“Uruguay se está perdiendo la posibilidad de generar valor y de exportar proyectos por falta de personal” y porque “las mujeres no están participando” en esas áreas, en parte por “estereotipos” sociales y “sesgos de discriminación”, según esta magíster en Ciencias por la Universidad de Maryland que recibió el Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga y Científica, en el marco del programa de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista con Búsqueda.
—¿Cuáles son para usted los principales hitos o mojones de Ceibal desde su creación hace 15 años?
—Uno tiene que ver con la distribución de laptops y la instalación de wifi en todos los centros educativos del país. Esa fue la primera etapa, de 2007 a 2009, cuando se logró la universalización del acceso a los dispositivos y el desarrollo del software de base de las máquinas. La segunda, entre 2010 y 2013, fue cuando se presentaron los primeros recursos educativos para utilizar con los dispositivos. Ahí se lanzó la primera versión de CREA (el aula virtual mediadora de la enseñanza y el aprendizaje), la primera plataforma de matemáticas, programas como la Biblioteca País y cursos como Ceibal en Inglés. Ya a partir de 2014 identificamos una tercera etapa, caracterizada por la Red Global de Aprendizajes (iniciativa conjunta de Ceibal con ANEP), que concibe a la tecnología como aliada de la transformación educativa. Con base en los intereses de los propios chiquilines se arman proyectos que aúnan contenidos de distintas disciplinas y se desarrollan competencias como la creatividad, el pensamiento crítico, la colaboración, la comunicación, el carácter y la ciudadanía, que están vinculados a problemas reales de la comunidad donde está el centro educativo. En 2017 surgió el Programa de Pensamiento Computacional, otro aporte emblemático, y por allí las olimpíadas de programación y robótica. La última etapa, a partir de 2020, fue en respuesta a un evento muy fuerte como la pandemia, que claramente aceleró algunos procesos para brindar una experiencia integral y mantener el vínculo entre docentes y estudiantes, que usaron masiva y asiduamente la plataforma de gestión de cursos y herramientas de educación combinada, presencial y virtual.
—Según un estudio de Aristas, elaborado por el Ineed, existe relación entre el uso de las plataformas y la mejora de los aprendizajes. ¿Cuán planificado estaba este salto de cantidad de alumnos conectados a aulas virtuales —que se multiplicó por 10— y de calidad en la oferta de contenidos pedagógicos?
—Esto sucedió el 13 de marzo de 2020 y fue una demanda que surgió a partir de la decisión del cierre de los centros educativos. En ese momento tratamos de buscar soluciones rápidas, dada la situación de emergencia sanitaria. Si bien veníamos trabajando en la planificación de un escenario, porque veíamos lo que pasaba en otros lugares, esto llegó rapidísimo. La pandemia fue un catalizador impresionante para que esos procesos que venían gestándose se aceleraran y concretaran. Nosotros estábamos muy preparados para pasar a trabajar en la virtualidad rápidamente; eso fue importante. Parte de nuestra operación continuó presencial, sobre todo la reparación de equipos, y en los demás procesos pasamos ágilmente a la virtualidad, adaptando la infraestructura a la gran demanda del uso de las plataformas digitales. Todo eso se vivió con mucha intensidad porque había que actuar rápido para mantener el vínculo entre docentes y alumnos, esto es, extender las fronteras físicas y los tiempos incorporando narrativas transmedia y análisis de datos. Hoy el aprendizaje sucede en varios lugares y en distintos momentos, no solo dentro del aula y en el horario de clase.
—Ceibal también experimentó cambios como institución ligada a la educación. ¿De qué manera cree que la emergencia sanitaria potenció al plan como política pública?
—La situación posicionó a Ceibal más dentro de un ecosistema de instituciones que tienen que ver con la educación en cuanto a los vínculos con la ANEP, con el MEC, con el Ineed y otras instituciones. Un ejemplo de esto fue la creación en 2021 de la mesa interinstitucional de datos para intercambiar y facilitar información entre las principales instituciones educativas. En el momento de la pandemia era sumamente urgente contar con los datos precisos, para saber qué chiquilines se estaban conectando a las plataformas y cuáles no. Esto se hizo semana a semana para que las autoridades pudieran actuar en tiempo real.
—En Uruguay hubo cuatro cambios de gobierno y un cambio de coalición gobernante y todo siguió evolucionando en el plan. ¿Cree que Ceibal es la política de Estado más consolidada en lo que va del siglo?
