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    Plebiscito de la seguridad social puede derrumbar “pilares” consensuados por los principales partidos

    El socio director de CPA/Ferrere destaca logros y señala planes que se fueron “desvaneciendo” en el actual gobierno, reclama más debate de ideas en la campaña y dice que Diego Labat y Gabriel Oddone son “un lujo” como potenciales ministros

    Gesticulando con sus manos, Leonardo Isoardi, socio director de CPA/Ferrere, dibuja en el aire ciertos “consensos” de política como “pilares” que dan estabilidad a Uruguay y son lo que, a los ojos de los inversores, compensan la resignación de ganancia en un país “caro”. Pero luego, representando las consecuencias que, según él, puede traer la eventual aprobación del plebiscito de la seguridad social, una mano atraviesa con violencia esos soportes y “traaa”, la sólida estructura imaginaria cae. “Esa es la incertidumbre. Se está expectante de cómo esto, que es transversal a todo lo demás, impacta sobre esos pilares que ya estaban firmes”, explica. A dos meses de la consulta popular y las elecciones nacionales, esa es una preocupación compartida en distintos ámbitos de negocios.

    Isoardi acaba de cumplir tres años al frente de CPA/Ferrere, una consultora de las grandes del medio local, con más de 1.000 profesionales y presente también en Bolivia, Paraguay y Guatemala. De los factores que juegan a favor y en contra de la atracción de inversiones, de la gestión del gobierno que está terminando —con logros y planes que se fueron “desvaneciendo”— y del año electoral que en su opinión ofrece por ahora escaso debate de ideas y dos potenciales ministros que son “un lujo”, este contador conversó con Búsqueda. A continuación, una síntesis de la entrevista.

    —Hace un tiempo dijo en El Empresario de El País que quien “invierte en Uruguay sabe que va a resignar dos o tres puntitos de inversión”, pero sabe que el negocio “es estable y tiene reglas claras”. ¿Qué factores hacen perder esos puntos de rentabilidad? ¿Qué se debería hacer para cambiar esa situación?

    —Todos sabemos que Uruguay está caro. Pero, en definitiva, los que vienen están dispuestos a eso porque privilegian la estabilidad jurídica, política, la libre entrada y salida de capitales y que el tipo de cambio es relativamente predecible. Estos factores pesan bastante más. Por eso es que se instalan los centros de servicios compartidos, cada vez tienen más gente y exportan más.

    También ayudan a la atracción de inversiones otros factores que hacen al entorno de negocios, como la buena conectividad y la mano de obra calificada —por más que sea más cara que en otros lados— y que tenga compromiso. Todo esto, puesto en la balanza, pesa más. Dicen: “Si me instalo en otro país, capaz gano más pero debo sufrir con (la ausencia de) todo esto”. Prefieren la estabilidad y resignan esos puntos adicionales de rentabilidad.

    —Hoy, la macroeconomía de varios países de la región es mucho más estable que en el pasado. ¿Uruguay se diferencia en este plano?

    —Sigue siendo un diferencial. Somos muy críticos de nosotros mismos, pero si viajás no muy lejos …

    —Tenemos ventaja frente a Argentina. ¿Con Chile, por ejemplo, también?

    —Con Chile no nos despegamos mucho (en lo macro) pero sí en el capital humano necesario para desarrollar el negocio. Es un diferencial que tiene peso. Es cierto que la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información se queja de falta de personal, aunque se está capacitando gente joven y las necesidades se van achicando.

    Pero, además de la estabilidad económica, Uruguay tiene la estabilidad política. Acá ves que, en definitiva, hay ciertos consensos, y ni hablar de las zonas francas o la promoción de inversiones a través de la Comap (Comisión de Aplicación de la Ley de Inversiones), que sigue siendo un régimen muy atractivo en comparación con otros de la región. Son cosas que pesan mucho mucho a la hora de tomar la decisión de dónde invertir. No hablo de comprar un apartamento o de construir un edificio e irse, sino de inversiones de largo plazo, que vienen y se quedan. Ese tipo de inversor prioriza la estabilidad.

    —En seis meses termina este gobierno, que al instalarse generaba expectativas entre el empresariado de bajar cargas y abrir ciertos mercados. ¿Cumplió o decepcionó al sector privado?

    —Mirando los últimos 10 años, para tener perspectiva, Uruguay ha hecho las cosas bien. El crecimiento fue chiquito, está bien, pero la economía creció. Y logró mantener todos los equilibrios que mencioné, el democrático, el jurídico. En este período en particular hubo muchos retos y logró poner la inflación dentro del rango meta, algo que todo el mundo aplaude, y el desafío es que se mantenga, siempre cuidando otras variables. También empezó un camino de desregulación de los combustibles, aunque quedó en una etapa inicial, de las varias previstas. Se trabajó sobre la regla fiscal: el gobierno empezó con un déficit estructural del 4% (del Producto Interno Bruto), apuntó al 2,5% y va a terminar más o menos en 3,5%. Capaz que en este aspecto hay un debe.

