También planteó que “hasta ahora no se ha analizado en profundidad el acceso al financiamiento y endeudamiento agropecuario”. Así como la accesibilidad a algunas herramientas como los seguros agropecuarios y beneficios fiscales para realizar inversiones productivas. De todos modos, planteó que los temas de competitividad y costos, “tal vez sean los más importantes”.
Sobre el riego, consideró que “no se puede invertir” en esa herramienta “cuando no tenés resueltas otras cosas, y Uruguay no las tiene, como el acceso a energía barata”.
El analista destacó que el sector agropecuario “ha mostrado con creces que cuando le das la posibilidad de mejorar la productividad, como ocurrió con la Ley de Inversiones, lo hace”. Pero esas son renuncias fiscales que hace el Estado y “hay que ver por dónde irá el próximo gobierno en estos temas”, dijo.
También planteó que “hay espacio para que el país se endeude un poco más”, pero advirtió que “se va comprometiendo la capacidad de resistir shocks externos negativos”.
¿Qué puede esperar el sector agropecuario luego del triunfo del Frente Amplio en el balotaje?
El sector agropecuario le plantea muchos desafíos al próximo gobierno, por varios motivos. Primero porque al ser un sector clave de la economía nacional, que viene todavía recuperándose de varias incidencias climáticas muy negativas, ahora de una coyuntura de precios muy desafiante, de cambios de tenencia industrial en el caso de la industria frigorífica. Son muchos los desafíos que tiene el sector, más allá de quién ganara las elecciones, el próximo gobierno tendrá por delante una tarea muy significativa.
Algo que se ha destacado en Uruguay es que muchas de las políticas que se han implementado por parte de las distintas administraciones, no hay quiebres significativos, no se hace borrón y cuenta nueva. Y no hay por qué pensar que esta vez vaya a ser diferente, creo que las cosas que andan bien se van a profundizar.
Pero hay una agenda con muchos desafíos en el sector, y hay que ver cómo actúa un Poder Ejecutivo de izquierda, progresista, como el que vamos a tener en los próxios cinco años. Además de un Parlamento que tendrá que negociar mucho. No hay que olvidar que la Ley de Presupuesto es un factor esencialpara llevar adelante cualquier gestión. Esto va a requerir de un gran proceso de negociación, como tal vez no hemos visto en mucho tiempo. Desde ese punto de vista parece que el contexto será desafiante, pero no espero grandes quiebres ni modificaciones sustanciales a lo que está pasando.
¿Cuáles son los grandes desafíos que encontrará el próximo gobierno en el agro?
Hay que separar por sectores. Pero en términos trasversales hay un tema de acceso al financiamiento y endeudamiento agropecuario, que es importante, y hasta ahora no se analizado en profundidad. Hay que ponerle un poco de foco a esa situación.
También hay un tema de accesibilidad a algunos aspectos importantes como los seguros agropecuarios, la universalización de algunas herramientas para poder gestionar mejor los riesgos productivos. Y los temas de competitividad y costos, que tal vez sean los más importantes.
No olvidemos que en todas estas cosas hay que ver qué medidas puede tomar el Poder Ejecutivo, que realmente le muevan la aguja al sector. No vi en ninguna propuesta, ni de la Coalición Republicana, ni del Frente Amplio medidas específicas que detallen qué se haría para cambiarle la realidad competitiva al agro de cara al futuro. Lo mismo con la inserción internacional.
Lo que me parece que va a ocurrir es que en ese proceso de negociación que tenemos por delante, no solamente en el Parlamento sino también con la sociedad civil, nos va a llevar a una reestructuración de las prioridades. Tal vez con un sesgo más a las raíces del Frente Amplio, que insiste mucho con las políticas del Instituto Nacional de Colonización, de tratar de apoyar más al pequeño productor o a la pequeña empresa agropecuaria.
Pero el desafío que tiene por delante es de cosas más trasversales. El problema de la competitividad es porque Uruguay es caro, le cuesta levantar los techos de rendimiento y tiene problemas para insertarse internacionalmente, porque los tratados de libre comercio nos son esquivos. Hay mucha cosa para avanzar. No es por falta de temas que el próximo gobierno se vaya a aburrir, por el contrario, tiene muchísimos frentes sobre los cuales avanzar. El tema está en ponerle énfasis a la comunicación sobre lo que está haciendo.
