La ganadería tres millones ha empezado

Además de esta rápida recuperación de 80.000 vientres más, de 4,18 millones a 4,26 millones, el stock de vacas de cría suma la mayor cantidad de vaquillonas de 1 a 2 años de la historia, por primera vez son más de 1,3 millones, muchas de las cuales se sumarán al rodeo de cría este verano.

El esfuerzo tuvo sus costos y los productores, en muchos casos, arrastran un endeudamiento importante, ya que se debió comprar raciones, se registraron pérdidas de animales y también hubo una producción inevitablemente menor de terneros. Pero el esfuerzo será recompensado.

Caben destacar cuatro pilares de este desempeño. En la base está el campo natural, sobre el que se desarrolla la cría. ¿Por qué es tan importante? Por su velocidad de reacción al terminar la sequía, por ocupar una proporción muy mayoritaria de las áreas de cría y porque tiene en el presente un manejo mucho más preciso que en épocas anteriores.

Un segundo factor es la exportación en pie, que permite una estabilidad comercial como muy pocos sectores han tenido. Eso ha permitido 20 años de una tranquilidad que ha viabilizado innovaciones y cambios en las prácticas de manejo, que vienen con mucho respaldo de la investigación nacional.

Con un piso de precios aceptable, la cría se ha ido transformando y captando un tercer aspecto central de la ganadería de este siglo: su diferenciación como producto. La carne uruguaya es un producto que tiene una historia detrás, que muchas veces obtiene un precio diferencial, y que se expresa en la otra punta de la cadena con un novillo gordo que sostiene precios nítidamente mayores a los del resto de los países vecinos, lo que también es capitalizado por el precio del ternero.

El cuarto pilar del rombo de competitividad lo aporta la trazabilidad, que permite que ese agregado de valor sea posible por la capacidad de verificación que otorga el caravaneado individual, y ese es un factor que en este trimestre se volverá decisivamente importante.

En esta coyuntura en la que —afortunadamente— la Unión Europea, como cliente exigente y culto que es, pide que los productos no vengan de áreas deforestadas a partir del 1 de enero, Uruguay queda ante una oportunidad más que importante, y puede ofrecer lo que casi nadie en este continente puede.

Una producción criadora que ya pasa a manejar remanentes de pasturas mayores con base en mediciones más precisas, más empotreramientos, con proliferación del agua administrada en bebederos, que es mejor para el ganado y para los cursos de agua, y que es lubricada luego por una recría y engorde que a medida que aceleran con pasturas sembradas y grano también provocan una demanda creciente.

Uruguay está plenamente preparado para proveer carne producida en convivencia con la vida silvestre y no en sustitución de la vida silvestre. Y probablemente, con capturas de carbono en lugar de emitir carbono en los lamentables incendios que desde hace meses se propagan en otros países del continente.

Los países sin trazabilidad y que se esfuerzan por ir en contra de la norma europea, desconociendo la vieja máxima de que “el cliente tiene la razón”, irán remando como puedan para entrar en el mercado europeo, mientras que Uruguay, sin deforestación y con pruebas claras de ello, con un rodeo joven y con poca presencia de categorías improductivas emite menos, tiene más biodiversidad y, aunque tiene mucho por hacer, tiene también mucho para ganar

En esa ecuación, los ovinos la tienen difícil. La relación precio del ternero/precio de los ovinos es muy desfavorable a los lanares. Con la comercialización de lana trabada, parece definitivamente un sector bifurcado entre las lanas más finas, que certifican todas sus virtudes, incluyendo las climáticas, y un sector de carne que puede sumarse al prestigio que tiene la carne vacuna mientras espera que otros países —especialmente la Unión Europea— sigan el camino que abrió Israel para la exportación de carne con hueso, que, en el caso de los ovinos, no tiene base sanitaria. El stock muestra por primera vez más del doble de vacunos que de ovinos.

Los datos de stock ratifican un panorama muy auspicioso para la pecuaria, en un momento decisivo previo al entore. Le ponen números a una transformación productiva iniciada al abrirse la exportación en pie, que dio un segundo paso gigante con la trazabilidad, y que probablemente está en vísperas de un tercer salto de diferenciación, como en el caso de la trazabilidad, por exigencias que nos ponen nuestros clientes y a las que sabemos responder.

Está por empezar el entore que ratificará si la ganadería de 3 millones de terneros ha llegado para quedarse, así será en 2025 y probablemente en 2026 si La Niña y el verano lo permiten. Y empieza un camino de agregado de valor que, si se toma en serio la necesidad de bajar las emisiones de metano y optimizar las capturas de carbono, no tiene techo.