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    La carrera al Parlamento de los partidos chicos en una jornada con desilusiones, sabor a poco y festejos en sandalias de cuero

    Diputados de un millón de dólares o de pocos cientos de miles de pesos, camisetas canjeadas por lechones, sillas vacías, televisores viejos, el “sallemóvil” y un bebé llamado León en honor a Trotski; escenas de la tensión electoral en escala familiar

    Esta es otra elección. Es una elección dentro de la elección. Acá los candidatos no se plantean ni remotamente llegar al piso 11 de la Torre Ejecutiva. La disputa es más modesta: un asiento en la Cámara de Diputados. A reventar, los más arriesgados se animan a proponerse llegar al Senado. No por modesta la carrera al Parlamento está exenta de intensidad. Cambia el escenario y la escala. Los locales, los búnkeres, los delegados para las mesas, las banderas, los vehículos; toda esa puesta en escena, ese mecanismo electoral de precisión, en esta carrera tiene un tono familiar, artesanal, o hasta decadente. Pero muchos de los otros ingredientes se mantienen. Hay dinero, proyectos colectivos y personales y futuros profesionales en juego, hay ambiciones, hay disputas, y hay familias que verán alterada su vida según lo que digan las urnas. Entonces, la adrenalina está latente.

    Se puede ver en el cuerpo César Vega, el candidato del Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), en la noche del domingo 27. Entra y sale de la sede ubicada en la calle Eduardo Acevedo, frente a la Universidad de la República, castigando la suela de sus sandalias de cuero. Arma y fuma un tabaco tras otro, toma mate, va, viene y, sobre todo, pide que todavía no festejen. Es una lección aprendida luego de quedar en la puerta del Parlamento en 2014. Los militantes, que llegan a ser unos cuarenta, no se contienen y con cada actualización de datos hacen sonar una campana de bronce que está colocada en la puerta. El festejo está en las gateras, mientras una mujer comparte una torta de zapallitos casera. Unos minutos después de las nueve de la noche, Vega asume que esta vez sí será diputado y entonces sale corriendo del local. “Estamo’ adentro”, grita.

    La adrenalina acompañaba desde el sábado 26 al candidato del Partido Verde Animalista (PVA), el abogado Gustavo Salle. Ese día bailó en la rambla con la candidata a vicepresidenta del Partido Nacional, Beatriz Argimón, y le reconoció al oído que estaba disfrutando como un adolescente; muerto de sed le tomó toda la Coca Cola al candidato del Partido Digital, Daniel Goldman, que también pasaba por ahí; y finalmente, para dar un “golpe de efecto”, le pidió la bicicleta a un militante y salió a pedalear con una bandera del partido mientras tarareaba la canción de la vuelta ciclista. El video se hizo viral, golpe de efecto logrado.

    Pese a sus 61 años, el domingo por la mañana su cuerpo no denuncia nada de ese trajín. A las ocho ya está pronto para cruzar a votar y posa vistiendo una elegante camisa anaranjada Polo para un periodista de El País en el frente de su casa en Carrasco. Con la energía a tope, empieza a hacer de las suyas en el circuito de votación donde se cruza con el periodista Daniel Castro. “¡Castro ya votó bien! ¡Ya tengo un voto seguro!”, dice a viva voz en los pasillos del Preuniversitario Carrasco. Castro saluda y acelera el paso algo incómodo.

    Las puertas de la casa de Salle están abiertas para periodistas y allegados. Hay jugo de naranja, café y bizcochos para desayunar. Lo acompañan su esposa y su hija Nicole, que es surfista, vegana, antivacunas y vive en una casa de barro con techo vivo. Escaleras arriba duerme su nieto Venicio, el hijo de Nicole, que pronto se despertará con los gritos del abuelo. Salle y Venicio son cómplices. Si el primero levanta el tono, el segundo retruca, cuenta Salle y confirma Nicole. Además, el niño sin vacunas se muestra entusiasmado con la candidatura de su abuelo. Canta “Salle presidente” y pasea en el “sallemóvil” infantil, un buggy con la bandera del Partido Verde Animalista empujado por el propio Salle.

