—Pareciera que el comunicado estaba pronto para ser difundido cuando el tipo de cambio nominal bajase de $ 40. ¿Fue un punto de inflexión?
—Lo venía trabajando hace una semana o 15 días, porque lleva tiempo. Este nuevo aterrizaje (del precio del dólar) fue tenebroso para todos los productores.
—¿Por qué cae y qué perspectivas ve para la cotización del dólar?
—En Uruguay no siempre hemos seguido la tendencia mundial; el famoso DXY, que es el índice de una canasta de monedas que mide el dólar, se había fortalecido a nivel internacional y nosotros seguíamos en $ 39. Había un convencimiento de querer mantener el dólar en esos niveles; nosotros no participamos en esa estrategia y entendemos que no puede ser solo el Banco Central (BCU) el que haga todo el esfuerzo para lograr bajar la inflación. Lo que pasó fue que, por abril del 2024, porque el dólar ya había caído demasiado bajo, a $ 37,90 o $ 38, el Banco Central hizo un cambio en la política monetaria y fijó la tasa en 8,50%; a partir de ahí subió hasta $ 44 en diciembre. Cuando hizo ese pico, al día siguiente, revirtió la política monetaria y volvió a ser contractiva, subiendo la tasa. Ahí entramos en esa tendencia (a la baja del tipo de cambio), con esa tasa de política monetaria que ya está bastante por fuera de lo que la economía necesita. Son señales más financieras que de economía real de cuál es el rumbo.
Cuando comparamos con la región vemos que no hay tasas reales tan altas como las que tiene Uruguay. En países similares, como Perú, Paraguay o Chile, son de dos puntos porcentuales y nosotros estamos en cerca de cinco. ¡Estamos hablando de un horizonte de 24 meses (para conseguir bajar la inflación a 4,5%)! Es demasiado el nivel de rentabilidad financiera ofrecido. Primero querían llegar a 6% (de inflación anual), lo lograron, y ahora, bueno, siguen empujando y apretando el tipo de cambio.
—Lo atribuye exclusivamente a la política monetaria. ¿No influye la situación externa?
—El afuera puede influir en algún aspecto; durante 2022, 2023, 2024, cuando el dólar a nivel internacional se fortalecía, nosotros nunca nos enteramos y, al contrario, en Uruguay bajó un 8%. Ese descalce da la pauta de que, en realidad, no estamos tan alineados con lo que pasa en el dólar a nivel internacional. ¿Será por el tamaño del país?, ¿será por otros factores donde capaz que nos arrastra Brasil o nos arrastra Argentina? Capaz que hoy no, porque ya nos hemos desacoplado bastante (de la región), y entonces los efectos internacionales sobre el dólar no llegan directamente a Uruguay en el corto plazo. Hoy, esa es la realidad.
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Ramallo, asesor económico honorario de la Federación Rural
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—El comunicado habla de un “manejo discrecional” del tipo de cambio nominal. ¿El BCU tiene un objetivo en ese sentido, aunque diga que solo le importa la meta de inflación?
—Las únicas herramientas que tiene son la política monetaria y la tasa de interés. Sabe que los mecanismos de transmisión son a través del crédito y del tipo de cambio. Lo que dice es: “Nuestro objetivo no es el tipo de cambio. Yo no estoy moviendo la tasa para que el tipo de cambio valga $ 38 o $ 40, sino que estoy moviendo la tasa para que la inflación llegue al nivel que entiendo necesario”. Pero está claro que una cosa implica la otra. Es decir, si yo sigo aumentando las tasas en pesos, está claro que el dólar se va a perjudicar, porque el canal de transmisión de crédito es de dudosa efectividad en Uruguay.
La canasta de IPC (Índice de Precios al Consumo) lo muestra más claramente: los (bienes) no transables no se mueven del 6% o 7%, y los transables, que es la otra mitad de la canasta, están en el piso del 2% o 3%.
—Los últimos Informes de Política Monetaria del BCU señalan que el desalineamiento cambiario se ha ido reduciendo. ¿No pasó eso?
—El último informe es de marzo y estaba contemplando el segundo semestre de 2024, cuando se dio la gran mejora y nosotros asumíamos que ese era el nuevo nivel (del dólar). No creo que el nuevo informe diga que (el tipo de cambio) está muy alineado con los fundamentos. Incluso, cuando mirás el tipo de cambio real, ni ellos (por el BCU) pueden explicar por qué hay un desvío del tipo de cambio de fundamento con el efectivo. O sea, estaban hablando hace un tiempo de un 15%, 20% de desvío, y no se lograba explicar cuál era el origen.
