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    Escáner móvil: la tecnología que va al rescate de la memoria uruguaya filmada en los rincones del país

    Desde la Facultad de Información y Comunicación se creó el primer dispositivo portátil para digitalizar películas olvidadas; su gira ya empezó en Cerro Largo

    En altillos familiares, escuelas rurales o museos departamentales, las latas de película se acumulan y esperan. En super-8, el formato que democratizó el cine casero en América Latina, o en 16 milímetros, más ligado al registro oficial, se conservan imágenes de viajes escolares, fiestas locales y escenas de la vida cotidiana de hace décadas. La mayoría aguarda en silencio, mientras el tiempo avanza en su contra.

    Frente a esa cuenta regresiva, un equipo de investigadores decidió que si el archivo no va a Mahoma, Mahoma irá al archivo. O, en términos más precisos, si los archivos audiovisuales no pueden viajar para ser digitalizados, la universidad llevará la tecnología hasta ellos.

    Así nació el primer escáner móvil uruguayo, un dispositivo portátil que recuerda a una valija de proyector, pero que funciona como un laboratorio de rescate audiovisual. Su tarea es digitalizar, fotograma a fotograma, películas históricas en formatos hoy olvidados, como el super-8, antes de que el deterioro las haga desaparecer.

    El escáner fue desarrollado durante 2025 en el Laboratorio de Tecnologías Innovadoras para la Preservación Audiovisual, que hasta fines de 2024 funcionó en el Archivo General de la Universidad de la República (AGU) y que actualmente se alberga en la Facultad de Información y Comunicación (FIC).

    Giras nacionales entre 2026 y 2027

    El dispositivo portátil es una pieza central de una iniciativa más amplia de digitalización de acervos fílmicos bajo el proyecto Tecnologías Innovadoras para la Preservación del Patrimonio Histórico. El proyecto, dirigido por la historiadora y docente Isabel Wschebor, recibió el Fondo María Viñas de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación.

    Con una lógica de trabajo de campo trasladable, el escáner ya comenzó a recorrer el país. Tras una primera etapa de pruebas en el Museo Histórico Regional de Melo, Cerro Largo, el equipo prevé realizar giras nacionales entre 2026 y 2027.

    Uno de sus trayectos más simbólicos será hacia Francia para rescatar el archivo de Alain Labrousse, periodista y sociólogo francés quien entre 1965 y 1970 registró Uruguay y la región en super-8. Labrousse promovió el uso de estas cámaras pequeñas convencido de su poder para filmar realidades que los medios masivos y los relatos oficiales solían ignorar.

    Más que una herramienta técnica, sus responsables lo ven como un puente para que las comunidades mantengan contacto directo con su propia historia en su lugar de origen.

    “El trasladarse para recuperar cosas que están en sitios que no fueron reconocidos para su conservación es un gesto de la universidad, (así como) el involucrarse en este proceso de debate cultural en torno a qué recordamos, qué olvidamos y qué es lo que está marginalizado de la memoria pública”, explicó Wschebor en su conversación con Búsqueda.

    El origen

    La creación del escáner se puso en marcha a partir de una limitación técnica concreta y una investigación ya en curso.

    El Laboratorio de Tecnologías ya contaba con un escáner profesional, uno con dimensiones más intimidantes que su pequeño hermano viajero. Pero con el super-8, ese escáner solo se permitía su telecinado, una transferencia de menor calidad sin llegar a la alta definición. La limitación no era menor, ya que el super-8 fue un formato doméstico por excelencia en América Latina y hoy concentra una demanda urgente de rescate.

    Isabel Wschebor, docente e investigadora uruguaya especializada en preservación audiovisual e historia de archivos
    La docente e investigadora uruguaya Isabel Wschebor, especializada en preservación audiovisual e historia de archivos.

    La docente e investigadora uruguaya Isabel Wschebor, especializada en preservación audiovisual e historia de archivos.

    En paralelo, la investigación doctoral de Wschebor se centraba en la recuperación de archivos censurados por la dictadura. En ese marco, identificó el trabajo de Labrousse, cuyo archivo supuestamente contenía el único registro en colores del entierro del mártir estudiantil Líber Arce. Una de las preguntas que guiaba el trabajo de la académica era qué impacto tendría en la memoria visual uruguaya ver ese evento en color, en contraste con la “escala de grises” que dominaba, tanto literal como metafóricamente, la época.

    Aunque esa copia específica no apareció, el archivo de Labrousse, con más de 40 latas, se convirtió en un imán. Y es que Labrousse, fundador del comité de defensa de los presos políticos uruguayos en Francia en 1972, no era un aficionado cualquiera.

    “Formó a nuevas generaciones en el uso de cámaras pequeñas, como las de super-8, como si fuera el primer smartphone, para que puedan filmar cosas que ni los medios ni los Estados van a filmar y que estaban sucediendo en América Latina”, apuntó Wschebor.

    Esa filosofía de usar tecnologías portátiles para registrar hechos emergentes resonó profundamente con su equipo. El escáner móvil sería la contracara contemporánea de esa misma idea.

    Manos a la obra

    En febrero de este año, el equipo, que también integran el docente Jaime Vázquez y el estudiante Juan Monce, se puso en marcha. Partieron de un diseño llamado T-Scan 8, creado y difundido libremente por el técnico de producción y cineasta sueco Torulf Holmström. Sin embargo, el manual estaba pensado para Europa y, según explicó Vázquez, tuvieron que adaptar la guía de armado y comprar componentes que pudieran conseguirse rápido en Montevideo, para no depender del exterior.

