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    La “parada técnica” de la refinería de La Teja alargará su vida útil por 30 años

    El mantenimiento, que llevará unos 130 días, tiene impacto fiscal y en el PBI

    El último día de agosto la refinería de La Teja de Ancap dejó de producir. El lunes 4, como estaba anunciando, se oficializó la entrega de varias áreas y unidades del complejo industrial a la gerencia de mantenimiento. La “parada técnica” de una de las principales industrias del país —que procesa unos 45.000 barriles de petróleo por día, más de 1 millón al mes— llevaba seis años sin realizarse. Las tareas involucradas serán de una “complejidad pocas veces vista” y demandarán equipos de apoyo especialmente importados y el asesoramiento de empresas extranjeras especializadas, explicó a Búsqueda  el presidente del ente, Alejandro Stipanicic.

    La “vedette” —como le llamó— de este mantenimiento se dará con el cambio de la unidad de “cracking catalítico”, una inversión de US$ 60 millones que extenderá la vida útil de la refinería “por las próximas tres décadas”, dijo. Como en el mediano plazo se espera —a medida que aumente la movilidad eléctrica y avance la transición energética hacia la producción de combustibles verdes— un estancamiento de la demanda de origen fósil, la parada no aumentará la capacidad de refinación del complejo de La Teja, pero redundará en una mejora de su eficiencia, puesto que con el mismo crudo se producirán combustibles de mejor calidad y la canasta de derivados tendrá un perfil de mayor valor agregado. Además, el mantenimiento permitirá una reducción de emisiones que hará una “contribución ambiental importante”, explicó el jerarca.

    Los trabajos que tendrán apagada la antorcha de La Teja involucrarán en su pico de actividad a unos 1.500 trabajadores contratados, además de los 300 empleados de la empresa pública que trabajan en mantenimiento y otros 120 operarios que se prevé pasarán a desempeñarse en esas tareas voluntariamente.

    El corte de producción de uno de los motores de la economía implicará un esfuerzo económico estimado en unos US$ 200 millones, entre el costo directo de los equipos, los contratos de obra y el margen de refinación que se dejará de capturar al menos por los 130 días que durará la parada. La conflictividad sindical que atrasó los trabajos previos —y que aún no permite dilucidar si el mantenimiento podrá realizarse a doble turno los siete días de la semana— condiciona la dimensión del “lucro cesante” para el ente. Por ahora, con los retrasos que ya se ocasionaron, la detención de la producción se extenderá más de lo planificado originalmente y Stipanicic ha dicho que las pérdidas podrían alcanzar los US$ 400 millones.

    “Cada día que no procesamos un barril de petróleo, Ancap deja de contribuir con US$ 20 de valor agregado a la economía. Ese es el número más impactante, el margen de refinación, que se estima en unos US$ 880.000 diarios”, insistió en precisar.

    Agregó que en el primer semestre el Grupo Ancap —considerando a sus sociedades vinculadas— tuvo un “buen” resultado al registrar ganancias por US$ 113 millones. “Todavía podemos pelear llegar a fin de año con resultado positivo”, aun con la parada de La Teja, sostuvo, optimista.

    En 2011 la parada de mantenimiento se extendió por cinco meses y eso costó algunos puntos de crecimiento económico al país.

    La producción industrial acusará el golpe del corte por el mantenimiento de la planta de Ancap. En enero-junio, el volumen físico producido por la refinería creció 4,9% frente a los mismos meses de 2022; en el último trimestre del año ese indicador registrará una caída interanual.

    La detención de la refinación impacta, también, en el Producto Bruto Interno (PBI). Al inicio del año, el Ministerio de Economía (MEF) corrigió a la baja la proyección de crecimiento de 3% a 2% para el promedio del 2023 al incorporar los efectos de la sequía y una vez que “afinó el impacto del cierre programado” de la refinería. Luego, rebajó otra vez la estimación de expansión del PBI (a en torno al 1%).

    Las ventas de Ancap totalizaron en 2022 unos US$ 4.032 millones —5,7 puntos del PBI—. Descontados los gastos de administración, impuestos y tasas, el ingreso neto de la empresa pública fue de US$ 2.700 millones. Por su relevancia en la economía, la parada de Ancap afectará el resultado fiscal del cuarto trimestre.

