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    Lema confía en que “el tiempo” mostrará, con resultados “favorables” en las cifras de pobreza, que el control del gasto fue acertado

    El ministro de Desarrollo Social dice que uno de los logros de esta administración es haber “contenido” las peores consecuencias sociales de la pandemia y señala como un cambio sustancial el impulso a un modelo de “superación personal” en vez de “administrar perpetuamente” vulnerabilidades

    La intensidad es una característica que define a Martín Lema. Es un rasgo que lo puso en el centro de ásperas discusiones cuando era un diputado opositor y mordía los tobillos del oficialismo con denuncias sobre presuntas irregularidades en la gestión de ministerios como el de Salud (MSP) y Desarrollo Social (Mides), y que lo tiene ahora como protagonista del otro lado del mostrador. A principios de mayo, con todo un invierno en pandemia por delante, el presidente Luis Lacalle Pou le dio la responsabilidad de cambiarle la impronta a un sitio clave y estratégico del gobierno como el Mides.

    El presidente buscó espalda política y determinación para acelerar procesos. En seis meses Lema parece haberse empapado de los intrincados vericuetos de las políticas sociales, de sus varios programas, de sus cientos de problemas y de sus posibles soluciones. En medio de un contexto social complejo de protestas de los sindicatos del Ministerio, empuja varias modificaciones que marcan un cambio de impronta respecto a la etapa de Pablo Bartol. Herramientas y oportunidades, repite Lema al abordar cada eje de acción. También machaca con la superación del individuo, como el principal sello de las nuevas políticas y no reniega de ninguna de las herramientas que se puedan usar para que logre la autonomía y pueda egresar de la dependencia estatal. “¿La única forma de respaldar a esas personas es con transferencias?”, se pregunta. “¡No! Están las transferencias y eso se va a mantener, pero por otro lado el Mides tiene que asumir un rol proactivo”, se responde.

    Lo que sigue es un resumen de su entrevista con Búsqueda.

    —La Ley de Urgente Consideración (LUC) está en el centro del debate político y usted ha tenido algún cruce público con la oposición al calificar la campaña por la derogación como “berreta”. ¿Cómo ve la discusión que se empieza a dar?

    —Yo hice valoraciones de contexto, pero que van en la línea de levantar el nivel del intercambio. Es legítimo que desde el gobierno una cantidad de personas se adhieran a lo que expresan los 135 artículos de la LUC, como es legítimo que haya otros uruguayos que consideren otra cosa. Es parte del escenario democrático. Ahora, a mi juicio, veo una campaña, que no es de ahora, y que habla de un estado de ánimo y una determinación que no está a la altura del debate que debemos tener en Uruguay. No se trata de un hecho aislado, se trata de un cúmulo de acciones. Ya empieza mal cuando el Frente Amplio habló hace un tiempo de muertes evitables. Se habló con mucha liviandad contra un gobierno que se encontró con una pandemia a los 13 días de haber asumido. Y así se están estableciendo parámetros que a mi juicio no son por los que debe transitar la discusión. Se habla también con mucha liviandad de las personas que lamentablemente ingresaron en los umbrales de pobreza. Eso es no reconocer el contexto en el que el gobierno de coalición asume. Si nos ponemos a endosar de dónde surge la cantidad de personas que están en esos umbrales, entramos en un ida y vuelta que no se ajusta a lo que nosotros, por lo menos, pretendemos en el debate. Cuando asumimos en el 2020, a pesar de años de bonanza económica, asumimos un gobierno con 840.000 personas que estaban en una situación vulnerable desde el punto de vista social y económico. A eso hay que sumar que, en el año 2016, un informe de Naciones Unidas advertía la posibilidad de incremento de estas personas que podía oscilar entre 100.000 y 128.000. Y a eso hay que agregarle la pandemia. Pretender endosar una cantidad de personas que están padeciendo una situación desafortunada me parece que no está a la altura. No es una campaña de calidad.

    —Desde el oficialismo se habla también en la campaña de una pérdida de la libertad, de que no se va a poder salir a la calle, de liberar miles de presos. ¿Ese nivel de debate también le preocupa?

    —Sobre todo me estoy pronunciando en hechos vinculados a la gestión que estoy desarrollando en el ministerio o que han tenido una trascendencia pública como ese spot, que claramente recurre a falsear el contenido de la LUC. No me parece mal que se quiera por la vía de la verdad introducir el debate que se quiera dar. Pero que justamente desde el Frente Amplio se introduzca lo de los 100.000 nuevos pobres, me parece un gesto audaz, porque parte de esa cifra habla de 15 años de políticas sociales frágiles.

    —¿Cuál es a su juicio el asunto más central de la LUC? ¿Qué es lo que se debe defender sí o sí?