¿Cree que el riego podría tener un avance importante con el Frente Amplio en el gobierno?
Creo que el tema riego es importante pero no va a mover la aguja. Se puede invertir en riego cuando tenés resueltas otro montón de cosas antes, y Uruguay no las tiene, como el acceso a energía barata, y costos de instalación de riego más razonables.
Esta coyuntura de precios no es la mejor. ¿Cuánto van a durar estos precios deprimidos? La tonelada de cebada vale menos de US$ 200, el trigo lo mismo y la soja US$ 350. No son todos los que son competitivos y llegan a tener rentabilidad en condiciones normales de producción.
Hay muchas cosas para resolver. El que está en la cuerda floja, que viene saliendo de la sequía, complicado con esta coyuntura de precios, te dice que le encantaría invertir en riego, porque es lo que le puede ayudar a levantar la productividad y sacarse de encima el fantasma de una sequía en verano, pero esta coyuntura de rentabilidad le hace suponer que es más complicado pagar ese tipo de inversiones.
Es una medida interesante, pero difícil de implementar en una proporción que implique un cambio sustancial en el sector. Si se dice que se incorporarán 10.000 hectáreas regadas está bien, pero no cambian los grandes números del sector. Si se dice que se van a incorporar 150.000 hectáreas, ahí sí la cosa cambia.
Pero me parece que eso está lejos de las posibilidades, sobre todo porque la sensibilidad social del Frente Amplio haga que, tal vez, el foco principalno esté en el sector agropecuario como motor del crecimiento, sino más bien en resolver temas de índole social, como la pobreza en la primera infancia, en mejorar el acceso a la educación, a la salud u otro, porque su programa va orientado hacia ese lado.
¿El sector está enfrentando problemas de rentabilidad en función de los precios internacionales?
Básicamente tenés por delante en el caso de la agricultura, sacando al arroz, está con un problema de rentabilidad impuesto por la coyuntura internacional, que no sabemos cuánto va a durar. Ojalá que dure poco, pero si dura más tiempo tendrá un efecto en el crecimiento económico.
La ganadería está muy pujante, está volviendo a tener rentabilidad, tiene una inserción internacional interesante, pero paga un peaje de acceso a mercados que no es menor.
Si bien nadie espera que cambie la resolución sobre el negocio entre Minerva y Marfrig, todavía no está laudado y allí hay una amenaza de concentración que hay que mirar.
El sector forestal es como de un país aparte, por eso no lo contamos. Y la lechería sigue con los mismos problemas de rentabilidad y desaparición de productores chicos.
Salvo que la carne logre una inserción internacional espectacular y una diferencia de precios que permita traccionar a la agricultura, algo que por ahora no es lo que estamos viendo, habrá un desafío importante en la competitividad del sector. Lo que esto hace, más que nada, es comprometer su capacidad de respuesta en lo inmediato.
Entonces, de cara a la Ley de Presupuesto de 2025, pensando en cuánto va a crecer el Uruguay, seguramente se esté haciendo más o menos lo mismo que este año o se podrá mejorar un poquito, pero no se logrará duplicar el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) con la producción agropecuaria como está.
¿Cómo se podría generar un shock de competitividad para el agro?
Lo que pasa que las ventajas que le des al sector agropecuario se tienen que financiar de algún lado y no hay que olvidar que Uruguay es un país que tiene un déficit de cuatro puntos del PBI.
El sector agropecuario ha mostrado con creces que cuando le das la posibilidad de mejorar la productividad, como ocurrió con la Ley de Inversiones, lo hace. Pero esas son renuncias fiscales que hace el Estado y hay que ver por dónde irá el próximo gobierno en estos temas.
En realidad no creo que se toque lo que funciona bien. Salvo que volvamos a viejas prácticas que no estaban buenas, como el hecho de usar las tarifas públicas como forma de recaudación cuando transitaste cuatro años dejando los precios de los combustibles flotar libremente o permitir la baja de alguna tasa o impuesto.
