Horas y días
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada seis parejas en el mundo tiene problemas de fertilidad. La OMS, que la califica como una enfermedad (“eso es algo discutible”, dijo Roselló), la define como la incapacidad de lograr un embarazo luego de al menos un año de relaciones sexuales sin protección. Tener hijos también es considerado un derecho humano. En Uruguay, la Ley 19.167, aprobada en 2013 y reglamentada en 2015, regula las técnicas de reproducción humana asistida de alta complejidad, en las que se manipulan gametos o embriones, como la fertilización in vitro, la inyección inatracitoplasmática de espermatozoides, la transferencia de embriones y su criopreservación, la donación de embriones u óvulos y la subrogación de vientres.
“Todas las leyes son mejorables a medida que cambian las necesidades”, señala Roselló. Su proyecto es una ampliación de esa ley y apunta sobre todo a dos aristas: laboral y económica. En la primera, en lo referido a las mujeres trabajadoras, se les otorga dos días de licencia especial al año con goce de sueldo para someterse a la una de las técnicas, para lo que solo precisarán un día de preaviso a su empleador o a sus empleadores.
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“La realidad actual es bastante compleja. Como hoy no hay nada reglamentado, en este caso se depende exclusivamente de la buena disponibilidad de los empleadores. Por eso queremos darle un marco legal, dejarlo a texto expreso”, indica Roselló. Las tres clínicas habilitadas por el Ministerio de Salud Pública (MSP) para estas técnicas —Centro de Reproducción Humana, Centro de Esterilidad Montevideo, Clínica Suizo Americana— se encuentran en Montevideo, lo que dificulta mucho a las pacientes que tienen que venir a las apuradas desde Rivera o Artigas para realizarse un procedimiento al día siguiente. El tiempo no sobra y es tirano. “Estos tratamientos dependen de ciclos de la naturaleza”, agrega.
Ese centralismo está patente en las cifras. Según un estudio estadístico del FNR, entre los años 2015 y 2023 el 51,9% de las solicitudes provino de Montevideo. En la capital, Maldonado y Canelones la tasa de solicitantes de estos tratamientos es de 8,9, 8,01 y 7,8 cada 1.000 mujeres, respectivamente, de un promedio nacional de 7,26. Las más bajas están en Salto (2,10) y Artigas (2,98).
Mariano y Yamila trabajan en el sector privado. Ella cree que, de no vivir en Montevideo y de no tener excelente relación con su jefe, el camino hacia Paz hubiese sido aún más difícil del que fue.
A su vez, el articulado menciona que cada uno de los involucrados (incluye también a los varones) puede pedir cuatro horas al mes para asistir a consultas, estudios o procedimientos relacionados con estas técnicas.
El proyecto eleva de 39 a 40 años el tope de edad para que una mujer pueda solicitar los tratamientos. “Parece solo un año, pero cambia mucho”, indica Roselló. También innova en fijar los 45 años como el máximo de edad para que una mujer sea receptora de una donación de gametos o embriones.
Mucha plata
Pero lo que la exposición de motivos considera “el problema más crítico que enfrentan las personas infértiles” en Uruguay es el dinero. Estas técnicas son muy caras. Además, son las únicas solventadas por el FNR que requieren un copago del paciente.
“No sabemos cuánto gastamos… por suerte”, se ríe hoy Mariano. Más allá de que el FNR les otorgó una financiación parcial, una búsqueda que comenzó en 2019, que tuvo una pandemia de por medio que paralizó todo, que supo de un diagnóstico médico inicial erróneo, un aborto espontáneo, búsqueda de donantes, transferencia, intentos fallidos, más transferencias, estudios no incluidos por el fondo, ciclos, consultas y traslados, de su bolsillo tuvieron que poner entre 15.000 y 20.000 dólares, según estima el padre. Sus vivencias son más una regla que una excepción, cuentan quienes las vivieron. Afortunadamente, afirma el padre, ellos pudieron contar con respaldo familiar y de amigos. No todos tienen esa suerte.
Según los precios vigentes al 31 de diciembre de este año, cada ciclo completo (incluyendo medicación, transferencia embrionaria y criopreservación de embriones por dos años) cuesta $ 333.938. Dependiendo del ingreso nominal mensual de la pareja que pide el tratamiento, su copago puede ser de cero, de 25%, 50%, 75% u 85%. Este año sería gratis para esas parejas que ganan menos de $ 65.760 pesos. De ahí a $ 131.520, abonan el 25% del tratamiento (que pueden requerir, por más dinero, biopsias o transferencias). El siguiente nivel, para aquellas que perciben hasta $ 223.584, reduce la financiación a 50%. Si la pareja gana más de $ 394.560, pagará el 85%.