En realidad, los modelos utilizados no están explicando o no logran reflejar esa realidad que estamos viviendo y hay dos lecturas, porque una cosa es la que nosotros podemos hacer desde el sector rural, en términos de lo que le ha costado o ha tenido que aportar vía el dólar atrasado, y otra cosa es el atraso cambiario en general, donde ya entran sectores de la economía mucho más amplios y otros factores que en este caso no están contemplados.
A nivel país, no creo que se pueda determinar ese valor de equilibrio, que lo va a determinar la interacción entre oferta y demanda, ya sean importaciones, exportaciones, el déficit fiscal, el endeudamiento, etcétera.
Nunca se vio en la historia por lo menos reciente de Uruguay un nivel tan atrasado del dólar como estamos viviendo en los últimos tres años. Tampoco nunca existió un objetivo del Banco Central de llevar él solo la inflación en dos años a 3%, a 2%, porque no cuenta con el apoyo del otro lado, del gobierno central, que también tiene que hacer su aporte desde el plano fiscal.
—Todavía no está presentado el Presupuesto del nuevo gobierno y hay que ver qué surge de los Consejos de Salarios. ¿Por qué dice que el BCU está luchando en solitario para bajar la inflación?
—Nuestra lectura es que la nueva política salarial se determina en base al objetivo que tiene el Banco Central y no en base a una proyección estimada que tengan los que van a negociar en los Consejos de Salarios para que no se les vaya del rango. Si esas negociaciones no se dan en torno a la productividad de los sectores, vamos a tener un período muy duro con el tema del dólar, porque el Banco Central va a seguir haciendo su estrategia monetaria para mantener a raya la inflación.
—El nuevo presidente del BCU ratificó la continuidad de la política monetaria que venía del período pasado, aunque dijo que intentará repartir los costos. ¿No es ese un mensaje alentador para el campo?
—Bajar la inflación siempre es alentador para todo el país. Pero, si va a ser el campo el que siga haciendo el esfuerzo para mantener la inflación a raya, tendremos problemas. Podés hacer uso de la política monetaria temporalmente, para dar alguna señal o para hacer alguna corrección. Cuando en la pandemia la inflación se disparó a 11%-12%, en ese contexto está perfecto. Pero esto ya parece (una estrategia a) largo plazo; ¡hace tres años que venimos con este sistema!… Hay que tener cuidado, porque el sector productivo tiene un límite y se lo condiciona por las variables nominales, como es el tipo de cambio o el (precio del) combustible, que es un elemento clave en la producción. “No lo bajo todo (lo que debería) porque tengo que hacer caja. Entonces lo bajo la mitad, lo bajo sobre una parte. Y te lo subo enseguida”. Ese manejo, que siempre está condicionado a la caja, es muy difícil para nuestro sector.
—¿Cuáles son los “daños irreversibles” —como indica la FR en su comunicado— que podría haber para el sector si no se revierte rápido esta situación?
—Primero, el tema del endeudamiento. En promedio de estos últimos tres años, pasamos de US$ 600 (millones) o US$ 700 millones a unos US$ 1.000 millones solo del sector ganadero en relación con un Producto del sector que ronda los US$ 5.000 millones. Venía bien y, en el momento que se hacen los cambios en la política monetaria y sobre el dólar, en conjunto con la sequía, se da un salto (del endeudamiento). Ese combo, sumado a la asfixia por los costos, hace muy difícil lograr rentabilidades en la producción corta, del año, o de los cultivos, por ejemplo, la soja.
—Además de ese mayor endeudamiento, ¿qué otras consecuencias puede haber?
—Estos problemas de costo o para lograr resultados van desplazando al productor, que en Uruguay es chico y no tiene espalda financiera para seguir bancando el incremento de los costos; las consecuencias son las que están a la vista, la famosa concentración en grandes productores.
—¿Qué pretende en concreto la FR cuando pide “políticas compensatorias y regulatorias”?
—En estos últimos años se ha hecho una extracción de recursos, del sector agropecuario específicamente, en base al manejo del tipo de cambio. Si esta es la senda, es necesario compensar ese sobrecosto, que le pega directamente en el bolsillo al sector, que no es que se puede diluir o compensar de otra manera.
—¿Quieren que le bajen los impuestos?
—Hay que evaluar. Por ejemplo, estamos en una discusión hace más de un año con el tema del 1% con el cual las intendencias gravaron a los productores y supuestamente se les devuelve un crédito con el BPS, aunque al productor, en realidad, no se está dando porque requiere tanto trámite que al final se termina quedando en que el trámite no se hace; lo hacen solo las empresas grandes, las que tienen personal disponible para hacer eso.
Después, debe haber otras opciones de desarrollo con el tema del combustible, que es un insumo transversal al sector exportador. Ni siquiera estamos pidiendo beneficios específicos para la ganadería o que el consumidor pague precios más caros, sino que estamos hablando de precios para poder ser competitivos en el exterior.
