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    La recesión ya llegó a Argentina con el plan de Javier Milei

    La inflación en diciembre fue de 25,5%, en enero 20,6% y en febrero el gobierno habla de una cifra cercana a 10%

    John Kenneth Galbraith, un gran economista estadounidense del siglo XX y uno de los grandes divulgadores de la ciencia económica, solía decir que en economía hay dos tipos de pronosticadores: los que no saben y los que no saben que no saben nada.

    Nobleza obliga, en la última nota (hace casi 40 días) dejamos a los lectores con un pronóstico que no se cumplió y no se cumplirá: la inflación en la Argentina finalmente no será la que se esperaba semanas atrás sino menor.

    Veamos.

    Entre fines de diciembre y principios de enero se estimaba que la tasa de inflación acumulada en los tres meses hasta febrero (o sea hasta dentro de unos días) sería 90%-100%. Probablemente sea de alrededor de 60%.

    ¿Qué sucedió entonces en estas seis semanas que la tendencia de los precios parecía empinada para arriba y ahora no tanto? ¿Está funcionando acaso el plan de Javier Milei?

    Veamos qué es el plan de Milei primero y luego los resultados, si es que los hay.

    El programa del gobierno argentino es una combinación de tres clásicos del manual de derecha: ajuste fiscal ortodoxo, apretón monetario y desregulación de la economía eliminando regulaciones, impuestos y burocracias, como por ejemplo, sobre el mercado de trabajo que desalientan la inversión.

    Hablábamos de honestidad intelectual y es importante resaltar el contexto y las circunstancias sobre las que se implementaron y se seguirán implementando estas medidas de Milei: la Argentina arrastra fuertes desequilibrios en los precios relativos que no puede financiar más. Hasta hace poco cruzar la ciudad de Buenos Aires en colectivo valía lo que salía un caramelo en un kiosco y mucho menos que un café en la esquina porteña. Lo mismo las tarifas de energía para un vasto sector de la población: la boleta de luz alcanza para cubrir la porción más baja del costo de producción en décadas.

    La herencia en materia energética que dejó el gobierno peronista de Alberto Fernández-Cristina Kirchner es peor que la que recibió Mauricio Macri, coinciden los expertos. Y a un Estado quebrado y sin que los mercados le presten, se le sumó un Banco Central con US$ 11.000 millones de reservas negativas a pesar de que en los cuatro años de Alberto Fernández las exportaciones fueron mayores que en los cuatro años de Mauricio Macri.

    El programa Milei es una doble tenaza de ajustes macroeconómicos que significarán menos expansión fiscal y monetaria en un contexto donde el gobierno deberá al mismo tiempo aumentar los precios de algunos servicios (transporte y energía básicamente) y cuidar los dólares para pagarles al FMI y a los acreedores.

    Como acompañamiento principal, casi como una guarnición, Milei ofrece medidas de desregulación que apuntan a desburocratizar y eliminar las trabas de la economía, clave para el crecimiento futuro. Pero como estamos hablando de la Argentina y el horizonte son semanas o a lo sumo meses, el crecimiento potencial del producto bruto que se produciría a partir de estas reformas no se verá en el corto plazo.

    Un dirigente importante del peronismo admite que si hubiera ganado Sergio Massa, la agenda no habría sido muy distinta. Los estilos políticos sí, pero, hablando de economía, explica este hombre de trayectoria y peso en el Partido Justicialista, las opciones no eran muchas.

    Ricardo Arriazu (uno de los economistas más escuchados por los empresarios y extranjeros en la Argentina) dice que el plan Milei “está funcionando mejor de lo previsto”.

    ¿Y qué es lo que funciona mejor de lo previsto?

    La inflación en diciembre fue de 25,5%. En enero 20,6%. Y en febrero el gobierno habla de una cifra cercana a 10%.

    Esto daría una tasa acumulada para el período que sería casi la mitad de la que se esperaba unas semanas atrás.

