En la casa céntrica de Zorrilla Subastas el movimiento es continuo. Entran empleados con lanzas y armas antiguas o bajan pesadas cajas de algún vehículo. Muy pronto lo que parece un caos tendrá un orden cuando se empiecen a catalogar las piezas para el próximo remate que será en la primera semana de mayo sobre uno de los rubros más solicitados: platería criolla, militaria y documentos históricos.
Sobre la figura de Pascale, el contenido de su colección y las ventas de arte a través de los remates, Búsqueda conversó con Sebastián Zorrilla, quien desde 2001 trabaja en el rubro y en 2012 fundó Zorrilla Subastas. Tataranieto del poeta Juan Zorrilla de San Martín, Sebastián desciende de una rama familiar ilustre. El tío de su abuelo era José Luis Zorrilla, el escultor, y su abuelo fue Alejandro Zorrilla de San Martín, ministro de Relaciones Exteriores, presidente del gobierno colegiado, senador y diputado por San José. Murió en 1987 como embajador en el Vaticano.
Una subasta especial
Economista especializado en finanzas y dos veces presidente del Banco Central, Pascale desarrolló en paralelo con su profesión y vida académica una carrera artística que comenzó en los años 90 con la madera como la esencia de sus obras. Tenía, además, una importante colección de arte, de artistas nacionales e internacionales, y 90 de esas piezas participaron del remate, a la que se sumaron 10 de su propia creación. Obras de Nelson Ramos, Espínola Gómez, Miguel Ángel Battegazzore, José Cuneo, Washington Barcala, Petrona Viera o Vicente Martín formaron parte de la subasta que se vendió en un 80%.
La pieza que alcanzó el mayor precio fue una escultura de Pablo Atchugarry hecha en mármol rosa de Portugal, que se vendió en unos US$ 36.000. También se pagaron a buen precio una escultura de hierro de Octavio Podestá, en US$ 8.000, un cuadro de Raúl Lozza, que tuvo un comprador en Inglaterra y pagó unos US$ 7.500, y una obra del propio Pascale, Rueda que no rueda, que se vendió a US$ 13.500.
Fue la familia de Pascale la que tomó la decisión de contactarse con Zorrilla Subastas para mostrarle la colección. “Sus hijas contactaron conmigo y yo no sabía que iba a ir a tasar la colección de Pascale. Cuando entré a verla me encontré en un corredor con una tortuga gigante de madera que me llamó la atención. Pregunté quién la había hecho y me dijeron que había sido su padre. No podía creerlo”, comenta Zorrilla.
Empezó entonces el trabajo de estudio de las piezas, que terminó en el catálogo en el que escribieron Pablo Thiago Rocca, director del Museo Figari, y Julio María Sanguinetti, amigo personal de Pascale. También se incluyó un texto que había escrito el crítico Jorge Abbondanza para un libro.
“Siempre que hacemos un catálogo de un particular como coleccionista lo tomamos como un homenaje. Y todos quienes asistieron a la subasta y que llenaron la sala, compañeros del Banco Central, amigos como Sanguinetti y su esposa Marta Canessa, entre otros, sabían que era un homenaje. Hace 25 años que trabajo en esto y hemos vivido todo tipo de remates. Algunos quedan en el olvido, pero este fue un hecho cultural y social muy lindo. Es de los que siempre se recuerdan”, dice Zorrilla.
También recuerda una frase del escudo familiar de su familia, que se conserva en el Museo Zorrilla, que él relaciona con la figura de Pascale: “Velar se debe la vida de tal suerte, que viva quede en la muerte”. El director de la casa de subastas también se apena de no haberlo conocido. “Hablé con él una vez por teléfono porque había donado una obra para un remate que hacíamos a beneficio de la Fundación Prosodre. Me habían dicho: ‘Llamá a Ricardo Pascale que seguramente te dona algo’. Y donó una obra importante que la terminó comprando Pablo Atchugarry. Era muy querido, una persona que me hubiera gustado conocer”.
Zorrilla dice que todos los años tienen un remate como el de Pascale, que deja algo más que el hecho comercial porque tiene un contenido sociocultural. Recuerda uno similar que hicieron en 2019, el de Joyería Freccero. “Fue otro hecho social. La gente se enamoró de ese remate”.
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Platería criolla a subastarse en mayo
Zorrilla Subastas
Un mercado atípico
“El mercado uruguayo es espectacular, pero muy limitado. Por eso me gusta trabajar con el exterior”, dice Zorrilla. “Hemos tenido años de mucho crecimiento. Nos hemos posicionado en el rubro de pintura nacional y de alhajas, que personalmente me gustan muchísimo. Pero por el que más nos reconocen y al que asiste más gente es el que tendremos en mayo con platería criolla, armas antiguas y piezas históricas”.