—No lo sé, puede ser discutible. No me voy a poner a comparar. Creo que sí se ha consolidado como política de Estado. No voy a decir que es la política de Estado…
—De todos modos, no es usual el peso de la autonomía de lo técnico en su relación con la política no partidaria.
—A nosotros vienen a visitarnos de otros países en forma bastante recurrente, y esa es de las cosas que destacan: esta trayectoria de 15 años de una política que por supuesto se va ajustando y cada administración tiene sus énfasis, pero que se mantiene en el tiempo y que se le da ese espacio para mejorar y seguir por ese camino. Es lo que sucede con la innovación, siempre hay algo más.
—¿Y cuáles son los nuevos desafíos de Ceibal?
—Pasan por universalizar programas como los de pensamiento computacional, que siguen en su expansión (están en más del 60% de los grupos de 4° a 6° de escuela), y continuar buscando nuevas propuestas. Hay grandes desafíos en la coordinación con ANEP para que este despliegue que hacemos en tecnología sea armónico, coordinado y con los recursos que ofrecemos para el desarrollo profesional docente. También estamos viendo propuestas en conjunto con el Consejo de Formación en Educación para ofrecer un diploma específico y continuar en estas líneas de apoyo a toda la demanda docente. Una de las solicitudes que nos llegó fue la de colaborar con un monitor de datos en el que venía trabajando ANEP para que los directores tuvieran información integrada sobre el uso de las plataformas, el estado de las máquinas, entre otras cosas. Además, Ceibal busca aportar prácticas innovadoras que incorporan a las tecnologías digitales como motores de la transformación digital y educativa. En este marco surgió Puentes Digitales para la Equidad Educativa, un proyecto entre Ceibal y Unicef para desarrollar soluciones con foco en quienes sufren mayores vulnerabilidades y que permitan replicar el modelo Ceibal fuera de fronteras.
—Un Informe de la Internacional de la Educación —organización que integran sindicatos locales de profesores y maestros— señala que el Ineed y Ceibal son “experimentos que favorecen el lucro en educación”. ¿Qué responde a esas críticas?
—No vi el documento. Pero no sé cómo sería que fomentamos o favorecemos el lucro… No entiendo mucho a qué puede hacer referencia eso. Desde Ceibal lo que nos proponemos es apoyar con tecnología las políticas educativas públicas con la innovación pedagógica digital para la educación. Esa es nuestra misión.
—¿Percibe resistencias desde el gremio docente a las acciones de Ceibal?
—Nosotros buscamos aportar soluciones y tratar de facilitarles la vida a los docentes. En pandemia y sobre todo en el primer momento reformulamos los materiales para generar contenidos y distintas instancias de consulta. Tratamos de estar presentes y de dar todo el soporte posible. Lo que vemos es que, más allá de que no es un público homogéneo y que son muchísimos, en pandemia hubo un acercamiento muy fuerte de los docentes y pudimos trabajar en conjunto muy bien en las herramientas y recursos que brindamos. También hubo un acercamiento muy fuerte de las familias gracias a propuestas como Matific (aplicación de matemática alojada en la plataforma CREA). Esta situación nos dio toda esa visibilidad que de repente no se tenía muy clara.
—Uno de sus objetivos es el de potenciar eventos de difusión científica y fomentar la vocación tecnológica en niñas y adolescentes. Por esas acciones recibió el Premio Ada Byron a la Mujer Tecnóloga y Científica en 2021. ¿Qué valor le da a ese tipo de reconocimiento?
—Iniciativas como la de este premio son importantes para visibilizar estas áreas de trabajo para las mujeres. Por algún motivo en tecnología, en general, y también en ingeniería somos muy pocas las mujeres que estamos participando. Esto sucede en muchos lugares del mundo pero particularmente en este país. Uruguay se está perdiendo la posibilidad de generar valor y de exportar proyectos por falta de personal en estos sectores, y las mujeres no están participando. Es un gran sinsentido que suceda esto en áreas de trabajo donde perfectamente se podría aumentar la capacidad de generación de talento. Hoy en las industrias de tecnología de la información hay muchas posibilidades de crecimiento y de desarrollo, y eso a veces no se conoce. Entonces me parece que la instancia de buscar reconocer a las mujeres ayuda a la difusión de modelos distintos para que las niñas y las adolescentes elijan estas carreras.
Olimpíada de robótica, programación y videojuegos organizada por Ceibal. Foto: Daniel Rodriguez /adhocFOTOS
—¿Cómo explica usted este desaprovechamiento de talento femenino?
