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Hace 10 años, la escritora Natalia Mardero (Montevideo, 1975) publicó una novela que puso el ojo en una generación y en un barrio que estaba comenzando un proceso de transformación. Su título fue Cordón Soho(Estuario, 2014) y en aquel momento aludía un poco en broma a la tendencia bonaerense de poner nombres en inglés a ciertos lugares que estaban de moda. “El título era un chiste, pero dio lugar a que se identificara un barrio que siempre fue Cordón o Cordón Sur. Tenía su gracia por el resurgir de ese barrio y de una juventud que se apoderaba de la zona y de los boliches. Ahora si ponés ese nombre te salen comercios e inmobiliarias”, dijo Mardero en un encuentro con Búsqueda para hablar de la novela gráfica que surgió de aquella historia de 2014. A su lado, Lucía Álvarez habló de cómo fue dibujar para esta nueva Cordón Soho, en la que también participaron Agustina Mandacen, a cargo del color y los fondos, y Nicolás Peruzzo, con toda su experiencia en el género, que dio consejos, se encargó de los rotulados y del diseño.
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La historia es la de un grupo de jóvenes que están en una etapa especial: terminaron la universidad, consiguen su primer trabajo y se independizan. En otras palabras, van entrando en la vida adulta, pero aún quieren divertirse, transitar por los boliches del Cordón al encuentro de amigos, de algún porro y de cervezas. Pero de vez en cuando tienen que pedirles dinero a sus padres porque no les alcanza para las cuentas. “Viven su vida y consumen lo que quieren, tienen una mirada hacia afuera y quieren hacer muchas cosas que tal vez no pueden pagar. También viven su sexualidad con más libertad que generaciones anteriores. Por más que fueran un gueto de posuniversitarios de clase media, escribir sobre esa juventud me pareció precioso. Le dieron una energía a la ciudad y al barrio que no tenían. Eran jóvenes más despolitizados que los de otras generaciones, pero con su forma de vida aplicaban su forma de pensar”.
En ese escenario, con personajes algo extravagantes, transcurre la vida de Valentina, la protagonista, quien vive con una amiga y trabaja en una agencia de publicidad por un sueldo de sobrevivencia. Está enamorada de Carolina, una joven seductora que le da señales confusas. Mardero define a su protagonista como una romántica que en esos primeros años de adultez cree en el amor, aunque empieza a conocer el desamor. La novela iba acompañada de varias canciones en inglés, aquellas que se escuchaban en ese momento. Ahora, en el décimo aniversario de esta historia, el barrio creció en edificios, en restaurantes, cafés y boliches. La movida juvenil es otra y su banda sonora cambió, pero sus inicios los vio Mardero y los trasladó a su novela.
“Cordón Soho siempre me pareció que daba para algo audiovisual, pero no lo había conectado con una novela gráfica. Soy lectora desde hace mucho tiempo de ese género que me gusta muchísimo”, dice ahora la escritora. Entonces, por setiembre de 2020, después de leer una adaptación al cómic de El cuento de la criada, novela de Margaret Atwood, lo llamó al dibujante Nicolás Peruzzo, el único que conocía en el ámbito de la novela gráfica. “El otro día Nicolás me envió el primer audio que le mandé con mi idea. Yo quería saber si le gustaba. Él estaba tapado de trabajo, pero me pasó el contacto de Lucía (Álvarez), una de sus alumnas. ‘Para Cordón Soho es perfecta’, me dijo”. Entonces la novela gráfica se puso en marcha. Hicieron un proyecto, lo presentaron a los Fondos Concursables que otorga el Ministerio de Educación y Cultura y lo ganaron. “Era un gusto que me quería dar, sin el fondo no hubiera podido hacerlo. Es un formato que acá no se explota demasiado por un tema de costos”, agrega la escritora.
Álvarez se había hecho una imagen de los personajes al leer la novela original y esa imagen la volcó a una página de prueba. Ese esbozo inicial, con muy pocas variantes, es el que finalmente quedó. Licenciada en Diseño Multimedia, es el primer libro que Álvarez ilustra. “Antes había tenido un curso con Peruzzo con la idea de hacer mi propia historia, pero en el camino me di cuenta de lo difícil que es crear personajes, motivaciones y un hilo conductor”.
Lo curioso es que la dibujante tiene la misma edad que los personajes de la historia, y a medida que iba avanzando en su trabajo, se iba identificando con ellos, sobre todo con Valentina. “Siempre fui un poco tímida y no me gustaba salir demasiado. Cuando me puse a trabajar en el libro, empecé a salir con mis amigos, creo que veía que Valentina lo pasaba bien”. Ahora Mardero piensa, un poco en broma, un poco en serio, que la próxima novela gráfica podría ser sobre cómo una dibujante empieza a vivir la vida de los personajes en los que está trabajando.
