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    Organizaciones trabajan en levantar el ánimo de los productores luego de pérdidas millonarias por sequía

    Plan Agropecuario y Conaprole realizan charlas con expertos considerando el impacto psicológico de la crisis

    Trabajos científicos australianos señalan que la acumulación de tres sequías consecutivas afecta considerablemente la psicología de los productores agropecuarios. Considerando este aspecto, la integrante del departamento técnico del Instituto Plan Agropecuario, María Fernanda Bove, propuso que la institución genere instancias con productores donde participe el psicólogo Alejandro De Barbieri.

    “Quizás lo que más están necesitando hoy los productores es un acompañamiento. La sequía genera mucha depresión, porque están viviendo en un lugar con tanta muerte, desde lo vegetal hasta la pérdida de peso de los animales, incluyendo también la pérdida de algún animal. Por eso me pareció que se necesitaba a alguien que motive a los productores, que genere una valoración del trabajo. El productor tiene un rol muy importante en la sociedad, a pesar que desde algunos ámbitos no se los valora; por eso es importante generar instancias para que se sientan valorados”, dijo la ingeniera agrónoma.

    El presidente del Plan Agropecuario, Esteban Carriquiry, destacó que la iniciativa de Bove generó charlas, con el apoyo de organizaciones locales de productores, que confirmaron que hay demanda por este tipo de instancias.

    En el mismo sentido, Conaprole convocó al ingeniero agrónomo argentino Fernando Ravaglia para dictar charlas a productores en distintas regiones. “La charla tiene básicamente dos componentes. El primero es aceptar que las crisis climáticas y de precios forman parte del negocio, que van a ocurrir en algún momento, porque están en las reglas del juego. Por lo tanto, es mejor entenderlas como tal y prepararse para cuando ocurran”, dijo Ravaglia a Agro de Búsqueda.

    Y la segunda parte de su mensaje apunta a conservar y cultivar la energía anímica y afectiva. “Quiero hacerles entender que en las crisis es normal que se pierdan cosas, pero muchas se recuperan. Hay que cuidar lo más importante, que es la familia y la salud”, sintetizó.

    La sequía no terminó

    A pesar de las lluvias registradas, sobre todo en los últimos días de marzo, la sequía “no terminó”, aseguró la coordinadora de la Unidad GRAS del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), Guadalupe Tiscornia.

    La investigadora confirmó que aún hay zonas donde las lluvias fueron insuficientes y el agua disponible en el suelo todavía está por debajo de lo normal. Por otra parte, valoró positivamente que las temperaturas se mantengan elevadas, permitiendo una mayor respuesta de la vegetación.

    “Algunas áreas de los departamentos de Colonia y Canelones, por ejemplo, aún no han recibido la cantidad de agua necesaria para recuperarse, al tiempo que otros puntos del país, como Treinta y Tres o Cerro Largo, recibieron lluvias superiores a lo normal sobre finales de marzo”, destacó.

    Agregó que “lo mismo ocurrió en el norte, donde los suelos son más superficiales, permitiendo que el contenido del agua esté por encima de lo normal. En el centro del país, en tanto, hubo zonas donde las precipitaciones fueron muy intensas a fines de marzo, y de mantenerse la frecuencia de las lluvias en abril habrá más disponibilidad de agua en el suelo”.

    Tiscornia recordó que “marzo empezó muy mal”, y agregó que recién sobre finales del mes se dieron las lluvias necesarias para recuperar la disponibilidad de agua en el suelo, que ahora ronda el 70%, “valor más que aceptable”.

    Analizando el alcance que tuvo la sequía, aseguró que en algunas zonas fue histórica. INIA La Estanzuela registró valores de precipitaciones de los más bajos de la serie histórica, desde 1965 en adelante. “Es una situación muy extrema” y sobre todo si se tiene en cuenta que se venía de tres años con déficit hídrico, puntualizó.

