Afuera del Edificio Anexo del Palacio Legislativo ocurre una manifestación de estudiantes y docentes que reclaman ruidosamente por más presupuesto para la Universidad. El diputado blanco Rodrigo Goñi escucha los gritos desde su despacho. Dice que las tres transformaciones que plantea el gobierno —educativa, laboral y jubilatoria — no tienen marcha atrás. Y que cuando se concreten van a ser un “cambio cultural”. “Se dieron cuenta de que no va a haber marcha atrás”, reflexiona, y asegura que por eso se dan algunas de estas manifestaciones. El legislador, férreo detractor del proyecto de ley de eutanasia que está en discusión en el Parlamento, ata los temas y se pregunta cuál es la urgencia, en este contexto de transformaciones e incluso de pospandemia, de debatir sobre una normativa que es “muy peligrosa” y para la que Uruguay “no está preparado”. El deseo de Goñi es que, si se aprueba, haya un veto presidencial. Pero no se lo pide directamente al mandatario: “Confío en que lo va a estudiar, lo va a analizar y va a tomar la mejor decisión para el país”.
—Tenemos que ser muy cuidadosos en ver dónde hay que apurar el ritmo y dónde hay que frenarlo o cuidarlo. La eutanasia toca el aspecto fundamental que es el que no hay que cambiar, que es lo humano. En el paradigma tecnológico, en el paradigma del cambio de era, en el paradigma de la complejidad, en el paradigma de la incertidumbre, ¿qué es lo que pueden hacer un gobierno y los Estados? Bueno, hay alguna certidumbre que tiene que proteger. ¿Cuál? La persona humana. ¿Qué significa persona humana? Bueno, la persona que es un ser racional, es un ser social, y cuya vida es intocable. Porque ese es el acuerdo mínimo al que se llegó en el año 48, después de la Segunda Guerra Mundial. Entonces, en ese contexto, que veníamos con el cambio tecnológico, que no sabemos a dónde vamos, qué nos va a pasar, plantear la eutanasia, que es un cambio radical en el orden jurídico, ético, cultural, social…, lo que se introduce ahí es la posibilidad de que todo esto, que más o menos era lo único cierto que teníamos, cambie. Es un cambio radical. No te digo que no se plantee. Por supuesto. Ahora, primero: en el peor momento y la peor señal.
—No es el momento en el mundo pero mucho menos en Uruguay. Por algo los principales parlamentos del mundo, los más serios, dicen: “Vamos a darnos tiempo, pensémoslo, vamos a ver a dónde nos conduce”. Porque no es un cambio menor. Es un cambio que crea cultura. Más allá de que toda ley crea cultura. En la historia de Uruguay desde la primera Constitución hay un derecho a la vida absoluto, hasta ahora. Hasta ahora tú vas y preguntas en la Suprema la Corte de Justicia sobre esto y decís: “¿Los derechos son renunciables?”. Y te dicen: “Sí, son renunciables excepto uno, el derecho a la vida”. Ni aun el más criminal de los criminales puede tener una sentencia de muerte. Porque esa vida, ese derecho a la vida, es intocable. Absoluto. Vos me decís que te vas a tirar para abajo, ¿y qué voy a hacer yo? Voy a tratar de que no te tires. Eso es lo que estamos haciendo todos los uruguayos ahora. Es nuestra cultura. Una cultura universal. ¿Te acordás del video donde una ciudadana china tropezó y le iban pasando los autos por arriba? Al mundo lo estremeció. Porque aunque esa persona se haya tirado de gusto siempre tendemos a salvar la vida. No es “yo me quiero morir” y yo te dejo. No, vos te querés morir y yo, como además valoro tu vida…, sino que probablemente te quieras morir por un problema que es básicamente superable…
“En la historia de Uruguay desde la primera Constitución hay un derecho a la vida absoluto, hasta ahora. Hasta ahora tú vas y preguntas en la Suprema la Corte de Justicia sobre esto y decís: '¿Los derechos son renunciables?'. Y te dicen: 'Sí, son renunciables excepto uno, el derecho a la vida'. Ni aun el más criminal de los criminales puede tener una sentencia de muerte. Porque esa vida, ese derecho a la vida, es intocable”
—Supongo que la mayoría de las veces será por una cuestión terminal, de dolor insoportable.
