En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
No era de los escritores más conocidos en nuestro medio, pero los buenos lectores saben que David Lodge (Londres, 1935-Birmingham, 2025) fue uno de los grandes narradores británicos. Poseía un gran manejo del sentido del humor y del absurdo, una cualidad muy difícil de encontrar en literatura, como también lo tuvo su coterráneo Tom Sharpe. Pero el humor de Lodge era un poco más reflexivo, tal vez un poco más amargo. Novelista, dramaturgo, guionista, crítico literario y académico universitario, Lodge se nutrió de la literatura de Jane Austen, de Charles Dickens, de Henry James, de James Joyce, de Graham Greene, de Evelyn Waugh. Y fue su digno heredero. El autor murió el miércoles 1º a los 89 años en Birmingham, ciudad que fue uno de los escenario de sus historias.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Su padre había sido violinista de una orquesta que le ponía música a las películas mudas. Algo de este sentido de la creación, de la historia que se va narrando con imágenes, tiene que haber influido en sus futuros procesos creativos. Creció durante la II Guerra Mundial, y en una de sus novelas, Fuera del cascarón, volcó algo de aquella experiencia. Su personaje, Timothy, tiene cinco años cuando comienzan a caer las bombas alemanas sobre Londres.
“Casi uno de sus primeros recuerdos era el de su madre subida a un taburete en la cocina, apilando latas de comida en el armario de arriba (...).
—¿Para qué son esas latas?
(...)
—Porque hay guerra, cariño.
—¿Qué es la guerra? —preguntó él.
Pero jamás pudo recordar lo que le había respondido.”
Lodge se doctoró en la Universidad de Birmingham y durante 27 años fue profesor en esa universidad y escribió crítica y ensayos literarios. Por otro lado, el mismo ámbito universitario fue para él una fuente de humor para alimentar sus novelas.
Así escribió una de las primeras y de las más hilarantes e irreverentes: La caída del Museo Británico (1965). Ambientada a comienzos de 1960, cuando recién había aparecido la píldora anticonceptiva, Lodge se enfoca en una pareja joven y católica que quiere seguir los métodos tradicionales de anticoncepción sin buenos resultados. Ya tienen tres hijos y tal vez estén esperando un cuarto. Adam, el protagonista, y su esposa lidian con la toma de temperatura, las fechas de ovulación y la abstinencia, además de los problemas económicos. Todo muy alejado de la sensualidad. Mientras, Adam trata de terminar su tesis de posgrado sobre “la estructura de las frases largas en tres novelas inglesas modernas”, pero como no encuentra ni las frases ni las novelas se siente ahogado en la biblioteca del Museo Británico.
Para su protagonista, la literatura (“que habla mucho de sexo y nada de tener hijos”) es una de las cargas pesadas que soporta, mientras que su periplo causa tanta piedad como diversión en quien lo está leyendo.
“Había momentos de felicidad en la sala de lectura del Museo Británico, pero el cuerpo le llamaba”, dice la cita de Graham Greene que aparece como acápite de la novela. Greene era un “católico-agnóstico” igual que Lodge, y uno de los autores que leyó desde muy joven.
El-arte-de-la-ficcion tapa.jpg
El mundo es un pañuelo (1970) es otra de sus novelas de ambiente universitario. Su protagonista se enamora de una muchacha en un seminario de literatura y a partir de entonces la busca por varios países, mientras se cruza en aviones y hoteles con otros profesores que cargan con sus vanidades y extrañas teorías literarias. Junto con Intercambios (1975) y ¡Buen trabajo! (1988) la novela forma parte de su “trilogía del campus”, que tiene como escenario a Rummidge, una ciudad inventada, como si fuera una caricatura de Birmingham. También allí se desarrollan Noticias del paraíso (1991) y Terapia (1995).
Cuando se retiró de la actividad docente para dedicarse de lleno a sus novelas, Lodge obtuvo el título de profesor honorario de literatura inglesa moderna de la Universidad de Birmingham y continuó viviendo en esa ciudad hasta su muerte. La universidad conserva sus escritos en las colecciones especiales de la biblioteca.
A mediados de los años 80, se diversificó hacia otros géneros y comenzó a escribir obras para ser representadas en televisión y teatro. Varios de sus libros fueron adaptados para la BBC y él volcó su experiencia con productores, directores y actores en su novela El autor, el autor (2004), que tiene a Henry James como protagonista.
La-vida-en-sordina tapa.jpg
“¿Cuándo empieza una novela? La pregunta es casi tan difícil de contestar como la de cuándo un embrión humano se convierte en persona. Ciertamente, la creación de una novela raramente empieza en el momento en que el autor traza con la pluma o teclea sus primeras palabras. (…). Cuándo termina el comienzo de una novela es otra pregunta difícil de contestar. ¿Es el primer párrafo, las primeras pocas páginas o el primer capítulo? Sea cual fuere la definición que uno dé, el comienzo de una novela es un umbral, que separa el mundo real que habitamos del mundo que el novelista ha imaginado. Debería, pues, como suele decirse, ‘arrastrarnos’”. Esto escribió Lodge en su ensayo El arte de la ficción (1992), tan didáctico y claro como ameno. Cada capítulo comienza con fragmentos de alguna novela inglesa, y a partir de allí hace su análisis. Un modelo que deberían seguir muchos académicos rebuscados.
Dos veces finalista del Booker Prize, Lodge dejó una narrativa de estilo preciso, fluido y de sátira cada vez más desencantada (que ha publicado en español Anagrama). La vida en sordina fue una de las últimas que publicó y allí trata el tema de la vejez en un profesor que se acoge a la jubilación anticipada y comienza una vida que no disfruta, entre otras cosas, porque se está quedando sordo. “La sordera es cómica, así como la ceguera es trágica”, dice en un momento el personaje al explicar los equívocos que provoca no entender lo que le dicen. Una novela que hace reír con un dejo de tristeza. También es un elogio al silencio. De las últimas sonrisas de un gran maestro.