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La trágica historia de la actriz de la Comedia Nacional que, en la cima de su carrera, mató a su marido
El jueves 29 se estrena Un tren quebrando la siesta, obra de Elaine Lacey que narra el caso de Nelly Weissel y tendrá cuatro funciones en la Zavala Muniz
Camila Vives interpreta a Nelly Weissel en Un tren quebrando la siesta
Ocurrió en 1962. Una de las principales figuras de la Comedia Nacional fue acusada de asesinar a su esposo. El escándalo fue instantáneo. Durante semanas el episodio ocupó amplios espacios en la entonces abundante prensa montevideana. El esposo de la actriz uruguaya Nelly Weissel, un artista plástico llamado Fernando Vieytes, fue encontrado muerto de un balazo en su casa, en circunstancias que siguen siendo un misterio hasta el día de hoy. La defensa de Weissel en el juicio estuvo a cargo de la célebre abogada Adela Reta, una mujer importantísima tanto en el plano jurídico como en el cultural y el político. De hecho, fue ministra de Educación y Cultura en la restauración democrática de 1985 y la primera impulsora de la reconstrucción del Auditorio del Sodre desde sus cenizas, el cual, en su homenaje, lleva su nombre. Weissel estuvo presa poco tiempo, rehízo su vida y volvió al elenco la Comedia en 1973. Se retiró en 1990. Así como años atrás llegó al teatro la historia de Armen Siria, la actriz de la Comedia que se suicidó en el escenario del Solís en 1966, ahora le llegó el turno a Weissel, cuya peripecia es el centro de gravedad de Un tren quebrando la siesta, una obra que se estrenará el jueves 29 en la sala Zavala Muniz y que tendrá, en su primer ciclo, cuatro funciones, hasta el domingo 1.
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La dramaturga y directora de esta puesta es Elaine Lacey, egresada de la primera generación de la reciente Tecnicatura Universitaria en Dramaturgia (TUD) de la Facultad de Humanidades, carrera aún incipiente en la oferta académica uruguaya. Nacida en 1986, Lacey cuenta ya con más de una década de experiencia en cine y teatro, como actriz, guionista, directora y autora. En cine ha rodado varios cortos y actuó en Togo, la película uruguaya de Adrián Caetano para Netflix, Amores pendientes, de Oscar Estévez, y Todos quieren dominar el mundo, de Adrián Biniez. En teatro escribió y dirigió obras como Bijoterie (2012), Maya (2018) y El amor que nos tenemos (2021). En 2022 fue una de las tres directoras convocadas por la Comedia Nacional para dirigir Todo su asco del mundo, de Thomas Bernhard.
El papel de Weissel estará a cargo de Camila Vives, destacada actriz que integra la compañía El Almacén, y que el año pasado se destacó en Ismael, musical basado en la obra de Acevedo Díaz, y en Autopsia sobre lo impune, la obra de Verónica Mato y Fernando Parodi que cuenta el asesinato de las llamadas “muchachas de abril”, durante la dictadura. Marita Escobar, su compañera de elenco en El Almacén, otra actriz muy destacada que ha protagonizado varias obras de Leo Maslíah y que en 2022 estrenó Casi maestra con Vives, interpreta en esta obra a Adela Reta. Y Carlos Rompani, quien viene de actuar en Un hombre torcido, encarna al juez del caso.
Nelly Weissel Marita Escobar.jpeg
Marita Escobar encarna a la doctora Adela Reta en Un tren quebrando la siesta
Reinaldo Altamirano
Lacey contó a Búsqueda que el impulso para esta inmersión en la vida de Nelly Weissel ocurrió gracias a su colega Leonor Courtoisie, compañera en la TUD, que años atrás creó el sello literario Salvadora Editora, especializado en dramaturgia, y convocó a una residencia de escritura destinada al rescate de dramaturgas uruguayas del siglo XX. Lacey se presentó y cuando se distribuyeron los nombres posibles, a ella le tocó el papelito que decía “Nelly Weissel”, quien además de ser actriz había incursionado en la dramaturgia. “Empecé a leer sobre ella, me enteré de su obra Gabriela, la única que se le conoce, y comencé a buscarla. Si bien no la pude encontrar, sí pude leer sus crónicas y artículos sobre teatro para el diario La Mañana, y su historia me capturó de inmediato”, contó.
