Poder Judicial debe asumir que está “para la gente” y “evolucionar” a la par de la sociedad porque si no, “no tiene sentido de ser”

entrevista de Victoria Fernández 
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Es aficionado a los viajes, a la construcción y a la carpintería. Construyó sus dos casas, la de Montevideo y “la de afuera”, hizo los muebles, y ahora está ayudando a su hijo a hacer la suya. Lo que ahorra lo invierte en viajar con su esposa. No hay destino que lo intimide: visitó varias veces China, India, viajó a Rusia, Vietnam, Siria, Myanmar. “Abre la mente. Si no, seguimos acá mirándonos el ombligo”, dice. Por eso mismo le gusta mantenerse informado y está suscripto a varios medios “de toda la gama periodística y política”. No hay temas que parezcan incomodarlo y bromea con que le preocupa más que el fotógrafo logre una buena foto.

John Pérez Brignani ingresó a la Suprema Corte de Justicia a mediados de diciembre, para ocupar la vacante que dejó el ministro Eduardo Turell. Y planea hacer rendir su tiempo. Quiere usar “el 20% de su capital accionario” en el máximo tribunal para lograr cambios en el Poder Judicial, que tiene que “mejorar mucho más”.

Le preocupa especialmente el acceso a la Justicia, quiere saber quiénes no llegan a los juzgados y por qué; la capacitación de los jueces, que debería tener evaluaciones obligatorias porque si no, no sirve; y la falta de fundamentación en las sentencias, ya que los magistrados deben explicar a las partes y a la sociedad por qué deciden lo que deciden. También aspira a una Justicia que “amplíe sus horizontes”, que vea lo que pasa en el mundo, que se modernice. “Si no evoluciona como evoluciona la sociedad, no tiene sentido de ser”, opina.

Insiste en que el foco debe estar puesto en las personas: “Nosotros trabajamos para la gente, no para nosotros. Esa es la óptica que hay que darle al Poder Judicial”. En ese sentido, discrepa con sus compañeros en la Corte que quieren modificar los Juzgados de Género para que no unifiquen diferentes materias. Cree que pese a los reparos jurídicos que pueda haber, acceder a una justicia “única” que “vea todo el problema” es “la única forma de darle un buen servicio a la víctima”.

—Hizo estudios sobre temas administrativos y participó en la elaboración del plan estratégico del Poder Judicial. ¿Qué le entusiasma más del trabajo en la Suprema Corte, la administración del Poder Judicial o la parte de jurisprudencia?

—Las dos son interesantes. La parte jurisdiccional, salvo lo penal, que hace años que no lo veía, uno ya la tiene. Pero me gusta poder incidir —con mi cuota de responsabilidad, porque yo acá tengo un 20% del capital accionario—para mejorar el Poder Judicial. Tengo 63 años, hace 40 que estoy acá dentro, dos terceras parte de mi vida.

—Cuando ingresó como administrativo, ¿imaginó que iba a terminar en lo más alto de la jerarquía judicial?

—No sé si pensé en llegar a la Corte, pero sí quería ser juez. Hice la carrera de abogado para ser juez. Cuando entré a trabajar de juez no me daba ni para vivir, era un sueldo de hambre, y había un montón de contras. Pero para mí esto es una carrera, con sus sinsabores y sus alegrías. Por eso me gustaría poner en los siete años que esté en la Corte algo de mí para mejorar el Poder Judicial. Es lo más importante, porque lo precisa la gente. Nosotros trabajamos para la gente, no para nosotros. Esa es la óptica que hay que darle al Poder Judicial.

—En su discurso cuando asumió habló de la importancia de mejorar la información estadística para conocer a quienes acuden a la Justicia y, más aún, a quienes no llegan a la Justicia. ¿Por qué le parece importante?

—Es un tema que me preocupó toda la vida: quienes no llegan a la Justicia. Cuando participé en la creación del sistema de distribución de asuntos, habíamos tratado de poner, pero al final no salió, que se indicara el nivel socioeconómico de las personas. Hay una parte que no sabemos si accede o no accede, y por qué causas no accede. Si estudia las estadísticas judiciales, verá que hay una curva de demanda y hay que llegar a un nivel de equilibrio entre la demanda y la satisfacción. Para eso hay que tener una buena estadística. Esa es una preocupación. Y también saber cómo funciona realmente en los hechos el Poder Judicial. Si la gente está satisfecha, si no está. Cuando estaba en el programa interamericano del Banco Interamericano de Desarrollo en el año 1997, hicimos una encuesta y teníamos mejor percepción de la gente que había estado en los juzgados que de la gente que nunca había pisado uno. La volvimos a hacer en 2013 y 2014 y teníamos igual percepción. O sea que no sabemos comunicar. Y la comunicación en toda institución es importante.

—Es decir, el Poder Judicial funciona mejor de lo que piensan las personas que no lo usan.

