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    Economía mata cripto

    Milei llegó para atender en el hospital de guerra, como no hicieron ni Cristina Kirchner, ni Mauricio Macri ni Alberto Fernández

    Columnista de Búsqueda

    La cripto para Javier Milei no fue criptonita, un mineral que era la única arma que podía debilitar y vencer a Superman.

    Es cierto que el escándalo de $libra puso en aprietos al presidente argentino y su gobierno, que debieron lidiar con días de tensión luego de quedar envueltos en una operación de criptomonedas, para muchos —la oposición—, una estafa, para el gobierno, simples reglas de juego de un casino. La pregunta en todo caso es: ¿qué hacía el presidente al pie de esa ruleta?

    Antes que nada vale la pena preguntarse: ¿qué repercusiones pueden esperarse del criptogate para Milei?

    Acá vale la pena dividir la respuesta en tres planos.

    Primero. En la opinión pública parecería que poco ha sido el impacto.

    El 99% de la población no sabe qué son las criptomonedas e incluso los que operaron en pantallas aquel viernes 14 de febrero a la noche de la Argentina tenían que saber muy bien cómo hacerlo: utilizar determinadas exchange, tener tokens en Solana —otra plataforma—, luego copiar y pegar un código. Así y todo había que hacer todo eso en un par de horas. No era una estafa para jubilados o docentes.

    El CEO de la billetera Belo, Manuel Beaudroit, salió a decir lo siguiente: “Lo que logró el presidente en la economía ha sido muy importante” —refiriéndose al avance en la baja de la inflación y la estabilización—, pero “hablando mal y pronto, creo que cripto no le interesa a nadie. El impacto de esto puede ser acotado: no creo que en la calle cambie la mirada hacia el presidente por esto”.

    Segundo. En el plano institucional el impacto del criptogate sí está más opinado.

    Un fiscal en Buenos Aires, Eduardo Taiano, tomó la iniciativa para establecer las “circunstancias de tiempo, modo y lugar que rodearon a la creación y el lanzamiento de $libra”. Busca así determinar qué grado de participación tuvieron Milei y los distintos responsables de la criptomoneda. Pidió el tuit borrado por el presidente que promocionaba la cripto y audiencias de él y otros funcionarios con los involucrados.

    La Fiscalía busca desentrañar todo lo pertinente a la criptomoneda y si su lanzamiento guarda lazos con funcionarios del gobierno de La Libertad Avanza, y en ese punto cuál podría ser —o no— el grado de involucramiento de Milei.

    También habrá que seguir las implicancias de investigaciones en Estados Unidos, dato no menor.

    De todas maneras, se sabe que los tiempos judiciales son largos y esas consecuencias podrían verse incluso en años.

    ¿Juicio político? No parece plausible. La Constitución argentina exige mayorías de 2/3 para acusar y destituir al presidente. Actualmente, nadie cuenta con bancas suficientes como para alcanzar ese número. Si bien Milei tiene solo un 10% del Senado y un 15% de la Cámara de Diputados, si se suman los bloques aliados (como el PRO, parte de la UCR y algunos partidos provinciales), el presidente está protegido frente a un pedido de juicio político.

    ¿Y qué pasa con las alianzas del gobierno en el Congreso para sacar leyes favorables?

    En la misma semana del escándalo, el gobierno logró sacar el proyecto Ficha Limpia y la suspensión de las PASO. El próximo test será cuando envíe al Congreso el programa con el Fondo Monetario Internacional.

    Tercero. El impacto en el mercado logró ser revertido.

    La caída que registraron el primer lunes la Bolsa y los precios de las acciones, después del escándalo, fue detenida. Clave ha sido el torniquete que el gobierno aplica sobre la principal hemorragia de la economía argentina. ¿Qué torniquete? El cepo cambiario, o sea, los controles cambiarios que todavía existen en la Argentina —rigen desde la época de Mauricio Macri— y como consecuencia de que en el Banco Central no hay reservas.

    Es cierto que aun con cepo la situación puede descontrolarse y entonces no hay que restarle mérito al gobierno de haber domado al mercado: Alberto Fernández tuvo cepo y una brecha cambiario de casi 200% que fogoneó márgenes de rentabilidad récords a las empresas y un festival de especulaciones con los mercados paralelos.

