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    La mitología y la delegación

    Es irrefutable que los líderes necesitan desarrollar a otros, pero a medida que ascendemos a puestos más altos y tenemos más recursos a nuestra disposición, podemos tender a delegar demasiado o a delegar tareas que son vitales para nuestro propio desarrollo

    Columnista de Búsqueda

    Cuando era chico mi padre solía contarme y explicarme algunas historias de la mitología griega, en las que dioses, héroes y criaturas extraordinarias cohabitaban en un mundo de aventuras y lecciones atemporales. Personajes como Atenea, la diosa de la sabiduría, y Prometeo, el titán que arriesgó todo por el bien de la humanidad, nos enseñan sobre la inteligencia y la innovación. La astucia de Odiseo nos recuerda la importancia de la estrategia y el liderazgo en momentos de adversidad, mientras que las hazañas de Hércules nos hablan sobre la perseverancia y la superación de obstáculos.

    La historia de Psique se centra en su llamativa belleza. Cuentan que despertó la envidia de Afrodita, la diosa del amor. En un intento de castigarla, Afrodita envía a su hijo Eros para que haga que Psique se enamore de un ser monstruoso. Sin embargo, Eros se enamora de ella y la lleva a su palacio, donde solo se encuentran discretamente en los rincones oscuros del edificio. La felicidad de Psique se ve después amenazada cuando Afrodita descubre la relación y decide ponerla a prueba. La diosa le impone a Psique una serie de tareas aparentemente imposibles, como clasificar una gran cantidad de granos mezclados y obtener lana dorada de ovejas peligrosas, desafiando no solo su ingenio, sino también su determinación.

    A pesar de la dificultad de estas pruebas, Psique recibe ayuda divina y apoyo de criaturas del mundo natural. Por ejemplo, las hormigas le enseñan a clasificar los granos y un río le proporciona agua cuando se encuentra en peligro. A través de cada una de estas tareas, Psique demuestra su valentía y resiliencia, lo que la lleva a fortalecer su relación con Eros. Al cumplir con éxito las tareas impuestas por Afrodita, Psique no solo se gana la aceptación de la diosa, sino que también se convierte en un símbolo de amor y perseverancia.

    La historia mitológica de Psique puede proporcionar cierta orientación para pensar en cómo y cuándo delegar. Este término, que es foco de tensión entre varios ejecutivos, tiene su definición más formal en la encomendación de poderes o funciones a otro como agente o suplente. Tiene que ver con el confiar, la cesión y la transferencia de responsabilidades.

    Existe extensa bibliografía en torno a la delegación, sus ventajas y beneficios para lograr que la tarea de un líder se centre en la creación de valor y no alrededor del trabajo operativo, que puede ser realizado por otras personas del equipo y, en la gran mayoría de los casos, hasta con resultados mejores que si lo hubieran hecho ellos mismos.

    En The 5 Levels of Leadership, John C. Maxwell aborda cómo los líderes pueden influir en otros y la importancia de delegar para desarrollar a sus equipos. Maxwell argumenta que la delegación efectiva fortalece a los líderes y a las organizaciones. Simon Sinek, en su libro Leaders Eat Last, se enfoca en la importancia de empoderar a los empleados a través de la delegación, lo que promueve la innovación y la responsabilidad. The One Minute Manager, de Kenneth Blanchard y Spencer Johnson, es un clásico que todo ejecutivo debería leer y ofrece herramientas relativas a la gestión eficiente del tiempo y la delegación. Resalta cómo los gerentes pueden crear resultados al involucrar a su equipo y delegar tareas adecuadas.

    Cuando escuchamos la palabra delegar en el contexto de las mejores prácticas de gestión, a menudo se asume que la persona a cargo necesita delegar más, y que los que no están a cargo quieren que se les asigne o confíen más tareas. Y, sin embargo, ¿no hay momentos en los que tu instinto te dice que no delegues? Propongo tres preguntas para ver si conviene delegar o si estamos cayendo en la trampa de lo que se espera que hagamos como líderes: delegar más y mejor.

    ¿Te cuesta explicar con precisión lo que querés que haga el delegado? Ya sea que se trate de un proyecto que requiera una estrategia nueva o la implementación de algo conocido, si no podés articular qué problema debe resolverse o exactamente qué debe hacerse, por lo general es mejor esperar para asignar la responsabilidad de una tarea hasta que cumpla una de las dos condiciones. Una posible señal de que delegaste demasiado pronto es cuando las personas bajo tu supervisión hacen afirmaciones como: “No estaba realmente seguro de lo que querías”. Hay entonces dos posibilidades: no contrataste bien y los miembros de tu equipo realmente no son capaces de la tarea en cuestión o delegaste prematuramente.

