Moret, que asumió el cargo a mitad del 2018, aspira a que los gobiernos de Uruguay y Francia tengan un “nuevo vínculo” y que las empresas de su país aprovechen que la administración de Luis Lacalle Pou tiene interés en atraer nuevas inversiones.
—El canciller Francisco Bustillo realizó su primera visita oficial a Francia unas semanas atrás. ¿Cómo se encuentran las relaciones bilaterales?
—Fue una visita muy importante para la relación entre los dos países y para empezar un diálogo político de alto nivel entre los dos gobiernos, diálogo que ha sido un poco retrasado por la crisis sanitaria. Esta visita se ubica en este nuevo vínculo entre la nueva administración de Uruguay y Francia. Evidentemente, tenemos temas comunes que debemos explorar y sobre los cuales debemos trabajar en profundidad. Hay una relación bilateral que es excelente desde el inicio de la creación del Estado uruguayo. Lo que debemos hacer es desarrollar esta nueva asociación con Uruguay, porque compartimos valores comunes, vínculos históricos. Tenemos al menos 40 empresas de alto nivel internacional francesas en Uruguay, que invirtieron en los últimos años en proyectos considerables, importantes. Desde el punto de vista económico, Uruguay es un país atractivo y puede atraer inversiones importantes. Francia está pronta a promover nuevas inversiones y hay multiplicidad de temas: en agua, electricidad, sistema ferroviario y transporte público eléctrico.
—Usted habla de una “nueva relación”. ¿Qué cambios ha notado en la administración uruguaya que le permitan hablar de eso? ¿Hay diferencia entre los dos gobiernos de Uruguay?
—Hay una voluntad claramente expuesta por el gobierno de que Uruguay se inserte más en el ámbito internacional, que sea un actor más activo en el ámbito internacional. Uruguay quiere atraer nuevas inversiones, quiere actuar de manera más activa en las coaliciones internacionales y en este tema compartimos los mismos objetivos. Pero siempre hay un tiempo de adaptación con la nueva administración.
—Usted hablaba de las inversiones y la nueva relación. ¿La crisis económica causada por la pandemia no llevará a una política económica internacional más proteccionista?
—De las primeras lecciones de esta pandemia es poner luz sobre la necesidad de construir una respuesta común para enfrentar estos desafíos. Y la relación entre nuestros dos países se ubica, se enmarca en este contexto internacional que es muy incierto, muy fragmentado y que hoy es golpeado por la pandemia. Pero en este tema internacional, creo que —no es la palabra únicamente de un diplomático francés— Uruguay y Francia comparten los mismos valores, el mismo compromiso en la defensa de un sistema multilateral, un multilateralismo eficaz para enfrentar los desafíos globales. Lo que llama mi atención es que tal vez falta un poco de las reglas que formaron el contexto internacional desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. No sabemos más estabilizar el mundo, no sabemos más arreglar las cosas; entonces, tenemos que reinventar absolutamente los garantes últimos de nuestros equilibrios internacionales. Para dar respuesta precisa a su pregunta: no hay solución, no hay futuro en el repliegue nacional. Para mí es claro, y creo que Uruguay comparte esta visión. Entonces, concretamente, debemos preservar y fomentar lo que llamamos los bienes comunes: la paz y la seguridad, claramente la salud, claramente la igualdad económica, la igualdad de género, los derechos humanos. En estos temas, Uruguay y Francia comparten las mismas bases, la misma filosofía, el mismo deseo de actuar de manera conjunta en los ámbitos internacionales. Hay muchos ejemplos, como la defensa de la democracia: denunciamos juntos las faltas de garantías democráticas en el proceso electoral en Venezuela, tratamos de defender una misma solución política en el ámbito del Grupo Internacional de Contacto. Está también el debate climático, que es sin duda el más esencial ahora del ámbito internacional. En este tema hay tres batallas que la comunidad internacional no debe perder: la batalla contra el calentamiento climático, la batalla por la preservación de los bosques primarios y de los océanos y la batalla para proteger la biodiversidad. Creo que no hay ninguna diferencia entre Francia y Uruguay sobre estos temas. En todos ellos debemos actuar con voluntad, con valentía, con responsabilidad y con imaginación.