    —Para mí es un mojón. Es un mojón que a partir de una herramienta de estas características lleva a que se encuentre un Uruguay de mucha mayor libertad.

    —¿Solo con una ley?

    —Una ley contribuye. No es solo una ley. Creo que el gobierno ha aportado otra visión en este tema y la ley contribuye, sin lugar a dudas. La ley tiene que ser acompañada por acciones ejecutivas que la complementen. Claramente un país más seguro genera un mayor bienestar social. En un país de coexistencia de derechos hay mayor tolerancia social y mayor bienestar. No es lo mismo un escenario en donde quien pretende ejercer un derecho suprime el derecho del otro que la convivencia de los mismos. La LUC contribuye sin lugar a dudas a un mayor bienestar social.

    —¿Con qué Mides se encontró cuando asumió? El ministro saliente, Pablo Bartol, dijo que se había encontrado con un caos administrativo.

    —Lo primero que hicimos fue solicitar una radiografía, ver el estado de situación, continuar algunas medidas que estaban en proceso que intentamos acelerar, empezar otras que se solicitaron para darle otra impronta. Ahí encontramos un Mides con 64 líneas de acción, de las cuales tres tenían que ver con transferencias económicas, que representan un 58% del presupuesto que está enfocado en una política generalista. Por otro lado, hay otras líneas de acción que se dividen en programas y servicios que son particularistas, donde se puede determinar a la población a la que se quiere llegar. Algo que quisimos fortalecer es la evaluación y el monitoreo. En lo que tiene que ver con las tres líneas de acción de transferencia estamos trabajando para focalizar y ser mucho más justos en la inclusión o exclusión de distintas prestaciones económicas. Después hay programas con impactos particulares. Uno de los cambios es en Uruguay Trabaja, que va a ser mejor por el sistema por el cual los participantes van a estar en ese programa, porque actualmente se recibe por participante $ 11.444 y con el nuevo programa acceso, sin cambiar la cantidad de participantes, van a recibir $ 18.000. A su vez, nosotros agregamos algo que hoy no existe. Hoy Uruguay Trabaja cuando se termina, se termina. Hay datos de que solo el 8% de los participantes lograron sostener un empleo formal por más de tres meses. Nosotros agregamos una segunda etapa con empresas madrinas, con exoneraciones patronales durante un tiempo, para que se nutran de participantes de la primera etapa. Lo hacemos para incentivar una salida definitiva. Eso permite buscar esa superación, esa autonomía.

    —Desde su llegada al Ministerio fue notorio un despegue importante de políticas y medidas con otra impronta. ¿Qué evaluación hace de lo que pasó desde marzo de 2020 hasta que usted asumió? ¿Se encontró con un Mides parado? ¿Por qué se demoró tanto en activar estas políticas, que algunas de ellas se van a empezar a ver recién en el 2022?

    —Siempre las evaluaciones las hago desde el 1º de marzo de 2020 en adelante. Esto es una nueva etapa de un mismo proceso. Y son contextos distintos, escenarios distintos. Quienes estaban antes se tuvieron que enfrentar a una pandemia. El 2020 fue un año totalmente atípico. Yo llego en mayo de 2021 y ya sabía lo que tenía que enfrentar. No tengo excusas.

    —Pero si se saca la pandemia, igual la impronta fue otra muy distinta: auditorías, apertura de galpones, yoga, la mudanza a Casavalle. ¿Fue inocente el planteo inicial del gobierno?

    —Se podrán imaginar que no voy a hacer valoraciones. Yo como ministro asumo toda la responsabilidad. Simplemente esta es una nueva etapa.

    —Una de las cuestiones que se les señala desde la oposición es que antes tildaban de “asistencialistas” a cierto tipo de políticas que ahora con la pandemia tuvieron que aplicar y potenciar en algunos casos. ¿Existía algún tipo de prejuicio de la coalición respecto a esas políticas sociales que hoy utiliza?

    —El presidente de la República dijo en varias oportunidades que no se puede cambiar una mitad por otra. Y vos podés progresivamente darle tu impronta sin que genere una alteración social. El cambio en el sistema de transferencia es que la prestación llegue con justicia y eso implica que el que la esté necesitando pueda tener mayor acceso producto de los nuevos pilotos que estamos intentando implementar. Y otra cosa: al buscar la formalidad también estamos buscando la superación personal. Y la autonomía. Ahí no se puede decir que estamos haciendo lo mismo que se hacía antes. Yo no tengo ninguna duda de que las mejores acciones sociales son aquellas cuyos destinatarios necesitan cada vez menos.

    —Eso en la teoría suena bien, ¿pero qué pasa en la práctica?