No vemos por dónde se va a lograr ese crecimiento (económico del que habla el ministro Oddone) si no se mejoran algunos costos internos para la producción. Lo que está claro para nosotros es un escenario de mayor gasto (público); de hecho, ya se inició esa etapa No vemos por dónde se va a lograr ese crecimiento (económico del que habla el ministro Oddone) si no se mejoran algunos costos internos para la producción. Lo que está claro para nosotros es un escenario de mayor gasto (público); de hecho, ya se inició esa etapa
—Vuelvo a preguntarle por la política monetaria, que es un punto central del reclamo de la federación. ¿Está siendo contradictoria con el discurso del ministro Gabriel Oddone de que la economía uruguaya precisa crecer a tasas más altas?
—Un inversor extranjero espera obtener rentabilidades en dólares. Como país, le tengo que dar mínimamente reglas claras y un escenario de corto plazo, llámese tres o cuatro años, donde sepa que (a la rentabilidad) no se la van a sacar de otra manera. Hoy, esta política del dólar planchado es una forma indirecta de extraerles recursos al inversor y a los exportadores. Este escenario no está alentando a que vengan a invertir, porque ven que cada vez se extraen más recursos del sector no vía impuesto —porque eso no es políticamente muy bienvenido—, sino vía tipo de cambio.
No podemos estar con esta volatilidad de la moneda donde teníamos el dólar a $ 45 y ahora está a $ 40, un diferencial muy grande que impacta en los resultados de cualquier empresa. Estoy hablando del sector agropecuario, pero ¿y en los servicios no tradicionales, que exportan unos US$ 2.000 (millones) o US$ 3.000 millones al año, son intensivos en mano de obra y operan en moneda extranjera? Ese inversor vino a Uruguay con un escenario y ahora se encuentra con un salario que, si lo paga en pesos o lo paga en dólares, varía, pero el que paga en pesos cada vez le cuesta más porque la inflación en dólares es tremenda. Y sigue pasando el tiempo y ese encarecimiento en dólares no se termina.
También hay un sobrecosto en la economía que está generando; hoy el Banco Central al país le cuesta US$ 800 millones al año. No está claro si es por la política monetaria (y la emisión de Letras de Regulación) o es por un desfasaje de los activos de reserva u otros factores. ¿Qué hace esto? Le estás quitando recursos a un sector de la economía del país y lo estás trasladando al resto del mundo, porque todos sabemos que el dólar bajo incentiva el consumo en productos importados, y lo vemos en los récords de compra de autos o de electrodomésticos.
—Las autoridades del anterior gobierno defendían la política monetaria y atribuían el dólar bajo a que estaban entrando divisas porque había mucha inversión. ¿Ese factor no está jugando ahora?
—En el período pasado no hubo una coordinación entre los diferentes actores y se llevó adelante una política de incentivo a la construcción, por el corrimiento de los topes a la vivienda promovida exenta de impuestos. Eso generó un boom que todos vimos y eran millones de dólares. Conjuntamente, se generó una inversión en infraestructura enorme, que requirió insumos en dólares. Además, se le sumó la política monetaria para el control de la inflación. Con todos esos factores cinchando para un mismo lado solo puede haber un dólar totalmente planchado, donde era inamovible de $ 39. Ahora el fenómeno es distinto.
—No está ese boom de inversión.
—Ahora es, claramente, (por) la política monetaria y no el boom de inversión; el Ferrocarril Central ya pasó. Cuando ya no estuvieron esos factores, ¿por qué no dejaron respirar la moneda para que reaccione? Ahora el contexto internacional cambió y nos agarra nuevamente en el mismo lugar por otras condiciones. Seguimos con la misma política contractiva y además le sumamos algún factor extra, ya sea internacional o de la región. Pero siempre vamos abajo, ¿no?
—¿Espera que desde la política fiscal y de ingresos haya un acompañamiento a la estrategia antiinflacionaria?
—Hemos escuchado algunos comentarios. Las expectativas no son buenas y estamos alerta para ver qué se plantea. Lo que vemos es que en este corto lapso que ha tenido el gobierno se han hecho gastos adicionales a los que ya venían y las expectativas son de continuar expandiendo el gasto en lo que queda del período. Hay compromisos asumidos. Hay lineamientos de gastos que quiere hacer el gobierno para los cuales necesita recursos, que van a tener que ser por impuestos o vía endeudamiento.
—El ministro Oddone señala que los ingresos fiscales surgirán de más recaudación asociada al mayor crecimiento económico, básicamente. ¿Lo ve posible?
