Escrita y dirigida por el argentino Mariano Tenconi Blanco, y con notables actuaciones, la obra rinde un genial homenaje a la literatura de Uruguay y Argentina
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáPrimero de noviembre de 1993. Quiero escribir. Quiero escribir una obra de teatro. Quiero escribir una obra de teatro luminosa. Quiero ser mejor. Mejor artista, mejor persona, pero sobre todo mejor artista. Quiero cambiar, renovarme, crecer. Hice un montón de estupideces, me pelée con gente. Ya tengo 40 años. Quiero ser otro. Un artista consagrado. Ya estoy grande para joven promesa. Quiero ser una adulta realidad con mi obra luminosa. Mi obra uruguaya. Uruguay, la nación de mi abuela, de mi madre. Y lo tengo que hacer por ellas. No las quiero hacer quedar mal. Ahora, todo. ¡Ahora hay que escrbir! ¡Y no hay nada más maravilloso que escribir!
Así comienza Madre ficción, la obra que la Comedia Nacional encargó al dramaturgo y director argentino Mariano Tenconi Blanco, un creador muy conocido en la escena uruguaya desde que en 2016 estrenó La fiera, una historia de violencia de género en una versión uruguaya, especialmente adaptada a las coordenadas uruguayas y con una actuación de Mané Pérez que la convirtió en la gran revelación de esa temporada. Desde entonces Tenconi vino a Montevideo con casi todas sus creaciones: trajo La vida extraordinaria, Las cautivas y este mismo año Quiero decir te amo, que formó parte del Fidae (Festival Internacional de Artes Escénicas). Cuando Gabriel Calderón asumió en la Comedia, en 2022, una de las primeras llamadas que hizo fue a su amigo Tenconi (nacieron el mismo año y han compartido varios episodios de sus carreras en el exterior), para invitarlo a escribir y dirigir un espectáculo con el elenco. Quisieron las circunstancias que Madre ficción sea el último estreno de la última de las tres temporadas del ciclo de Calderón al frente de la compañía oficial. Y quisieron también que la carrera actoral de Mané Perez no paró de crecer hasta que en 2023 fue una de las ganadoras del concurso para ingresar a la Comedia. Es así que el director y la actriz se volvieron a encontrar en el escenario de la Zavala Muniz.
El personaje que habla al comienzo de la obra, en cartel hasta el domingo 8 de diciembre, es un dramaturgo llamado Carlos Butti, el motor de esta historia. Estamos ante una virtuosa interpretación de Gustavo Saffores, otro de los ingresados en 2023. En clave autoficcional, Tenconi nos presenta a un autor teatral que recibe el encargo de la Comedia Nacional para entregar una obra original en octubre de 1994, exactamente 30 años antes del presente. Desde el vamos, comienza la odisea del autor a lo largo de casi un año en el que cumplir con el encargo que ha recibido se le vuelve una tarea imposible. Mientras tanto, le pasan cosas.
Narrada por el personaje en formato de diario, con las fechas al inicio de cada entrada, es decir, de cada escena, transcurre esta historia declarada expresamente por Tenconi como un homenaje a “una de las literaturas más potentes en lengua castellana: la del Río de la Plata”. Más concretamente, la obra rinde tributo en su argumento a La novela luminosa, de Mario Levrero (a 20 años exactos de su muerte), cuya trama se basa, precisamente, en un escritor que intenta sin éxito escribir una novela y mientras tanto cuenta lo que va sucediendo en su variopinto día a día. Entrevistado por Búsqueda, Tenconi contó que Uruguay es una referencia central en su vida familiar y literaria. Contó también que escribió Madre ficción como una ofrenda a los grandes literatos de Argentina y Uruguay que forjaron su sensibilidad, como Levrero, Felisberto, Manuel Puig, Marosa, Borges, Supervielle y Copi, junto con referencias icónicas como La tierra purpúrea, de Hudson. “La imaginación es autobiográfica porque la biografía propia está hecha de literatura”, dice este dramaturgo fanático, como se ve, de la narrativa y la poesía.
De hecho, en el programa de mano de la obra, en vez de largos textos interpretativos, contiene fragmentos de autores uruguayos de referencia para Tenconi, como Roberto Appratto, Fabián Severo, Armonía Sommers y, por supuesto, Levrero.
Tenconi creció bajo una doble influencia: la femenina, por vivir con su madre y su abuela en la misma casa, y la uruguaya. Su madre, nacida en Montevideo, se fue a vivir a Buenos Aires con 21 años y a los pocos meses la acompañó su abuela, que nació en Artigas y vivió en Salto y en Montevideo. “Mi madre se fue debido a una situación familiar que la llevó a cambiar de aire. Estaba estudiando Medicina y la facultad en Montevideo estaba cerrada por la situación política, al comienzo de la dictadura. Conoció a mi padre en Buenos Aires y se fueron a vivir los tres juntos. Nací yo, nació mi hermano y siempre vivimos con mi abuela, que siempre fue como una segunda madre. Se turnaban para trabajar y cuidarnos”.
