Lo que sigue es una síntesis de la entrevista que mantuvo ayer de mañana con Búsqueda.
—La tasa anual viene descendiendo desde octubre (a 8,05% a enero) y también se ajustaron levemente a la baja las expectativas de inflación. ¿Cuál es la evolución esperada para los próximos meses para llegar al 6,7% al cierre de 2023 que proyecta el gobierno?
—Esperamos que la inflación interanual siga cayendo; la trayectoria exacta no está clara porque puede haber algunas cuestiones coyunturales o transitorias, como las frutas y verduras por la sequía. Pero será una tendencia descendente y mantenemos la estimación de llegar a fin de año al entorno de 6,7%.
—¿Hasta cuándo durará ese impacto de la sequía sobre los precios de los alimentos?
—Algunos productos revierten más rápido y otros tienen un ciclo más largo. Es el típico ejemplo de algo que tiene efecto transitorio y que hay que considerar. A pesar de eso, seguimos viendo una caída relevante desde los próximos meses.
—¿La baja en las expectativas de inflación es algo firme o podría revertirse si, por ejemplo, en febrero se corta el descenso de la tasa de 12 meses?
—Las expectativas vienen teniendo lentamente una evolución a la baja. Esto tiene dos componentes: el puro y duro estadístico, pero también otro de conversación con los distintos analistas. Y cuando se mira lo cualitativo, está cada vez más claro que los analistas están mirando el largo plazo y el comportamiento del banco, más allá de cuestiones transitorias. Por eso, mi respuesta es que no esperamos que un aumento transitorio en las frutas y verduras distorsione el comportamiento de las expectativas.
—¿Dice lo mismo de los empresarios, cuyas expectativas han sido más rígidas a la baja?
—Sí. En general, se ha empezado a captar que la inflación ahora sí está reduciéndose. Para empezar, porque se ha visto en cuestiones palpables, como la caída del precio de los combustibles o de tarifas públicas que evolucionaron por debajo de lo esperado. Esas cosas van ayudando a que las expectativas se acomoden.
—En este escenario, ¿hasta cuándo será necesario mantener el actual sesgo contractivo de la política monetaria y la tasa que hoy está en 11,5%?
—No hay una fecha, pero la variable principal que va a determinar eso es la evolución de las expectativas.
—Lo que esperan los empresarios es una inflación de 8,5% para 2023 y 8% para 2024. Parece un techo difícil de bajar. ¿A cuánto deberían ceder sus expectativas para que el BCU empiece a revertir la política monetaria contractiva?
—No hay un número.
—José Antonio Licandro, exfuncionario y exasesor del Central, señaló el lunes 19 en una columna en El País que, si el BCU y el gobierno “pretenden legarle al país una inflación más baja y parecida a los estándares internacionales, la instancia contractiva deberá mantenerse durante un tiempo prudencial, al menos hasta que los agentes se convenzan que esta vez va en serio y las expectativas converjan al rango. (…) Veremos si las presiones de los grupos de interés y la cercanía de las elecciones no les hacen cambiar de idea”. ¿Le preocupa que el objetivo de bajar la inflación vaya perdiendo respaldo político?
—No quiero entrar en debates con analistas.
El compromiso que el banco ha tenido es absolutamente claro. En el último Comité de Coordinación Macroeconómica de mitad de 2020 se fijó un rango meta y hemos hecho todos los esfuerzos y todas las cosas que dijimos para ir hacia allí. En el intermedio no hemos tenido todos los resultados que hubiéramos querido, pero hay razones de fondo que llevaron a esos desvíos. Ahora sí se empieza a percibir esa convergencia a la meta y no hay ninguna razón por la cual nos deberíamos desviar.
De algún modo, es como la comparación con la regla fiscal. Constantemente se está cuestionando, y el gobierno lo que ha hecho es: “Hay una regla fiscal que se va a cumplir”. Entonces, ¿por qué tengo que creer que no se va a cumplir cuando la ha cumplido? Nosotros hemos dicho un montón de cosas y las venimos ejecutando. No hay por qué pensar otra cosa.
—Quizás las dudas acerca del compromiso con bajar la inflación surgen porque los cuestionamientos a la política monetaria provienen incluso de dentro del oficialismo.
