Si logramos estar a la altura de lo que esa colectividad piensa, le vamos a hacer fuerza.

    Jorge Gandini y Juan Sartori en el Parlamento. Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

    Lo “pintoresco” de Sartori y Argimón

    —¿Qué tiene que hacer el Partido Nacional si el senador Juan Sartori no presenta la declaración jurada de su esposa?

    —Todavía está en plazo. Creo que Sartori tiene cierta razón al decir que no puede obligar a su esposa a que le dé los datos. Pero también es cierto que hay reglas de juego que todos debemos acatar. Problemas tenemos todos y nuestras parejas también. Pero cumplimos o estamos afuera. El que quiera tocarla con la mano, tiene que jugar al básquetbol, en el fútbol es penal. Hay reglas. Y Sartori tiene que adaptarse a las reglas. Y si no se adapta nos pone en un problema. Nos pone en la disyuntiva de marcarle la cancha a un compañero o hacernos los distraídos. Ninguna de las cosas es cómoda para nosotros. Si se vence el plazo y no presenta la declaración, el tema se va a plantear solo en el directorio, espero.

    —¿Y cómo observa en este escenario el acercamiento electoral entre la vicepresidenta Beatriz Argimón y Sartori?

    —Me parece bárbaro. Lo que me pareció casi pintoresco es que se diga que es para “ensanchar la base wilsonista del partido”. Sartori descubrió que era blanco hace no mucho… ya wilsonista… (se ríe). Capaz que hasta vino en el barco… Creo que ya es un poco demasiado. Pero está bien. Las alianzas son parte de la política.

    Información Nacional
    2023-10-12T00:09:00