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Esta fue la 40a zafra de arroz del ingeniero agrónomo Ernesto Aguirre, productor de la zona de Pueblo del Barro, Tacuarembó. Su chacra, en el establecimiento Santa Enriqueta, fue el escenario de la inauguración de la cosecha 2024. “El arroz es un cultivo apasionante, desafiante, que nos da la posibilidad de controlar casi todas las variables. El resultado final depende mucho del esfuerzo, las ganas y la cabeza que le pongamos al cultivo. Cada año es un desafío, pero al final nos apasiona”, dijo al ser consultado por Agro de Búsqueda.
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Recordó que su primera zafra fue la 1984-1985, cuando egresó de la Facultad de Agronomía. “No tenía mucho conocimiento, y con un amigo y mi hermano lo intentamos, y desde ese momento cultivo arroz”, señaló.
El productor trabaja desde hace unos 20 años en ese establecimiento. "Antes plantamos en tres o cuatro sistemas más, después empezamos a seleccionar. Llegamos a tener cinco sistemas diferentes, que sumaban 800 o 900 hectáreas. Después mi hermano dejó de plantar y hace unos años me concentré solo acá”, detalló.
Santa Enriqueta tiene 930 hectáreas arrozables, donde Aguirre planta en promedio 250 hectáreas por año. “Se hacen dos años de arroz y después se rota con praderas, así que son cuatro cortes. Opero la parte agrícola del establecimiento, acá sembramos arroz y soja en la zona alta. La ganadería la hace el propietario del campo”, detalló.
Sobre la productividad, comentó que “en los últimos cinco obtuvimos alrededor de 10.500 kilos por hectárea”. También valoró la productividad del cultivo a nivel nacional, con el récord del año pasado. “Hay genética y tecnologías nuevas que ayudan a mejorar la productividad”.
Pero advirtió que la dificultad está en los costos. “Somos altos consumidores de energía, gastamos más de 100 litros de gasoil por hectárea, tengo bombeo eléctrico, la Asociación Cultivadores de Arroz (ACA) y UTE han hecho muy buenos convenios, pero la energía sigue siendo un costo importante”, dijo.
Soja
Consultado sobre la rotación arroz-soja, respondió que “es una opción, pero no la hacemos acá”, porque se busca mejorar la productividad de la pastura después del arroz. “Acá hay muy buenos suelos para soja. No consideramos plantarla en los suelos arrozables, ya que el cultivo es mucho más productivo en las zonas altas”, señaló.
Sostuvo que en esa región “la soja tiene muy buenos potenciales. En un año con lluvias normales se llega a 4.000 o 4.500 kilos por hectárea. Son suelos de muy buena aptitud agrícola para la zona. La clave es que la logística no insuma el 20% de la producción”.
Aguirre confirmó que “la limitante de la soja en el norte son los fletes a puerto”. Señaló que “cuando los precios son buenos el negocio es uno, pero con precios bajos es otro, por eso no se ha afianzado la producción de soja en esa región del país”. Indicó que “los picos de área acompañan a los precios”, pero opinó que “si se incorpora al sistema ganadero, como puerta de inicio para la pradera, la soja tiene un lugar”.