—Está bien. Hay una cosa bien interesante, que capaz antes no pasaba, es que hay un debate sobre la política monetaria. Esto es parte de los logros. Que se discuta ya es un logro.
Más allá de lo que dice uno u otro, lo más importante es que haya un debate de calidad, con datos y sustento de teoría. No discutimos con analistas ni con el sector político; todo nuestro esfuerzo está puesto en ser transparentes y en que quede claro que el proceso por el cual el BCU toma sus decisiones es absolutamente profesional y adecuado a las mejores prácticas. Tratamos de que desde el público en general hasta el analista más especializado entiendan todo lo que hacemos.
El BCU tiene un mandato, que es velar por la moneda nacional, lo que ni más ni menos es que la plata que el ciudadano tiene en su bolsillo pueda mantener su poder de compra. También que la empresa que tiene pesos en la caja pueda mantener su poder de compra y no tenga que comprar más mercadería de la que precisa porque pierde valor su dinero. Ese es nuestro mandato. Y lo que tratamos de hacer es que haya un debate lo más transparente y profesional posible para que la sociedad entienda la importancia de nuestro mandato. Reconozco que no es una discusión fácil porque llevamos muchas décadas en que parecía que la inflación no importaba. Pero poco a poco, en ese debate, la ciudadanía y los agentes económicos en general están entendiendo la relevancia de esto. Es un camino que todavía tiene mucho por recorrer, pero vamos dando buenos pasos.
—El equipo económico repite que las políticas económicas están alineadas. Bajar el IRPF y el IASS en momentos en que se empieza a recomponer el poder adquisitivo salarial y la política monetaria busca contener la inflación, ¿es una acción coordinada?
—Es una decisión del presidente de la República con la ministra de Economía. Está dentro de la regla fiscal y de la planificación del gobierno en general. Para mí, no corresponde otra cosa. La carga de la prueba de por qué sería inconsistente debería estar del lado de quien entienda que no lo es.
—Desde el punto de vista del BCU, ¿es una medida oportuna? ¿Hubiera preferido que la posible presión sobre la demanda se diese en otro momento y no ahora, que como usted dice los agentes empiezan a percibir que la inflación anual cae?
—Para el BCU, lo relevante es tener clara la sostenibilidad de la política fiscal y no hay ninguna duda que lo es. Lo importante es tener la certeza de esa trayectoria fiscal sostenible y que no se va a transformar en una deuda impagable, y eso está fuera de discusión. Por la regla fiscal impuesta y por el comportamiento que ha tenido la ministra de Economía.
—¿El proyecto de Rendición de Cuentas que se discutirá este año podría agregar gasto en 2024 y, así, más presión sobre la inflación?
—En nuestras proyecciones manejamos las últimas que ha comentado públicamente el Ministerio de Economía, que lleva tres años cumpliendo (sus compromisos). ¿Por qué habría de suponer que no cumplirá en el cuarto?
—La semana pasada, en Montevideo Portal, el senador Guido Manini Ríos dijo: “Para mí es mucho más grave que el dólar esté a $ 38 y matando” la producción nacional, que el “caso Astesiano”. ¿Da rédito político pedir un dólar más alto?
—No quiero entrar en debates con frases sueltas. Lo que tratamos es mostrar lo que hacemos y lo que hace la política monetaria, que apunta a la inflación. Y frente a ciertas afirmaciones, tratamos de mostrar por ejemplo el volumen del mercado de cambio, cómo ha operado y por qué se han dado las cosas. Agregar información para cuidar de que quienes analizan y hacen conjeturas lo hagan con la mayor información posible, hasta donde podemos.
—¿Qué trayectoria espera del precio nominal del dólar para este año?
—Vemos un tipo de cambio con un cierto desalineamiento de los fundamentos, de entorno a 8% o 9%. Uno esperaría que con el correr de los meses ese desalineamiento se fuera recuperando.
Si bien esperamos esa trayectoria, lo que suceda con el tipo de cambio va a ser lo que surja del mercado: tenemos un régimen de libre flotación que, con el pasar de los meses, se notan más sus virtudes. El BCU no interviene desde el 31 de agosto de 2021.