Fue así que Lacey desarrolló esta investigación, para la que se nutrió del frondoso archivo de prensa de la biblioteca del Palacio Legislativo. También contó con el testimonio de la hija de Weissel, quien tenía 18 años en el momento de la muerte de su padre, pero ya se había marchado de su casa. Durante los años de pandemia, Lacey guardó este proyecto en un cajón y lo retomó el año pasado, cuando fue uno de los ganadores de la convocatoria Nuestra, del Instituto Nacional de Artes Escénicas. El premio monetario le permitió financiar este montaje, que se estrenó en febrero en una única función en el Auditorio Nelly Goitiño, en el marco del festival Nuestra.
Weissel nació en 1920 y murió en 2010. Fue una de las fundadoras del Teatro La Máscara y su carrera como actriz comenzó en forma fortuita, cuando al no encontrar quien quisiera protagonizar su obra Gabriela, estrenada por El Tinglado, decidió hacerse cargo del papel central. No estudió en la EMAD ni en ninguna otra escuela de arte dramático, sino que se entrenó en forma autodidacta con ejercicios que encontraba en los libros de teatro que leía en su juventud. Durante los años 50 se transformó en una revelación de la escena montevideana y, en 1959, cuando aún no existía el Florencio, fue destacada por varios críticos como la mejor actriz del momento. Su prestigio creció, al punto que en 1961 fue convocada para integrar la Comedia Nacional, donde debutó nada menos que con el rol protagónico de Viaje de un largo día hacia la noche, un peso pesado de Eugene O’Neill. Un año después tuvo otro éxito con el elenco oficial, Fausto Garay, un caudillo, y en medio de esa exitosa temporada mató a su marido, se declaró culpable, fue condenada a prisión y volvió a la Comedia 12 años después.
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Carlos Rompani interpreta al juez en Un tren quebrando la siesta
Reinaldo Altamirano
La obra está centrada en el asesinato de Vieytes, sobre el que sigue existiendo un gran misterio, y sobre el juicio posterior. “Siempre quise hacer una obra de género judicial, la reconstrucción de un juicio, y esta obra consiste en eso”, explica la autora. “También traté de profundizar en el concepto de crimen pasional, que era como se definía en esa época este tipo de asesinatos. Intenté contextualizarlo a través de las charlas que tuve con la hija de Weissel. Ella ya tenía más de 40 años y 20 de matrimonio cuando ocurrió el episodio. Todo indica que estaba sufriendo un fuerte maltrato psicológico, al extremo de la humillación, desde hacía mucho tiempo. Ella era una diva, una gran figura, estaba en su mejor momento, pero en su casa era todo muy diferente. Su marido mantenía infidelidades sistemáticas, incluso con personas con las que ella trabajaba. Tenía una relación paralela que llevaba siete años. No demoró entonces en comenzar a correr el rumor, en el ambiente teatral, de que al mismo tiempo que ella triunfaba se iba convirtiendo en ‘la guampuda’, como la llamaban a sus espaldas. Un día, él le dijo que la iba a dejar y ese fue el desencadenante del asesinato”.
Su dramaturgia parte de la base de que esta historia está llena de zonas oscuras. Por eso se propuso ficcionalizar algunos pasajes, imaginando posibles diálogos y situaciones concretas, con base en la información que obtuvo. “Pero nunca pude atar todos los cabos”, reconoce. La autora se enfocó en el concepto de la posesión en el amor: “Es una mujer que toleró las infidelidades pero no el abandono. Eso fue demasiado”. Uno de los misterios que persisten en este caso es cuánto tiempo estuvo Weissel en prisión. “Estuvo poco tiempo presa, no sabemos bien cuánto; estuvo un tiempo recluida en el Hospital Vilardebó y también sabemos que 10 años después ya estaba libre”.
Un tren quebrando la siesta, título metafórico que alude al fuerte carácter del personaje retratado, se presentará jueves 29, viernes 30 y sábado 31 a las 20.30 y el domingo 1 de junio a las 19.30 h en la Sala Zavala Muniz, con entradas en venta en Tickantel a $ 600.