Los arreglos de partidos huelen feo en el fútbol argentino

escribe Andrés Burgo 
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Las declaraciones en los últimos días del mayor especialista en apuestas deportivas del mundo, el canadiense Declan Hill, en referencia a las categorías del Ascenso de la Asociación de Fútbol Argentina (AFA), “mierda total”, son el corolario a un rumor que desde hace tiempo atruena en silencio alrededor de las categorías más bajas de este lado del Río de la Plata. Jugadores que, tentados por el dinero clandestino, cometen un penal o se dejan perder un partido.

El fútbol argentino regala momentos increíbles, como los de este domingo, cuando el deporte más difícil de llevar a las pantallas produjo un final cinematográfico, nacido en AFA pero digno del mejor Hollywood: Boca gritando “campeón” gracias a River y la Bombonera festejando los penales atajados por el arquero millonario (Franco Armani) y los goles convertidos por los jugadores con la banda roja sobre el pecho (Miguel Borja).

Si se llegara a rodar, la película de este día de ficción podría comenzar desde las habituales manifestaciones de antipatía de los hinchas de Boca a River antes del partido hasta su posterior y sorpresivo agradecimiento, ya en medio de una nueva vuelta olímpica en la Bombonera, el corolario de un Boca 2-Independiente 2 y de un Racing 1-River 2 que resultan difícil de comparar con otros desenlaces en ligas mundiales: cuatro de los cinco equipos más grandes de un país involucrados, el morbo de la ayuda (dada y recibida) al contrario de toda la vida, penales errados y goles anotados en tiempo de descuento.

El tema es que, en el fútbol argentino, el oro tira paredes con el barro. Todavía pasaron muy pocos días desde que el periodista canadiense Declan Hill, el máximo especialista mundial de las apuestas deportivas, se haya referido este miércoles como “mierda total” a lo que ocurre en Argentina en relación con los partidos arreglados, un fenómeno viejo para el fútbol mundial pero relativamente nuevo para Sudamérica. Lo que Hill —autor de una biblia del asunto, Juego sucio: fútbol y crimen organizado— escribió en su cuenta de Twitter pasó desapercibido en varios de los principales medios deportivos del país, algunos de ellos con contratos comerciales con la AFA: “Alerta contra el arreglo de partidos. El equipo de Investigación de @UnewHaven (por la Universidad de New Haven, en Connecticut) identificó partidos sospechosos en Irán, Uganda (no es de extrañar allí) y ‘mierda total’ en Argentina”.

Hill siguió: “Brasil y Argentina han sido una buena mina para los arregladores de partidos, especialmente de nivel 2 (por el Ascenso) e inferiores. Las ligas latinoamericanas son más baratas de arreglar y exportar jugadores a todos los rincones del mundo, incluidas muchas ligas menores. Pueden ser el criadero de la red global de arreglos (…). Según (dijeron) los amañadores de partidos asiáticos, ‘Salimos de América Latina: los cárteles de la droga estaban demasiados involucrados con su fútbol, y arreglando partidos. Son gente aterradora. Molesta a la gente equivocada y terminás colgado de un puente’”.

Los partidos arreglados (por jugadores o por árbitros) comenzaron a hacerse conocidos en el mundo hace ya un par de décadas, en especial desde que Hill los denunciara. Pocos lo recuerdan pero hasta hubo presentaciones de la selección argentina involucradas (como víctimas) en ese lodazal: una derrota 1 a 4 ante Nigeria, en 2011, fue dirigida por un árbitro, Ibrahim Chaibou, de Níger, que estiró el partido hasta los 55 minutos del segundo tiempo para esperar que uno de los equipos pisara el área para cobrar, sin ningún contacto físico entre los jugadores, penal. En el momento, sin la cultura sobre el tema que existe en la actualidad, los periodistas criticaron al referí sin entender que su objetivo no era impartir justicia sino satisfacer a los apostadores que necesitaban un quinto gol en los últimos minutos del partido, de cualquiera de los dos equipos.

Europa les abrió las puertas a las casas de apuestas hace mucho tiempo pero empezó a cerrarlas hace poco: en España entró en vigor en 2021 una regulación que les impide a los clubes llevar publicidades de casas de apuestas en sus camisetas y la Premier League intentará repetir esa prohibición a partir de la próxima temporada. Argentina, en cambio, acaba de zambullirse en la corriente contraria, la misma que impulsa a América Latina: 17 de las 20 camisetas del Brasileirão tienen como sponsors a casas de apuestas, y los campeonatos de Colombia, Perú y Ecuador están auspiciados por licenciatarias locales. Uruguay es una excepción.

El primer paso en Argentina sucedió casi desapercibido: en el segundo semestre del año pasado, los gobiernos de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia homónima, más Córdoba y Santa Fe, aprobaron las apuestas deportivas online para al menos siete empresas compuestas por un socio local y otro extranjero. En esa lista figuran, por ejemplo, BetWarrior (BinBaires e Intralot), Bplay (Boldt y 888), William Hill (Bingo Moreno y William Hill), Bet365 (Bingo Berazategui y Bet365) y PokerStars (Atlántica de Juegos y Stars Interactive Limited, donde aparece el expresidente de Boca, Daniel Angelici). Para el fútbol argentino, ávido de dólares, fue un antes y un después: todos los actores celebraron su llegada.