—Exactamente. A mí me extrañó eso. Al Poder Judicial no se le ha dado la importancia que tiene. Es un actor importante en la economía, en la vida de la gente, en todo, tiene una importancia muy superior a la que se le ha dado. Eso no se visualiza. Un fallo puede influir en los bienes, en la economía, en las personas. En la parte de Familia, por ejemplo. Para mí era más difícil, cuando tenía todas las materias, ser juez de Familia que penal.

—¿Por qué?

—Porque usted está decidiendo si le da el hijo a la mujer o al hombre, está decidiendo qué va a hacer ese niño en los próximos 20 o 30 años. Y eso es importante, y uno no tiene parámetros. En penal usted dice: ¿cometió el delito o no lo cometió?, ¿tiene atenuante o no? En civil lo mismo: pide esto, tiene derecho o no. Pero en Familia no, y eso no se valora.

—¿Por qué piensa que no se visualiza la importancia del Poder Judicial? ¿En qué lo nota?

—En los recursos. Los partidos en sus plataformas se preocupan por la salud, por ejemplo, pero la Justicia sigue marchando igual, con o sin recursos. Hace años que nuestro presupuesto se repite con pequeños ajustes, y para poder seguir subsistiendo muchas veces tenemos que pedir refuerzos. En ninguna parte del mundo visualiza la sociedad la importancia del Poder Judicial desde el punto de vista de las economías. La importancia que tiene en la Ley de Concursos, por ejemplo. Si un juez falla mal, es como un dominó, eso va a traer otras consecuencias.

—¿Qué puede hacer el Poder Judicial al respecto? ¿Tener más visibilidad?

—No lo tengo bien claro. La visibilidad es una cosa, la propaganda es otra. Visibilidad en los asuntos, sí. Pero no hacerse autobombo. La gente tiene que tomar conciencia, pero eso no se logra con salir a hablar.

—Pero una mayor presencia pública puede ayudar a que se entienda una sentencia o la necesidad de recursos.

—Nosotros estamos preparados para hablar a través de los fallos. No estamos preparados para hablar con la prensa. Hemos avanzado, seamos sinceros. Hace años los ministros de la Corte no hablaban ni con la prensa. Pero tampoco ser mediáticos. Hay que buscar un equilibrio justo. Y demostrar la importancia con los hechos, más que con propaganda.

—Decía que quiere aprovechar su tiempo en la Corte para mejorar el Poder Judicial. ¿A qué temas les dará prioridad?

—El acceso a la Justicia. Mejorar la motivación, la capacitación. Profesionalizar más la profesión. La capacitación tiene que ser obligatoria, continua, desde todo punto de vista. No puedo sentarme ahí y decir que me capacité, porque es un gasto de dinero, o de tiempo, solo para cumplir una formalidad. Si no tiene evaluación, no es capacitación.

—¿Cree entonces que debería exigirse evaluación en la capacitación de los jueces?

—Sí, la prueba es esencial. Si no, me puedo sentar ahí y ta, cumplí. En cualquier parte del mundo la capacitación de los jueces es más exigente. La persona tiene que estar actualizada. Otra cosa que me interesaría es abrir el campo de la jurisprudencia, evolucionar más. En Europa se ha avanzado mucho más, por ejemplo.

—¿En qué sentido?

—En el sentido de no solo limitarnos a leer lo que hay acá sino también abrir el campo, ver por donde están yendo las corrientes, ir modernizándonos, ampliando los horizontes. Es mi opinión personal, de mi 20% de las acciones (ríe).

—¿En qué áreas le parece que la Justicia ha quedado más rezagada?

—El medioambiente, por ejemplo, en Uruguay no se ha desarrollado tanto. Es un tema sobre el que no se ha escrito mucho, y hemos tenido pocos casos. Los casos que tuvimos en el tribunal de apelaciones fueron desestimados porque fueron mal planteados.

—Si tuviera que evaluar la calidad de la Justicia uruguaya, ¿qué nota le daría?

—Una evaluación media. Lamentablemente hay que mejorar mucho más.

—¿En qué temas nota carencias?

—En la motivación. Hay que fundamentar más las decisiones, no se le da la importancia que tiene. No solo las partes sino todo el público tiene que saber por qué yo digo esto. Decido tal cosa por esto y esto. Es la gente la que nos tiene que juzgar también. No puedo fallar de un modo porque se me ocurre.

—¿Cuál considera que es el peso de las sentencias de la Corte en la orientación de la jurisprudencia nacional? ¿Derraman en las decisiones de los tribunales y los juzgados?

—No, y no tiene que ser así. Aunque a veces me lo cuestiono, porque para el justiciable es bravo que uno decida una cosa y otro decida otra. Por ejemplo, en materia de amparos (por medicamentos de alto costo) depende del tribunal que le toque lo que se está decidiendo sobre su vida. Si tiene derecho sobre el medicamento o no.

—Y además la persona ve que de pronto se lo niegan y al de al lado se lo dan.