    Un punto neurálgico es la digitalización del Estado para ser más eficiente, como se hizo en la DGI o el BPS, y son una prueba de que han mejorado su funcionamiento. ¡La DGI es un relojito! La pandemia aceleró ese proceso y muchos organismos lograron avances, pero eso que empezó con una fuerza gigante se fue desvaneciendo. Ahí habría que haber puesto más recursos. Uruguay debe venderse como un Estado moderno. Indefectiblemente tenemos que ir por ese camino. Y no hablo de inteligencia artificial sino de trámites en línea, para lograr que las cosas sean ágiles, con los mismos o más controles.

    —¿Ha sido una gestión para los “malla oro” y el empresariado?

    —No creo que solo haya jugado para los malla oro. Si fuera así, la inflación no estaría en el rango meta y hubiera sido más fácil tener un tipo de cambio más alto.

    Como todo gobierno, ha tenido aciertos y desaciertos.

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    Leonardo Isoardi

    Leonardo Isoardi

    —¿Cómo ve el tono y los contenidos de la campaña electoral?

    —La campaña recién empezó. Todos esperamos que haya más debates de ideas, en general.

    —¿El relativo favoritismo que le dan las encuestas al Frente Amplio es un factor de preocupación para los empresarios e inversores?

    —En cuatro períodos pasaron todos los grandes partidos. En Uruguay hay un consenso, implícito tal vez, de que hay pilares que, en definitiva, se mantienen. La estabilidad económica, pase quien pase, se va a mantener. ¿Quién no quiere una inflación baja? ¿Quién no quiere que el país crezca más? Esos consensos hacen que el cambio de gobierno sea algo más tranquilo, aunque por supuesto están los énfasis de cada uno. Pero no es nada refundacional, como sucede en otros países. Esta estabilidad es valorada. No veo a nadie que diga: “No voy a hacer una inversión”. De hecho, el dinamismo que hubo en el primer semestre en las fusiones y adquisiciones de empresas demuestra que hay cierta tranquilidad.

    —Por la larga actividad que tuvo en CPA/Ferrere, conoce muy bien a Oddone. ¿Es un nombre que cae bien entre el empresariado como posible ministro de Economía en un gobierno del Frente Amplio?

    —Hasta hace un año Gabriel estaba en el sector privado… Desde el punto de vista técnico y por su capacidad, él es impresionante. Pero ojo que, honestamente, pienso lo mismo de Diego Labat, a quien también conozco. Hoy estamos con dos ministros que serían un lujo, enmarcado en el énfasis que le daría cada uno. No es como en otros momentos donde podía ser A o B. Ambos son muy buenos.

    —En estos días hubo algunos cruces públicos con dirigentes del Frente Amplio a raíz de comentarios de Oddone sobre la política salarial. ¿Preocupa que haya diferencias en la conducción económica de un eventual gobierno frenteamplista como pasó en otros períodos?

    —No veo una preocupación.

    Por otro lado, lo que planteó Gabriel fue en el marco de una desindexación general de la economía, no de los salarios, aunque estando en campaña agarraron eso. La pregunta es si el mercado (y) todos estamos dispuestos a no indexar nuestros contratos. Y no tengo una respuesta frente a eso. Se requiere un análisis muy profundo.

    El día después, cuando el país diga: ‘Che, yo preciso esta plata’, no va a conseguir esas tasas baratas que obtiene ahora. Eso también hay que considerarlo entre las consecuencias del plebiscito El día después, cuando el país diga: ‘Che, yo preciso esta plata’, no va a conseguir esas tasas baratas que obtiene ahora. Eso también hay que considerarlo entre las consecuencias del plebiscito

    —Señaló que la elección presidencial no genera ruidos. ¿El plebiscito de la seguridad social sí lo hace?

    —Como dije, el país tiene determinados consensos que se respetan. El plebiscito es algo que atraviesa todo eso de manera transversal. ¿Queremos una inflación baja? Todos estamos de acuerdo. ¿Queremos crecer más? Todos estamos de acuerdo. Viene esto y traaa. Esa es la incertidumbre. Se está expectante de cómo esto, que es transversal a todo lo demás, impacta sobre esos pilares que ya estaban firmes.

    —¿Qué podría pasar si se aprueba la papeleta por el Sí, al que las encuestas muestran niveles de apoyo rondando el 40%?

    —Ese porcentaje es un piso alto, sí.

    Yo le llamo el día después. Se aprueba el plebiscito y qué debe pasar: hay que traspasar los fondos previsionales (a un fideicomiso) en dos años, según la papeleta. Si se mira la Rendición de Cuentas, para cubrir el déficit (fiscal) actual hay que emitir US$ 4.500 millones de deuda. Hoy Uruguay tiene el riesgo país más bajo, una calificación de riesgo histórica y tasas superbajas. El día después, cuando el país diga: “Che, yo preciso esta plata”, no va a conseguir esas tasas. Eso también hay que considerarlo entre las consecuencias del plebiscito. Se podrá decir que esto no es nada respecto de todo lo demás, pero hay que tenerlo en cuenta.