Por otro lado, el nuevo convenio constitutivo, que entró en vigor en febrero del 2024, contempla poder incorporar como nuevos miembros a países u organismos. Queremos complementar la visión de los países fundadores, que conforman el corazón de Sudamérica a partir de la cuenca del Plata, de manera que podamos realizar nuestra misión, que es primordialmente la integración regional y con el resto del mundo. La incorporación de nuevos miembros también puede reforzar la gobernanza y diversificar nuestras fuentes de financiamiento, mejorar la calificación del riesgo, y permitir ofrecer productos y servicios mejores y más competitivos.
El hecho de que somos un banco pequeño de cinco países hace que la gobernanza dependa exclusivamente de ellos. Eso es muy bueno, porque hay una visión compartida de la integración a pesar de las diferencias entre los países. Pero, frente a las calificadoras de riesgo, esto nos castiga al estar concentrados en estos cinco países. Por lo tanto, sumar nuevos miembros nos ayuda a diversificar, a pesar de que no queremos perder el foco que tenemos: no queremos ser un banco que esté lejos de la región, (sino que) queremos trabajar en la región, en el Mercosur, en la conectividad con sus vecinos y luego, con el resto del mundo.
Ahora la tendencia es más de negociaciones bilaterales, específicas. Pero si no tenemos una infraestructura de conectividad y de integración fortalecida en la región, los países individualmente no podrán establecer esas relaciones bilaterales. Entonces, cada vez más vemos la fortaleza de Fonplata como un banco para la conectividad y que apoye a la integración regional. Si Uruguay decide vender a China, ¿cómo va a salir el producto si la infraestructura de conectividad no está estructurada? El Mercosur tiene acceso al Atlántico, pero para llegar al Pacífico necesita de Chile, de Perú, de Panamá, precisa de esa buena conectividad.
—¿Qué posibilidades en materia de financiamiento abrirá la capitalización?
—Pasamos de un promedio de aprobaciones anuales por US$ 50 millones en 2012 a un récord de US$ 765 millones en 2024. La idea es mantener un promedio de aprobaciones y desembolsos anuales de alrededor de US$ 500 millones a US$ 600 millones hasta la capitalización, para que podamos, de manera gradual, crecer con posterioridad a la capitalización a US$ 1.000 millones anuales.
Por lo tanto, tenemos una posición financiera un poco justa, pero contamos con la confianza de nuestros países, que ayuda muchísimo a la continuidad de nuestro ciclo de crecimiento y reafirma nuestro compromiso con un Fonplata cada vez más relevante, para apoyar con mayor efectividad y acercar el desarrollo a la gente con acciones en las zonas más alejadas a las que otros organismos no llegan.
—¿Cuáles podrían ser los próximos miembros en adherir a Fonplata?
—En lo más próximo, dentro de la región, estamos hablando con Colombia, que tiene interés, podría ser Chile, Perú o Ecuador. Tenemos algún interés de países de Centroamérica. Y de fuera de la región sería Emiratos (Árabes Unidos) o algún europeo, como los nórdicos, ya sea como miembros o cooperantes.
Estamos en una fase muy inicial de negociaciones, porque recién el año pasado tuvimos el convenio constitutivo autorizado y el Congreso de Brasil fue el último en aprobarlo. Ahora, con el cierre de las negociaciones sobre la capitalización, es que vamos a saber cuántas sillas los gobernadores de Fonplata están dispuestos a ceder.
—¿Cuál sería el aporte de capital de Uruguay? ¿El país se beneficiaría como receptor de préstamos?
—Hoy el capital de Fonplata es aportado en un tercio por Brasil, un tercio por Argentina y un tercio igualitariamente distribuido entre Uruguay, Paraguay y Bolivia. Pero, independiente de ello, la cartera está más o menos distribuida de manera igualitaria y eso es lo que queremos hacer. También los votos para definir la estrategia y la intervención son igualitarios entre los cinco países. Es un concepto de cooperativa.
La idea es que en los próximos meses tengamos la definición de las etapas de la capitalización —que sería en hasta 10 años— y cuánto se va a ceder para los nuevos miembros. A lo que estamos apuntando es a que por lo menos entre 70% y 80% del capital siga en manos de los cinco países fundadores y el resto se puede ceder a dos, tres y hasta cuatro miembros nuevos. Además, ningún nuevo miembro podría tener individualmente más que el mínimo que el país más pequeño. Por ejemplo, si entra Colombia, no tendrá más acciones que Uruguay.
Pero estos números finos se van a terminar de arreglar en los próximos meses, también porque estamos esperando a que las nuevas autoridades uruguayas entren en funciones.
En relación con la cartera, para Uruguay antes no era muy grande, pero se equilibró en los últimos años: tiene 20% o 25% de la cartera.
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Botafogo con el intendente Antía, la ministra Arbeleche y el director de OPP, al firmar en octubre un préstamo para Maldonado
MEF
—¿Cómo explica el rol de Fonplata cuando otros organismos, como CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, también dan apoyo para infraestructura? ¿Hay complementariedad o eventualmente compiten y se duplican esfuerzos?
—Tenemos muy buena complementariedad con todos los otros organismos, aunque cada uno tiene sus especificidades. Fonplata tiene la característica de ser un banco que llega a la última milla, ya en la parte final de los proyectos, y hacemos intervenciones un poco menores que lo que hace CAF y, por supuesto, las del BID o el Banco Mundial.
