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    Gabriel Oddone celebra nuevos Nobel, justo cuando Uruguay tiene “en el centro” el crecimiento

    Uruguay Innova “está en la línea exacta de cómo la política pública debería ir adaptando para, precisamente, atender el principal objetivo de la política económica que es crecer” con mejoras en innovación, sostiene el jefe del equipo económico

    En diálogo con Búsqueda desde Washington D.C., donde está participando en la asamblea del Fondo Monetario Internacional, Oddone celebró el reconocimiento a estos tres economistas: “Por suerte, pone al tema del crecimiento relacionado con el capital humano y con la innovación como el centro de atención para poder crecer, justamente cuando Uruguay tiene esto en el centro”. Antes, como consultor y analista, repetía que Uruguay precisa crecer a tasas más altas que el promedio de un 1% de los últimos diez años para sostener su sistema de bienestar social y desde marzo como ministro impulsa lo que llama una “agenda procrecimiento” económico.

    La distinción con el premio Nobel de Economía al estadounidense-israelí Mokyr, el francés Aghion y el canadiense Howitt por sus investigaciones sobre cómo la innovación y la tecnología impulsan el crecimiento a largo plazo motivó algunas conversaciones en redes sociales entre economistas y empresarios referidas a Uruguay. El ministro Oddone dijo que no siguió esos intercambios pero aceptó, coincidiendo con lo señalado por alguno, que Uruguay ha estado a lo largo de su historia “mucho más orientado a que se asignan o se distribuyen los recursos que a estimular” el crecimiento.

    “¿Cuál es el fundamento de eso? La inestabilidad macroeconómica de Uruguay durante muchos muchos años favoreció la existencia de agentes económicos con un horizonte corto de tiempo. O sea, cuando tenés inestabilidad nominal no sabés cómo medir la rentabilidad en el largo plazo. En la moneda local porque fluctúa mucho, pero en la moneda dura porque también tiene fluctuaciones producto de aspectos financieros o aspectos económicos. Quiere decir que los agentes económicos tenían una valoración del presente muy superior al futuro; los hacía concentrarse en proyectos de corto plazo”, reflexionó.

    Según su interpretación, esa lógica “fue desapareciendo en los últimos 40 años y en particular en los últimos 20. Es parte de lo que los cambios que desde el Banco Central y desde la regulación queremos hacer, fortaleciendo la estabilidad institucional, lo que, bueno, tarda en generarse”.

    Por otro lado, dijo, el “éxito o el logro de resultados no es algo que el sistema institucional y el marco regulatorio favorezca, más bien lo desestimula”, de forma que el sector privado se ha sentido “confortable en permanecer sin asumir riesgo”, por ejemplo, innovando.

    “Toda esta línea de entender el corazón del crecimiento en una adecuada articulación entre negocios y la actividad de innovación debería ocurrir de manera natural, como sucede en las economías capitalistas sofisticadas o en las que el Estado tiene un papel más importante para promover esto, como es el caso de Francia”, señaló. Agregó que, en el caso uruguayo, una entidad como Uruguay Innova “está en la línea exacta de cómo la política pública debería ir adaptando para, precisamente, atender el principal objetivo de la política económica que es crecer”.

    El Uruguay reacio

    En la red social X, el consultor Aldo Lema consideró “muy merecido” el reconocimiento a Mokyr, Aghion y Howitt. El economista agregó, a propósito de los estudios de los premiados, que “parte de los problemas de baja productividad y bajo crecimiento económico de Uruguay tienen justamente que ver con la resistencia a la destrucción creativa (‘creación destructiva’) y temas relacionados”.

    El concepto de destrucción creativa refiere a cómo la innovación reemplaza viejas formas de producción y renueva la economía.

    Facundo Márquez, empresario del rubro del caviar y vicepresidente de la Unión de Exportadores, acotó también en X: “El uruguayo es culturalmente muy reacio a la destrucción creativa. Favorecemos la estabilidad y protección por sobre la adaptación y los cambios. Por eso la educación y políticas que premien la innovación son fundamentales para poder crecer”.