    El escándalo de $libra deja una lección. Según el politólogo Ignacio Labaqui, “muestra una vulnerabilidad por parte del gobierno que no conviene desatender. Un grupo de individuos inescrupulosos capaces de montar una estafa tuvieron acceso privilegiado al presidente y lo involucraron en un hecho escandaloso. De lo cual se desprende que Javier Milei no pareciera tener en su entorno a alguien que lo cuide de cometer errores no forzados”.

    El gobierno por lo tanto deberá maximizar su funcionamiento, organización y proceso de toma de decisiones si quiere sobrevivir a los próximos tres años. Falta mucho.

    Mientras tanto, ¿qué es lo que está ocurriendo en el terreno de las personas de a pie en la Argentina?

    La economía se ha ”estabilizado”, y de una manera más abrupta que la esperada un año atrás, cuando Milei estaba en plena batalla para ver si era capaz de revertir aquella aceleración inflacionaria inyectada entre 2022 y 2023, cuando el entonces gobierno peronista quedó envuelto en una pelea interna entre sus principales tres conductores (Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa). La economía terminó yéndose al demonio y ganó Milei.

    El principal activo entonces de la gestión de Milei es haber bajado la inflación. Y vale aclarar que utilizamos (más arriba y entre comillas) el término estabilizado para comparar la situación actual a la de hace un año: vale subrayar que el punto en el que se encuentra hoy la economía argentina está lejos de ser uno estable, con una inflación de 2% mensual y casi 40% de pobres. Solo la situación de hoy en la Argentina puede llamarse ”estable respecto a…”: respecto al final del anterior gobierno. Según el economista argentino Fernando Marull, “la Argentina todavía sigue en terapia intensiva”.

    Milei tiene y tendrá cientos de oportunidades para recordar que lo que recibió el 10 de diciembre de 2023 fue un hospital de guerra más que un quirófano macroeconómico. Y en ese hospital de guerra Milei tomó lo que tenía a mano: un serrucho, un martillo, una motosierra. No había margen para el bisturí, primero, porque no estaba y, segundo, porque la situación era suficientemente grave como para usar un elemento de precisión. Cirugía mayor sin anestesia.

    No hubo país en el mundo (sí, leyó bien: en el mundo) que no estando en guerra o conflicto civil haya desestabilizado su macroeconomía como la Argentina hizo entre 2008 y 2024. No lo dice este autor, sino el economista Oscar Cetrángolo, investigador del Conicet, profesor de la Universidad de Buenos Aires y ex-Cepal. Cetrángolo es un experto en la rama de la economía que estudia las finanzas públicas y cómo se organizan los servicios que provee el Estado, así como sus números.

    Para este economista lo que vivió la Argentina a la salida de la convertibilidad, una vez que la situación se estabilizó política y económicamente, fue una suerte de retroceso, en el sentido de que durante los tres últimos lustros se presenció “la introducción de un ‘programa de desestabilización macroeconómica’ que aumentó el gasto público en el equivalente de aproximadamente 18 puntos porcentuales del PIB en tan solo una década, volviendo a recurrir al financiamiento monetario. No solo se agravaron los problemas estructurales del país”, sino que volvió a sufrir de alta inflación y de “niveles insostenibles de endeudamiento”.

    El punto de partida entonces para explicar el actual presente es 2008 según Cetrángolo. Y lo que vemos es que recién hoy la Argentina recuperó la situación fiscal (de equilibrio) de aquel entonces. Un camino que las izquierdas de Chile, Brasil o Uruguay no han recorrido.

    Milei llegó para atender en el hospital de guerra, como no hicieron ni Cristina Kirchner, ni Mauricio Macri ni Alberto Fernández.

    ¿Cómo lo hizo?:

    —con una abrupta caída de los haberes previsionales, profundizando la política desarrollada por los gobiernos de Macri y Fernández;

    —reduciendo el financiamiento para gobiernos provinciales que tienen a su cargo servicios esenciales para la formación de capital humano (educación básica, salud pública, agua, entre otros) y seguridad y gastos en infraestructura;

    —manteniendo casi todos los impuestos nacionales distorsivos como impuesto al cheque y retenciones.

    Milei aplicó un ajuste doloroso para muchos sectores de la sociedad que ya estaban sufriendo desde hace tiempo. Se podrá discutir si esta era la única forma de equilibrar las cuentas y cuáles eran las alternativas. Hacia el futuro queda la discusión acerca de qué hará Milei para mejorar el sistema previsional, la educación y la salud sin que la inflación reviva y resistiendo las presiones de los sindicatos y los votantes. Esa sí sería criptonita para Milei. Una mucha más dañina que $libra.