—Claro. Y es horrible eso. Tampoco hay que llegar a extremos como el de Ecuador, donde la opinión de la Corte es preceptiva, la Corte fija el verticalazo. Eso no puede ser, porque atenta contra la creación jurisprudencial y contra la evolución de la jurisprudencia. Si no evoluciona como evoluciona la sociedad, no tiene sentido de ser.

—Las sentencias de la Corte también varían cuando cambia su integración y eso es difícil de entender para la gente.

—Por eso digo que a veces me lo cuestiono: hasta qué punto la jurisprudencia tiene que ser o no ser coherente. Porque al final la gente lo ve como incoherente y no lo es. Pienso que puede ser opinable.

—¿Qué opina de la reforma del Código del Proceso Penal y de su implementación?

—Soy partidario firme del proceso acusatorio. Sobre cómo se está llevando a cabo no corresponde éticamente que lo diga. La implementación corresponde a la Fiscalía.

—Pero el Poder Judicial también debió hacer cambios para la reforma.

—Se previó una cosa y es otra. Previmos un montón de juzgados pensando en un proceso acusatorio donde todos los juicios fueran orales, y en casi todos se llega a acuerdos, entonces la estadística ha bajado. Y el juez lo que hace es homologar, lo cual es discutible.

—Precisamente, el rol del juez frente a los acuerdos ha provocado discusión. ¿Qué posición tiene?

—Tendría que estudiarlo a fondo, pero en principio pienso, a nivel personal, que debería en determinados casos dejarse alguna posibilidad al juez de decidir que hay acuerdos con los que puede discrepar.

—¿No ser un mero homologador de acuerdos?

—Sí. Igual, con el viejo sistema también, cuando el fiscal no acusaba, usted por más que veía todas las pruebas, tenía que callarse la boca. Siempre fue el fiscal el titular de la acción penal. Y a mí no me corresponde juzgar cómo hace su función el fiscal.

—La implementación de la Ley Integral contra la Violencia Basada en Género ha causado problemas, los juzgados especializados siguen sin instalarse y los tres que fueron creados por el Presupuesto no tienen recursos suficientes. ¿Cómo se sale de este asunto?

—Primera cosa, los problemas de género siempre fueron considerados por el Poder Judicial. Si ve el plan estratégico, uno de los ejes temáticos trasversal a todo el programa es género. En el Presupuesto se habían previsto 30 juzgados y al final solo se previeron tres y con recursos limitados. Por eso se buscó formas de poder cumplir con lo previsto en la ley. Porque a la Corte le interesa cumplir con la ley, no hay otra opción.

—¿Qué opina de la discusión sobre los Juzgados de Género? Fueron diseñados por la ley para que unifiquen todas las materias, pero la Corte quiere derogar ese aspecto.

—En mi opinión personal, los juzgados multimateria son la mejor forma de que el justiciable tenga una justicia única. Es la mejor forma de que usted vea todo el problema y evita que la víctima siga siendo revictimizada, yendo a distintas sedes. El problema también es jurídico, porque va a terminar coexistiendo un sistema inquisitivo con un sistema acusatorio, lo cual es un poco incongruente. Pero entre la incongruencia y... es mi opinión personal.

—La Corte criticó, entre otras cosas, que esos juzgados van en contra de la especialización por materia a la que ha apuntado en los últimos años. ¿Qué opina?

—Es la única forma de darle un buen servicio a la víctima, que es en lo que tenemos que fijarnos, las personas. Nosotros existimos por las personas. Acá no se tiene todavía arraigado el concepto de que nosotros fallamos en nombre del pueblo. Se nos da la potestad de decidir sobre las personas, y eso es muy importante y hay que ejercerlo con mucha prudencia. Y sobre todo no perdiendo de vista quién es el más importante: el justiciable.

—O sea que más allá de los reparos jurídicos que pueda haber, si uno piensa en la víctima, lo mejor es que los juzgados den un servicio integral, como está en la ley. 

—Integral, sí.

—¿Cómo ve el vínculo entre la cúpula del Poder Judicial y los otros poderes del Estado? La Corte actual parece tener un relacionamiento más distante que otras en el pasado. ¿Debe haber un mayor relacionamiento?

—A nivel personal considero que debe haber interrelación, cada uno cumpliendo su función, entre los tres poderes. ¿Cuál es el objetivo común de toda la sociedad? El bienestar. No se puede lograr el bienestar y las políticas públicas si todos tiran para lados distintos. Y el diálogo también. Porque, por ejemplo, el Legislativo puede hacer una preciosa ley y puede tirar abajo el Poder Judicial. Hay que tener un diálogo. Lo mismo con el Ejecutivo. Dialogando se puede llegar a acuerdos. Uno incluso produce insumos para que el otro pueda hacer su función. Tiene que haber diálogo, de eso estoy convencido, porque los tres poderes tenemos un objetivo en común.

—¿Intentará fomentar ese diálogo?

—Sí, sí. A nivel personal, después, la voluntad de la Corte... es un colegiado de cinco personas.

 

  • Recuadro de la entrevista

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Información Nacional
2021-02-10T22:16:00