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    José Mujica: “Hasta que me muera” seguiré en política

    “Me tiene desmoralizado el clima que rodea la campaña electoral” porque se desliza “a una especie de argentinismo”, advierte el expresidente, y sostiene que Orsi es “independiente”; “no fabrico muñecos”

    José Mujica ya no usa teléfono celular. Y dice que no lo extraña para nada. Pasa gran parte del día en su chacra de Rincón del Cerro, entre las tareas de cultivo y cosecha de la tierra y el recibimiento de delegaciones políticas, diplomáticas o turistas curiosos que se acercan para tomarse una fotografía con el expresidente uruguayo que se hizo famoso en el mundo. A manera de ejemplo, en la mañana del miércoles 27 lo esperaban cerca del mediodía en la calle de tierra que conduce a la entrada de su hogar un grupo de ecuatorianos deseosos de conocerlo.

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    Pero que haya abandonado el principal medio de comunicación de la actualidad no significa que no esté al tanto de lo que ocurre y empapado con la campaña electoral que recién comienza. Lo hace un poco más desde afuera que antes, pero consciente de que incide y de que su presencia sigue siendo necesaria para el Frente Amplio. Tanto es así que lanza una sentencia terminante al ser entrevistado por Búsqueda: “Yo nunca me voy a retirar de la política, hasta que me muera”.

    Aunque luego, por más que insiste en que “jamás” se va a retirar, asegura que ocupará el lugar en el que pueda “cumplir” dada su edad: “Viejo consejero de la tribu”. Desde ahí define a su candidato presidencial, Yamandú Orsi, como “independiente” a su figura, con “pantalones largos” y con su “rumbo” propio. “Yo lo apoyo con convencimiento pero no fabrico muñecos”, advierte.

    Se queja además del tono que está adquiriendo la campaña electoral y reclama discutir más sobre el futuro de Uruguay y dedicar menos tiempo al cruce de reproches. En ese contexto, ve como algo muy negativo que se mezcle una instancia de elecciones nacionales con plebiscitos constitucionales y anuncia que tiene decidido no firmar por el de la reforma previsional, por más que parte del Frente Amplio y el PIT-CNT lo apoyen.

    —¿Qué evaluación hace de la campaña electoral que se está iniciando?

    —Tengo una preocupación importante. Este gobierno, desde que inició su gestión, cada vez que hacía algo tiraba una patada para atrás, a los gobiernos anteriores del Frente Amplio. Eso ha tendido a crear del otro lado una respuesta en proporción de resentimiento. Entonces mi miedo es que sea una campaña electoral de mutuo reproche y agresión, cuando una campaña electoral debería de ser un plenario de ideas públicas que se discuten. Debería estar más centrada en el porvenir que en pasarnos las cuentas pasadas.

    —Ninguno de los dos lados parece estar en esa actitud de mirar al futuro…

    —Lamentablemente, no. Todavía, encima de eso, le entreveramos a la elección nacional tres o cuatro plebiscitos para discutir otras cosas. Los plebiscitos tienen importancia pero no deberían mezclarse con el momento en el que vamos a elegir a un Poder Legislativo y un Poder Ejecutivo. Eso debería estar aparte porque es otra cosa, otro mecanismo. No puede estar todo entreverado. Me tiene desmoralizado el clima que rodea a la campaña electoral. Nos estamos deslizando a una especie de argentinismo. Siempre algún palo hay en las campañas, pero hay que poner adelante los problemas del país y cómo los vamos a intentar resolver. Eso no está ocurriendo.

    —¿Qué rol tiene pensado ocupar para intentar revertir esa “especie de argentinismo”?

    —Yo no puedo cambiar el rumbo. Soy un actor más secundario. Pero pienso seguir tirando mis ideas. Por ejemplo: ahora la discusión es impuestos sí o impuestos no. El problema no son los impuestos, es cómo hacemos crecer la economía para recaudar más. Con un crecimiento del 1% o 2% no tenemos recursos para hacer frente a la demanda de los problemas sociales y no enfrentamos lo que se nos viene, que es un cambio civilizatorio al entrar en la sociedad de la inteligencia. Necesitamos una fortuna para formar la cabeza de las nuevas generaciones porque la formación tecnológica y científica es cara. Para eso hay que tener recursos y crecer. La verdadera discusión es cómo multiplicamos la política de inversión en Uruguay y en qué tenemos que invertir. Hace ocho años que tenemos una ley de riego y ni siquiera la tenemos reglamentada. Hemos pasado por una sequía extrema y parece que es un problema que no existe. Los análisis económicos dicen que la manera más rápida de aumentar el PBI es aumentar las exportaciones metiendo el agua como factor decisivo. Y tenemos eso pero no lo usamos, en tiempos de cambio climático. Ese es solo un ejemplo de lo que se podría hacer.