No creo que haya medidas fáciles de tomar, que muevan mucho la perilla de la productividad agropecuaria. Se puede seguir expandiendo el crédito agropecuario sabiendo que esta coyuntura de precios bajos no va a durar para siempre, pero sel problema del endeudamiento es algo que en algún momento se tendrá que resolver. No se puede permanentemente seguir estirando el chicle de financiar una campaña con otra, una cosecha con la siguiente, para mantener la máquina productiva.
Ni en el programa de gobierno del Frente Amplio ni en el de la Coalición Republicana vi medidas específicas que permitan un salto significativo de la competitividad en los próximos cinco años.
Los cambios van a ser todos muy graduales, salvo que por ejemplo se logre un acuerdo de libre comercio con China, algo que hasta ahora no se dio. Eso permitiría entrar con menos aranceles a ese mercado y permitiría acelerar un poquito las cosas.
Pero por lo demás nuestros problemas estructurales siguen siendo los mismos. Uruguay es un país caro, al que le cuesta levantar la productividad, muy dependiente del clima.
Hay una oportunidad de dialogar con la sociedad civil, de trazarnos un plan a 20 años, para plantear dónde queremos que esté la producción agropecuaria en ese entonces. Y así empezar a caminar, con lo que tenemos, hacia ese objetivo.
Sin embargo opino que no habrá cambios significativos en las medidas que tome el próximo gobierno para mover la perilla de la productividad agropecuaria en lo inmediato.
¿Si no hay crecimiento cómo se financian las políticas sociales?
Lo que pasa es que si las deudas no las pagas vos, sino los que vienen después, no se percibe como un problema. Ese es el gran problema que tiene el Uruguay, que se acostumbró a vivir más allá de sus posibilidades, y nadie parece muy preocupado por eso, porque por ahora seguís consiguiendo crédito relativamente barato si tenés grado inversor.
No está mal endeudarse, pero la pregunta es para qué te endeudas. Si te endeudas para crecer, para dar infraestructura, para lograr cambios significativos, que afecten para bien la productividad, es correcto. Pero cuando no se hace así tenés un problema.
El problema de Uruguay no es ser un país chico, sino que no tiene un gran mercado interno, ahí está el gran dilema. Hay espacio para que el país se endeude un poco más, pero se va comprometiendo la capacidad de resistir shocks externos negativos.
Esta coyuntura de precios internacionales es negativa para la agricultura, neutra o levemente negativa para la lechería, positiva para la ganadería, pero no le da para traccionar a los demás rubros. ¿Cuánto dura todo esto? Esa es la pregunta.
El gran desafío que tiene el Uruguay es definir qué hacer para crecer al 5% por año durante cinco o 10 años. No veo a nadie preocupado por esto. Y la contraposición es tener una agenda social de más beneficios, sin recortar gastos en otro lado y sin subir impuestos. Es algo realmente difícil. No encuentro cómo se puede hacer para lograr ambos objetivos a la vez. Hay uno que no vas a poder cumplir.
¿O sea que seguiremos dependiendo de los precios internacionales como ha pasado en los últimos años?
Sin duda, solo que se viene con el caballo cansado, porque no se terminó de salir de los efectos de la sequía de 2022-2023, además de la coyuntura de precios bajos para la agricultura de invierno, a la que se suma una coyuntura de precios bajos para la agricultura de verano, y todo eso pesa en las cuentas de la rentabilidad.
Todo esto te deja expuesto a una situación que no es la mejor. Hay que ser muy profesional para captar los buenos momentos de precios, para tratar de arrimarte a la rentabilidad y trabajar en una agenda de instrumentos para hacer más resiliente al sector agropecuario, no desde lo declarativo sino en lo práctico y concreto, que es algo que hoy no está mucho en la discusión.
Es como decir que seguís jugando un pleno para salir del pozo, pero te estás quedando cada vez con menos fichas para poder equivocarte.
Creo que todo parte de una buena discusión de la sociedad civil con el nuevo gobierno, de hacia dónde queremos ir, porque los recursos son finitos y todo el mundo entiende eso. Y al final del día el soberano lo que eligió fue un cambio a favor de más sensibilidad social para resolver estos problemas.
Hay que buscar la forma de ver cómo las demandas del sector se pueden canalizar eficientemente en la nueva agenda del Poder Ejecutivo.