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Financieras defienden las tasas que cobran y dicen que una “gran cantidad” dan pérdidas
Topear las tasas de interés, como propone Cabildo Abierto, “es un disparate” porque el costo de los préstamos depende de los niveles de morosidad y de los gastos administrativos, sostiene el presidente de la Asociación de Administradoras de Crédito
El presidente de la Asociación Nacional de Empresas Administradores de Crédito, Alejandro Grasso
Topear las tasas de interés en función del costo del dinero sería “un disparate, porque el costo de estos créditos no está asociado fundamentalmente al costo del dinero. Pesa muchísimo más lo que es la incobrabilidad y los costos administrativos” de otorgar y gestionar el cobro de un crédito, dijo a Búsqueda Alejandro Grasso, fundador de la empresa Crédito de la Casa y presidente de la Asociación Nacional de Empresas Administradores de Crédito (Aneac). Para que las tasas puedan bajar es “más importante trabajar sobre esos dos parámetros”, sostuvo.
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Para el empresario, al topear las tasas, como propone Cabildo Abierto en su campaña por una “deuda justa”, “no se elimina la necesidad del crédito. En cambio, se envía a las personas al sector informal, que se maneja con tasas más costosas y mecanismos de cobro más complicados”. Grasso aconsejó “mantener a la gente dentro del mercado formal con tasas que sean relativamente aptas para pagar los costos que todo este proceso tiene”.
Mencionó como otro peligro de topear las tasas de interés el posible impacto sobre el desempleo en el sector de empresas administradoras de crédito, las cuales ocupan a unas 6.000 personas.
Para Grasso, antes de afirmar que las tasas son altas o bajas hay que relativizarlas al monto del crédito y a su plazo. En el caso de las financieras, cuyos préstamos son en promedio de entre $ 14.000 y $ 15.000, “la tasa efectiva anual (TEA), que es lo que usa el Banco Central (BCU) para medir el costo de estos créditos, no es el mejor indicador para determinar si es un costo correcto”.
Por un crédito de $15.000, si se busca cobrar $ 3.000 de interés, se debe “relativizar frente a lo que significa el porcentaje de incobrabilidad y los costos administrativos, que están en el orden del 59%. Todos esos porcentajes te hacen llegar a una TEA relativamente alta, pero eso no quiere decir que esa tasa esté costeando todos los costos que tiene ese crédito”, aseguró.
En el caso de créditos más pequeños, por entre $ 3.000 y $ 4.000 y a plazos muy cortos, “una tasa de equilibrio razonable sería del orden del 140%. Ese es el costo que puede tener ese crédito para cobrarlo, tener el fondeo y en definitiva por el grado de incobrabilidad probable”, sostuvo. Agregó que “si el negocio fuera tan bueno habría muchas más empresas interesadas en ingresar al mercado, que es relativamente fácil porque no tiene las restricciones que tienen los bancos”, dijo el presidente de la Aneac.
Acerca de quienes ven a las empresas del sector como “usureras”, señaló que esa imagen surge porque cuando se habla de las tasas se las compara con el costo del dinero o la inflación. Explicó: “Cuando se comparan cosas que no son comparables, te da una imagen de que ahí existiría una rentabilidad muy grande, pero todo eso se desmiente al hacer un análisis serio de todo este proceso”.
Endeudamiento
El empresario reconoció que el programa de reestructuración de deudas con bancos y financieras que está vigente “no necesariamente” soluciona estos casos y se necesita de educación financiera para que quien toma un crédito “sepa cuáles son las responsabilidades” al momento de endeudarse. Del mismo modo, dijo, del lado del acreedor se necesita que este cuente con más información sobre el deudor, en especial de su situación laboral, “para que el crédito sea más sano cuando se otorga”.
Otro elemento es que la Central de Riesgo del BCU “empiece a nutrirse de mayor información de todas las personas que toman créditos”, comentó. Según dijo, está planteado que comiencen a remitir información administradoras —con activos y contingencias menores a las 150.000 unidades reajustables— y las empresas que prestan dinero en efectivo, en este último caso desde 2025.
Grasso insistió en que en la medida que “haya mucha más información acerca del deudor y este conozca mejor las obligaciones del crédito que está tomando el sistema de créditos será un sistema mucho más sano, transparente y eficiente. Y que no se vuelva a repetir esta situación de endeudamiento”. De cumplirse esas condiciones, dijo, “las tasas podrían bajar, porque el nivel de morosidad debería ser menor y el costo de oportunidad viene dado también por la mayor eficiencia de los recursos”.
El negocio
Para Grasso, el sector de crédito al consumo tiene un nivel de competitividad “muy alto, y una prueba de eso es lo que se puede ver del punto de vista de la publicidad que hacen todas estas empresas para atraer clientes”. Dijo que actualmente hay más de 100 empresas que otorgan esta clase de préstamos.
El hecho de que cuatro empresas concentran el 75% del stock de crédito de las financieras de mayor porte lo asoció a “la historia de esas empresas, que fueron las que comenzaron todo este proceso”.
De cara al cierre del ejercicio de las financieras de mayor porte —en octubre—, el empresario dijo que en los últimos años “el margen de rentabilidad ha venido bajando” y auguró “una situación bastante parecida al año anterior”. Atribuyó la reducida rentabilidad al bajo crecimiento demográfico del país, lo cual lleva a las empresas a “competir por los mejores clientes, que son los mejores pagadores”, tratando de ofrecerles “más dinero y a tasas relativamente menores”.
Aseguró que, como consecuencia de esa baja rentabilidad y del elevado número de financieras en el mercado, “hay una gran cantidad de empresas que están en sus puntos de equilibrio y que están perdiendo dinero” al no estar logrando una “masa crítica” de clientes para mantenerse en el mercado. “Probablemente haya cierta fusión de alguna empresa con otra”, para permitir que logren esa masa crítica para que pueda empezar a ser rentable, estimó.
De las 16 financieras “grandes” —con activos y contingencias mayores a las 150.000 unidades reajustables, equivalentes a US$ 6,4 millones—, tres dieron pérdidas: Crédito de Valor, Bautzen (Pronto) y Microfin. Otras cinco —Crédito Naranja, Club del Este, Italmundo, Paigo y Así— ganaron menos de 1 millón de dólares y el resto tuvo utilidades superiores a ese monto. (*)
En conjunto, el sector registró hasta julio ganancias por US$ 78,4 millones, US$ 3,4 millones más que en los primeros nueve meses del ejercicio anterior. El podio lo ocupan OCA (US$ 30,4 millones), Anda (US$ 12,6 millones) y —en forma compartida— Creditel y Crédito de la Casa, ambas propiedad del Banco Santander (US$ 12 millones cada una).
La rentabilidad de estas empresas en relación con los activos fue de 4,7%.
(*) La versión original fue ajustada para aclarar que la pérdida corresponde a la Bautzen, que es propiedad de Pronto, y no a Pronto como tal.