    Informó que las proyecciones climáticas del Instituto de Clima y Sociedad de la Universidad de Columbia (IRI) para el trimestre abril-mayo-junio no indican una tendencia clara hacia ninguna de las opciones, es decir, que llueva más o menos de lo normal. “Se dejó de ver esa tendencia que veníamos observando (de más probabilidades de menos precipitaciones) y esa es una buena señal, porque todos los modelos están indicando que a partir de marzo las precipitaciones en la región se estarían normalizando”, destacó.

    El recuerdo de 1999-2000

    Los directores de Barraca Erro, los hermanos Jorge y Ramón Erro, recordaron la sequía de 1999-2000 como un evento parecido al actual, en una actividad con productores, antes del retorno de las precipitaciones. Ramón Erro puntualizó que ahora “la afectación es mayor porque es diferente lo que produce todo el país”.

    Señaló que en aquella sequía “no llovió desde agosto de 1999 hasta marzo de 2000” y que en aquellos años la agricultura era con laboreo y se concentraba en los cultivos de trigo, cebada y girasol. Para ejemplificar la dimensión, comentó que Barraca Erro exportaba unas 100.000 toneladas de girasol por año, pero por la sequía solo pudo exportar 4.000 toneladas.

    “Las empresas ya veníamos mal y ahí terminamos de decir: o caigo o me proyecto”, comentó Ramón Erro. Al año siguiente “se hizo el clic con la siembra directa”, luego se hicieron las primeras exportaciones de soja y comenzó el proceso de cambios en la agricultura de Uruguay, señaló.

    Dijo que “no había seguros, había algo de riego, pero no teníamos cabeza de agua”, mientras que “hoy el riego está más difundido, hay perspectivas de precios y de costos optimistas”. “Hay que volver a producir”, “levantar la vista” y “salir de esta situación”, enfatizó.

    Jorge Erro, por su parte, destacó que hoy “tenemos cinco cultivos de secano” en el año, y “algunos con riego”, lo que “nos da diversidad de opciones” y “tenemos dos épocas: tres siembras de invierno y dos de verano”.

    Agregó que en estas circunstancias “lo primero es mantener la cabeza sana para la toma de decisiones y estar más cerca que nunca, todos”. Desde “nuestra empresa está preparada para seguir apoyando a los productores, como hemos venido trabajando”. Más adelante, expresó que “las alegrías y el dolor si son compartidas, se equilibran”, y mencionó el proverbio árabe: “los tiempos difíciles hacen hombres fuertes”.

    Estimaciones de las pérdidas

    El impacto directo total de la sequía en la fase primaria de producción agropecuaria en Uruguay, al compararlo con un año promedio, fue estimado en US$ 1.867 millones –aproximadamente 3% del Producto Bruto Interno de Uruguay– según un análisis preliminar de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (Opypa), del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

    La estimación oficial se realizó sin contar con los datos productivos definitivos, y tampoco fue contemplado el impacto indirecto (transporte y logística, entre otros) ni el impacto inducido (variaciones de ingresos de los agentes involucrados en las cadenas).

    En el desglose por rubros, sobresale que el mayor impacto lo sufrirá la agricultura de secano, estimado en US$ 998 millones, ya que dejarían de cosecharse alrededor de 2,1 millones de toneladas, además de la caída en el rendimiento promedio.

    La sigue la ganadería de carne, con US$ 447 millones de pérdidas, considerando los terneros que no nacerán, la pérdida de peso del ganado vivo y la falta de terminación de los ganados enviados faena. A esto se suman las pérdidas de US$ 145 millones en praderas, que afectan a la producción de la ganadería de carne y a la lechería.

    Los costos adicionales en suplementación y la caída de remisión harían perder a la lechería unos US$ 100 millones, según la oficina del MGAP.

    En el caso de la forestación, se estima que la merma de crecimiento medio anual de las plantaciones sería del 25% al 30%, lo que generaría pérdidas del orden de US$ 162 millones.