    En medio de su repertorio inagotable, el veterano abogado reconoce esta mañana que el de hoy es un día “bisagra”, que ser diputado o no serlo le cambiará su vida en los próximos años y que está “loco de ganas de entrar al Parlamento”. La importancia que tiene la parada electoral queda clara en la noche, cuando Salle recibe los primeros resultados en la sede de la Lista 409 del PVA ubicada en la esquina de Rivera y Paullier. “Me están comiendo los nervios”, dice, y se nota. Hasta pierde un poco el humor y la verborragia. En el televisor está la transmisión del Canal 12. Ahí las primeras proyecciones que da la consultora Cifra a las 20.30 dicen que no hay datos para el PVA. A Salle se le viene el mundo abajo. “Te dije, no pasamos 15.000”, le comenta a Nicole, que intenta sacarlo del pesimismo. Jugar con Venicio es la forma que encuentra de sobrellevar el momento. Con el correr de los minutos llegan noticias alentadoras, las otras tres consultoras lo ubican cerca del 1%. Hay aplausos en la sala, llegan los primeros llamados de felicitaciones. Parece que Salle será diputado, y con esa sensación se va de ese local rumbo al de la Lista 8010 ubicado en la esquina de Marcelino Sosa y Agraciada. Existen algunas tensiones entre las dos listas del PVA y por eso no era viable recibir los resultados juntos.

    —¿Son tan pocos y tienen conflictos internos?

    —Las familias son chicas y se pelean —sale rápido del paso Salle.

    La cara opuesta a la adrenalina de los dos partidos ambientalistas se ve en la sede del Partido Digital (Brandzen y Salterain) o en la del Partido de los Trabajadores (Agraciada y San Martín). Los militantes del Partido Digital son poco menos de una veintena. Clima distendido, algo de comida en una mesa, pallets de madera con almohadones ambientando el lugar y festejos cuando la actualización de la página de la Corte Electoral indica que hay nuevos votos. Al final, una sensación de “tranquilidad” pese a la magra votación porque “hubo miles de personas que confiaron” en ellos. “Es un primer paso firme”, sentencia Justin Graside, candidato a diputado.

    En la sede del Partido de los Trabajadores (PT) son ocho los militantes que esperan los resultados. Nueve si se toma en cuenta a León, un bebé de tres meses llamado así en honor al revolucionario ruso León Trotski, de quien el PT toma sus principales ideas. Faltan 30 minutos para que se den a conocer las primeras proyecciones y el candidato Rafael Fernández todavía no apareció. Los militantes achinan los ojos alrededor de un televisor viejo que da una imagen granulada. Para matar el tiempo surge una penca para adivinar cuántos votos obtendrán. Los optimistas tiran cifras como 5.000 o 3.400. La candidata a vicepresidenta, Andrea Revuelta, arriesga un 1.917, otro guiño a la revolución rusa. Fernández llega recién a las 21.30, agotado por la jornada intensa, para compartir unas pizzas con sus compañeros. Los resultados mostrarán al día siguiente que la revolución está lejos de la voluntad de los votantes uruguayos y cerca del pronóstico de la vicepresidenta. Revuelta gana la penca por aproximación: 1.359 votos.

    Gustavo Salle.

    ¿Cuánto sale una banca?

    Podría pensarse que quienes ya tienen representación parlamentaria y aparecen más consolidados en el sistema político empiezan con cierta ventaja esta carrera. Pero las urnas, al menos esta vez, demostraron lo contrario y le dieron la espalda a Unidad Popular y al Partido Independiente.

    El maestro jubilado Gonzalo Abella empieza la jornada del domingo con el pálpito de que Unidad Popular tendrá una mejor votación que en 2014. Dos diputados es su pronóstico. Aún así, luego de votar comenta con la prensa su intención de pasar a ocupar un lugar más relegado en la militancia e irse a vivir al campo con su mujer. “Hay que saber retirarse a tiempo”, dice.