—Un artículo de la revista Político le atribuye al gobierno de Francia ser el principal opositor a la ratificación del acuerdo Unión Europea-Mercosur. ¿Es así?
—No, no es la verdad. No sé por qué este tema aparece en los artículos como una burbuja de jabón. Debemos pinchar esa burbuja de jabón. En la visita de Bustillo a París fue muy importante y, creo, también muy constructiva. No es un tema únicamente para Francia. Francia, como varios países de Europa—no voy a hacer la lista—, y también ciudadanos europeos tenemos una preocupación muy fuerte sobre las posibles consecuencias del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur. Si quiero resumir esta preocupación, diré que es de tres niveles. El primer nivel es el riesgo de aumentar la deforestación importada en Europa. El segundo nivel es que deseamos la implementación de políticas públicas conformes con los compromisos asumidos en el marco del Acuerdo de París. El tercer nivel es el respeto de las normas sanitarias y ambientales en la producción agroalimentaria. Estos temas no son de Francia, son temas de todos. Son debates importantes en el contexto geopolítico actual, sobre los cuales Francia asume sus responsabilidades, tal como lo hizo en el reciente acuerdo entre la Unión Europea y Canadá. Existe hoy en día un consenso amplio entre ambos bloques para tratar y negociar sobre esta necesidad de tomar en cuenta estos aspectos ambientales. Tengo la impresión, cuando leo los comentarios o los escucho, de que el tema ambiental es un capricho, es pretexto hipócrita para ocultar no sé qué intereses sórdidos y que es una prioridad chiflada. No es el caso. Es una preocupación que está en el corazón de los nuevos acuerdos comerciales, políticos, sociales en el mundo actual, que hace parte de la ambición de los acuerdos que la Unión Europea querría firmar. No es una novedad. Francia no ha dicho nunca que no va a firmar el acuerdo, Francia dice claramente que en el estado actual no se puede firmar porque faltan más garantías sobre las obligaciones ambientales. Eso es lo que únicamente ha dicho Francia. Ahora los diplomáticos van a tratar de construir la mejor respuesta política, diplomática y técnica para lograr la firma de este acuerdo. Le recuerdo que no es un acuerdo solo comercial, es un acuerdo muy ambicioso. Es un acuerdo con tres pilares: un pilar político, un pilar comercial y un pilar de cooperación. No es un TLC habitual, no es un convenio sin ambición. Pero debemos actuar en total coherencia entre lo que firmamos en el Acuerdo de París y lo que vamos a firmar entre la Unión Europea y el Mercosur.
—La UE y los socios del Mercosur pactaron una vía de salida, que es firmar un documento complementario…
— … No sé, porque no es mi papel comentar sobre esto. Hay un mandato dado por los estados europeos a la comisión para negociar sobre este tema. No sé, al fin y al cabo, cuál va a ser la forma de ese acuerdo complementario, pero lo que es seguro es que este acuerdo tiene que tomar en cuenta los temas esenciales que tienen que ver con la protección del ambiente, la biodiversidad y, concretamente, la garantía de que la biodiversidad no es solamente una palabra sobre una hoja de papel, sino que se puede actuar a partir de las garantías que vamos a firmar.
—¿Deben incluirse sanciones al incumplimiento de temas ambientales?
—Por suerte no soy el que va a negociar estos detalles. Claramente vamos a evaluar ese nuevo adicional, complemento —no sé cómo lo llaman—, con mucha atención y en el marco de esta visión ambiental.
—El embajador uruguayo ante la UE, Carlos Pérez del Castillo, dijo ante el Parlamento europeo que la preocupación ambiental no era monopolio de los europeos y citó datos del Climate Transparency Report que muestra que sus países están lejos de cumplir con los compromisos del Acuerdo de París.