    Fue un proceso de ensayo, error y aprendizaje colectivo. El escáner contiene piezas en 3D fabricadas en Facultad de Ingeniería. La electrónica se armó en torno a una computadora Raspberry Pi y una placa Arduino, pilares del hardware abierto. Los motores son de impresora 3D readaptados. Para la detección precisa de cada fotograma, idearon un sistema con luz ultravioleta y un fototransistor que, al detectar la perforación de la película, ordena a la cámara capturar la imagen.

    Uno de los desafíos más grandes fue la carcasa. Buscaron presupuestos para cajas de acrílico, pero los costos eran prohibitivos y llegaron a recibir cotizaciones de miles de dólares por la especificidad del diseño. Finalmente, la solución fue local y artesanal. Monce acudió a un carpintero de su barrio, quien cortó las tablas de madera que el equipo luego ensambló. La madera podía crear polvillo dañino, por lo que el elemento crucial quedó en el interior: una plancha de acero inoxidable personalizada con perforaciones láser para encajar cada pieza, asegurando una superficie limpiable que no afectara la emulsión de la película.

    El mayor reto técnico, sin embargo, fue otro. “El desafío más grande superado este año fue identificar la tensión correcta de la película para garantizar la calidad de la imagen y, fundamentalmente, el cuidado del material original”, explicó Wschebor. Para lograrlo, usaron películas de prueba, como las viejas de Disney que ya tenían una copia digital profesional, hasta estar seguros de que el mecanismo no dañaría materiales históricos irrepetibles.

    Tiempos y destinos

    ¿Cuánta memoria puede rescatar este escáner viajero en un día? “Una película super-8 estándar tiene en el entorno de los 10-15 minutos de duración. Nosotros estamos teniendo en nuestros mecanismos de digitalización la capacidad de digitalizar más o menos 10 minutos cada cuatro días. Pensando en todo: en la limpieza, en la inspección, en el proceso mismo de digitalización, pero también en su proceso de estabilización y tratamiento digital, guarda y compilación”, calculó la investigadora.

    Es decir, un cortometraje completo puede demandar entre cuatro y seis días de trabajo integral. No es un proceso rápido, pero es metódico, seguro y, sobre todo, in situ.

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    Esta portabilidad ya se puso a prueba en una visita al Museo Histórico Regional en Melo, Cerro Largo. Allí, el equipo realizó un acondicionamiento integral del archivo audiovisual: inspeccionaron, limpiaron, numeraron y organizaron las películas en 16 milímetros, con filmaciones de los años 50, así como el material fotográfico asociado.

    Fue un trabajo de diagnóstico y rescate preliminar que confirmó la viabilidad del escáner en terreno y, al mismo tiempo, evidenció la necesidad de adaptarlo en el futuro para formatos más grandes. Desde el laboratorio destacan que el diseño es modular, lo que permitiría reconvertirlo para 16 mm ajustando piezas y la posición de la cámara.

    Para Wschebor y su equipo, el proyecto trasciende con creces lo tecnológico y tiene una dimensión política y social marcada. Durante la pandemia, el Grupo de Estudios Audiovisuales (Gesta), que la investigadora integra, realizó un relevamiento de archivos en el interior del país a través de correspondencia electrónica con instituciones, cineclubes y museos de departamentos como Artigas, Cerro Largo y Treinta y Tres, que contaban con bajos recursos para recuperar sus archivos.

    La respuesta, según recordó la docente, no pasaba por pedir que los materiales viajaran a Montevideo. “La idea es que la universidad vaya a los otros departamentos y colabore con sus archivos, en lugar de obligar a esas instituciones a trasladarlos a la capital”, señaló. Para Wschebor, era central que fueran los investigadores quienes se desplazaran: “Que nos tengamos que mover nosotros y que no se tengan que mover los sujetos me parece muy importante, porque obliga a que las cosas queden en la comunidad y a que sea la propia comunidad la que tome contacto con su historia”.

    En movimiento

    El laboratorio no se detiene en el escáner. Para 2026, planean publicar una serie de manuales justamente orientados a que mejore la calidad de los procedimientos mediante los cuales los grupos hacen trabajos de digitalización de sus acervos. Además, trabajan en la recuperación del archivo del documentalista Mario Jacob y en la digitalización de películas producidas por la División Fotocinematográfica del Ministerio de Instrucción Pública, en colaboración con el Archivo Nacional de la Imagen.

    Y otro hito mayor se avecina desde la formación. En marzo de 2026 comienza la Licenciatura en Ingeniería de Medios, una nueva formación de grado en conjunto entre la FIC y la Facultad de Ingeniería. Se busca formar profesionales que no solo sepan operar tecnología, sino que comprendan su esencia física e histórica. El Laboratorio de Tecnologías… será su corazón práctico.

    “Para entender los medios audiovisuales y sus mecanismos, las formas en las que registran o reproducen imágenes y sonidos, es muy importante conocerlos desde el inicio: cómo funcionó su óptica, su técnica, su capacidad de registro. Así es posible integrar de una forma más madura la forma en la que funcionan hoy”, señaló Wschebor.

    Y, en el horizonte, está el viaje a Francia con el escáner móvil en la valija para enfrentarlo al archivo de Labrousse. Es un viaje de ida y vuelta en el tiempo, que conecta la filosofía de un cineasta que usó la tecnología más portable de su época para documentar luchas y rituales, con un equipo uruguayo que usa la tecnología abierta y móvil para devolverle al presente esos mismos registros.