• Cotizaciones
    lunes 10 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    La Argentina y el FMI: ¿quién se baja los pantalones esta vez?

    En el gobierno argentino dicen que esta vez “los del FMI están entregados”

    Columnista de Búsqueda

    —¿Querés que me baje los pantalones? Me los bajo.

    El ministro de Economía de Argentina se desabrochó el cinturón delante del jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y, bajándose los pantalones, se quedó en calzoncillos.

    Esto ocurrió en 1984 en una reunión entre Bernardo Grinspun, ministro de Economía de Raúl Alfonsín, y Joaquín Ferrán, staff del Departamento de Hemisferio Occidental del Fondo Monetario y encargado del caso argentino.

    Las conversaciones entre Ferrán y Grinspun parecían ir como los autitos chocadores: a las piñas, con marchas y contramarchas y recorridos caóticos. Pero como el FMI corría con las de ganar, tenía tomada la sartén por el mango: la Argentina negociaba con el organismo desde una postura de debilidad producto de los desaguisados hechos por la dictadura y el impacto de la crisis de la deuda a principios de los 80 cuando EE. UU. subió las tasas de interés agravando la carta financiera del Tesoro.

    Cuarenta años después, la situación parece ser diferente entre Argentina y el FMI. ¿Por qué? Porque el organismo estaría dispuesto a prestar ayuda a la Argentina en 2025 sin a cambio exigir la madre de todas las condicionalidades que el organismo pone sobre la mesa para desembolsar dólares y aliviar las reservas de los países: una corrección en el precio del dólar. Así lo ha hecho no solo a lo largo de su historia —por ejemplo, con Uruguay en 2002—, sino también en tiempos recientes con Egipto y Angola.

    Más allá de ciertos detalles que se irán develando con el correr de los días, lo cierto es que la Argentina y el FMI se encaminan a firmar un nuevo acuerdo.

    ¿El motivo? Básicamente, liberar entre US$ 10.000 millones y US$ 15.000 millones para que Javier Milei los integre a las reservas del Banco Central (hoy en cifras negativas) y, de ese modo, empezar a recorrer un camino para flexibilizar el cepo —en la Argentina las operaciones cambiarias aún se encuentran restringidas, por ejemplo, sus habitantes no pueden comprar más de US$ 200 por mes para atesorar, y las empresas multinacionales tienen utilidades y dividendos retenidos para girar a sus casas matrices por un estimado de US$ 12.000 millones—, minimizando el riesgo de una devaluación abrupta.

    Milei sabe que sin abandonar el cepo la economía argentina se comportará como un auto que avanza con el freno de mano puesto. Y el desafío hacia adelante es competir con otros países en la carrera del crecimiento regional y global. La Argentina desde hace 12 años permanece estancada, su Producto Bruto Interno (PBI) por habitante no crece.

    El gobierno está convencido de que para revertir el estado estacionario del país necesita poner en marcha el motor de la economía y volver competitivas sus actividades, que no solo despierten el interés de los argentinos, sino también el de los extranjeros.

    El FMI podría dar una mano si ayuda con un empujón inicial para que el auto arranque a dar sus primeros pasos.

    El problema es que muchas veces ese empujón inicial pasó de ser transitorio, algo por única vez, a permanente, o sea, para siempre. Aquello que primero se trataba de una ayuda aislada enseguida se transformó en un respirador artificial con peligro de que se lo remueva y el país se muera. Hoy la Argentina es el principal acreedor del Fondo, por encima de Ucrania y Egipto.

    En segundo lugar, los programas del FMI no demostraron funcionar para que un país aumente su PBI por habitante. Son más bien ayudas para atender crisis pasajeras evitando un salto devaluatorio que, en ausencia de reservas suficientes, propague más el pánico. El FMI procura que con su ayuda un país sea rápidamente sujeto de préstamos privados en vez de volver a pedir prestado al organismo.

    Milei y Kristalina Georgieva, la actual directora del FMI, se proponen llevar a cabo The last dance.

    Por un lado, Milei tiene el respaldo personal de Donald Trump. Con la asunción del presidente de EE. UU. el 20 de enero, se espera que se acelere un nuevo entendimiento entre Argentina y el Fondo. Estados Unidos tiene mayoría en el directorio del organismo.

    Georgieva, por su parte, necesita apoyo de Trump para seguir en su cargo. Es una dirigente política más que una burócrata. Además, entiende el embrollo cambiario en el que se encuentran la Argentina y Milei: ha vivido en la Bulgaria comunista y en la transición luego de la caída del Muro, donde la normalización cambiaria no sucedió del día para la noche. Algo que ni siquiera pasó en los países europeos occidentales a la salida de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Alemania, Gran Bretaña, vivieron años con cepos y racionamientos cambiarios).

    O sea que entre la Argentina y el FMI parece haber una coincidencia no menor: la unificación cambiaria no ocurriría como pensó y prometió alguna vez Mauricio Macri, justo 10 años atrás.

    Milei, por lo tanto, parece haber transitado un camino más precavido al del expresidente y líder del PRO, uno mucho más conservador en lo cambiario y menos arriesgado para no exponerse a los vaivenes del dólar y terminar su vida política como Macri, recluido en Cumelén durante un verano largo. Tome nota: Milei no solo no salió del cepo, sino que tampoco cerró el Banco Central ni dolarizó.

    Y, al revés que Macri —pero también que Alfonsín—, el actual presidente invirtió la secuencia de la política económica. Primero ajustar, poner las cuentas en orden, y luego ir a negociar con el FMI.

    ¿Qué significa eso?

    Primero, una novedad en Argentina.

    Segundo, quitarse la presión de encima. Acaso la tensión en términos políticos de lo que representaba aquella negociación entre Grinspun y Ferrán fue descrita por el sociólogo Juan Carlos Torre en su libro Una temporada en el quinto piso —un libro de memorias de cuando trabajó en el equipo de Juan V. Sourrouille, el economista que reemplazó a Grinspun en el verano de 1985—. Más allá de la discusión por los números y el impacto en términos sociales que significa un ajuste fiscal, para un gobierno es relevante también ver cómo su imagen queda moldeada frente a la sociedad en una negociación de este calibre.

    “La situación actual no puede ser más inquietante —decía Torre sobre el estado del gobierno de Alfonsín y el entendimiento con el FMI—, en efecto, si la Argentina hubiera iniciado por su cuenta un programa antiinflacionario hace tres meses, podría haber llegado a un acuerdo con el FMI: en consecuencia, la lucha contra la inflación no quedaría asociada necesariamente a un acuerdo con el FMI. Pero si se firma como está previsto el acuerdo con el FMI en simultáneo con el lanzamiento del plan de estabilización, ¿cómo evitar que ello sea visto como una expresión de la subordinación a los dictados del Fondo? Por otro lado, rechazar todo y encaminarse a una ruptura en el frente externo es una opción arriesgada. Cualquiera de las alternativas que están sobre la mesa no tendrán una resolución positiva ni para el país ni para la suerte política del gobierno”.

    En el gobierno argentino dicen que esta vez “los del FMI están entregados”. Y que, en ese sentido, los que se bajarán los pantalones serían los del Fondo, porque ellos ya han hecho el ajuste y encima gozan del ajuste de Trump.

    De todas formas, este no será el final de la película. Porque, como bien decía John Maynard Keynes, en economía no hay leyes, sino consecuencias. Y las consecuencias de todo este experimento están por verse. Las consecuencias para los argentinos.