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A los 28 años, Diana Nyad (Nueva York, 1949) había obtenido varios récords mundiales como nadadora en aguas abiertas. Su historia se podría contar a través de algunos números, distancias, horas y días. Atravesó 51 kilómetros del lago Ontario, nadó alrededor de la isla de Manhattan en siete horas y 57 minutos y en agosto de 1979 nadó 143 kilómetros de Bahamas a Florida en 27 horas y 38 minutos. Un mes después, la entrevistaron en The Tonight Show y dijo: “El nado que quiero hacer es de 60 horas, de Cuba a Florida, dos días y medio en el agua. Será mi último nado”. Y de nuevo se tiró al agua. Llegó lejos, pero no hasta su meta porque el mar enfurecido se lo impidió.
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A los 60 años, otra vez lo intentó: entrenó, formó un equipo y otra vez estaba en el mar abierto, sin jaula contra tiburones, pero con unos aparatitos que emitían sonidos agudos para espantarlos. Cuatro veces lo intentó y sus peores enemigos fueron las medusas de gran tamaño, además de las corrientes, las tormentas y su propio agotamiento físico, con alucinaciones incluidas. A la quinta vez lo logró: fue el 2 de setiembre de 2013, tenía 64 años y estuvo 53 horas continuas en el agua. Fue la primera persona en completar esa travesía.
Todo quedó documentado en archivos televisivos. En la costa de Florida el público la esperaba con banderas norteamericanas y gritaba su nombre para alentarla cuando estaba alcanzando la orilla. En ese momento, ya daba brazadas lentas y descontroladas. Unos cuarenta barcos se habían unido al equipo inicial para acompañarla en su último tramo. Se estaba viviendo el típico sueño estadounidenses que se ha visto en tantas películas, el “tú puedes, tú puedes” hecho realidad.
“¿Por qué una mujer a su edad está dispuesta a someterse a tremendo padecimiento?”, se preguntaban en un programa televisivo de la época. Y esa pregunta se la hace todo el tiempo quien esté mirando Nyad (Netflix, 2023), la película que recrea el insólito y renovado propósito de la protagonista a los 60 años. Con imágenes documentales en las que aparece la verdadera nadadora, tiene la destacada actuación de Annette Bening como Diana Nyad, y de Jodie Foster como Bonnie, su amiga y entrenadora.
Está dirigida por el matrimonio de Jimmy Chin y Elizabeth Chai Vasarhelyi, pareja de exitosos documentalistas ganadores en 2019 del Oscar a Mejor documental por Free Solo, que sigue al escalador de montañas rocosas Alex Honnold cuando realizó su mayor reto: trepar a pura manos y pies, sin protección ninguna, El Capitán,una pared rocosa de 900 metros en el parque natural Yosemite en Estados Unidos. La pareja de cineastas no solo quiso mostrar la proeza de Honnold, quien llegó a la cima, sino su obsesión por someterse a una situación extrema que lo podría haber matado.
Otro de sus documentales recientes fue The Rescue (2021), una crónica (que se vivió en vivo y en directo por la televisión) del rescate de 12 niños y su entrenador de fútbol que en 2018 habían quedado atrapados en una cueva inundada en el norte de Tailandia. Este documental no es solo un registro de los hechos, sino que sus realizadores ponen al espectador en el centro de la escena, de tal modo que siente las emociones y padecimiento de quienes estaban en la cueva y de quienes querían rescatarlos.
Ahora con Nyad la pareja decidió pasar a la ficción, pero con igual objetivo que en sus documentales: mostrar el sacrificio en primera persona. La película se basa en las memorias escritas por la propia Nyad, Find a Way, y en los archivos audiovisuales de época. Es indudable el costado documentalista que mantienen los directores, que intercalaron entre las escenas de ficción algunas de registro real del nado. De hecho, lo mejor de la película está en lo que tiene más parecido a la crónica documental: la lucha de la “ninfa del agua” (significado en griego de Nyad) contra el mar y contra ella misma. Después hay una trama algo reiterativa que va y viene entre el pasado de la protagonista, con algunos hechos dolorosos de su infancia que ha guardado en silencio, y su frustración cada vez que no logra su meta. En definitiva, sería una película “del montón” si no tuviera las actuaciones de Bening, nominada al Oscar como Mejor actriz, y Foster, nominada como Mejor actriz de reparto.