Con esa configuración familiar, Uruguay fue para él “un país absolutamente idealizado”. Así lo explica: “Uruguay era el tema de conversación permanente entre mi madre y mi abuela en Buenos Aires. En sus diálogos siempre estaban Montevideo, el Estadio Centenario, el Teatro Solís y otros símbolos de su vida en Uruguay. De niño todo eso me sonaba muy mágico. Mi madre y mi abuela conversando de Uruguay son la génesis de mi imaginación. Son mi lugar primario”. El dramaturgo menciona un dato clave que refuerza esa idealización: ellas no venían a Uruguay y él recién conoció Montevideo en su juventud. “Alguna que otra vez fuimos a Salto y una vez a Tacuarembó y Rivera a visitar a unos familiares, de camino a Brasil, en auto. Pero a Montevideo recién comencé a venir ya de grande, por el teatro, por eso es una ciudad fundamental para mí. Porque primero fue mi imaginación y después fue un lugar donde me reconstituí, cuando me hice amigo de (la productora teatral) Carolina Escajal para estrenar acá La fiera (uno de sus primeros trabajos como dramaturgo y director, estrenada en 2016, con versiones diferentes, en Argentina y en Uruguay).
El director cuenta que, por más que su padre siempre estuvo presente en su vida, tuvo “más vínculo” con su madre y su abuela: “A mi padre lo adoro pero presumo que algo del mundo masculino no me cerraba tanto, eso de la obligación de ser un hombre, de ser fuerte, de lo competitivo. Eso me hacía mucho ruido. Fui a un colegio de varones en el que se fomentaba todo eso. Había mucho bullying. Eran los años 80 y 90 y la masculinidad no estaba para nada deconstruida, y además era un colegio muy anacrónico, muy anticuado. Entonces estar en casa con mi madre y mi abuela era un refugio, era una forma de ver el mundo mucho más feliz. Y eso fue determinante, porque en mis obras abundan los personajes femeninos fuertes”.
Su camino como consumidor de literatura uruguaya comenzó en su juventud con Onetti. “Sigo tratando de entenderlo todavía”, dice, entre risas. En las clases de actuación con Ricardo Bartís conoció a Florencio Sánchez y a Marosa Di Giorgio. “Bartís dice que Sánchez es mejor que Ibsen y Strindberg pero como nació acá no trascendió en el mundo”. En su lista aparece Idea Vilariño. “Es una de mis poetas favoritas”. Y, por supuesto, Levrero: “Sigo teniendo un romance con Levrero”.
Madre ficción está construida con elementos bien propios del teatro argentino del siglo XX, como el grotesco y el melodrama, de esos que le dieron identidad a la escena argentina, de la mano de autores como Carlos Gorostiza, Griselda Gambaro y Roberto Cossa. Es una comedia de principio a fin. No queda margen de duda. Butti no puede con su vida. Tiene la panza típica de un intelectual sedentario y vive el trauma de querer ser y no poder. Ese parlamento inicial citado en esta nota es una síntesis perfecta del personaje, que pasará gran parte de los 11 meses que transcurren en esta ficción contándonos que no pudo escribir una línea.
Es así que aparecen algunos personajes clave de su cosmogonía vital: su madre uruguaya, depresiva e irónica (estupenda, Roxana Blanco), que vuelve a florecer al regresar a Uruguay, su padre, arquetipo del hombre derrotado por la vida, su hermano, arquetipo del porteño intenso y arrasador, en las antípodas de su hermano (ambos roles a cargo de Dianesi), y una novia, estudiante de humanidades altamente politizada, radicalizada hacia la izquierda (Mané Pérez). También aparece, en uno de los mejores pasajes de la obra, una enorme escena narrada en portuñol que nos lleva de la nariz al universo fronterizo entre Artigas y Rivera y al sur de Brasil. También aparece, con su campera de nylon amasado bien de los años 90, el director de la Comedia Nacional, Gonzalo Correa, otra descacharrante composición de Dianesi.
No existiría esta estupenda comedia auténticamente rioplatense sin una labor interpretativa a la altura de la demanda dramatúrgica: Saffores, Pérez, Blanco y Dianesi son una cuatro por cuatro arrolladora, todos ataviados con esas pelucas geniales diseñadas por Heber Vera, que resultan decisivas para definir el ADN histriónico de cada personaje. Pocas veces una platea se ha reído tanto solo por la aparición de una peluca en escena.
Otro elemento fundamental para que Madre ficción sea uno de los mejores espectáculos de la temporada en Montevideo es la banda sonora, compuesta por el argentino Ian Shifres (habitual músico de las obras de Tenconi) e interpretada en vivo por el notable pianista Joaquín Baranzano y dos músicos de la Banda Sinfónica de Montevideo (Luis Martínez en percusión y Héctor Ríos en clarinete). Los tres, además, cantan y en algunos momentos intervienen vocalmente para cerrar el círculo de sentido en algunas escenas.
Tenconi transforma sus lecturas y sus observaciones de los códigos de comportamiento social y de los vínculos familiares en oro puro. El humor resultante es el humor ácido e irónico que una historia con estas reminiscencias literarias requiere. El intelectual riéndose de sí mismo y de los traumas y clichés de los intelectuales. Pero al mismo tiempo, cuando el viaje de Butti a Montevideo comienza a destrabar su parálisis creativa y a movilizar la historia hacia su desenlace, la emoción se instala en el escenario de un modo tan magistral como conmovedor. Entonces, Madre ficción se muestra en su cabalidad como una obra redonda. Corran a verla.