La Policía Nacional y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) investigan la creciente participación en la barra brava de Peñarol de Luis Alberto Suárez, apodado Betito, considerado en su momento uno de los delincuentes más peligrosos del país, que se encuentra en libertad desde hace dos años.
Fuentes policiales informaron a Búsqueda que un grupo de simpatizantes liderado por Suárez ha ganado terreno en el núcleo duro de la hinchada de Peñarol y tiene intenciones de tomar el liderato de la denominada Barra Ámsterdam. Las fuentes indicaron que actualmente la barra brava de Peñarol “no tiene un cabecilla único”, sino entre tres y cuatro personas que la manejan. Sin embargo, el principal de esos referentes, Emiliano Corbo, últimamente tomó algo de distancia de la hinchada e incluso mencionó que planea irse a vivir al exterior por motivos familiares. La Policía maneja la hipótesis de que, más allá de las razones personales, Corbo también haya decidido dar un paso al costado por el incipiente arribo de Suárez, aún cuando Corbo cuenta con antecedentes penales y pasó por prisión en 2018.
“Si se lo propone, Betito no tiene rival en Peñarol”, dijo uno de los consultados. De 41 años, Suárez aumentó su influencia en la barra brava a través de un grupo de hinchas originarios del Cerro, que componen una de las tantas facciones de la Barra Ámsterdam y que en los últimos años habían avanzado en la escala de jerarquía.
El nombre de Suárez ganó fama en el mundo criminal, penitenciario y policial a través de un currículo delictivo basado en el microtráfico de drogas en Cerro Norte. En 2006, fue encarcelado en el Penal de Libertad y, para 2012, desde la cárcel manejaba una organización compuesta por alrededor de 50 personas. Aunque esa cifra nunca logró ser confirmada por la Policía, sí hay evidencia de la agresividad y el poder de fuego de la banda de Suárez, que hizo del ajuste de cuentas contra bandas rivales uno de sus puntales para crecer. La Policía incluso atribuye a su grupo algunos asesinatos de alto perfil ocurridos en el Penal de Libertad, entre ellos los de otros dos prisioneros de relevancia: Marito y Rambo.
Betito comenzó su raid delictivo cuando era menor de edad, mediante rapiñas. Integró en 2005 la denominada Superbanda, que realizaba atracos a locales de pagos, empresas y supermercados. Recién fue su quinto procesamiento el primero que lo vinculó a la venta de drogas: en enero de 2009 la Policía efectuó la Operación Puerto Rico, que desbarató una red de distribución de estupefacientes liderada por Suárez desde la cárcel.
De alto perfil, consolidó su poder territorial en el Cerro y otros barrios a través de alianzas familiares, pero principalmente del miedo, la amenaza y la violencia a posibles competidores, con una mirada del negocio aprendida de narcotraficantes extranjeros en el Penal de Libertad, donde, en una de las requisas a su celda, en 2012, la seguridad penitenciaria encontró bibliografía del Primeiro Comando da Capital (PCC), una megaorganización criminal con base en Brasil y extendida a buena parte del mundo.
En febrero de 2023, y tras realizar tareas de fajina, jardinería y huerta, obtuvo la libertad tras cumplir una condena de dos años y cuatro meses de cárcel por tráfico ilícito de drogas en la modalidad de comercialización. Desde entonces vive en el Cerro.
La acusación de Carlos Manta a Peñarol
El 5 de febrero, en la sede de la AUF su presidente Ignacio Alonso recibió a los presidentes de Nacional y Peñarol, Ricardo Vairo e Ignacio Ruglio, y al próximo ministro del Interior, Carlos Negro. La intención de Negro fue escuchar de primera mano de los dirigentes sobre los problemas de la violencia en el fútbol y abrir un canal de comunicación con la AUF y las instituciones. El año pasado, en el Parlamento, Alonso había denunciado extorsiones de los barras contra los directivos. De acuerdo a las fuentes, en la reunión en la AUF Ruglio planteó preocupación por la presencia de “personas pesadas” en la hinchada de Peñarol.
Unos días antes, el 26 de enero, Nacional y Peñarol jugaron la final de la Supercopa Uruguaya en el Estadio Centenario. El Observador informó que, una vez iniciado el partido, en las puertas de acceso de la tribuna Ámsterdam —donde se ubicó la hinchada de Peñarol— un grupo de simpatizantes, sin entradas, amenazó con ingresar mediante una avalancha. “Lejos de encauzar el problema, la tensión fue aumentando y la solución, a pedido de Peñarol, fue que abrieran las puertas de la tribuna para que ingresaran los hinchas”, sostiene el artículo.