—Bueno, tenés una depresión. ¿Qué hago? ¿Qué hace un psiquiatra? Más allá de los 30.000 intentos de autoeliminación, hay muchos más que ante una enfermedad, por ejemplo, te dicen que tienes cáncer y empiezas a imaginar lo que vas a sufrir, y muchos tienen el deseo de decir “me quiero morir”. O tienes un accidente, pierdes tus dos piernas, ¿cuál es tu deseo? Decís: “Me quiero morir”. Lo que hacemos ahora es buscar superar eso. Los tumores, que antes nos llevaban en dos meses, ahora todos estamos pidiendo medicamentos, tratamientos, para poder vivir. ¿Nos van a sacar del sufrimiento? No, va a estar. Ahora queremos sobrevivir. Queremos la vida. Y de hecho, si no hay ayuda, esa persona se quiere quitar la vida, no quiere asumir el tratamiento. Los tratamientos mejoran cuando las familias acompañan. La Unidad de Cuidados Paliativos del Maciel se especializa en tratar enfermedades complejas con mucho dolor a través de tratamientos y medicamentos cada vez más sofisticados. De 100 personas que entran a cuidados paliativos, 95 al menos, aun con los sufrimientos más complicados, revierten la decisión. De esas 100, 10 te pedían la muerte. Entraban y pedían: “Yo me quiero morir, doctora”.
—¿Y dónde queda la libertad del individuo, de decidir sobre su propio cuerpo y decir: “No quiero seguir viviendo, no tengo las condiciones para seguir viviendo”?
—No es una cuestión de libertad individual. Porque cuando haces una ley la haces para la sociedad en su conjunto, los efectos son sobre la sociedad en su conjunto. Si fuera libertad, un tema solo de libertad, en principio habría que dárselo a todos, porque por qué se lo vas a dar tú solamente a una persona que…
—Porque justamente ese es el espíritu de la ley…
—Entonces frente a eso hacemos un cuestionamiento de base: si todas las personas valen lo mismo y el derecho a la vida es irrenunciable, no podés darles esa posibilidad justo a las personas que más necesitan protección, porque están sufriendo, porque están con miedo, con angustia, y porque muchas veces piden la muerte por desesperación; a esos el Estado es a quienes más debe darles protección incondicional. Ah, no, por una misma puerta, al joven sin ninguna enfermedad, menoscabo de vida ni discapacidad tú le vas a decir no te voy a quitar la vida. Pero al otro sí. ¿Y qué le estás diciendo al otro? Primero: lo estás desprotegiendo.
—O le estás garantizando un derecho, una voluntad anticipada a morir.
—Un derecho que es quitarle la vida. Es una paradoja. Un derecho a que te quiten todos los derechos. Además, en un mundo como en el de hoy, donde todos los días aparecen nuevos tratamientos… El ejemplo del sida hace un tiempo. Esto, la eutanasia, hubiera matado a muchos con sida. Ahora, después de los tratamientos, en relativamente poco tiempo, les dieron tratamiento y hoy una persona con sida convive con su enfermedad mucho tiempo y con muy buena calidad de vida. Creo que además también es una ley que no anticipa, que no está mirando todo lo que viene.
—¿Está comprobado que en los países que tienen aprobada la ley se aumentan los casos de eutanasia?