El éxito de estos tratamientos está muy lejos de estar garantizado: según estas estadísticas del FNR, de las 6.811 transferencias embrionarias realizadas en todo el período analizado culminaron en parto el 30%.
El proyecto de ley propone, lisa y llanamente, eliminar ese copago y que el FNR financie la totalidad del tratamiento.
La presidenta del FNR, Alicia Ferreira, dice a Búsqueda que los copagos son “equitativos”, ya que estos se calculan “en relación con los ingresos de las personas”. Pero nadie en el MSP ignora que esa equidad está más lejana en los hechos. Las mismas estadísticas oficiales arrojan que solo el 15,6% de las 5.653 mujeres a quienes se les autorizó estos tratamientos provienen del sector público, ya sea de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), el Hospital de Clínicas o las sanidades policial y militar, donde se atiende la población más vulnerable y de menos recursos. La equidad es mucho más un norte que una realidad.
“Según los técnicos con los que me he estado asesorando, hoy en Uruguay hay menos de 1.000 parejas en tratamiento. Pero ese es un número difícil de cuantificar porque muchas prefieren ir a Brasil o Argentina a hacerlo, el resultado es el mismo pero gastan mucho menos, pese a que tienen que pagar pasajes, nafta o estadía”, asegura Roselló.
En trámite
El proyecto fue presentado la semana pasada en la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados. Roselló (que es a la vez diputada suplente de la banca de Felipe Schipani y senadora suplente de la de Robert Silva) ya inició contactos con sus colegas de ese organismo, como el nacionalista Pedro Jisdonian y el frenteamplista Gabriel Otero, que la preside. “Queremos que se apruebe lo antes posible. Y ya le mencioné el tema a la ministra (de Salud)”, Cristina Lustemberg, agregó. Roselló y la jerarca, además, tienen un buen vínculo personal.
La presidenta del FNR, Alicia Ferreira, al tanto de esta iniciativa, dijo a Búsqueda que el proyecto le merece interés. “Todo lo que permita expandir los derechos de las mujeres a ser madres lo vamos a analizar”, aseguró. Pero siempre hay un pero, y en este caso es la plata: una eliminación de los copagos significa que el Fondo, o sea el Estado, tenga que hacerse cargo. La palabra aquí, destaca, la tiene el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
María Eugenia Roselló. Foto: Mauricio Zina / adhocFOTOS
Mauricio Zina / adhocFOTOS
El tema, igualmente, está sobrevolando el MSP. En una rueda de prensa el martes, el subsecretario Leonel Briozzo señaló que se buscará que “los copagos disminuyan un poco para hacer más accesible a las mujeres y parejas que quieren enfrentar este proceso” lograr un embarazo, según consignó El Observador.
“Las familias, casi todas de clase media, se endeudan para tener hijos. Muchas veces acuden a un préstamo. Y como los tratamientos a veces fallan, esperan a cancelarlo para sacar otro e intentarlo de nuevo”, cuenta Roselló. “En un país como este, con la crisis demográfica que tiene, no puede ser que existan estas barreras para tener hijos”, agrega. Es el mismo país donde el actual presidente, Yamandú Orsi, y su antecesor, Luis Lacalle Pou, debieron recurrir a estas técnicas para ser padres.
Igualmente, en este tipo de casos no hay ley que pueda suprimir la angustia que puede llegar a sufrir una pareja en estos procesos de ensayo y error donde además el tiempo y la edad juegan en contra. A más años, menos chance. “Vivís teniendo microduelos… o duelos, yo terminé teniendo una depresión importante, ya no podía ir ni a un baby shower si me invitaban”, admite Yamila. “Hay sensaciones encontradas, es algo difícil de explicar. Viene un amigo y te cuenta que va a ser padre y vos te alegrás… pero no, también pensás ‘y por qué yo no’”, agrega Mariano. Mientras seguían el trámite, en 2023 convinieron no hablar del tema que los agobiaba, para no agregarle hiel a una espera que no fue tan dulce. Paz, que vino al mundo el año pasado y en fecha patria, sigue tozudamente peleando contra el sueño, ya tiene tres primitos con quienes jugar nacidos durante el tiempo que sus padres la buscaron.