    Por la noche, las primeras proyecciones barren con el pálpito. Unidad Popular no solo no duplica su representación sino que pierde la banca que ocupó en este período Eduardo Rubio. Con pocos militantes, ambiente de duelo y sin siquiera un televisor —los resultados se siguen en una laptop—, la pequeña sede ubicada en la esquina de Vázquez y Colonia se siente esta noche más alejada del Palacio Legislativo.

    Un diputado puede costar cientos de miles de dólares. Por ejemplo, el Partido Independiente invirtió en esta campaña unos US$ 570.000 ($ 21.400.000, según los registros de la Corte Electoral) con la esperanza de ampliar su representación parlamentaria y finalmente solo obtuvo una banca.

    En 18 de Julio y Pablo de María el despliegue en el local del Partido Independiente demuestra que es el que llega más consolidado a esta contienda. Sede de dos pisos, banners con los rostros gigantes de los principales referentes, mozos pasando con el servicio de catering y unos 50 militantes acompañando la jornada. Igual hay en el ambiente algo inhóspito. Demasiado color blanco, sillas vacías y quizás también algo en el ánimo, algo contenido. Probablemente eso que amaga con soltarse cuando la televisión da a conocer las primeras proyecciones: 1%.

    “1%… Habían dicho que llegábamos al 1,5%. El 1% parece una locura”, dice Mieres, que se mueve de una televisión a otra. No termina de asimilar el resultado pero mantiene el temple, acompañado permanentemente de su familia y abrazándose de tanto en tanto con el diputado Daniel Radío. Mónica Bottero y Gerardo Sotelo, las dos principales apuestas de Mieres para esta campaña, reciben la noticia de forma diferente. Ella, tranquilidad absoluta. Él parece ser el más afectado y lo manifiesta con algunos comentarios de resignación: “Qué va a hacer”, “así es la vida”, “a veces toca y a veces no”.

    Un diputado puede costar cientos de miles de dólares. Por ejemplo, el Partido Independiente invirtió en esta campaña unos US$ 570.000 ($ 21.400.000, según los registros de la Corte Electoral) con la esperanza de ampliar su representación parlamentaria y finalmente solo obtuvo una banca.

    Un diputado puede costar también más de un millón. Ese es el caso del Partido de la Gente, de Edgardo Novick, quien empezó el recorrido electoral temprano, apenas un año después del estimulante apoyo que recibió su candidatura a la Intendencia de Montevideo en 2015. Desde entonces, incorporó parlamentarios de otros partidos, contrató asesoramientos como el del reconocido exalcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, e invirtió fuerte en publicidad. Según los registros de la Corte Electoral, la caja del Partido de la Gente fue la tercera más generosa de la campaña. Fueron $ 37.949.630, más de un millón de dólares. El resultado: 26.108 votos que le permiten al diputado Daniel Peña (ex Partido Nacional) renovar su banca para el próximo período. Casi US$ 40 por voto; los votos más caros de la elección.

    —¿No es un poco exigua la cosecha electoral teniendo en cuenta el esfuerzo económico que hizo? —inquiere un periodista de Búsqueda en la rueda de prensa que brinda Novick en la sede de 18 de Julio y Martín C. Martínez tras conocer los resultados primarios.

    —(Despliega una sonrisa incómoda) Para nosotros, todo lo que hagamos por el país está bien. El pueblo decide.

    La rueda de prensa se disuelve y Novick da unos pasos en dirección al periodista. Con la mano le da una palmada en el rostro en un gesto de dudosa camaradería. Eso sí, diciendo “gracias” y sin dejar de sonreír. Tensiones de la carrera al Parlamento.