—Se aumentan los casos y se aumentan las causas. Porque se empieza a naturalizar y normalizar tu derecho a renunciar a tu derecho a la vida. Si tengo 74 años en Holanda y siento que mi vida ya se terminó, no estoy enfermo, y tú me decís que esa es una causa de eutanasia, no sé si se aprobó o está por aprobarse. Se van ampliando las causas de eutanasia. El apresuramiento también es una mala señal. Es una gravísima irresponsabilidad: la inoportunidad y el apresuramiento. Y además el proyecto es realmente muy muy peligroso y sin garantías. La palabra es peligroso.
—¿Qué debería hacer el presidente entonces si ese proyecto sale aprobado?
—El presidente sabe lo que tiene que hacer. Yo confío en el presidente. No confío en que lo vete ni en que no lo vete. Yo confío, como él ha hecho en todas las cosas, va a estudiar en profundidad. Yo confío en que el presidente va a hacer lo que el Parlamento hasta ahora no ha hecho: analizar realmente cuáles son sus previsibles consecuencias, si es bueno para el país o no. Porque acá nunca se habló del interés general. En el Parlamento, en la discusión parlamentaria, jamás se habló del interés de la sociedad, ni de la actual ni de la que viene. Siempre se hablaba de casos particulares, que son muy respetables, pero cuando se hace una ley se mira qué va a pasar en la sociedad en su conjunto.
“El presidente sabe lo que tiene que hacer. Yo confío en el presidente. No confío en que lo vete ni en que no lo vete. Yo confío, como él ha hecho en todas las cosas, va a estudiar en profundidad. Yo confío en que el presidente va a hacer lo que el Parlamento hasta ahora no ha hecho: analizar realmente cuáles son sus previsibles consecuencias, si es bueno para el país o no. Porque acá nunca se habló del interés general”
—¿Sabe que hay una encuesta que dice que el 82% de los uruguayos estaría a favor de la eutanasia?
—Las encuestas…. Primero, dos cosas. Definir sobre la vida o la muerte, quién vale más o quién vale menos, no se hace por encuesta. De hecho, tenemos casos donde las sociedades estaban en su enorme mayoría de acuerdo en eliminar a personas por su condición. Muchas veces las sociedades lo hacen por determinadas razones, y puede pasar mañana en una sociedad xenofóbica, etc. Acá, la vida o la muerte y los derechos fundamentales no se deciden por encuestas. Segundo, hemos demostrado que hay un enorme desconocimiento sobre el potencial de los cuidados paliativos. Incluso entre los médicos. El potencial de alivio del dolor no lo conoce la sociedad en su mayoría y no lo conocen por supuesto los encuestados tampoco. Tercero, si la pregunta te la hacen como la mayoría de las encuestas que conozco, si es sufrimiento o muerte y no te explican que hay una alternativa, te están haciendo una pregunta que no es completa, y que de alguna forma, naturalmente, si es sufrir insoportablemente o muerte, y bueno, la mayoría debería decir “buscaría una solución”. La baja calidad democrática y la gran injusticia en este proceso es que no se le ha informado a la sociedad en su conjunto.
—Volviendo al tema del veto, el senador Guido Manini Ríos le pidió al presidente que, si la ley es aprobada, la vete. Usted que es de su partido…
—… Yo no le pido. Yo realmente confío en el presidente. Confío en que lo va a estudiar, lo va a analizar y va a tomar la mejor decisión para el país. Como lo ha hecho hasta ahora. Porque además el presidente maneja un concepto que es el de la libertad responsable. Es una concepción ética que además encarna el corazón de nuestros principios del Partido Nacional que dicen que no hay justicia sin libertad, pero tampoco hay libertad sin justicia. Y lo que está claro es que esta libertad que se pretende dar acá como un nuevo derecho es a costa de la libertad de muchos, que la van a perder porque se les va a quitar protección legal en condición de vulnerabilidad y muchos van a ser empujados a la muerte o a pedir su muerte por otras razones que no son por libertad.
Información Nacional
2022-09-22T01:27:00
2022-09-22T01:27:00