“Militares y policías no queremos a las Fuerzas Armadas interviniendo en las calles”, dice el comisario general retirado Sánchez Paleo, y califica de “demagogos” a quienes lo plantean: “¿Qué quieren? ¿Poner a los militares en las esquinas como maniquíes para que hagan tiro al blanco con ellos? ¡Eso es una ridiculez!”
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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáAl comisario general retirado Gustavo Sánchez Paleo le gusta servirse de metáforas, imágenes y refranes populares para explicarse. Este asesor en seguridad pública de Cabildo Abierto está convencido de que para atajar al crimen organizado trasnacional hay que “galvanizar la frontera” y “blindar” a Uruguay, lo que, según dice, consiste en utilizar los medios de todos los organismos de seguridad coordinados para bloquear el ingreso de la droga.
“Militares y policías no queremos a las Fuerzas Armadas interviniendo en las calles”, asegura este oficial retirado de la Policía hace 10 años, y agrega que quienes plantean esto —como el senador Jorge Gandini o los diputados Gustavo Zubía y Eduardo Lust, entre otros—, “hacen demagogia”.
“¿Qué quieren? ¿Poner a los militares en las esquinas como maniquíes para que hagan tiro al blanco con ellos? ¡Eso es una ridiculez!”, dice.
Este exjefe de la Escuela Departamental de Policía, en la que se forma el personal subalterno de la Jefatura de Policía de Montevideo, con experiencia en la Dirección Nacional de Cárceles, propone fortalecer a las comisarías como “piedra angular” del sistema policial y crear una cárcel de máxima seguridad para “los narcotraficantes pesados” en un lugar aislado de Uruguay.
Sánchez Paleo, el Gallego, ingresó a principios de 1978 en la Policía y ascendió a comisario general dos años después de su retiro, en 2014. En 2002 fue procesado con prisión como “autor de un delito de atentado violento al pudor”, tras ser acusado por una funcionaria de la Escuela Departamental de Policía por abuso sexual.
“A los tres meses de la prisión preventiva, la sentencia definitiva fue de revocación; es decir, fui declarado inocente, no sobreseído por falta de pruebas, sino que la sentencia del Tribunal de Apelaciones fue de absolución. Eso determinó que hiciera sendas demandas al Poder Judicial y al Ministerio del Interior”, por daños y perjuicios, dice.
Tuvo un pasaje por el Partido Nacional, últimamente vinculado al sector Aire Fresco, en el que él y varios oficiales retirados dejaron de militar por sentirse “ninguneados”. Actualmente integra el grupo asesor técnico en seguridad del partido de Guido Manini Ríos, coordinado por el coronel retirado Antonio Romanelli. Ante quienes le endilgan ser representantes de “la vieja guardia” policial, responde: “No somos gorilas, están muy equivocados”.
Lo que sigue es un resumen de la entrevista de Sánchez Paleo con Búsqueda.
—Usted ha dicho al semanario La Mañana que hoy la prioridad es atacar al crimen organizado trasnacional. ¿Cuál es la estrategia que propone Cabildo Abierto?
—La primera fase es ponernos en coordinación con los países que están trabajando en la triple frontera: Paraguay, Brasil y Argentina. Y yendo en círculos concéntricos, cerrar al país, proteger nuestra frontera. Hay que galvanizar la frontera, fluvial y seca, y blindar a Uruguay. ¿Por qué? Porque si yo pongo dos casas, una al lado de la otra, y una no tiene rejas, perros, alarma… nada; y la otra tiene todo, ¿a cuál van a robar? Hay que cortarle la pasada a lo que viene por las rutas de Perú y Bolivia, por Paraguay y Argentina, complicársela dura, firmemente.
—¿Cómo se hace eso?
—Con una Fuerza Aérea en condiciones, una flotilla de aviones y helicópteros blindados; una Prefectura nacional naval con lanchas rápidas; radares y escáneres fijos y móviles. Y el Ejército Nacional en los 20 primeros kilómetros del territorio, custodiando, sin entrar en los pueblos. No necesitamos a los militares más que en eso.
—¿Y cuánto cuesta “galvanizar” la frontera? ¿En Cabildo han hecho los cálculos?
—No. Pero las primeras medidas se pueden tomar con lo que tenemos. Migración tiene que pasar de cumplir una función administrativa a netamente ejecutiva y operativa en la frontera, en coordinación con las Fuerzas Armadas, Caminera y la Republicana, haciendo controles en las carreteras. Y coordinar con las comisarías para que vuelvan a ser “la piedra angular” del sistema policial.