—Algunos diagnósticos refieren a estereotipos que tratan de mostrar a las niñas y las adolescentes que hay roles para las mujeres. Son estereotipos que se han difundido, pero no es que sea así. En ingeniería hay mucha demanda de trabajo. En las tecnologías de la información hay desempleo negativo y el Uruguay como país se está perdiendo de exportar proyectos por no tener suficiente gente trabajando en la industria. Por eso digo que es un gran sinsentido que las mujeres no sigan esas carreras cuando hay tanta necesidad y demanda del sistema laboral. Las empresas de tecnología de la información hoy están haciendo mucho más, porque justamente tienen esa necesidad y la tienen ya: muestran espacios de trabajo más flexibles y atractivos. Pero es bastante común que entre las mujeres que estamos en el rubro hayamos entrado a él porque conocíamos a alguien que nos hizo ver que había otra mujer trabajando en tal área. Eso que fue muy importante para mí y para varias de las mujeres que estamos hoy en áreas de ingeniería y me parece que es algo que hay que seguir haciendo.
—Ceibal trabaja sobre la base de un modelo de gestión de calidad con equidad de género y, de hecho, en la institución hay más gerentas mujeres que sus pares hombres. Usted es la gerenta general y la de operaciones es una ingeniera, lo mismo que la gerenta de servicio técnico, áreas tradicionalmente ocupadas por hombres. ¿A qué obedece esta “política de equidad”?
—Desde Ceibal tratamos de contribuir a eso. Intentamos que en las propuestas que elaboramos, relacionadas con la tecnología, la programación, las competencias de robótica, no haya barreras que produzcan brechas de género; más bien al contrario, tratamos de sacar esas barreras y de que todos, niñas y niños, puedan participar. Después verán si les gusta o no, pero que tengan esa chance. Que no se excluyan sin conocer la realidad. Y medimos seriamente las acciones que llevamos adelante para que pueda ser evaluada su eficacia. Muchas veces las chiquilinas hasta se sorprenden y te dicen: “Nunca pensé que diseñar un programa para resolver un problema de interés fuera a ser una posibilidad laboral futura”. De esta forma, por lo menos conocen esa posibilidad, y a estas edades, que son los últimos años de escuela, cuando creemos que todavía existe esa apertura de no juzgar basados en estereotipos. Después en la adolescencia esto se va volviendo más complicado.
—¿Y cómo hacen para medir la eficacia de estas acciones?
—Desarrollamos un tablero de indicadores de género en los programas STEM de Ceibal para saber cómo nos va en estos temas en las distintas áreas. Saber, por ejemplo, cuántas chiquilinas están participando en pensamiento computacional. O cuántas chiquilinas forman parte de los equipos en las olimpíadas de robótica o de la competencia de drones y cuántas son finalistas, para ver si hay brechas de género. Tratamos de hacer un mapeo de todos los recursos de Ceibal por todas las fuentes de información interna para desarrollar ese tablero integrado e ir viendo la eficacia de las acciones y a su vez contribuir a las buenas prácticas en este camino por la igualdad de género.
—Como madre de dos hijas menores y profesional full time, ¿ha visto limitadas sus posibilidades de desarrollo profesional en ese balance entre la responsabilidad como líder de equipos, la maternidad, los cuidados?
—Personalmente no identifico ningún impedimento por la maternidad. Tuve la suerte de entrar a una institución en la que cuando tuve a mis hijas y cuando eran bien chiquitas, que son los años de más atención, no había prejuicios ni se discriminaba a las mujeres. Eso fue una ventaja para mí, y el tipo de trabajo que realizamos permite esta combinación híbrida para gestionar los tiempos y hacer ese balance. En mi caso lo pude combinar además con el apoyo y la organización familiar y laboral. Pero en general la industria de la tecnología de la información ofrece esa oportunidad y por eso debería ser tan atractiva para las mujeres. Igual, a casi todas las mujeres, y a las mujeres en ingeniería seguro, nos pasó de estar en una situación en algún momento de la carrera sentir discriminación consciente o algún sesgo discriminatorio. Porque discriminar parece hacerse de forma consciente, y en realidad son mecanismos inconscientes, sesgos que hacen que a la hora de brindar oportunidades, capacitaciones o ascensos se genere una brecha, dependiendo del género. Más al principio de la carrera; ser mujer y ser joven es doble motivo para que se den situaciones que los hombres no suelen pasar. Creo que soy muy afortunada por el lugar, el acompañamiento y los apoyos que tuve. Y eso me da cierta responsabilidad para tratar de que esto deje de ser tan excepcional, para que sea mucho más común y hasta para que no sea un tema de pregunta.