    La refinación

    La última importación de crudo que realizó Ancap fue a principios de junio; los 955.405 barriles se descargaron el 23 de ese mes en la Terminal del Este, en José Ignacio (Maldonado). Desde allí, a través de un gasoducto, el petróleo entra al complejo de La Teja, donde es sometido a procesos físicos y de transformación química; uno de los primeros es el de “destilación atmosférica”, que ocurre en una torre de unos 30 metros de alto.  De ese proceso se obtiene supergás, gasolinas, gasoil, queroseno y combustible de aviación. El residuo más pesado que queda en el fondo de esa torre se somete a un nuevo proceso de destilación pero “al vacío”, a mayor temperatura que en el paso anterior. Eso fracciona la cadena de hidrocarburo en varios subproductos, que luego pasan a un proceso de conversión: el cracking catalítico. Ello permite el cambio en la estructura de los hidrocarburos y es posible así obtener supergás, gasolina de alto octanaje y gasoil, por ejemplo. El gasoil y las naftas que salieron de los destilados se someten a varios procesos más (como la estabilización y la desulfurización) para llegar a la especificación de los combustibles que se distribuyen desde la planta de La Tablada y se comercializan en las estaciones de servicio.

    Durante setiembre el stock de derivados producidos por Ancap es suficiente para cubrir la demanda, que incluso ha venido decayendo en los últimos meses debido al impacto de la sequía en la actividad agrícola y al corrimiento del consumo de combustibles en el litoral, principalmente, por la brecha cambiaria con Argentina.

    Para los siguientes meses, en los que la producción estará detenida, Ancap tiene en marcha varias licitaciones para importar combustibles terminados. La nafta llegará en barcos de menor dimensión hasta el Puerto de Montevideo y el gasoil en buques grandes (de unas 120.000 toneladas) a José Ignacio, donde se almacenará en dos tanques que en general se destinan al stock de crudo.

    La importación sustituirá una demanda de unos 150.000 metros cúbicos de nafta y de gasoil en total por mes. Además, se estará importando combustible de aviación y supergás (que vendrá por camión desde Argentina o Brasil).

    Dado el incremento de mano de obra que el ente deberá asumir durante la parada, Stipanicic afirmó que antes de fin de año se prevé recurrir a préstamos por US$ 150 millones, de los US$ 300 millones que el MEF le autorizó a tomar hasta mayo del 2024. Esa necesidad de caja, explicó, se debe a que, por un lado, dejará de capturar el margen de refinación y, por otro, al menor plazo de pago que demanda la importación de los productos terminados respecto a la del crudo.

    El mantenimiento

    Para las tareas que comenzaron a realizarse esta semana entre las siete de la mañana y las tres de la tarde hubo una secuencia de parada de la refinería, limpieza e “inertización”, que deberá seguir el camino inverso cuando vuelva a arrancar, explicó Stipanicic.

    La remodelación mayor en el parque de maquinarias dispuesto en unas 45 hectáreas que ocupa la planta será en el cracking catalítico, donde el trabajo técnico se planificó para 83 días, siempre que la lluvia, la niebla o los fuertes vientos no lo retrasen. En general, la paralización de las unidades de La Teja que se hacen cada ciertos años siempre se planifica para el último cuatrimestre, cuando el clima es más benévolo y hay más horas de luz. En esta ocasión, las tareas preparatorias en el cracking —o “corazón” de la refinería— ya están atrasadas, apuntó el jerarca, porque requiere la extracción de una pieza con equipos a unos 60 metros de altura mediante una grúa que deberá montarse en un terreno en frente, para lo cual debe rellenarse parte de la bahía. Ese trabajo se preveía iniciar en junio, pero las medidas sindicales lo impidieron, dijo.

    El cracking se encuentra en el área denominada “topping”, por donde entra el petróleo. Allí también comenzará en estos primeros días la reparación de los hornos de calentamiento del crudo, dada su entidad y la relevancia para el momento en que se retome la producción.

    Stipanicic explicó que, en paralelo, se abren muchos otros frentes de mantenimiento en toda la refinería que hacen a cuatro tipos de equipos: las torres, los intercambiadores de calor, los recipientes y los motores y las bombas. Las tareas van desde la limpieza de tubos y cañerías hasta trabajos de metalúrgica, obra civil, cargas y descargas en altura, ensayos, inspección técnica, etc.