Con su rostro avejentado y un cuerpo fortalecido a ejercicio, Bening interpreta con garra a esta exnadadora frustrada, que se ha vuelto una sexagenaria terca y el colmo del egocentrismo, de esas personas que hablan todo el tiempo sobre su pasado y su sabiduría. Una mujer bastante insoportable a la que le gusta escucharse a sí misma. En sus recuerdos y discursos aparece Cuba como una orilla añorada por lo prohibido: “Cuba habita en mi imaginación desde niña. Ese lugar mágico cruzando el océano. La tierra prohibida. No nos dejaban ir; a ellos, no los aceptaban acá”, le dice a una invitada a su cumpleaños de 60 que la escucha aburrida.
El padre de ascendencia griega le había transmitido una visión idealizada de aquella isla, para él llena de magia, música y vida. “Está tan cerca que casi se llega nadando”, le decía. Y así le plantó la semillita a su hija, que ya formaba parte de un equipo de natación.
Su amiga Bonnie, que décadas atrás fue su pareja, es quien trata de rescatar la sociabilidad que Nyad ha perdido, o tal vez nunca tuvo. Es ella quien se transforma en su entrenadora para el gran desafío, le aguanta el mal humor, la necedad y la salva de la muerte. Sin ella y el equipo que logra mantener una y otra vez, no podría haber llegado a su meta, tal vez no podría haber sobrevivido. “Si vas a morir, quiero que sea mi rostro el último que veas”, le dice cuando se convence de que tiene que seguir apoyándola.
Con esta película, Foster regresa al cine después de un largo tiempo con su quinta nominación al Oscar. Lo había ganado con Acusados en 1989 y por El silencio de los inocentes en 1992. Pero nadie olvida su primera nominación en 1977 como Mejor actriz de reparto por su papel en Taxi Driver, cuando interpretó con 14 años a aquella niña que se prostituía en las calles de Nueva York. Ahora, como Bonnie y en una película que tiene todo para emocionar al espectador, compone un personaje sobrio, sin estridencias, convincente.
Por su parte, Bening también tiene en su carrera cinco nominaciones al Oscar, entre ellas, como Mejor actriz principal en Belleza americana (1999) y en Mi familia (2010). Nunca ganó el Oscar y esta vez nuevamente la tiene difícil con sus contrincantes: Emma Stone, Lilly Gladstone y Carey Mulligan.
La proeza de Nyad fue admirable, pero es cierto que la alcanzó gracias a un gran equipo: el conductor de la embarcación que estudia las mejores rutas marítimas (interpretado por un paciente Rhys Ifans), una especialista en medusas, médicos, encargados de crear un escudo contra tiburones. Más de diez personas para la mujer pez.
En un artículo para la CNN, la escritora Elena Sheppard reflexiona sobre un ángulo diferente a propósito de esta película. Recuerda que en 1994, en plena crisis de los balseros cubanos, el presidente Bill Clinton tuvo una política llamada “pies secos, pies mojados”: si un migrante cubano atravesaba el Estrecho de Florida y ponía un pie en suelo seco estadounidense antes de ser detenido, se les permitiría quedarse. Si los atrapaban en el mar, los devolverían a Cuba. “Intencionalmente o no, hay una escena en Nyad que es una especie de perversión divertida de ese baile desgarrador. Mientras completa su natación, Nyad es animada a llegar a la playa por su entrenadora Bonnie. Nyad debe sacar dos tobillos del agua por sí sola, sin ayuda de nadie más, para que el nado califique para los libros de récords. ‘Dos tobillos fuera del agua, puedes hacerlo’, dice Bonnie, indicando a Nyad que vaya a la playa. Pies secos”, escribió en el artículo Sheppard, y esa escena ya no se ve de igual manera.
Para quienes gusten de historias de superación, nunca mejor dicho “contra viento y marea”, Nyad es la película indicada. Además de las buenas actuaciones, tiene una gran banda sonora, que incluye temas de Aretha Frankin, Simon & Garfunkel, Crosby, Stills Nash & Young y Neil Young, entre otros. Según la nadadora, para poder concentrarse, iba repasando las canciones de su juventud y acompasando la música con el ritmo de sus brazadas. Se sabe que en las peores tormentas no hay nada mejor que escuchar la voz de Janis Joplin cantando Piece of My Heart.