—No es una situación en negro o blanco. No hay de un lado países que cumplen con todas las virtudes teologales y los otros que son pecadores. Hay un marco internacional que, por primera vez, establece un convenio casi universal entre los países sobre una base voluntaria para comprometerse con las medidas tomadas en este acuerdo, que concierne al calentamiento climático, los gases de efecto invernadero, la protección de la biodiversidad, la protección de los bosques primarios. Creo que hay una conciencia completa de que tenemos que actuar a partir de este compromiso, de este marco internacional.
—Los movimientos ecologistas en Uruguay tienen menos peso político que en Europa. ¿Eso hace, quizás, que no se vea como una prioridad aquí?
—Lo que llama mi atención como ciudadano, no solamente como diplomático, es el peso de la cuestión ambiental en la vida de todos los ciudadanos europeos. Es un hecho de vida. Tenemos una conciencia muy aguda sobre el tema ambiental en el plano ciudadano, y como somos un régimen democrático este hace parte del debate político. El presidente de la República de Francia fue electo con base en un programa que contiene una visión ambiental. Y desde hace tres días hay un proyecto constitucional que apunta a incluir en el preámbulo de la Constitución la protección del ambiente; es decir, que el peso de esta cuestión es fundamental. Y no concierne solamente a los partidos verdes, todos los partidos en Francia, desde la extrema derecha a la extrema izquierda, tienen una conciencia ambiental. Es el único elemento unificador que reúne a los partidos políticos en Francia ahora, y también en los Países Bajos, en Alemania, en Italia, en España. Hay diferencia de percepción, pero el peso político del tema ambiental es enorme. En Uruguay, mi percepción, es que es un poco diferente en dos sentidos. Desde el punto de vista ambiental, creo que puedo decir que Uruguay es un país casi modelo, porque casi el 100% de la producción de electricidad viene de energías renovables, entonces no tenemos problemas con Uruguay en este ámbito. La novedad para mí es una nueva concientización en el plano institucional y ciudadano. Hay un nuevo Ministerio de Ambiente, lo cual es importante para actuar, demuestra que hay voluntad política de actuar, hay políticas concretas sobre la preservación de la biodiversidad. Hay políticas concretas y se puede felicitar por esta nueva institucionalidad en Uruguay sobre el tema ambiental. Y hay reflexiones sobre la movilidad eléctrica en Montevideo, sobre el reciclaje de los residuos. Me parece que hay una nueva ola de concientización en el tema ambiental.
—En su intención de pinchar esas “burbujas de jabón” que atribuyen a Francia ser quien tranca la ratificación del acuerdo hay un tema más: en el artículo de Político algunos dicen que el problema real es que los agricultores franceses se oponen al acuerdo y Macrón no quiere enfrentar ese problema.
—A mí no me… ¡Okey! Seamos claros en este tema: cada país defiende —es la razón de un gobierno— los intereses fundamentales de sus ciudadanos. Francia es un país históricamente de tradición agrícola y tiene una agricultura muy eficiente, muy exportadora, pero que sufre también de regulación en el tema del ambiente. Entonces, lo que deseamos, porque el tema ambiental es importante, es que todos los países compartan el mismo nivel de alta protección en una agricultura que sea sostenible. No es una hipocresía. Debemos competir a partir de la misma base. Francia es una economía abierta, no entiendo esta acusación de mercantilismo, de proteccionismo. Francia pertenece desde el inicio de la fundación de la Unión Europea, es un país abierto al mundo. No entiendo esta acusación de proteccionismo. No hay más proteccionismo que en Alemania, España, Italia o el Reino Unido; o en Brasil, Argentina o Uruguay. En el ranking mundial, creo que Francia está en el puesto cinco o seis de los países en PBI, esto demuestra perfectamente que Francia hace parte de esta inserción comercial y económica del mundo. El comercio exterior de Francia lo demuestra perfectamente. Pero debemos crear las condiciones a través del sistema multilateral, que sea el sistema de la OMC, o en acuerdos particulares, la misma ambición de un marco reglamentario que baje al mismo tiempo los aranceles, pero que sea coherente con las ambiciones políticas y los compromisos internacionales de cada país. Y Francia está comprometido a desarrollar un sistema internacional abierto, pero basado en reglas claras.
Información Nacional
2020-12-29T16:47:00
2020-12-29T16:47:00