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Lo positivo de la crisis de Conexión Ganadera y de otras empresas que ofrecían invertir en engorde de ganado es que nos puso a hablar sobre el ahorro; pero solo una parte de nuestra población ahorra y el conocimiento sobre temas financieros es dispar
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa caída de varias empresas que ofrecían invertir en engorde de ganado hizo mucho ruido. Algo positivo de esto, además de poner en cuestión las características de ese tipo de negocios —que tienen casi nula regulación y control, baja transparencia y son denunciados, ahora, de ser una estafa piramidal—, es que se está hablando públicamente de nuestro ahorro y educación financiera.
El lío de los vacunos es una buena excusa para, en esta entrega de Detrás de los números, profundizar en los conceptos del ahorro —una opción exclusivamente para una minoría de los uruguayos, ya veremos—, las inversiones y sus riesgos. Soy Ismael Grau, autor de esta newsletter y editor de Economía en Búsqueda.
Los “pobres” (casi) no ahorran
No voy a contarte lo que seguramente ya has escuchado o leído sobre Conexión Ganadera, la más grande de las tres empresas en crisis del rubro de capitalización de ganado y cuya debacle habría perjudicado a unos 4.200 inversores. El resumen es que Conexión, creada en 1999, ofrecía la posibilidad de “multiplicar tus ahorros sin embarrarte” a través de cuatro productos de inversión. Su sitio web todavía informa que se entraba con montos mínimos de US$ 15.000 y US$ 50.000. Se invertía a plazos de entre seis meses y dos años, y la empresa prometía una ganancia fija de entre 7% y 11%. Hasta que, a fines de 2024, Grupo Larrarte y República Ganadera enfrentaron problemas de pago y sospechas de que la plata de los inversores no se usaba toda para comprar ganado. Conexión siempre había honrado sus contratos, pero la crisis en sus competidores destapó la suya. Ahora lo que sigue es un concurso de acreedores por el pasivo más grande de la historia —estimado primariamente en unos US$ 400 millones—, una acusación judicial de estafa y apropiación indebida contra los dueños —cuya reputación quedó tapada por el barro y la bosta— y posibles ajustes a los controles sobre este tipo de negocios, incluido el antilavado de activos.
Por lo que ha trascendido, los afectados son en general personas de ingresos medios o altos, entre ellos profesionales, empresarios, comunicadores, políticos y jubilados. También alguna institución religiosa confesó que se vio traicionada en su buena fe, y no es chiste.
No es para cualquiera ahorrar US$ 15.000, y mucho menos disponer de un piso de US$ 50.000 para participar en este tipo de negocios.
¿Qué es ahorrar? El término proviene del árabe hurr, que significa “de condición libre”; el ahorro era lo que el esclavo o prisionero que iba a ser liberado juntaba para obtener su libertad. Los textos de economía dicen que ahorrar es postergar el consumo presente para más adelante o, dicho de manera más simple, es un excedente de los actuales ingresos personales que se resguarda para gastarlo en otro momento.
El ahorro también se puede invertir —en un depósito bancario, en títulos de deuda pública, en acciones de empresas, en criptoactivos, en un inmueble, en ganado…— buscando que produzca una ganancia que incremente ese capital, lo cual siempre tiene asociado algún grado de riesgo financiero.
Pero una porción significativa de nuestra población dice que no ahorra porque no puede.
Según la Encuesta de Medición de Capacidades Financieras Uruguay-2022, presentada en 2024 por el Banco Central (BCU) y CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, un 36% de los uruguayos adultos estaba “muy de acuerdo” con la afirmación de que “apenas me alcanza mi ingreso y el de mi hogar para sobrevivir”. Y otro 10% se expresó “de acuerdo”, lo que permite afirmar que casi la mitad vivía con lo justo. Sin dinero excedente, el ahorro no es una opción para ellos.
También surgen datos interesantes de la Encuesta Financiera de los Hogares Uruguayos que hizo el Departamento de Economía de la Facultad de Ciencias Sociales en convenio con varias instituciones públicas. La edición de 2014 (la de 2017 no incluyó la pregunta) interrogó lo siguiente: “¿Este hogar tiene ahorros de algún tipo? Tenga en cuenta que estos ahorros pueden ser en cuentas bancarias, papeles, dinero”. El 82% contestó que no.
Si se segmenta en cinco partes (“quintiles”) la población según su nivel de ingresos, lo que se ve es que solo un 4% de los más “pobres” ahorraba, que lo hacía el 13% del quintil del medio y que más de la mitad (52%) de los “ricos” tenía ahorros.
A su vez, la edición de 2017 de esa encuesta preguntó, “aproximadamente, ¿cuál es el monto de los activos financieros que tiene su hogar?”, a lo que el 69% respondió que “no tiene” (86% en el caso del primer quintil de ingresos). Los que tenían al menos US$ 15.000 fueron un 5% de todos los encuestados.
La encuesta también indagó para qué se ahorró.
Aunque son datos algo viejos, parece claro que, para muchos, la preocupación principal es cómo llegar a fin de mes antes que ahorrar —si bien sería positivo que pudieran hacerlo como eventual trampolín para una mejora socioeconómica— o en qué invertir.
Educación y tips
La población adulta uruguaya mostró un “índice de conocimiento financiero” de 67,7 puntos sobre 100 en el estudio de la CAF. Este valor da cuenta de que, en promedio, está familiarizada con cinco de las siete dimensiones incluidas en el índice (valor del dinero en el tiempo, intereses asociados a préstamos, cálculos de interés simple y compuesto, además de los conceptos de riesgo, inflación y diversificación). Al analizar por grupo poblacional, salvo las personas sin educación, todos los demás tuvieron un índice mayor a 50 puntos (conocen al menos la mitad de las dimensiones financieras abarcadas).
Aunque, según este índice, no estamos tan mal en nuestra educación financiera, por si te resultan útiles, termino con este breve compendio de recomendaciones básicas para las inversiones que recogí de figuras reconocidas, como el inversor Warren Buffett y otras que, conversando sobre la crisis de los vacunos, me comentó Bárbara Mainzer, directora ejecutiva de la Asociación de Bancos Privados del Uruguay.
Antes de despedirme, te recomiendo leer, de la sección cultural de Búsqueda, este entretenido reclamo de E. A. L. para que Netflix ofrezca buenas películas de dos horas en vez de insulsas series estiradas sin sentido. Nuestro tiempo, como la plata, no sobra como para malgastarlo.
Ya sabés que si querés escribirme comentarios, críticas o sugerencias, podés hacerlo a este mail: [email protected]