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Las primeras medidas económicas del presidente de la Argentina, Javier Milei, no fueron en la dirección que había prometido en campaña: menos impuestos, ajuste a la clase política y cierre del Banco Central. Anunció más impuestos, ajuste a la clase media y fortalecimiento de la autoridad monetaria.
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Tampoco la dolarización, el mantra que el presidente había también prometido en los últimos años para erradicar de raíz el problema inflacionario en Argentina, fue entronizada en el discurso que Milei brindó en las escalinatas del Congreso el día de su asunción. Su ministro de Economía, Luis Caputo, cuando este martes 12 presentó las principales medidas en un discurso grabado, ni siquiera la mencionó.
¿Hay un giro en Milei? No puede afirmarse algo así porque aún no se sabe qué es Milei pero sí pueden mencionarse rápidamente dos conclusiones de su arranque. Se ha mostrado pragmático y se encamina a no hacer lo que Mauricio Macri llevó a cabo en su gestión y que consistió en demorar las correcciones.
Con respecto a lo primero, Milei no tuvo empacho en dejar de lado todo lo que había prometido en su campaña. Los anuncios del martes implican un aumento de la presión tributaria. Más exportadores pagarán retenciones (derechos de exportación), se aumentarán impuestos sobre consumos al exterior (para así desalentar la caída de las reservas del Banco Central, que están exhaustas) y se dará marcha atrás de una medida que había tomado el kirchnerismo antes de irse: el gobierno buscará reimplantar el impuesto a las ganancias que Sergio Massa había reducido. Nota de color: Milei mismo había votado a favor de esto último como diputado con el argumento de que toda rebaja de impuestos es positiva.
Ahora Milei es presidente y, en búsqueda del financiamiento del FMI y de los mercados, el presidente debe enviar señales claras de que pagará las deudas y para evitar el fantasma del default las cuentas tienen que cerrar. Uno de los efectos colaterales de la suba de impuestos es que el campo envió señales de protestas.
En segundo lugar, Milei parece dispuesto a tomar el consejo que le brindó el expresidente Macri: arrancar el trabajo sucio al inicio de la gestión y no demorarse porque como dijo Barack Obama en sus memorias —y que Macri repitió en las suyas— “todo lo que no se hace al comienzo no se hace más”.
Caputo pateó fuerte al medio cuando hizo hincapié a lo largo de su mensaje grabado el martes 12 en Buenos Aires en que el ancla para que la aceleración inflacionaria en la Argentina no terminase en hiperinflación será llevar adelante un ajuste fiscal de cinco puntos del Producto.
El ajuste del programa Caputo es el ABC de todo plan para bajar una tasa de inflación descontrolada y esquivar una situación traumática, que es cuando los precios empiezan a correr cerca de 50% mensual como dice el gobierno que sucedería en el verano si no se hace algo antes. Segundo, como dijo el ministro, ha sido el diagnóstico de raíz que el presidente trazó como problema fundamental de la economía: la cuestión fiscal. O sea que el gobierno está haciendo delivery de lo que prometió y no hay deshonestidad intelectual.
Ahora, ¿qué es en concreto lo que el gobierno está dispuesto a hacer, o dice que está, para evitar la hiperinflación?, ¿cuál es la estrategia?
Por un lado, recortar los gastos en una cifra equivalente a tres puntos del Producto Bruto básicamente en subsidios y jubilaciones (que representa cerca de dos terceras partes del gasto público de Argentina). Por otro, sumar dos puntos extra en sus arcas a través del aumento del impuesto país, extender la base imponible de las retenciones y adelantar recaudación de impuestos a los bienes personales.
Hasta ahí la base de lo que Milei y Caputo quieren está. Sin embargo, ahora vendrá lo más complicado para Argentina.
Economistas argentinos como Marina Dal Poggetto, una profesional con ideas quizá algo más de derecha, y Emmanuel Álvarez Agis, más de izquierda, vienen advirtiendo desde hace tiempo que no alcanza solo con un ajuste fiscal para bajar la dinámica inflacionaria que hay en la Argentina. El equilibrio de las cuentas públicas puede ser condición necesaria para estabilizar pero no suficiente.
¿Por qué? Porque el país está delante de un problema doble: por un lado, una inflación correctiva —aumentos de precios que habrá por el descongelamiento de tarifas y costos reprimidos durante años— y, por otro, una inflación inercial producto de la emisión y la indexación de contratos/paritarias enquistados hace años. En la Argentina es habitual dar aumentos de salarios para que los ingresos no pierdan frente a la inflación en vez de seguir la productividad.
La emisión la atacará Santiago Bausili con la absorción de pesos a través de una política monetaria más restrictiva. ¿Pero y la indexación y la cuestión de contratos legales? Eso es algo más complejo y artesanal que no está claro cómo lo abordará Milei.
Los planes de estabilización que se han implementado y analizado en la década de los 80 —la Argentina aplicó el Plan Austral en ese entonces— tuvieron en cuenta estos fenómenos de descoordinación, pretendiendo reacomodar piezas no solo vía la ortodoxia fiscal sino con otros instrumentos para frenar la inercia como el desagio o el Bonex. ¿El motivo? “Que políticas como las metas de inflación o incluso los agregados monetarios tienen poco que hacer al lado de una inflación que se mueve a dos dígitos mensuales”, explicó Álvarez Agis en un trabajo reciente.
El Plan Austral falló porque a la heterodoxia le faltó ortodoxia (orden fiscal) y quizá eso sea lo que Milei le critica a Raúl Alfonsín en términos económicos. Pero ahora él deberá enfrentar a los sindicatos y la aceleración inflacionaria que se viene para evitar la hiperinflación: controles de salarios, desindexaciones y otras medidas que deberá poner arriba de la mesa y le traerán más de un dolor de cabeza. Un terreno donde pesará quizá más la muñeca de la política de Milei que de la economía y donde se jugará el partido en los próximos meses.
¿Podrá este experimento liberal en una Argentina con más de la mitad de la población en la pobreza sobrevivir a las presiones que se avecinan?
Continuará.
* El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.