Tenemos un acuerdo —la declaración de Sucre— de complementariedad con todos los bancos para trabajar en conjunto. Este es el gran reto de los organismos; ni todos los fondos de todos en conjunto serán suficientes para hacer frente a la brecha de infraestructura de la región. Por lo tanto, debemos ser muy estratégicos para, juntos, elegir las prioridades y complementarnos.
La visión antigua de competencia ya no existe más, porque la verdad es que no hay recursos suficientes para todo lo que la región necesita.
—Ahora todos los miembros del Fonplata son, a su vez, socios plenos del Mercosur. ¿Cómo ve al bloque —sobre el cual el presidente argentino, Javier Milei, tiene una visión muy crítica y el gobierno de Uruguay ha expresado insatisfacción— y el rol de Fonplata en ese contexto?
—Fonplata, hay que aclarar, no hace parte de la estructura del Mercosur, aunque tenemos coincidentemente a los cinco miembros. Lo que sí Fonplata puede ser es un instrumento concreto y bastante eficiente que pueda apoyar a la integración de los países.
El Mercosur fue creado como un foro de discusión para encontrar mejores soluciones para sus miembros. Pero, por ser un ámbito multilateral, las visiones de los países son distintas, y es normal y saludable —es la forma de mejorar— que haya divergencias. De todas maneras, nuestros vecinos siempre serán nuestros vecinos y, por lo tanto, debemos buscar maneras eficientes de financiar esta integración y de poder revitalizar la relación. Luego, cada uno tendrá un desafío específico y podrá, de su parte, buscar soluciones, sea de manera bilateral con el vecino o con otros países.
Esta integración es necesaria. Hay un problema que, creo, ahora está empezando a cambiar: el comercio intrarregional es menor al 18%; es una de las regiones que menos comercia internamente. Brasil compra fertilizantes de Ucrania, de Rusia y, con todo el problema global, podría comprar minerales o insumos agrícolas de Bolivia, que está al lado. ¿Por qué no comercian? Falta infraestructura, faltan carreteras, puentes, aduanas para poder comerciar Brasil con Bolivia o Bolivia con Argentina. Por lo tanto, esta es la vocación de Fonplata: apoyar a la infraestructura y otros temas de integración entre los países.
—¿Ve perspectivas positivas para el comercio interregional en este contexto de “guerra comercial” a partir de la actitud proteccionista del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos?
—En mi opinión, la perspectiva es más que positiva. Debería haber una voluntad, independiente de todos los foros multilaterales… ¡No es voluntad, es necesidad! Los países solos, y Uruguay como país chico, no podrán crecer si no están conectados con otros. Y para que Uruguay o Argentina puedan comerciar con China o con Estados Unidos tienen que conectar con la cadena de valor, las empresas. Si no, nunca vamos a ser una región competitiva. No hay otra salida. Por lo tanto, ya no es un tema de voluntad, es una imposición (de la realidad).
—Fonplata apoyó a Uruguay con fondeo para las pymes durante la pandemia y en la emergencia hídrica. ¿Cómo prepararse para este tipo de crisis, que se presagian como más frecuentes?
—Estas crisis las vemos como (un tema) cada vez más fuerte.
Fonplata apoya la agenda y las demandas de los miembros; en la pandemia, lo que necesitaba Uruguay era crédito para las empresas pequeñas o unipersonales. En la crisis hídrica demandó apoyo para el abastecimiento de agua.
Lo que pueden hacer Uruguay y todos los países es pensar en infraestructura que sea eficiente y también resiliente ante estos eventos. Esto incluye la modernización de los sistemas de distribución de agua, la energía y el transporte. Hay que invertir mucho en esto y mejorar la coordinación. También hay que invertir en ciencia y tecnología. Por lo tanto, son una cantidad de elementos y, desafortunadamente, todo sale muy caro y tenemos que priorizar. Por eso vuelvo al tema de la cooperación de los (organismos) multilaterales frente a las demandas que vienen de la mano de estas crisis.
—En los últimos 10 años Uruguay creció a una tasa promedio apenas superior a 1%, lo cual parece un problema para sus perspectivas de desarrollo. A su juicio, ¿dónde están los cuellos de botella y qué aspectos deberían estar presentes en una agenda de cara al próximo período de gobierno?
—El cuello de botella, no solo de Uruguay sino de toda la región, es la competitividad y la integración. Hay que fortalecer las cadenas de valor en la región y se precisa una infraestructura para la integración que atienda a esta demanda respecto de la competitividad. Por lo tanto, no sirve simplemente hacer una carretera; tenemos que tener muy claro por qué en esta carretera se va a transportar qué productos y qué empresas la utilizarán.
Uruguay es un país chico y no va a crecer si no atrae empresas para producir localmente, pero que puedan conectarse con los países vecinos. Por supuesto, necesita infraestructura y un marco regulatorio que permita liberar los productos de manera rápida… En Ciudad del Este vi 10 kilómetros de camiones esperando para pasar a Brasil. ¡¡Esto no es aceptable para una región como la nuestra, tan pobre!! Actuar sobre estas cosas es mucho más efectivo para la reducción de la pobreza que, a veces, un programa social.