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Una de las formas de financiamiento que el empresario Juan Carlos López Mena pensó para Buquebus fue abrir una parte del capital accionario en la Bolsa de Valores. Su idea, que contó en una entrevista con la revista Forbes, era venderle un porcentaje minoritario a las AFAP y reunir, una vez por año, a 100.000 pasivos en una cancha de fútbol para pagarles los dividendos. Pero su intención no fue posible: “Me sacaron corriendo los jubilados, que los maneja el Banco República”.
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Así como Buquebus pensó en recurrir al mercado de capitales, las AFAP suelen recibir el interés de grandes empresas que exploran financiarse con la emisión de deuda, pero son muy pocas las que lo terminan concretando. En estos 11 meses del año, por ejemplo, se emitieron las obligaciones negociables (ON) de Conahorro —el clásico programa de Conaprole—, los títulos de La Tahona y los certificados de los fideicomisos financieros Eucalyptus del Sur y Cutcsa.
Antes de emitir, durante la etapa de estructuración, las empresas sondean el interés de los inversores institucionales. En lo que va del año, la AFAP Sura recibió 18 propuestas, de las cuales tres terminaron en emisiones y ocho están en proceso. Las otras tres tuvieron un “feedback negativo”, informó a Búsqueda el gerente de Inversiones de esa administradora de fondos previsionales, Santiago Hernández. “Hay un descenso generalizado de la cantidad de ideas”, aseguró este ejecutivo.
La cartera de inversión de las AFAP tiene una “posición muy relevante” en proyectos de la economía real, como los de infraestructura y forestales, habituales estructuradores de estos proyectos. Por lo tanto, dijo, era “natural” que en algún momento se llegara a una estabilización de estas ideas. De hecho, muchos de esos proyectos aún están en la etapa de inicio de la inversión, indicó Hernández.
A la “consolidación” de los proyectos de las AFAP se le suma la “madurez” demográfica que han alcanzado las administradoras, que provoca que el dinero nuevo que suman para invertir es comparativamente bajo respecto al stock. “No hay tanta necesidad (de este tipo de proyectos) como hace 10 años”, resumió el gerente de Inversiones de Sura. Por lo tanto, la exigencia de los fondos de pensión cuando les llevan propuestas es mayor: se debe tratar de algo “nuevo”, que genere un “diferencial” para las carteras. “Hemos ido aprendiendo de la inversión en la economía real, que tiene sus complejidades y las exigencias son mayores. El inversor institucional va comprendiendo que ciertas estructuras funcionan mejor”, aseguró el ejecutivo.
Una segunda explicación para esta menor cantidad de ideas presentadas se debe al contexto de altos retornos que otorgan los títulos de renta fija, que implican un riesgo menor.
Pese a esta disminución en la cantidad de ideas presentadas, Hernández destacó que para los próximos 12 meses el financiamiento de infraestructura superaría los US$ 500 millones si se consideran los planes de Corporación Vial, de UTE y otros posibles proyectos como Arazatí.
La llave
El Banco Central estableció el año pasado que las AFAP pueden invertir en valores emitidos por empresas uruguayas hasta un máximo del 70% de sus carteras. Esta modificación fue, según interpretan algunos actores del mercado, un punto de quiebre en la presentación de ideas de parte de las empresas.
Diego Rodríguez, socio de la consultora Ferrere y uno de los principales estructuradores de las emisiones, dijo a Búsqueda que es cada vez “más difícil la coordinación de la estructuración”. Agregó: “Te lleva mucho más tiempo y te quedás más trancado si no tenés interés de inversores institucionales”.
Las empresas que exploran emitir son “muy dependientes” de captar el interés de dos o hasta tres inversores institucionales que estén “dispuestos a participar”, aseguró. Y agregó que, por eso, “tienen la llave”.
Los bancos
El descenso en la cantidad de proyectos para financiar que llegan a la “bandeja de entrada” de las AFAP y de otros inversores institucionales tiene otra explicación. A partir de 2020, a medida que se comenzaron a diluir los efectos de la pandemia, los bancos empezaron a tener una participación mayor en el financiamiento, dijeron fuentes del mercado.
Como no se trata de emisiones de oferta pública, no hay un registro proyecto a proyecto de los detalles. Una de las emisiones financiada por el Banco República fue uno de los contratos Cremaf. La gestora CAF-AM Administradora de Activos Uruguay había estructurado un fondo que finalmente no se emitió.
El segundo fideicomiso que estructuró Corporación Vial no tuvo difusión pública porque se trató de oferta privada. Según supo Búsqueda, sus compradores fueron bancos privados.