La caída de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida de la población uruguaya tuvieron un impacto en el sector de los cuidados: el número de los trabajadores que se dedican al cuidado de personas mayores aumentó y disminuyó el de quienes se dedican al cuidado de niños.
Actualmente hay unas 29.000 personas que se dedican a cuidar a los más adultos, mientras son unas 26.000 las que se ocupan del cuidado de los más pequeños. Diez años atrás, eran 26.000 los primeros y 30.000 los segundos.
Así, son en total unas 55.000 personas las que actualmente trabajan de forma remunerada en el sector de los cuidados en Uruguay.
En la última década, el sector tuvo un crecimiento (de 13% entre 2013 y 2018), aunque registró una caída durante la pandemia de Covid-19 —especialmente en el cuidado de niños— de la que aún no se recuperó completamente: en 2023, la cantidad de personas ocupadas en cuidados eran 5.400 menos que en 2019, previo al Covid.
Los datos surgen de una investigación de los autores Martín Lavalleja y Viviana Piñeiro, realizada por encargo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y titulada Estudio prospectivo del mercado laboral y formación en el sector cuidados. El estudio analiza, entre otros aspectos, las condiciones laborales, el nivel educativo de los trabajadores del sector de los cuidados y las necesidades de formación a futuro.
De acuerdo a la investigación, los cuidadores en general tienen un nivel educativo similar al del conjunto de las personas ocupadas. Sin embargo, entre quienes cuidan a personas mayores y con discapacidad, se registran menores niveles de educación: el 81% no completó la educación secundaria. Entre los que se emplean en el cuidado de niños, en cambio, el porcentaje de quienes no completaron secundaria ronda el 60%.
Cuando los autores analizan con mayor detalle las categorías dentro del sector, encuentran que son las cuidadoras de residenciales para el cuidado de personas mayores o con discapacidad las que tienen menores niveles educativos: el 94% no completó el liceo.
Al bajo nivel educativo se suma que se trata de trabajadores que tienen mayores índices de pobreza que el conjunto general de los empleados, peores salarios y mayor informalidad. Además, se trata de un sector altamente feminizado: 95,8% de las personas empleadas son mujeres, según datos de 2022 publicados por el Instituto Nacional de Mujeres.
El estudio advierte sobre los problemas que se detectan en cuanto a la baja profesionalización de la tarea de cuidados en los residenciales. Si bien estos servicios "cuentan con una regulación laboral con claros requisitos para la formación" de los cuidadores, "la lógica actual de funcionamiento aún no muestra resultados positivos en materia de profesionalización de la tarea, mejores condiciones de trabajo, mejoras sustantivas en la calidad ni mayores proporciones de trabajadoras/es con formación adecuada".
Los investigadores señalan que hay un déficit de personas formadas o certificadas para las tareas de cuidados. Las personas que egresan de los programas de formación no alcanzan a cubrir la demanda, incluso en un escenario de muy baja formalidad.
La calidad de la atención en los residenciales para adultos mayores y la capacitación del personal que se ocupa de los cuidados tomó relevancia en el debate público en las últimas semanas, luego de que ocurrieran varias muertes por incendios en este tipo de establecimientos. En la primera semana de julio, 10 personas mayores murieron en un incendio en un residencial de Treinta y Tres. El accidente ocurrió durante la noche, cuando los adultos estaban al cuidado de solo una cuidadora, de 20 años. Unos días después, otro incendio, esta vez en un residencial en Salinas, provocó la muerte de tres adultos mayores.
La idoneidad del personal es un tema considerado frágil en el sector, especialmente en el interior del país. “Es el lugar de primer empleo para muchas personas, sobre todo mujeres con experiencia en cuidados en el hogar”, dijo a Búsqueda Juan Sparkov, portavoz de la Asociación de Residenciales del Adulto Mayor (Aderama).
Según información del Ministerio de Salud Pública, en Uruguay hay registrados 1.260 residenciales, de los cuales 221 (17%) están habilitados. En ellos residen unas 18.000 personas y trabajan unos 9.600 funcionarios.
Alta informalidad y bajos salarios
El sector de los cuidados "se ha distinguido de manera negativa por los altos niveles" de informalidad, señalan los autores del estudio del Ministerio de Trabajo. La tasa de informalidad se ubica en el entorno del 40%, casi el doble de lo que se registra en el conjunto de las personas ocupadas.
Los mayores niveles de informalidad se dan cuando las tareas de cuidado son contratadas por los hogares, ya sea en el cuidado de niños y niñas (72%) o en personas mayores y personas con discapacidad (57%). En cambio, en la enseñanza y el cuidado contratado por hospitales son los ámbitos con menor informalidad. "El resto de los ámbitos muestra niveles de informalidad intermedios, aunque siempre superiores a los del conjunto de las personas ocupadas", indica el estudio.
El salario medio real de los trabajadores del sector de los cuidados muestra una "tendencia creciente": pasó de $ 20.000 mensuales en 2012 a $ 24.200 en 2023. En comparación con el conjunto de las personas ocupadas, la remuneración del sector de cuidados "es sensiblemente más baja", indican los investigadores. En los residenciales, el salario mensual medio es de $ 28.833.
Además de enfrentar peores condiciones de trabajo e ingresos más bajos que el conjunto de los trabajadores, en los hogares de las personas que se emplean en los cuidados la incidencia de la pobreza es más alta. Para los autores, "llama la atención como sobresalen los altos niveles de incidencia de la pobreza", particularmente entre los trabajadores que se desempeñan en el cuidado de niños y entre quienes están empleados en residenciales destinados al cuidado de personas mayores y personas con discapacidad.
Por otra parte, la composición de los hogares que integran las personas que trabajan en cuidados de forma remunerada muestra que "se trata de situaciones con amplias necesidades" e "importantes dificultades para obtener recursos". Hay, por ejemplo, "una sobrerrepresentación" de los hogares monoparentales (un solo progenitor) extendidos (más otros parientes) o compuestos (otras personas no parientes).
Esto deriva en la situación paradójica de que los cuidadores necesitan, a su vez, de servicios de cuidados para sus hijos o adultos mayores a cargo.
Por eso, los autores sostienen que cualquier estrategia de formación y valorización de la tarea remunerada en el sector de los cuidados necesita, para tener éxito, proveer soluciones de cuidado que permitan a los trabajadores tener tiempo suficiente para poder formarse y aprovechar las oportunidades que se creen desde las políticas públicas.
Por otra parte, el estudio indica que "el desarrollo de la formación es difícil de imaginar sin un reconocimiento social y económico del trabajo en cuidados, y esto resulta imposible sin mejorar aspectos como la remuneración y las condiciones de trabajo en el sector".
Asimismo, el informe señala que una mayor inversión pública en servicios de cuidados impactaría positivamente en la capacidad de las mujeres de insertarse en el mercado laboral; la tasa de empleo de las mujeres en Uruguay pasaría de 60,9% en 2019 a 69,9% en 2030 “al permitirles liberar tiempo que hoy dedican al trabajo no remunerado en cuidados”.
De acuerdo a los autores, las condiciones actuales del sector y sus perspectivas de crecimiento hacen de los cuidados "uno de los mayores desafíos nacionales en materia de generación de empleo decente".