El sentimiento generacional de Álvarez también lo comparte con Agustina Mandacen, y juntas le agregaron su impronta a la historia original con pequeños ajustes temporales que se perciben, por ejemplo, en la incorporación de fragmentos de canciones de Taylor Swift o menciones a Spotify que no estaban en la novela de 2014. Además las protagonistas van a la Marcha de la Diversidad, que se fue afianzando en los últimos años. “La historia medular se mantiene porque es universal, la típica de desamor. Se agregaron canciones nuevas y no quiere decir que las escuchen hoy los jóvenes. Lo seguro es que mis personajes no escucharían reguetón”, dice Mardero.
Trabajar con un equipo fue enriquecedor para la escritora y para el producto final. “El guion no me resultó difícil. Leí de nuevo la novela y fui anotando lo fundamental de la historia, pero la imagen tenía que hablar. Creo que lo que me ayudó mucho fue ser lectora de novela gráfica y de cómics y entender su dinámica. El texto tenía que quedar en segundo plano. Es cierto que me costó un poco dejar ir algunas partes de la novela, pero había que contar la historia, que era otra, en 90 páginas y con independencia de la novela original. Me gustó el proceso, fue como hacer un guion de cine”.
Un manga criollo
En la contratapa de la novela gráfica, el periodista y escritor Ignacio Alcuri caracteriza como “urumanga” el estilo de dibujo de Álvarez. Ella está de acuerdo con ese término. “El manga, la animación y el cómic japonés son mis mayores influencias. Por más que quise alejarme de ese estilo no pude, se ve que están en mis raíces. Dentro del manga y el animé hay muchas variantes. Por eso está bien hablar de ‘urumanga’. Los rasgos estilizados y de ojos grandes vienen de ahí, pero los dibujos están adaptados a los rasgos uruguayos”.
Cuando comenzaron con este proyecto, tuvieron primero la intención de publicarlo en línea, algo que se usa mucho en el mundo del cómic y de la novela gráfica. Especialmente en webtoon, un formato hecho para celular, que viene de Corea el Sur. “Mucha gente que quiere empezar a publicar elige hacerlo por webtoon. Si tiene éxito, puede pasar después a publicaciones en otro formato, incluso en papel, aunque cuando se formatea para libro queda algo raro. Los más profesionales pasan de webtoon a la serie. El mundo digital es más accesible, pero el sueño de muchos es verlo en papel”, explica Álvarez.
Tanto la escritora como la dibujante consideran que el trabajo con el color que hizo Mandacen fue fundamental. “Los colores van afianzando los estados de ánimo, las expresiones y sensaciones. Agustina eligió una paleta perfecta y es lo que hace que la transición de libro a novela gráfica pueda fluir”. En verdad es una novela gráfica en varias tonalidades que cambian al ritmo de los ambientes y también del interior de los personajes.
En esta historia hay desnudos femeninos, jóvenes que consumen sustancias y los que visitan librerías y encuentran libros raros, como uno de Roberto de las Carreras. Otros son buenos amigos que filosofan sobre el amor, como Gizmo: “¿Te imaginás la vida sin haber experimentado al menos una vez un amor de locura? Terminás siendo una sanguijuela que come y caga, el beneficiario de una existencia de mierda… Sin la posibilidad del dolor no hay gloria, es así”.
Para las autoras, esta novela gráfica no tiene un público definido. “El camino que tomó la novela en 2014 fue de una dimensión inesperada. La leyó gente muy diversa. Me encantaría que esta novela gráfica la lea cualquier tipo de público. Si los padres consideran que está bien para adolescentes, está perfecto”.
A los 23 años, Mardero había publicado Posmonauta (Editorial Latina 2001, Irrupciones, 2010), un libro de cuentos escritos con el aire generacional de fines del siglo XX. Ese libro la marcó porque fue el primero y porque fue dos veces premiado. Después publicó otros cuentos en Guía para un universo; poesía en Gato en el ropero y otros haikus, y más cuentos en Escrito en Super 8. Ahora con esta colorida Cordón Soho está regresando al barrio y a la historia que fue otro mojón en su literatura. Y si hubiera que agregarle una balada, sería la de Carson McCullers con su libro La balada del café triste, en el que dice: “La verdadera historia de amor es la que tiene lugar en el corazón de los amantes, y a esta nadie sino ellos puede llegar a conocerla. El amor en todo caso es una experiencia en la que siempre conviven lo cómico y lo sublime”.