—Es lo que todos desearíamos, que todos los gastos que realice cualquier gobierno sean obtenidos de forma de no afectar la producción. Pero no vemos ese escenario. Estamos en un contexto muy volátil: el mundo era una cosa antes de (Donald) Trump, y el comercial, más que nada; no es fácil. Y hay que ver las inversiones cómo se llevan adelante. Porque en un país como el nuestro, donde el rubro madera-celulosa ya está totalmente explotado con tres plantas, no es factible aquel nivel de inversión. Y el hidrógeno es una promesa de inversión.
No vemos por dónde se va a lograr ese crecimiento si no se mejoran algunos costos internos para la producción. Lo que está claro para nosotros es un escenario de mayor gasto, que es un compromiso (del nuevo gobierno) y, de hecho, ya se inició esa etapa de gasto. Ya fueron de público conocimiento cuáles fueron las partidas nuevas de gasto.
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Mauricio Zina/adhocFOTOS
—El comunicado es una expresión de descontento de los ruralistas. ¿Cuál es el ánimo?
—La producción ganadera está en un buen momento y hay altos niveles de preñez. Pero eso está asociado con el esfuerzo del propio productor y aspectos climáticos, cómo es el forraje y el manejo que se haga del rodeo para lograrlo. Lo que le pasa al productor es que siempre se ve que está en la vereda de enfrente de lo que el gobierno plantea. Cuando hay un problema, es el productor el que pone; por ejemplo, el que paga extra el combustible. El productor hace todo el esfuerzo y nunca logra avanzar, nunca es contemplado como una parte de la economía que necesita apoyo para poder competir a nivel internacional. Y no estamos hablando solamente de la producción; hoy tenemos un tema con Minerva y la industria frigorífica porque, si se da la concentración de la faena en una sola empresa, vamos a tener problemas que ya son conocidos. En este caso, cuando vemos, el apoyo no está del lado del productor, sino que está de otro lado.
Tenemos el tema sanitario; para (la erradicación de) la bichera se puso mucha plata, hay idas y vueltas, pero no estamos logrando resolverlo. Con la garrapata no sabemos qué pasó, pero de la noche a la mañana se expandió por todo el país y no hubo medida de contención para esa situación. Son muchos aspectos que se van sumando y todos generan pérdidas, ninguno genera ganancias. Eso va generando una acumulación.
—¿El sector se siente bien representado por Alfredo Fratti, el ministro de Ganadería?
—Está muy cerca nuestro, estuvo en el congreso y siempre nos escucha. Pero pasó muy poco tiempo y no se pueden hacer muchas evaluaciones, porque no hemos tenido ni siquiera una toma de decisión en este corto plazo. Sí ha habido promesas de estar del lado del campo. De todos modos, hay que valorar ese tipo de instituciones.
—¿La FR tiene diálogo con el equipo económico, con el BCU?
—No. ¿Sabe lo que pasa con el Banco Central? En el período anterior tuvimos dos o tres instancias que fueron de explicaciones; nosotros no estamos para que nos expliquen qué es lo que está pasando. Lo que queremos es que se tomen medidas en base a la lectura que estamos haciendo nosotros de la realidad. Ellos dicen: “Nosotros queremos llegar a (la meta de) la inflación, estas son nuestras herramientas”, y nosotros les decimos: “Tenemos estos problemas”. Entonces, ninguno de los dos avanza hacia algo más concreto.
En realidad, con quien tenemos que reunirnos es con el ministro; la reunión ya fue solicitada y estamos a la espera para, por lo menos, tener un planteamiento y un mínimo conocimiento de cuál es la idea de acá para adelante.
—Pero la política monetaria la ejecuta desde el BCU y el ministro ha dicho que quiere reforzar la independencia de ese organismo.
—Lo de la independencia lo llevo y no lo llevo. Bueno, ponele que (las autoridades bancocentralistas) son independientes, aunque es muy difícil pensar que lo son cuando los directores los designan un gobierno y los partidos políticos.
Igualmente, los problemas que tenemos los deben saber de un lado o de otro como para decir que, como período de prueba para controlar la inflación mediante la política monetaria, ya fue suficiente. Capaz que sería momento de aflojar un poco y dejar que el sector levante un poco la cabeza, dejar que funcione la economía y retirar un poco al Banco Central. ¡Siempre estamos con las cinchas apretadas! ¿Hasta dónde van a llegar?, ¿hasta el límite del sector productivo condicionando a extremos donde, por ejemplo, el productor sojero tuvo un récord de producción y apenas logra llegar a un punto de equilibrio? Capaz que toca aflojar un poco y decir: “El período de prueba ya fue muy largo, logré lo que logré y capaz que la inflación de Uruguay no sé si es 3%. Capaz que no sé si la tengo que lograr bajar en dos años a ese nivel. Capaz que tiene que ser un plan de más largo plazo”.