El fondo de pantalla de la temporada 2022 pasó a transcurrir, entonces, en un escenario inédito: una catarata de publicidades de empresas de apuestas deportivas en las transmisiones de TV, patrocinios entre la AFA y BetWarrior y el nuevo sponsor principal en la camiseta de River (Codere) y en las de Vélez y Estudiantes (Bplay). Pero lo desconocido para el gran público, lo que siguió ocurriendo también en las sombras, es que además continuaron operando unas 40 o 50 empresas europeas y asiáticas a las que los apostadores más experimentados saben cómo acceder más allá de su ilegalidad. La propaganda oficial pone a las apuestas en el centro de la escena y alimenta no solo a la ludopatía y la legitimación social sino también la sombra de futbolistas implicados en supuestos arreglos de resultados. Es cierto que en las casas autorizadas hay controles —se pide documentación, se realizan videollamadas con reconocimiento facial y existe un Departamento de Integrity para evitar las sospechas más evidentes— pero en el mercado paralelo proliferan las apuestas clandestinas. No en Primera División sino en el fútbol del Ascenso, ese al que Hill calificó de “mierda total”.

Quienes apuestan miles de dólares necesitan la ayuda de los futbolistas. Y en las categorías más bajas, en las que algunos futbolistas ganan 50.000 pesos por mes pero otros cobran de 40.000 a 30.000 —entre 300 y 160 dólares, una minucia para los apostadores asiáticos—, siempre habrá algún futbolista que se tiente con ganar la mitad de sus ingresos mensuales de una manera más sencilla: provocando un córner o un lateral. O casi el triple, haciendo un penal. La primera bomba explotó en abril, cuando el club El Porvenir, de la Primera C (cuarta categoría), denunció ante la Justicia y la AFA la supuesta irregularidad de cuatro de sus futbolistas, sospechosos de haber “ido para atrás” por haber cobrado dinero del mercado clandestino. Los jugadores fueron expulsados del club (que a fin de año terminaría descendiendo a la quinta y última categoría) pero muchas veces solo son la punta del iceberg de un negocio mucho más profundo. O, dicho de otra manera, el último eslabón de una larga cadena.

“En el tema de las apuestas estamos atrasados 10 años. Pero ahora viene lo peor, esto recién empieza”, explica uno de los pocos especialistas en apuestas deportivas de Argentina. Suena a película de mala calidad, con guion armado, de buenos y de malos, pero hay quienes creen que se podrían contar jugadores de hasta 25 clubes del Ascenso, entre la D, la C, la B e incluso la Primera Nacional (desde la quinta hasta la segunda categoría), involucrados en dejarse hacer goles, conceder córneres en contra, fabricarlos a favor, provocar laterales o penales y hacerse amonestar y expulsar. Incluso, los expertos también recomiendan centrar la mira en algunos arbitrajes.

Para el fútbol argentino fue el año en que, a la espera del Mundial de Catar, ciertos partidos no parecieron jugarse solo en los campos de juego sino también muy lejos, posiblemente en las casas de apuestas de Asia. O eso suponen especialistas en el tema. Las sospechas se encienden cuando, antes de un partido, las cuotas tienen un quiebre injustificado —para los antecedentes deportivos— que después se corrobora con una sorpresa en el resultado. Como en un caso que advirtieron los expertos hace un par de meses en el Ascenso: el equipo más frágil pasó de 3,00 a 1,55 y el más sólido, de 2,10 a 4. Y luego, en la cancha, ganó el más débil. ¿Cómo llegó esa información previa a las apuestas? ¿Quiénes hicieron el contacto? ¿Cuántos enterados había del asunto? ¿Hay que poner la lupa en los dos equipos, en uno, en un par de jugadores clave o en el árbitro? Son preguntas sin respuestas, pero mientras tanto el mercado oficial y el negro actúan en efecto dominó: si las cuotas se mueven en Asia, aunque sea de un partido del ascenso de un país sudamericano, de inmediato empezarán a moverse también en Argentina.

También es cierto que, en la lógica falta de conocimiento en Argentina de una industria aún inexplorada —pero también en las ganas de denunciar, sin pruebas, que proliferan en las redes sociales— a veces se sueltan sospechas falsas. Pero los dirigentes de los clubes ya saben —debieron aceptarlo ante la evidencia— que el enemigo puede infiltrarse en su casa. Y destruir familias o herir economías. “Es como tener un casino en el bolsillo, en el teléfono”, advirtió Nicolás Caig, más conocido como Cayetano, periodista argentino que contó su adicción al juego, que lo llevó a perder un departamento de 60.000 dólares.

* Colaborador de El País de Madrid y autor de diversos libros, como El partido. Argentina vs. Inglaterra 1986.

Contexto argentino
2022-10-26T17:17:00