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    Las “luces rojas” del negocio con ganado y algunas “reglas básicas” al invertir

    La directora ejecutiva de la Asociación de Bancos Privados, Bárbara Mainzer, dice que las rentabilidades “extraordinarias” que ofrecían empresas como Conexión Ganadera eran llamativas

    Tres empresas que, durante años, ofrecían realizar inversiones en ganado y captaron miles de millones de dólares cayeron una tras otra. La que hizo más ruido fue Conexión Ganadera, con un cuarto de siglo de trayectoria y la que tenía la mayor cartera de clientes —unos 4.200 inversores—; en los últimos días fue intervenida por decisión judicial previo a un casi seguro concurso de acreedores y enfrenta múltiples denuncias por apropiación indebida.

    Luego de que explotó la crisis en este sector, en círculos agropecuarios y financieros se empezó a señalar que esta situación era previsible, ya que la rentabilidad prometida a los inversores no se condecía con la ganancia que deja en Uruguay el negocio ganadero.

    “Entre colegas, hace años nos veníamos preguntando cómo sostenían esa rentabilidad (…). Había muchas luces rojas que volvían muy probable este desenlace: una rentabilidad fija, constante y muy elevada. Rentabilidades de 8%, 9%, 10% y 11% en dólares son extraordinarias”, dijo a Búsqueda Bárbara Mainzer, directora ejecutiva de la Asociación de Bancos Privados y representante de los países de América Latina y el Caribe en el Directorio de CFA, una organización internacional con presencia en Uruguay que promueve altos estándares de ética y excelencia profesional entre los asesores financieros.

    La economista mencionó algunas buenas prácticas que deberían seguir los inversores al tomar sus decisiones.

    “Reglas” para invertir

    “Una regla básica es comparar la rentabilidad de una inversión con la del activo libre de riesgo. El activo libre de riesgo en dólares es el bono del tesoro americano. Por muchos años, estos papeles rindieron cerca de 0%. Si el activo libre de riesgo rinde 0%, 1% o 2% y una inversión alternativa rinde 10%, es evidente que tiene mucho riesgo. Si bien se puede dar que temporalmente, por determinados factores, tenga una rentabilidad más elevada de lo que implica su riesgo, esto no es sostenible por mucho tiempo”, explicó, a modo de consejo para cualquier inversor.

    Relacionado con esto, señaló también como otra “regla básica” pensar que “si es demasiado bueno para ser cierto, seguramente no sea cierto”. En ese sentido, Mainzer dijo que una de las preguntas a hacerse es qué rentabilidad consiguen los que llevan adelante este negocio. Si las empresas “logran una rentabilidad de, en promedio, 3% a 4%, ¿cómo pueden estos vehículos (de inversión) ofrecer rentabilidades tan extraordinarias como para cubrir todos los costos, la rentabilidad de los productores y ofrecer un 8% o 10% fijo a los inversores?”, planteó.

    Admitió que, en este caso, se conjugaban algunos factores que volvían “más creíble” el negocio: “En un país agropecuario, ofrecían una inversión relacionada a la principal actividad del país; el ser una inversión en ganado daba la sensación” de que era una alternativa “tangible” y que los inversores “fácilmente podían comprender”. Por otro lado, dijo, “era un producto administrado por personas que gozaban de buena reputación y durante muchos años —¡25 años!— cumplieron con la rentabilidad prometida”.

    En su publicidad, todavía visible en el sitio web de la empresa, Conexión Ganadera proponía: “Engordamos tus ahorros. Invertí en el negocio más seguro de la historia”.

    En un evento para clientes en 2023 Pablo Carrasco, el socio fundador de esa empresa que sigue vivo —el otro falleció a fines del año pasado en un siniestro automovilístico—, se congratuló por la marcha de su negocio y explicó por qué —según él— le era posible a Conexión Ganadera pagar tasas garantizadas al inversor. “La parte del productor es variable para que la de ustedes sea fija. Y el nombre del juego es que la parte del productor es 10 veces más grande que la que le toca a ustedes, de forma que cuando hay un problema, como fue la sequía, siga siendo suficiente para que el inversor no sea afectado”, argumentó. “Esto es ganar-ganar, y 24 años alcanzan para que uno esté seguro de que eso es así. Hoy no damos abasto porque esto funciona”, dijo el empresario.

    “¡Yo también quiero!”

    Para ella, varios de estos puntos son un caso de libro de un “esquema Ponzi”, un tipo de fraude con el cual los estafadores pagan los intereses de una inversión con el mismo dinero invertido. Esta estructura de estafa piramidal tomó fama con el delincuente italiano Carlo Ponzi, que la aplicó en la década de 1920 en Estados Unidos, aunque otros ya la habían empleado antes.

    “El ejemplo más emblemático lo tenemos con (Bernard) Madoff: una persona de excelente reputación, que ofreció retornos extraordinarios durante muchos años. Hasta que no hubo suficientes inversores nuevos para pagar la ‘rentabilidad’ de los existentes. Y el castillo de naipes se desarmó”, comentó la economista.

    Precedido por su reputación como corredor de bolsa en Wall Street, a Madoff se le atribuye ser el responsable del mayor fraude —por casi US$ 65.000 millones— realizado por una sola persona.

    “Uno explicaba estos principios conceptuales, pero ¿cómo convencer a una persona que durante 20 años recibió una rentabilidad extraordinaria con, como dijo uno de los promotores en una entrevista, ‘cero falta’? Además, hay una característica de los seres humanos: veo a mi vecino ganando mucho dinero, ¡yo también quiero! Tenían la ‘prueba’: el amigo que le fue tan bien con esa inversión. ¡Yo también quiero!”, comentó Mainzer. Y agregó, en referencia a esa ambición que puede nublar la razón al decidir las inversiones personales: “Tenemos la evidencia frente a nosotros, el sentido común nos indica que no es así, pero de alguna manera queremos creer que es verdad. Incluso me han comentado asesores que sus clientes les reprochan que por qué no les ofrecen alternativas tan atractivas” como las que prometían las empresas de capitalización o fondos ganaderos.

    Aconsejó, en resumen, “no olvidar los principios básicos” frente a cualquier inversor. Por un lado, “si es muy bueno para ser cierto, probablemente no sea cierto”. Por otro, “recordar que, a más riesgo, más retorno. Comparar la rentabilidad que me ofrecen con la tasa libre de riesgo”. También “desconfíen, pregunten”.

    Además, instó a prestar atención a si la oferta está o no regulada. “El que ofrece un producto que está habilitado para ofrecerlo por el Banco Central, al menos muestra que tiene una estructura y procedimientos que fueron controlados”, indicó.