Las lanzas que entraban a la casa al comienzo de la entrevista pertenecen a la Revolución de las Lanzas, de 1870. Para preparar los remates y para elaborar el catálogo, el equipo hace un trabajo de investigación. “Trabajamos la parte histórica de las piezas, más que las piezas en sí. Nos gusta investigar los antecedentes, por ejemplo, de un cuadro rastreamos de quién fue, dónde estuvo, cuándo lo compraron. Eso nos parece que le da mucha fuerza a las piezas. Cada miembro del equipo tiene su área de especialización, pero también consultamos a otros especialistas. Por ejemplo, tenemos el apoyo de la Asociación de Amigos del Museo Militar que trabaja mucho en la parte histórica de las armas”.
Por cada remate hacen cerca de 1.000 catálogos que envían por correo a las casas del público que sabe está interesado en determinado rubro. Porque cada subasta tiene su público. También los catálogos llegan al interior. “No quiero perder eso porque es un legado que vamos dejando, aunque sé que son caros y que llevan mucho trabajo. Son libros que van quedando en el mercado y la gente que los valora los tiene como material de consulta”. Así van creando la memoria de los remates.
Zorrilla califica al mercado uruguayo como “atípico en el mundo” porque la gente es tan conservadora que guarda todo. Y así se forman los coleccionistas. “Para mí, eso es un valor. En otros países la gente es más despojada, se va de una casa a otra casi solo con las valijas. En Paraguay, por ejemplo, no existen casas de remates. La gente no tiene cosas y no le interesa comprar, no hay mercado. Tuve la experiencia de un remate allí y no se vendió prácticamente nada. En Uruguay hay experiencias de remates desde el siglo XVIII, era una costumbre muy española”.
Para las subastas primero se evalúan las piezas para fijarles un precio. Y, si la difusión es buena, siempre el precio irá al alza, explica Zorrilla, mucho más que si se vende directamente. “Te puedo contar mil anécdotas. Hace unos tres años un cliente compró en un remate de Montevideo un florero chino de 36 cm de altura de porcelana, pintado a mano. Lo pagó US$ 400. Cuando nos trajo el florero para tasar y lo estudiamos, descubrimos que tenía un poema dedicado a un emperador chino. Llamé al cliente y le dije que lo íbamos a poner con una base de US$ 4.000 y un valor estimado de US$ 5.000 a US$ 10.000, que, si lográbamos captar a clientes chinos, tal vez se lo pagaran mucho más. Lanzamos el remate internacional, al otro día de mañana teníamos cantidad de consultas pidiendo fotos, videos, datos. Lo sacamos a remate y había tres coleccionistas chinos que lo querían. Lo terminaron pagando a US$ 80.000”.
Zorrilla Subastas trabaja con plataformas internacionales, una del mercado norteamericano que se llama Invaluable, y otra que apunta al mercado europeo, que es francesa y se llama Drouot, y les permite vender a Estados Unidos y Europa. Esas plataformas tienen alarmas en todo el mundo. “Querés comprar una lupa que está en el otro extremo del mundo y le pedís a esas plataformas que te avisen. A veces se despiertan 100.000 alarmas. Hoy el 80% de la venta de obras de arte se maneja por las casas de remate. Te diría que en todos los rubros”.
En su caso no hacen remates semanales, sino de catálogo, que son especializados y temáticos. Y siempre les está entrando mucha mercadería como para hacer por lo menos dos remates al año de cada rubro.
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Idilio bajo el ceibo, cuadro de Pedro Figari, a subastarse en mayo
Zorrilla Subastas
Zorrilla dice que lo más lindo que tiene el mundo de las subastas es que nunca se sabe lo que puede aparecer. “Estamos permanentemente estudiando piezas. El mercado uruguayo es mucho más respetado a nivel mundial de lo que la gente se imagina, por las cosas que aparecen. Por ejemplo, en 2016 vendimos una campana para un museo de Holanda”.
También hacen ventas directas en el local de subastas o por la página web. La semana pasada vendieron un cuadro de Blanes, un dibujo de Figari y un cuadro de Nicanor Blanes a un coleccionista americano a través de su galería virtual de venta directa.
En mayo, Zorrilla Subastas también tendrá un remate de arte nacional con una parte de la colección Agustín Araújo, coleccionista de pinturas iconográficas. El remate tendrá como estrella un cuadro de Pedro Figari, Idilio bajo el ceibo.
Cuando termina la entrevista, el ajetreo sigue en el local. Una clienta está esperando a Zorrilla y le dice: “Traje dos trampas, te las muestro y me voy”. Tal vez sea una pieza para la próxima subasta.