—Comprar aviones, helicópteros, lanchas, radares, escáneres... es mucha plata.
—Claro, al ministro (Javier) García lo tenés que crucificar para comprar ocho aviones... (Ríe). ¡Pero hay que comprar aviones! No podemos estar sin un avión en condiciones. ¿Y es mucha plata? “Cuando veas las barbas de tu vecino arder…”. Y no hay que irse a Ecuador, que es un desmadre. Veamos Rosario, Argentina, acá al lado: al gobernador de Santa Fe, (Maximiliano) Pullaro, lo tienen amenazado, han matado policías, fiscales...
Foto: Santiago Mazzarovich / adhocFOTOS
—¿Por qué Cabildo Abierto rechaza la participación de las Fuerzas Armadas en el combate a la delincuencia?
—Estamos completamente en desacuerdo desde Cabildo Abierto, no solo los policías, sino también los militares. El problema es que cuando se pone a hablar gente que no tiene formación ni experiencia, se equivoca. Las misiones de la policía y de la Fuerzas Armadas son completamente diferentes. Los policías están para defender los derechos de las personas, la vida, la libertad y la propiedad, y las Fuerzas Armadas están para vencer la voluntad del enemigo o la amenaza externa por cualquier medio. Los militares pueden asimilar en algunas tareas, pueden apoyar en la frontera o en el control perimetral de las cárceles, pero no participar en las operaciones en Cerro Norte, Villa Española, Carrasco Norte... Eso es tarea policial, y la Policía no está desbordada. El problema es que debe tener los medios humanos y capacitados de verdad. Eso es lo que tendrían que entender los políticos. Militares y policías no queremos a las Fuerzas Armadas interviniendo en seguridad interna.
—Sin embargo, legisladores formados en Derecho, como Zubía o Lust, plantean que los militares apoyen a los policías.
—Ellos saben de Derecho pero no de operaciones. ¿Qué quieren, poner a los militares en las esquinas de maniquíes para que hagan tiro al blanco con ellos? ¡Eso es una ridiculez! A mí no me extraña que los demagogos hagan demagogia. Lust es una lumbrera como abogado constitucionalista y un docente brillante pero está tratando de salvar su banca y dice lo que la gente quiere escuchar, porque la gente está atemorizada. Zubía fue un gran fiscal, pero que diga esto me molesta.¡Hablan de un palo que no manejan! ¿A quién llevaron presos? Esto es como soltar un paquidermo en una cristalería, es lógico que se lleve puesta una pila de cosas. El paquidermo no es malo, pero hay que usarlo donde corresponde.
—¿Y corresponde emplear a las FF. AA. en tareas de inteligencia, como proponen desde la agrupación del teniente coronel retirado Eduardo Radaelli?
—Inteligencia solo en el ámbito de sus operaciones, en la frontera. Con el Chino Radaelli somos amigos, él me invitó a sumarme a Cabildo, pero ahí tiene una concepción un poco antigua. Las Fuerzas Armadas no están para hacer inteligencia, están para otra cosa, para la guerra o para un tipo de guerra que es la conmoción interior, como la que aparece en Rosario o en Ecuador. Para eso sí las Fuerzas Armadas, igual con controles muy específicos. Pero eso no pasa acá.
—El Partido Nacional ha insistido en la propuesta de “legalizar” los allanamientos nocturnos. ¿Por qué se opone?
—Este proyecto de ley interpretativa para permitir los allanamientos nocturnos es una receta inadecuada para enfrentar cualquier tipo de delito y aún más el microtráfico. Guido se sorprendió de mi postura, pero es que esto es una máquina de picar carne de policías. Para hacer allanamientos nocturnos se necesita personal capacitado, mira láser, calórica, chalecos antibala en condiciones, drones artillados, munición y armas de puño adecuadas para atinarle a lo que se le pegará y que una “mala bala” no mate a inocentes. ¿Habrá recursos para eso? ¿Y para los costos que implicará la designación de fiscales y subrogantes para la nocturnidad? Si se da, no será una herramienta muy usada, porque no les conviene a los que se tienen que hacer cargo. Si ya los allanamientos diurnos son complejos, de noche es una boca de lobo.
Foto: Nicolás Der Agopián / Búsqueda
—Usted ha dicho que el Compromiso por el País –el plan acordado por la coalición como pacto electoral de gobierno– se ha cumplido a medias en seguridad. ¿Cuáles son los pendientes?
