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En enero, la imagen de los tecnócratas reunidos en la segunda asunción presidencial de Donald Trump se volvió símbolo de una nueva era. Los líderes de Silicon Valley, antes emisarios del progreso, son hoy los villanos culturales de la época, a medida que el caos desinformativo y las disrupciones sociales alimentadas por sus creaciones se vuelven más notorios. Dentro de este paisaje, marcado por la inevitable presencia de la inteligencia artificial y los algoritmos que filtran la realidad, se estrenó Mountainhead, la primera película de Jesse Armstrong, creador de la premiada serie Succession.
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Mountainhead, disponible desde el sábado 31 de mayo en la plataforma HBO Max, tuvo una creación tan vertiginosa como el mundo que retrata. Tras reseñar un libro sobre el magnate cripto Sam Bankman-Fried a fines de 2023, Armstrong se encontró inmerso en una investigación sobre el universo de los multimillonarios tecnológicos, obsesionado con sus tonos de voz y cadencias al hablar. La fascinación fue tal que, en un giro atípico para los tiempos de producción de Hollywood, el proyecto se concibió y completó en poco más de seis meses. El pie en el acelerador fue una decisión consciente. Armstrong quería que el público experimentara la película lo más cercano posible al consumo noticioso en el que escribió su guion. Manteniendo los vestigios de su pasado en la televisión británica, aún más rápida para comentar el presente, la inmediatez de esta creación se vuelve una declaración política que pretende capturar el impacto de estos hombres poderosos en la sociedad actual.
Armstrong es mundialmente reconocido por crear Succession, serie aclamada que satirizó al poder económico mediante la historia de la familia Roy. Si bien el realizador intentó resistirse a volver al mundo de los magnates, la fascinación por la arrogancia y la falta de autopercepción de los líderes tecnológicos lo volvió a seducir. La película, que le abre nuevas puertas al marcar su debut como director de largometrajes, reafirma su dominio en la sátira social y su obsesión por las élites de poder, y presenta una historia que, aunque distinta en su premisa, podría sentirse como parte del universo de Succession. Es ingeniosa, cruel y perversa.
Embed - Mountainhead | Tráiler Oficial | Max
En Mountainhead se presenta la reunión de cuatro amigos multimillonarios: Randall (Steve Carell), un capitalista de riesgo y figura paterna del grupo; Jeff (Ramy Youssef), el CEO de una empresa de inteligencia artificial de vanguardia; Venis (Cory Michael Smith), el fundador y dueño de la plataforma social Traam, y Hugo (Jason Schwartzman), el anfitrión de la reunión y el único del grupo que no es multimillonario. Los cuatro se juntan para un fin de semana de póquer en una lujosa mansión de montaña de Hugo ubicada en la cima de una montaña nevada en Utah.
Desde la primera escena, Armstrong, también guionista, anuncia que el mundo exterior cae en un caos debido a una nueva herramienta de inteligencia artificial lanzada por Traam, causando revueltas violentas globales debido a la incapacidad de los usuarios para distinguir cuál información es real y cuál no. Esto sucede principalmente por la propagación de videos.
La comedia, satírica y oscura, empieza en la profunda desconexión de estos personajes con la realidad y su lenguaje de jerga corporativa para entender y ejecutar hasta el acto más mundano. El elenco llegó a señalar que es casi un dialecto que tuvieron que aprender para dominar, y la traducción al español de HBO en sus subtítulos se queda corta para reflejar cómo Armstrong es un maestro en este tipo de diálogos, cargados de microagresiones y arrogancia que resultan graciosos por momentos y asquerosos en otros. A pesar de su inmenso poder, estos líderes son incapaces de reconocer su propia falta de moral y el nihilismo con el que abordan el mundo, reflejado en cómo usan el lenguaje para distanciarse de las consecuencias de sus acciones e impulsar ideas catastróficas, como el aceleracionismo de la inteligencia artificial o la idea de administrar países por su cuenta. De hecho, Argentina es el primer candidato para un “golpecito” de Estado.
Armstrong optó por el método de filmación de Succession, rodando escenas completas con varias cámaras para capturar la espontaneidad del momento, lo que contribuye a la vivacidad de la interacción entre los cuatro y únicos personajes. Entre las fortalezas más destacadas de Mountainhead se encuentra el elenco, cuyo carisma logra que la egomanía de los personajes sea mínimamente tolerable.
Sin embargo, la persistencia en centrar la atención en lo que ocurre fuera de la mansión puede, en ocasiones, restar inmersión en el relato. La dirección de Armstrong no dista de lo visualmente construido en Succession, y si bien esto marca una transición amigable para quienes vienen siguiendo su trabajo, el cambio al formato de largometraje podría haber invitado a una apuesta más arriesgada y menos televisiva, más allá del destino en streaming de esta producción.
A pesar de estas salvedades, la película logra un giro crucial cuando la convivencia entre estos empresarios se vuelve insoportable y se revela una trama criminal en la que deciden el destino de la humanidad, y el de uno de ellos, con la misma ligereza con la que eligen el color de una aplicación.
La relevancia y la inmediatez de la película, al abordar temas como el transhumanismo y el abandono planetario, son incuestionables. Mountainhead es una comedia oscura y una bienvenida y sólida crítica, y burla, de los titanes tecnológicos. No hay soluciones ofrecidas para los problemas, sino que profundiza en la toxicidad que emerge de su burbuja de poder y arrogancia. Así demuestra cómo la paranoia que siembran se vuelve en su contra, y señala que quizás la era de los tecnócratas se acabe cuando comiencen a comerse entre ellos.