En los últimos tiempos, la producción audiovisual argentina ha decidido llevar a la ficción la vida de todos los íconos con los que pueda hacerse, y encontró en la historia reciente una fuente inagotable de ideas.
La serie de Amazon Prime Video reconstruye uno de los hechos más trágicos de la historia reciente argentina
En los últimos tiempos, la producción audiovisual argentina ha decidido llevar a la ficción la vida de todos los íconos con los que pueda hacerse, y encontró en la historia reciente una fuente inagotable de ideas.
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáDesde Diego Maradona y Eva Perón hasta Guillermo Coppola, esta industria halló en figuras reconocibles una veta fértil. Este fenómeno, que trasciende las fronteras, como se evidencia en series como Senna, la producción brasileña sobre el corredor de Fórmula 1, continúa también con una tendencia impulsada durante la pandemia, en la que Uruguay se ha convertido en un set de filmación recurrente para el país vecino.
Si bien Cromañón, producida por About Entertainment y dirigida por las argentinas Marialy Rivas y Fabiana Tiscornia, no se centra en un personaje específico como las biografías antes mencionadas, sí aborda un hecho histórico para la cultura argentina. Basada en hechos reales y filmada en gran parte en Uruguay, esta serie se estrenó a principios de noviembre en Prime Video y reconstruye el trágico incendio de la discoteca República Cromañón en Buenos Aires, ocurrido el 30 de diciembre de 2004.
El incendio de Cromañón, que cobró la vida de 194 personas, en su mayoría jóvenes, es el eje central de esta serie de ocho episodios. Ocurrido durante el último de tres conciertos de la banda Callejeros, este hecho tiene lugar en el quinto capítulo. Antes de ello, la serie, con un compromiso latente en explorar la profundidad del dolor y la lucha por la justicia de una generación, decide centrarse no solo en la tragedia, sino también en la vida, las relaciones y los sueños destruidos por el fuego.
Antes y después del incendio, la trama se bifurca. En la primera línea temporal, conocemos a un grupo de jóvenes apasionados por el rock y la banda Callejeros, entre ellos, Malena, Lucas y Nicolás. La segunda línea temporal se adentra en las consecuencias de la tragedia: el trauma, el duelo, el vacío y la culpa que cargan los sobrevivientes.
Con una realización de época verosímil, aunque con algunas licencias creativas como la moda o la iluminación de interiores, Cromañón se centra en el impacto del incendio en las vidas de sus personajes. Más allá del horror, la serie logra que sus historias individuales y la lucha por superar el dolor y la culpa, relaciones familiares incluidas, construyan su propio y atractivo universo para el espectador.
Ese camino es recorrido por un elenco joven que se luce, liderado por Olivia Nuss como Malena, José Giménez Zapiola como Lucas y Toto Rovito como Nicolás. Este trío logra cargar a la antesala del dolor con una construcción coral sobre quiénes eran estos jóvenes, qué los motivaba, qué sueños tenían y cómo la cultura del rock barrial había logrado aglomerar a tantas personas en un momento socioeconómico crítico para el país.
La anticipación de la catástrofe es un elemento que permea toda la serie. El espectador, al igual que los personajes, siente una sensación de fatalidad inminente, una especie de cuenta regresiva hacia el suceso que marcará un antes y un después. Esta tensión dramática se construye de manera competente, logrando que el episodio del incendio se viva como un golpe al estómago, un momento de inflexión que transforma radicalmente la narrativa y la experiencia del público.
La comparación con la escena del accidente aéreo en La sociedad de la nieve comparte cierta similitud en su ejecución. Ambas secuencias, a pesar de su brutalidad, están filmadas con un realismo que resulta impactante, pero también con una sensibilidad que evita caer en el morbo. Sin embargo, es en los episodios posteriores donde Cromañón logra diferenciarse, al mostrar cómo el dolor se expande y afecta a toda una comunidad.
Si bien la serie logra transmitir el impacto personal de la tragedia, se queda corta al momento de ayudar a entender las causas que la provocaron. La figura de Omar Chabán, empresario y dueño del local, es central, pero la trama no explora a fondo el contexto de corrupción y negligencia estatal que hizo posible el horror: la falta de controles, la corrupción entre funcionarios y empresarios, y la ausencia de políticas públicas adecuadas.
Cromañón, si bien no escapa de la tragedia que la inspiró, encuentra en los sueños rotos su verdadero valor. Lejos de caer en el morbo, carga con una sensibilidad que construye un laberinto de emociones que se ancla en el sufrimiento, pero que también da lugar a la esperanza y la redención. A través de la ficción, logra honrar la memoria de quienes ya no están y no solo retrata el duelo individual, sino también el duelo colectivo de una sociedad marcada por la pérdida.