El superpoder de liderar

La reciente elección de un nuevo presidente para nuestro país marca el inicio de un período crucial en la administración pública, en el que la selección del equipo de ministros y la conformación del gabinete se convierten en decisiones estratégicas de gran impacto. Yamandú Orsi define en estas horas quiénes serán nombrados como futuros titulares de cada cartera, entre otras tantas asignaciones de dirección que también se harán luego. Muchos actores del sector político que hasta ahora son pares y colegas que hablan de igual a igual serán elegidos para dirigir equipos de trabajo. A diferencia del joven Kent, estos poderes les serán otorgados públicamente y serán visibles para todos.

Para realizar una transición exitosa, hay que adaptarse en consecuencia. Esto requerirá un cambio de enfoque y mentalidad, así como un compromiso para adoptar disciplinas de liderazgo que podrían derivar en el éxito de la gestión que dicha persona tiene por delante. Pero ¿qué es exactamente lo que podría cambiar? Empecemos por algunas dimensiones que seguro les son familiares, ya sea por haberlas vivido en carne propia o por haberlas visto en un colega que las sufrió al transitar ese camino. Me atrevo a decir que estas recomendaciones sirven para cualquier lector, incluso para los futuros ministros, secretarios y directores del nuevo gobierno que seguramente serán designados en los próximos días.

Si te ascienden para liderar el equipo del que alguna vez fuiste parte, puede ser necesario un reinicio de la relación con tus colegas. El liderazgo efectivo exige que seas imparcial en el trato con cada miembro del equipo. Jugar con favoritos, por cualquier motivo que no sea el rendimiento, podría derivar en la erosión de la motivación de tu equipo y de su compromiso. La regla general es ser amigable, no necesariamente amigo de tu gente. Esto puede requerir manejar cierta distancia profesional entre vos y ciertos miembros del equipo.

Otro cambio sustancial es la responsabilidad de cuidar a los demás. Antes de asumir la posición de liderazgo actual quizás solías ser responsable solo de tu propio comportamiento y desempeño. Ahora, esa responsabilidad se extiende a cada individuo de tu equipo. Eso significa que tenés que asegurarte de que los demás tengan objetivos claros, que velen por su bienestar físico y mental, que tengan una retroalimentación clara y una dirección sólida.

Una persona que es designada para dirigir un equipo se convierte en administrador de los recursos de su organización: personas, dinero y activos. La dirección general demanda que cada decisión que se tome optimice los recursos que se le confían. Esta exigencia máxima debe tener prioridad sobre su propia popularidad, miedo e interés propio: si hace lo correcto por su organización, en última instancia hará lo correcto por cada persona. Esto no siempre funciona en la política y, a mi modo de ver, es una de las grandes carencias de nuestro sistema político. El inmediatismo de la felicidad que genera una decisión (y que repercute en un voto más a futuro) se pone por encima del largoplacismo del bien mayor.

¿Qué habilidades necesitás para adaptarte con éxito a esos cambios? ¿Cuáles son los superpoderes que es bueno tener para realizar una buena gestión cuando se tienen tareas de responsabilidad sobre terceros? Las capacidades, disciplinas y hábitos subyacentes de un gran liderazgo se pueden aprender y aplicar en cualquier nivel. Incorporarlos como parte de tu kit de herramientas lo más pronto posible puede ayudar a navegar una transición al liderazgo.

Entregar valor. Tu objetivo principal como líder es crear valor para tu organización o tu empresa. Esto puede parecer algo mercenario, ya que nuestras mentes saltan inmediatamente al valor económico. Pero el “valor” toma muchas formas, como reducir el impacto ambiental de las operaciones o hacer que el lugar de trabajo sea más seguro para los empleados. Estas son solo algunas de las infinitas oportunidades disponibles para crear valor. ¿Qué cosas tiene tu lista? ¿Cómo estás entregando valor a los demás?

Manejar conflictos. Casi todo lo que hacés como líder tiene el potencial de generar conflictos y, a menos que puedas manejar el conflicto cómodamente, vas a tener algunas (por no decir muchas) dificultades para liderar. Carecer de este superpoder podría limitarte cuando sea el momento de negociar de manera efectiva, te llevará a postergar las decisiones que pueden ser impopulares y te será prácticamente imposible sacar lo mejor de tu gente. Adoptar e incorporar el mantra del respeto antes que el de la popularidad es un elemento crucial para el desempeño del liderazgo.

Desarrollar la resiliencia. Todos nos enfrentamos a decepciones, contratiempos y obstáculos. Las personas exitosas simplemente manejan los tiempos difíciles mejor que la mayoría. Saben que nada es permanente y son capaces de capear las tormentas que traen adversidad. También saben cómo capitalizar la buena suerte que todos encontramos de vez en cuando. ¿Cómo te recuperaste de la última crisis que te tocó atravesar? ¿Cuánto tiempo te quedás analizando lo que podría haber sido en lugar de pensar en lo que hay que hacer en la próxima oportunidad?

Dominar la ambigüedad. Al liderar, la diversidad y complejidad de los factores que se deben tener en cuenta aumenta significativamente en todos los niveles. Cuando sos responsable de trazar el rumbo, en lugar de simplemente seguirlo, te vas a enfrentar a mayor ambigüedad. Tu trabajo es sentarte cómodamente en la ambigüedad y traducirla en certidumbre para tu gente. Esto requiere una comprensión clara de los objetivos a largo plazo de la organización, cómo el trabajo individual de tu equipo contribuye a esos objetivos y la capacidad de destilar y comunicar eso a los demás.

Tomar grandes decisiones. Las empresas más exitosas tienen algo en común: toman decisiones más inteligentes, más rápido que sus competidores. Con los países pasa igual. Cuanto antes puedas dominar la toma de decisiones inteligentes, mejor. Comenzá por saber qué hace que una gran decisión sea una gran decisión y luego aprender a abordar el proceso con un sentido de urgencia. Tanto valor es destruido por líderes que postergan las decisiones, queriendo que todos aprueben sus elecciones. Sin embargo, si actuás con decisión, vas a crear una cultura de agilidad y excelencia en tu equipo, y eso genera impulso.

Reconocer y comprender cómo cambia tu contexto cuando te convertís en líder te permitirá crecer, y realmente prosperar, en tu nuevo rol. Comenzá por desarrollar las capacidades y disciplinas que te permitirán navegar esta transición de manera reflexiva, y vas a estar bien posicionado para guiar a tu nuevo equipo a subir un escalón.

Ya lo decía Jack Welch, el famoso CEO de General Electric: “Antes de ser líder, el éxito se trata de crecer uno mismo. Cuando te conviertes en líder, el éxito se trata de hacer crecer a los demás”.