    —¿Hay alguien que esté pensando hoy en un proyecto distinto para el futuro de Uruguay o es todo intercambio de reproches?

    —Si la política no genera una esperanza y un camino, no sé qué sentido tiene. Justamente esa es mi preocupación. El martes hablé con el presidente del Frente Amplio de esto mismo. Tenemos que cambiar la pisada. Tenemos tres bancos del Estado y no pueden quedar así, con perfil bajo. Hay que hacer que ayuden a que la economía crezca. Hoy lo que genera más rentabilidad es el crédito al consumo pero el Estado no está en eso. El Estado tiene que meterse ahí para después tener más recursos para apoyar la producción. Los bancos del Estado tienen que competir. Hay que pensar en el ahorro nacional y entender que hay que hacer sacrificios para aumentar la inversión interna del país pero con dinero sano, no con el que se pide prestado. Yo quisiera una campaña electoral para discutir estas cosas. Solo la discusión de ideas nos puede llevar a algún margen de acuerdos nacionales. No veo que Uruguay pueda funcionar bajo la lógica de medio país contra el otro medio país. Y si se discute públicamente con altura, se pueden encontrar términos medios que permitan sacar algunas políticas de Estado. Pero, si vivimos dándonos palo, jamás va a haber una mesa donde se pueda hablar.

    —¿No se siente responsable de esa polarización de la que se queja? Porque algunos lo ven a usted como uno de los principales promotores de ella.

    —Y bueno… Eso es porque se hacen caricaturas. De mí se han construido estereotipos de hace 40 años. Lo veo en tipos importantes que escriben por ahí. Yo no pienso igual a lo que pensaba hace 40 años. ¿No se dieron cuenta de que pasaron cosas y que todos cambiamos?

    —¿A qué “tipos importantes” se refiere?

    —A muchos. Lo veo con explicaciones clasistas y eso. Yo filosóficamente soy un estoico. Soy de una filosofía mucho más vieja que el marxismo. Y sé que soy un verso a contramano en la sociedad que vivo. Para mí la cultura consumista nos hace despilfarrar plata por todos lados. Estamos comprando 6.000 autos nuevos por año y después tenemos unos problemas de la gran puta como para mantenerlos. Pagar cuotas, seguro, matrícula y vivimos para eso. Es la cultura que nos envuelve y nos hace funcionales a la acumulación. Y eso es una mentira. Si pensamos que podemos seguir viviendo en un planeta con 8.000 millones igual que los norteamericanos, es imposible. Para eso necesitamos tres planetas.

    —¿Tiene previsto encabezar la lista del Movimiento de Participación Popular?

    —Encabezar, no. Pero puedo ocupar algún lugar de suplente para ir a discusiones puntuales en las que me interese estar. Quiero ayudar desde ahí pero no sustituir a los que tienen que estar. Tengo 88 años. Hace años que vengo con las ideas de pasar la posta y ayudar en lo que pueda. Pero quiero ayudar. No quiero prescindir. Yo nunca me voy a retirar de la política, hasta que me muera. Jamás me voy a retirar pero me tengo que dar el lugar que puedo cumplir. Puedo ser un viejo consejero de la tribu.

    —Si el candidato que usted apoya, Yamandú Orsi, llega a ser presidente, ¿siente que cumplió con su objetivo de dejar personas que sigan con sus ideas y que se puede morir tranquilo?

    —Sí, pero lo que más me gustaría es morirme con un país que entre en el camino del desarrollo. Porque hay un desafío civilizatorio. No podemos esperar que vengan de afuera a hacer inversiones que resuelvan los problemas nuestros. El progreso tiene que salir de nosotros mismos. Y me gustaría morirme con un gobierno que trabaje en ese sentido. Tenemos que hacer una política de ahorro y de inversión de nuestros propios recursos y tenemos que educar a la gente en eso. Ese es el gran desafío por delante.

    —¿Orsi hoy es independiente a su liderazgo y popularidad o es una consecuencia de eso?

    —No, tiene los pantalones largos. Ha hecho solo su rumbo. Yo lo apoyo con convencimiento pero no fabrico muñecos. Traté de abrirles la puerta a compañeros y algunos siguieron y otros no. La gente tiene que tener independencia. La historia le dio a Orsi un curso que no lo da ninguna universidad. Hace 20 años que está en el gobierno de Canelones y Canelones es como una especie de Uruguay reducido. Tiene mucha experiencia de gestión y eso le juega a favor, es una ventaja bárbara.