    Salle asegura que el Partido Verde Animalista invirtió en la campaña unos US$ 30.000, aunque la declaración en la Corte Electoral dice $ 110.000. El candidato entusiasta no deja pasar ninguna oportunidad de hacer denuncias y ante la pregunta de cuánto dinero gastó, aprovecha para cargar sus baterías contra los principales partidos. Blancos, colorados y frenteamplistas “están financiados por las corporaciones, los banqueros corruptos, y el narcotráfico internacional”. Sí, “el narcotráfico internacional”. El doctor asegura haber recibido en su estudio en la Ciudad Vieja a un representante del cártel de Sinaloa que le deslizó “sutilmente” la posibilidad de aportar dinero para su campaña. Si él recibió la propuesta —que dice haber rechazado, por cierto— qué queda para los demás.

    La carrera al Parlamento se puede correr incluso con menos dinero del que puso Salle. Lo reflejan los números de la Corte Electoral y también algunas anécdotas. Unidad Popular ($ 550.000 invertidos), por ejemplo, evitó contratar a una productora y compró por Mercado Libre la cámara y las luces con las que filmó la publicidad televisiva para aprovechar el espacio que los canales estatales les ceden a los partidos de forma gratuita.

    Pero esta noche de domingo, la prueba más contundente de cuán barato puede ser un diputado está suspendida en el aire en la calle Eduardo Acevedo, frente a la Universidad de la República. Ahí los militantes del PERI celebran ahora su cosecha tirando a Vega varias veces al aire, como si fuera una quinceañera. Una inversión de $ 420.000 le valió al partido el ingreso a la Cámara Baja del Parlamento con 33.008 votos. Si se suman otros $ 200.000 que Vega dice que pagaron para imprimir listas, el balance da $ 19 por voto. Unas 80 veces menos que Novick. El candidato del PERI desearía incluso poder gastar menos, le molesta tener que imprimir esos miles de papeletas que le hacen mal a la naturaleza. La remera azul que luce Vega esta noche es en sí misma una anécdota de los malabares que hacen con los recursos. La prenda forma parte de la primera tanda de camisetas que mandaron hacer para el partido y que, como no tenían dinero para pagarlas, las cambiaron por lechones.

    Un diputado puede costar también más de un millón. Ese es el caso del Partido de la Gente, de Edgardo Novick, quien empezó el recorrido electoral temprano, apenas un año después del estimulante apoyo que recibió su candidatura a la Intendencia de Montevideo en 2015.

    Envalentonado por el resultado de la votación, Vega se da el lujo de mandar silenciar en el televisor al candidato más votado, Daniel Martínez, para hacer su propio discurso. Hace énfasis en la necesidad de cuidar el ambiente, en prestarle atención a la economía y ya piensa en seguir creciendo para 2024. “No podemos votar al PERI solo porque hablamos de las gaviotas y las mariposas, estamos instalados en la agenda”, dice. El discurso es improvisado pero efectivo. En medio de los aplausos pone en altavoz las llamadas de felicitaciones que recibe en el celular. En otro pasaje del discurso se enorgullece de la limpieza interna que hizo en el PERI, de cómo fue “cazando” a “toda la gente mala”. Allí aprovecha para deslizar una crítica al líder del PVA. Hay una pica ambientalista.

    Cuando Salle se entera de que fue aludido por Vega, se molesta y hasta lanza algún insulto en Marcelino Sosa y Agraciada. El mano a mano ecologista esta vez lo gana el PERI. La noche para Salle se termina con incertidumbre. Lo llaman allegados para felicitarlo, los militantes comienzan a decirle “doctor diputado” pero él queda a media agua. Quiere irse a festejar a la rambla y avenida Brasil, pero antes de hacerlo quiere tener la certeza de la banca. Para mantener a raya la ansiedad camina con su nieto Venicio a upa hasta la esquina de Marcelino Sosa y Agraciada. Ahí tienen un momento de intimidad. Desde esa prudente distancia, le explica al niño que ese edificio que se ve ahí es el Palacio Legislativo, el lugar donde va a trabajar su abuelo.

    —¿Y cuándo vas a ir a trabajar al Palacio? —pregunta Venicio interesado.

    La respuesta se va a hacer desear esta noche y cuando llegue no va a ser la que el abuelo quisiera. Por lo menos tendrá que esperar cinco años más.

    Información Nacional
    2019-10-31T00:00:00