—El más importante de los pendientes es el fortalecimiento de las unidades básicas de operaciones de la dirección de seguridad, que son las comisarías seccionales, y el desarrollo de una policía de cercanía. En el año 2016, por un capricho del Frente Amplio, le quitaron las funciones más importantes a las comisarías: prevención, represión, información y relaciones públicas de proximidad. Hoy las casi 300 comisarías del país son receptoras de denuncias y hacen acopio de información, pero no hacen intervención ni represión. A la policía de proximidad la abandonaron, la dejaron de lado. No puede ser que una persona vaya a plantear un tema y haya un cartel en la comisaría que diga “Atendemos a partir de tal hora”. Al crimen organizado se le gana con dominio territorial, que empieza en los barrios. Hoy proponemos crear “comisarías de contexto crítico” en las zonas más complejas del área metropolitana. Otro tema que está en el debe de este gobierno es la política carcelaria.
—¿Qué propone Cabildo?
—La construcción de una cárcel de máxima seguridad para enviar a narcotraficantes pesados de verdad, eso es fundamental. Tiene que ser un lugar aislado, probablemente en el centro del país, donde no los puedan rescatar; en Zapará (Tacuarembó) o en Sarandí del Yí (Durazno), con amplio despliegue policial y control militar. No se puede repetir lo de Rocco Morabito. Además de una cárcel de máxima, hay que construir un par de intermedias -una de ellas femenina- para 800 o 1.000 reclusos en tres módulos máximo.
—Ahora, varias de estas propuestas ya fueron planteadas por Cabildo a las distintas autoridades del Ministerio del Interior, que las desoyeron. Manini se reunió con Jorge Larrañaga en 2020, luego con Luis Alberto Heber cuando asumió…
—Y ahora, a principios de enero, hubo una reunión de Manini con (el nuevo ministro, Nicolás) Martinelli y su equipo.
—¿Qué se le planteó?
—No puedo dar detalles para no causar un problema. Somos parte del gobierno de la coalición republicana. El partido tiene un apoyo crítico que fue evidenciado, por ejemplo, cuando la interpelación a Heber. Hablar a los gritos y correr a la gente con el poncho no sirvió de nada, ya está visto. Ahora viene alguien más educado, más modesto, pero con el asesoramiento de organismos internacionales, europeos, del mundo anglosajón, una realidad muy diferente a la nuestra.
—En general, ¿cómo evalúa la gestión en materia de seguridad de la actual administración?
—Regular. Ha llegado tarde, mal y poco. Somos críticos porque no se ha podido frenar el ingreso de la droga, están pasando miles de kilos que a veces se ven cuando llegan a Europa. El fortalecimiento del territorio es una mentira flagrante, un engañapichanga, lo que han hecho es logístico, edilicio. No hubo un fortalecimiento de verdad del personal, de recursos humanos, para el despliegue. La impresión es que ya tenían ciertas decisiones tomadas y que todo esto fue más pour la galierie que otra cosa.
—Del otro lado hay quienes sostienen que las propuestas de Cabildo están desactualizadas y que sus asesores representan a “la vieja guardia” de la institución policial. ¿Qué responde a eso?
—Muchos nos tildan de gorilas y no somos gorilas, están muy equivocados. Me podrán decir que soy muy duro, que soy nacionalista, que soy conservador o que soy católico, y nada de eso es un insulto, pero no me pueden decir que no soy moderno en mi concepción sobre la seguridad pública. Nosotros no nos quedamos con los libros viejos.
Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS
—Uno de los puntos del programa de la coalición gobernante fue la creación de una Dirección Nacional de Seguridad Rural y Policía Ecológica. ¿Qué sucedió con eso?
—La parte de la “Policía Ecológica” fue amputada de un saque. No sabemos si por ineptitud o por inconveniencia. Alguien no quería que hubiera policía ecológica. Y es preocupante, porque no solamente es la que controla la fauna ictícola o silvestre, sino que también vigila qué están echando al agua y la tierra las empresas asentadas en territorio nacional: los agrotóxicos, el glifosato… Hablamos de las aguas, del monte indígena… Uno termina pensando que no quieren controlar eso. Me permito ser un poco escéptico. No hablo de cooptación o de conexión con el crimen organizado trasnacional y con los intereses económicos, pero evidentemente hay intereses de grupos. Yo no voy a dar nombres.
Es como en el lavado de activos y de las zonas francas, donde dejan actuar con menos control, a pedido. Hay que frenar al lobby, porque la cooptación no entra por la Policía sino por otros sistemas interesados de grandes empresas, offshore, zonas francas… como quieren que inviertan, les dan muchas facilidades.