    —¿Por qué le parece que al inicio de la campaña el Frente Amplio aparece como favorito, según las encuestas?

    —Debe haber una mezcla, no debe ser mérito del Frente. Debe ser demérito y el costo de los que están gobernando. En las sociedades modernas hay una tendencia muy fuerte de vastos sectores que tienden a expresar su inconformismo con los que están de turno; la culpa la tienen los gobiernos y tienden a votar en contra. Esto se ha dado en muchos lugares. Es la única explicación racional que encuentro para algunos disparates electorales que han pasado.

    —En casi todos los países de América Latina ganaron los partidos opositores.

    —¡Y en el mundo! ¿Qué me decís de Francia? Desaparecieron casi los partidos históricos. En el país de la Revolución francesa, con una política de un glamour brutal, se hizo bolsa todo. ¿Verdad? En México ganó López Obrador. ¿A mí no me vas a decir que México se transformó de izquierda? No, lo votó a López Obrador como reacción a lo que había. Como en parte acaba de pasar en Argentina. En contra, hay mucho de voto castigo.

    —En Uruguay el presidente Luis Lacalle Pou sigue teniendo popularidad alta. ¿Cree que va a estar activo en la campaña?

    —Sííí.

    —¿Cree que está ya en campaña?

    —Está en campaña. Está inaugurando hasta un caño.

    —Usted siendo presidente también hizo campaña…

    —Sí, son las pillerías de la democracia.

    —¿Cree que es absurda la prohibición constitucional al presidente?

    —Sí, pero metieron los plebiscitos y le abrieron la puerta al presidente para que salga a competir.

    —¿Por eso está en contra de los plebiscitos?

    —Si pudiera, los plebiscitos los pongo aparte. Me van a hablar de los costos, pero yo en eso estoy con Jorge Batlle, la democracia está bien y hay que gastar. Pero, además, es una falta de respeto a la gente, porque no se pueden amontonar todos esos problemas como para que la gente pueda decidir con una visión clara.

    —El Frente Amplio está dividido en el tema de la seguridad social.

    —Siempre dije que creo que cuando la gente llega a los 60 años se debería poder jubilar. Pero acá también juega la libertad, porque el estado de salud es distinto y los trabajos son distintos. Yo tengo 88 años y ando en el tractor. Al contrario, que te condenen a ser un jubilado, inactivo, que no puedas hacer nada, es un desastre. ¡Ojalá pudiéramos trabajar hasta morir! Ojalá que la salud nos lo permitiera. Pero hay trabajos en que es imposible porque son duros por naturaleza. Y hay trabajos mucho más intelectuales en los que sí se puede trabajar. Un buen profesor es hasta criminal no darle la oportunidad a que pueda seguir.

    —Pero no firmó. ¿Va a firmar?

    —No, no firmé. De entrada dije lo que pensaba. Nosotros hicimos un plenario público nacional y decidimos ahí. Pero entendemos que hay que reformar la ley. Y hay que abrir un paréntesis para los efectos del avance de la civilización digital. El mundo va para ahí, es imparable.

    —¿Es optimista con el proceso de integración regional que lidera el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva?

    —Creo que Uruguay debiera estar conforme con Lula. Algunas de las cosas a las que se había comprometido están saliendo. Hacía cuatro años que Brasil no ponía la teca del Focem (Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur) y creo que la puso toda junta ahora. Hizo una donación de US$ 20 millones para investigación de las universidades del Grupo Montevideo, con lo cual la Universidad de la República va a agarrar algo. Va a salir la profundización de la laguna Merín para el Tacuarí. Se inauguró el Aeropuerto de Rivera. Pero lo más importante: el haber logrado ese préstamo internacional de US$ 10.000 millones para la integración. Y eso salió porque estaba Brasil. En el Uruguay tenemos que incorporar que estamos al lado de un país continental, que es la novena economía mundial y que tiende a crecer cada vez más.

    —¿Cree que el presidente argentino Javier Milei puede ser un impedimento para esa integración regional?

    —Probablemente que no la quiera, o que no le dé importancia. Mira demasiado para el mundo rico y todo lo demás. Pero la realidad, a la larga, se tiene que imponer. Al mundo rico no le vendemos ni en pedo, porque el mundo rico es abierto para comprarte, no para venderte. Nuestros mercados de valor agregado están acá a la vuelta y eso se va a terminar imponiendo.

    Información Nacional
    2023-12-27T23:55:00