    Comentando el tuit de Márquez, el economista Juan Manuel Patiño considera incorrecto desde el punto de vista analítico “esperar del Uruguay comportamientos propios de una economía de mercado. La economía de mercado se basa en la competencia, el anonimato y la confianza en instituciones impersonales. Eso es imposible en un país donde todo el mundo se conoce y donde prima la lógica de la aldea. Uruguay es un mercado (de) relaciones, donde criterios como la amistad, el parentesco o la afinidad política reemplazan a los mecanismos de mercado en amplios sectores de la economía. Esto produce una altísima cohesión social (los presidentes se abrazan), pero sepulta por completo la aplicación de cualquier criterio de productividad o eficiencia económica”.

    Nobel de Economía 2025
    Kerstin Enflo, miembro del Comité del Premio Nobel en Ciencias Económicas, al anunciar a los tres distinguidos.

    Kerstin Enflo, miembro del Comité del Premio Nobel en Ciencias Económicas, al anunciar a los tres distinguidos.

    De ese modo, según él, plantear la discusión en términos de “apertura comercial”, “inserción externa”, “competitividad”, “destrucción creativa” es “hablar un lenguaje que casi ningún uruguayo habla”.

    Patiño —un liberal que se dedica al análisis de mercados financieros— sostuvo que “ninguna política pública va a cambiar eso. Por el contrario, esto cambia con la virtual eliminación del grueso de nuestras ‘políticas públicas’, junto con la desaparición o disminución drástica de la renta de la tierra, que es lo que mantiene en pie a esta gran oficina pública con vista al mar”.

    El empresario le respondió: “Si bien coincido con mucho de lo que comentas, soy bastante más optimista. Difícil no es imposible”.

    Desde otro plano, el Institut Pasteur de Montevideo se hizo eco del Nobel de Economía. Señaló que tiene una “resonancia especial” porque su iniciativa LAB+ Company Builder se basa en un modelo de creación de empresas científico-tecnológicas a partir de investigación disruptiva que la Academia Sueca reconoció este año: la transformación de la ciencia en “bienestar y crecimiento”.

    Destruir innovando, para crecer

    Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el estancamiento económico fue la norma. A pesar de importantes descubrimientos ocasionales, que a veces condujeron a mejores condiciones de vida y mayores ingresos, el crecimiento siempre se estancó.

    De diferentes maneras, los galardonados con el premio Nobel de este año demostraron cómo la destrucción creativa genera conflictos que deben gestionarse de forma constructiva. De lo contrario, la innovación se verá bloqueada por empresas consolidadas y grupos de interés que corren el riesgo de verse perjudicados, fundamentó la Real Academia Sueca.

    Mokyr, nacido en 1946 en Países Bajos y actualmente profesor de la Universidad Northwestern en Estados Unidos y en la Escuela de Economía Eitan Berglas, de la Universidad de Tel Aviv, utilizó fuentes históricas para identificar las causas del crecimiento económico sostenido, que se está convirtiendo en la nueva normalidad. Demostró que, para que las innovaciones se sucedan en un proceso autogenerado, no solo se necesita saber que algo funciona, sino también contar con explicaciones científicas de por qué.

    Aghion, un parisino nacido en 1956 que da clases en el Collège de France y en la London School of Economics and Political Science, en el Reino Unido, y el canadiense Howitt (1946), profesor de la Universidad Brown de Estados Unidos, también estudiaron los mecanismos del crecimiento sostenido. En un artículo de 1992, construyeron un modelo matemático para la llamada destrucción creativa: cuando un producto nuevo y mejorado entra al mercado, las empresas que venden los artículos más antiguos salen perdiendo. La innovación, como novedad, es creativa. Sin embargo, también es destructiva, ya que la empresa cuya tecnología se vuelve obsoleta se ve superada por la competencia.

    Este y los otros premios serán entregados el 10 de diciembre, aniversario del fallecimiento de Alfred Nobel. Un año atrás, otro trío —Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson— había sido reconocido en Economía, en ese caso por sus estudios sobre el papel de las instituciones en la prosperidad de las naciones.