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Ayer, miércoles, Carlos Manta, integrante del Comité Ejecutivo de la AUF, mencionó el hecho entrevistado en El Espectador Deportes. “Hoy estamos viviendo situaciones muy críticas con el tema de la violencia. ¿Ustedes saben lo que pasó en el clásico de la Supercopa? Lo saben, ¿no? Hay un directivo muy fuerte del fútbol uruguayo que llamó para presionar a una funcionaria de la AUF para que dejaran entrar a los hinchas para evitar inconvenientes más graves. Las dejaron entrar a esas personas. Hubo un directivo muy grande de Peñarol que se lo pidió a la funcionaria. Hubo un llamado para decir que había personas afuera y que se hacía cargo de las personas”, dijo Manta. “Creo que está prohibido dar entradas gratis a la gente que está en la lista negra o es barra brava”, ironizó.
Búsqueda confirmó con fuentes del Ministerio del Interior y de la AUF que ese directivo fue el presidente de la institución y que Peñarol se hizo cargo de pagar las entradas para que algunos de esos hinchas ingresaran al Centenario. De acuerdo al parte policial del partido, eran alrededor de 800 los simpatizantes que, sin boleto, esperaban afuera de la tribuna Ámsterdam para entrar al partido; algunos eran miembros de la barra brava y otros estaban inscriptos en la lista negra de espectadores inhabilitados a espectáculos deportivos. Debido al alto clima de tensión, se decidió habilitar el ingreso a alrededor de 100 hinchas —todos registrados con documentos de identidad y ante las cámaras de videovigilancia— lo que permitió solucionar el problema y evitar un enfrentamiento con la Policía.
La semana pasada, el secretario nacional del Deporte y expresidente de la AUF, Sebastián Bauzá, insistió en la necesidad de que los directivos de los clubes aumenten su compromiso para solucionar la violencia en el fútbol. “A veces hay que sentarse a pensar y ser más duro con ciertas medidas”, dijo Bauzá, quien advirtió del peligro del ingreso de banderas largas y bengalas náuticas por parte de las barras bravas, como ocurrió en el clásico de la Supercopa: “La idea original era que el club cuyos hinchas ingresen este tipo de elementos iba a recibir sanciones graves, pero eso no sucedió y las bengalas y las banderas siguen estando. Sin ser especialista en seguridad, digo: ¿cómo hacen los barras para entrar eso? Claramente hay gente que es cómplice y eso no puede pasar. Las bengalas pueden matar a alguien, ¡es un tema de puntería!”.
La situación en Nacional
Aunque el foco de la Policía se centró en Peñarol por la llegada del Betito Suárez, la mirada se mantiene en la barra brava de Nacional, donde una serie de arrestos realizados el año pasado desarticularon el liderazgo de la hinchada.
A inicios de agosto, la Policía de la Provincia de Buenos Aires descubrió un túnel de 220 metros en el barrio de San Isidro, al norte de la ciudad, construido en las proximidades del banco Macro. El hallazgo se dio de manera fortuita, luego de que un vecino denunciara que una varilla metálica sobresalía de la calle y podía causar un accidente a los automovilistas. Desde entonces, por el caso fueron detenidos varios uruguayos, entre ellos dos de las cabezas de La Banda del Parque, la barra de Nacional.
Alan Lorenzo, de 34 años, oriundo del Cerrito de la Victoria y con antecedentes penales por narcotráfico, fue detenido en Montevideo y enviado a Buenos Aires, donde permanece encarcelado. Lorenzo es acusado de proveer tareas logísticas al grupo delictivo que planeaba robar el banco. También fue arrestado y enviado a Argentina por las mismas razones Carlos Cazenave, de 47 años y con causas penales por asociación para delinquir, rapiña y portación de armas de fuego en lugares públicos.
Lorenzo y Cazenave mantienen hasta el momento, junto con Carlos Abella —apodado Damián—, un sólido triunvirato al frente de la barra brava de Nacional. Aunque Lorenzo es el del perfil más público y se encarga del contacto con el plantel y el cuerpo técnico de Primera División, según la Policía el verdadero poder reside en Cazenave, quien tenía enlace directo con dirigentes. Abella, por su parte, supervisa a los distintos grupos de los varios barrios metropolitanos que conforman en su conjunto la barra brava.
“Son un montón de facciones que son parte de la barra. La Banda del Parque se encuentra más unida que nunca, metiendo siempre para adelante. Somos tres referentes y hoy estoy yo por situaciones que les pasaron a los otros. Somos antimanyas, estamos anti-Peñarol y siempre se maneja así eso”, dijo Abella en un video publicado a inicios de mes por el youtuber argentino Joaco Santos.
Santos, quien sube contenido sobre el funcionamiento de las barras bravas de Argentina en la previa y durante los partidos de sus equipos, estuvo en Montevideo para mostrar a la hinchada de Nacional en la final de la Supercopa: la preparación dentro del Gran Parque Central y la caminata hasta el Centenario. El video muestra armas de fuego, cortes de arma blanca, banderas robadas a Peñarol, desmanes contra la Policía y el protagonismo de dos grupos de la barra brava que causan especial interés en la Policía debido a su violencia y ante la eventualidad de movimientos internos por los arrestos de Lorenzo y Cazenave: La Sub 21 y Los Pibes del Skey, algunos de cuyos integrantes fueron condenados en 2016 por el asesinato en Santa Lucía de un hincha de Peñarol, Hernán Fiorito.