    ¿Estás poniendo en peligro tu propio desarrollo o tu capacidad de liderazgo al delegar? Es irrefutable que los líderes necesitan desarrollar a otros, pero a medida que ascendemos a puestos más altos y tenemos más recursos a nuestra disposición, podemos tender a delegar demasiado o a delegar tareas que son vitales para nuestro propio desarrollo.

    Hace varios años, tuve como jefe a una persona que era técnica y operativamente brillante, pero que carecía de habilidades interpersonales, un conjunto de habilidades vitales para la moral y la retención de los empleados. Era el gerente general en la empresa en la yo trabajaba. Dado que la empresa tenía buenos resultados y una sólida solvencia financiera, podía permitirse delegar y, como consecuencia, se aisló cada vez más de sus colaboradores, con la excepción de unos pocos asesores de confianza. La delegación llevada al extremo crea una burbuja de aislamiento que termina siendo nociva para propios y ajenos.

    En el caso de esta persona, la transferencia de tareas que implicaban interacciones con la mayoría de su equipo —lo que le permitía evitar su talón de Aquiles, las malas habilidades interpersonales— terminó jugando en su contra y su permanencia en la empresa se vio truncada. Cuanto más ricos en recursos seamos, más probable es que transfiramos responsabilidades a otros y, francamente, debemos hacerlo. Pero, si tenés la corazonada de que estás delegando hasta el punto de inhibir tu desarrollo o adjudicar parte de tu liderazgo, probablemente sea mejor prestar atención a ese sentimiento.

    ¿La delegación podría estar socavando el éxito potencial de un proyecto? Hay casos en los que no tenemos el conjunto de habilidades necesarias para un proyecto en particular, y sería una locura no encomendar la tarea a otro. También hay ocasiones en las que somos la mejor persona para el trabajo, comprendemos con precisión su alcance gracias a nuestra experiencia, pero, intimidados por la magnitud del proyecto, tendemos a intentar delegar.

    La historia mitológica de Psique puede proporcionar cierta orientación sobre cómo y cuándo delegar. Así es como lo pienso: Tras ser asignada por Afrodita a cuatro tareas aparentemente imposibles, Psique envía a otros a completar varias de ellas. Sin embargo, en la cuarta tarea no hay nada que pueda asignar. En la primera tarea, consigue hormigas para que la ayuden a clasificar un enorme revoltijo de semillas. Habiendo logrado con precisión el trabajo (clasificar las semillas en montones), delegar a las hormigas fue un movimiento táctico inteligente: es claramente una tarea para muchos, en lugar de para uno. En su segunda tarea, debía obtener lana dorada de unas ovejas peligrosas que tienen un comportamiento agresivo. Para completar esta tarea, Psique se enfrenta a la dificultad de acercarse a las ovejas sin ser atacada. Sin embargo, recibe ayuda de un río, que le sugiere que no intente recolectar la lana directamente mientras las ovejas están pastando. Al usar su ayuda muestra que tiene éxito al confiar el poder a otros, en lugar de tratar de mantener todo el poder para sí misma. Para la tercera tarea, Psique debe llenar un frasco con agua de un río caudaloso junto a un acantilado escarpado. Ella carece de la habilidad para lograr esto, pero reconoce que un águila puede ayudarla. Ella delega no porque quiera deshacerse de la tarea, sino porque alguien más estaba mejor equipado para hacer el trabajo.

    En la cuarta y última tarea, que consiste en recuperar una caja del Inframundo, ella se da cuenta de que es la única capaz de hacerla, ya que no solo se trataba de obtener el artículo, sino de las decisiones difíciles que solo ella tenía autoridad para tomar en el camino. Hay aspectos que nunca podemos delegar. La capacidad de decidir, aplicar nuestros criterios, usar nuestra propia experiencia y hacerse cargo de los resultados no es transferible. Hacerlo puede dañar el resultado final.

    Si bien sabemos que la delegación es una herramienta de gestión esencial, puede haber ocasiones en las que hayas pensado: “Simplemente no es correcto delegar esto”, y con razón. Es posible que tu equipo quiera que delegues más, pero lo que realmente quieren es que sepas cuándo delegar. Al menos eso es lo que me dice la mitología.