Hago una puntualización, porque se sigue repitiendo… Sí, es correcto que, sobre todo el año pasado, algunos actores estuvieron más alejados del mercado de cambio, y pienso en las empresas públicas y en el propio Tesoro, que incluso vendió dólares. Uno esperaría que este año eso no suceda, y de hecho las empresas públicas han estado más activas y han hecho contratos forward, que no hicieron en años anteriores. Eso debería mejorar el comportamiento del mercado de cambio. Pero nuestro esfuerzo siempre está en tener el mejor mercado de cambio: bien transparente, con la mayor cantidad de actores posible y donde todo el volumen de moneda extranjera pase por allí y no por el costado. Esa es la premisa y ese mercado es el que va a dar la evolución del precio.
—Los políticos y empresarios que se quejan advierten que el dólar bajo está dañando la producción. ¿Qué datos puede mencionar para argumentar que eso no es así? Porque, de hecho, en los meses recientes disminuyeron las exportaciones y la recaudación tributaria…
—Nosotros vemos una economía que desaceleró su ritmo de crecimiento, diría que alguna cosita ya en el tercer trimestre y algo en el cuarto. Hay algunos indicadores de mayor desaceleración que obviamente son de cuidado. La ministra anunció un crecimiento esperado de 2%, en línea con lo que esperamos en el BCU y que está en línea con el crecimiento potencial de Uruguay; no será un año de gran crecimiento, pero sí con buena actividad. No otra cosa.
—No ven allí algo preocupante, entonces.
—Hay señales que claramente se deben considerar y mirar, y todo el gobierno está actuando en lo que corresponde.
—En El País del domingo 19, la directora de Política Económica del Ministerio de Economía, Marcela Bensión, dijo que los empresarios en general no usan coberturas cambiarias porque “se prefiere especular”. En su opinión, ¿es especulación o es apostar al lobby para que el sector público salga a comprar cuando el dólar baja mucho, como una suerte de seguro estatal?
—Con las gremiales empresariales hemos tenido muy buen diálogo en los tres años de este gobierno. Pongo un ejemplo: con la Unión de Exportadores periódicamente nos reunimos, intercambiamos visiones sobre el mercado —obviamente, a veces no compartimos—, pero además estamos trabajando en muchas cosas. Por ejemplo, en que haya un mayor desarrollo de los mercados a futuro que les permita a las empresas comprar con más facilidad dólares a futuro y no les resulte tan oneroso.
Acá no es una cuestión de culpas, sino de seguir trabajando para que se opere mejor. Una de las virtudes de la libre flotación es que va a permitir que muchos mercados se desarrollen y al final, eso permitirá que la economía funcione mejor.
Como país, para nosotros lo más relevante es lograr salir de esa trampa de tener un crecimiento potencial tan bajo. Para eso es importante el desarrollo de un montón de cosas; lo que me compete en mi caso es la inflación. Una inflación baja contribuye a un mayor crecimiento. Tener mercados de tipo de cambio más profundos y desarrollados también contribuye a un mayor desarrollo de la economía.
El diagnóstico del actual gobierno es bien claro: Uruguay es un país chico que para crecer necesita tener una economía bien abierta, y un sector bien fuerte y competitivo. Eso está bien claro. Lo que es importante es hacer los esfuerzos de todos lados en el gobierno en esa dirección.
—Con la inflación más baja este año, ¿se reactiva el plan de desdolarización económica?
—Hemos ido haciendo una serie de tareas, que van desde la primera corrigiendo el encaje (bancario) a la última, una modificación al tratamiento fiscal sobre ciertos valores en la última Rendición de Cuentas. Pero, para que realmente empiece a haber un cambio de comportamiento, la inflación tiene que estar más baja, y todavía no lo está. Nosotros seguiremos preparando el terreno y a seguir trabajando.
—¿Hasta que la inflación anual no esté en 6% no se estará en condiciones de empezar a tener un mercado de viviendas o de autos en pesos?
—Capaz que ese es un ejemplo de lo que usamos y no sé si es de los que se dará con tanta facilidad. Sí en otros rubros se nota, y por ejemplo han aparecido algunos fondos de inversión que permiten ahorrar en pesos. Hay algunos indicadores positivos. Pero es un proceso lento y en estas cosas no es conveniente ir más rápido de lo que se puede.