    Se le suma a esto dos resultados macroeconómicos más que Milei resalta. En enero la economía recuperó los superávits gemelos porque las cuentas fiscales cerraron en orden (el Tesoro argentino logró por primera vez en 12 años gastar por debajo de lo que le ingresó) y las cuentas externas lo mismo (las exportaciones fueron mayores a las importaciones).

    Inflación a la baja, cuentas públicas en orden, exportaciones superando a las importaciones alejan el fantasma de un default y muestran un Banco Central con más chances de acumular reservas y empezando a analizar una eventual flexibilización del cepo.

    ¿Pero cuál es el corolario de todo esto?

    Wall Street y los mercados festejan. Pero Main Street, o Pavón Street, la calle, sufren.

    Los precios de los bonos en dólares en lo que va del año registran ganancias de hasta casi cerca de 20%. Sí, leyó bien. Ídem acciones de empresas argentinas que cotizan en Estados Unidos.

    Hay interés en el mundo por la figura de Milei y no solo por la cantidad de veces vistas su video de discurso en el Foro Económico de Davos. Hay visitas a Buenos Aires de primera mano de personas interesadas en saber qué piensa y cómo los analistas ven las posibilidades de que el plan Milei llegue a buen puerto.

    ¿Pero?

    La misma historia de siempre. En la Argentina ningún evento tiene probabilidad cero y por lo tanto no está garantizado que los resultados mencionados arriba se sostengan.

    La inflación, el superávit fiscal y el externo son en parte producto de una mala noticia: la recesión.

    La economía este año podría retroceder entre 3% y 4%, según estimaciones de la consultora Empiria. Y se sabe que la menor demanda y actividad dejan menos margen para aumentar los precios.

    La evolución a la baja de la tasa de inflación rápidamente quedó en el olvido cuando se conoció que la pobreza en enero en Argentina llegó a 57%, según una medición de la Universidad Católica Argentina.

    Por último, una nota a pie de página es lo que sucede con los márgenes de las empresas en la Argentina.

    En su último informe sobre la economía local, el Fondo Monetario comentó que en los últimos años hubo sectores empresarios locales que registraron fuertes beneficios producto de la baja competencia y de los múltiples valores del dólar como consecuencia de las prohibiciones en el mercado cambiario. Sectores como el textil en la Argentina registraron aumentos por encima del promedio de la inflación y muchos otros, aun cuando podían importar bienes a un tipo de cambio oficial (bajo), vendían sus productos a un dólar más alto por temor a que luego no pudieran acceder a él o a una devaluación. ¿Bajarán los precios ahora estas empresas?

    Así como el mercado festeja las medidas de Milei, la calle es más escéptica respecto a sus políticas. Quieren ver resultados y no solo que el poder adquisitivo de sus salarios o jubilaciones sufran recortes para llegar al equilibrio fiscal. Nada de esto es sostenible.

    Finalmente, la gestión de gobierno no termina de despegar. En las áreas de energía y transporte hay demoras en la segmentación de las tarifas porque no hay personal designado y faltan firmas para avanzar.

    Lo mismo sucede con las reformas estructurales que planteó a través de un decreto y una ley (Ley de Bases o llamada también Ómnibus), con más de 700 artículos que no pasaron por el Congreso y que ahora analiza su tratamiento legislativo de manera separada.

    Milei se define como un economista austríaco. Y eso no es una noticia auspiciosa porque revela cierta inflexibilidad a la hora de pensar la dinámica de la economía, sobre todo porque los austríacos creen en los ajustes como un reboot del sistema económico para relanzar el ciclo económico. La escuela austríaca sostiene que en economía existen leyes y definiciones que se sostienen con independencia del tiempo y el contexto, todo lo contrario a la teoría keynesiana, que relativiza los grandes enunciados. Excepto uno. En economía, de lo único que no hay escapatoria es de las consecuencias económicas de una política. ¿Lo sabrá Milei?

    * El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.

    2024-02-21T22:18:00