    —Es que esto ya está ocurriendo. Participantes que estaban en programas puentes están logrando llegar a la autonomía, a tener su vida independiente del Mides. Lo peor que puede pasar es que planchemos las vulnerabilidades para administrarlas perpetuamente. Claramente los desafíos van cambiando. Mientras haya situaciones de vulnerabilidad, hay que atenderlas, que quede claro: el Estado tiene que estar. Pero, así como está se tiene que trabajar para que lo supere. Y todo lo que trabajamos va en esa línea, incluso con distintos convenios con el sector privado. Les damos herramientas para incrementar las posibilidades de éxito y de independencia.

    —Ese modelo ha recibido cuestionamientos. El argumento contrario es si no se termina representando más los intereses del sector privado que los de los beneficiarios. Despectivamente dicen que el Mides está haciendo de Gallito Luis de empresas privadas. ¿Se puede construir una política social sostenible a partir de convenios puntuales con privados? ¿Cómo se hace para que el foco no se aleje de las necesidades de la población destino?

    —El Mides está generando una selección de participantes que, de no hacer la interacción con estos privados, los estaríamos condenando a solamente recibir prestaciones sociales. Es un modelo compacto que cierra un círculo virtuoso. Estamos generando oportunidades laborales para participantes de nuestros programas, dándoles garantías de que, por ejemplo, en 2022 aun superando el umbral de $ 11.400 per cápita no van a perder sus asignaciones familiares del Plan de Equidad. Entonces, creo que de ninguna manera caben esos análisis. Voy a evitar los adjetivos al respecto.

    Lo pongo por la inversa. Tenemos un participante de nuestro programa, termina el programa, ¿y después qué viene? Esto aplica a las personas en situación de calle, a Inmujeres, al Inju, al Sistema Nacional de Cuidados. ¿No es amparar a una persona intentar que tenga oportunidades en el sector privado? Quienes están en contra de esto, ¿qué proponen? ¿Qué se hace con las personas que quieren salir adelante y no encuentran cómo? ¿La única forma de respaldar a esas personas es con transferencias? ¡No! Están las transferencias y eso se va a mantener, pero por otro lado el Mides tiene que asumir un rol proactivo. La defensa de esas personas es también golpear las puertas que haya que golpear.

    —El aumento de la pobreza es una de las grandes complejidades con las que le tocó asumir el Ministerio. ¿Era ineludible que esa población cayera en la pobreza o el gobierno lo pudo haber evitado al menos en parte?

    —El gobierno hizo el máximo esfuerzo. Gracias a la gestión económica se pudo implementar un apoyo mayor en los momentos más duros. En total, desde marzo de 2020 se superaron en forma de recursos extraordinarios los US$ 400 millones en ayudas sociales a través del Mides. Y esa cifra va a ser mucho mayor. Al principio se pedía todo. Se pedía la cuarentena obligatoria, la renta básica de emergencia… Todo, todo, todo. Hasta era difícil determinar el objetivo de lo que se estaba pidiendo. Hubo una gran política del gobierno y del presidente que hasta en soledad definió no ir a una cuarentena obligatoria. La ministra de Economía, con un gran equipo, también llevó adelante una política de mucha claridad y personalidad. El gobierno trabaja intensamente para atacar las cifras de pobreza en forma interinstitucional.

    —¿Haber concretado un ahorro millonario en el gasto y mostrarlo como un logro en medio de esa situación social no es algo inconveniente?

    —Una política de Estado no es pensar en mañana o en pasado mañana sino pensar en el futuro, en un proceso que lleva un período de tiempo. Si todo lo que tengo para gastar lo gasto en un día, al día siguiente voy a tener necesidades que no voy a poder satisfacer. Acá se pensó en una proyección en la que se intenten revertir las situaciones adversas y estamos trabajando intensamente para lograrlo. Tengo confianza plena en el equipo económico en que, a pesar del contexto sanitario y sus consecuencias, se van a poder superar una cantidad de situaciones. El tiempo es el que define cómo fueron las decisiones adoptadas. Cuando el presidente de la República habló de la libertad responsable y de que no iba a implementar una cuarentena obligatoria parte de la oposición puso el grito en el cielo. ¿Qué hizo el tiempo? Puso las cosas en su lugar: el presidente tenía razón. Entonces, yo creo que esto que se advierte de un lado, con el correr del tiempo se va a poder exhibir los resultados favorables de las acciones integrales del gobierno.

    —El tiempo en algunas situaciones es cruel. En la pobreza y en la indigencia puede tener consecuencias graves.

    —Acá se hicieron una cantidad de acciones para revertir las situaciones de vulnerabilidad. No se puede decir que no hubo un accionar que buscó dar contención. Si vas a indicadores como el desempleo, estamos mejor que antes de la pandemia. Hay indicadores que muestran que se van estabilizando una cantidad de aspectos y eso genera oportunidades. Eso es parte del buen manejo.

    Acá estamos desarrollando todo un plan para la primera infancia. Ya lo tenemos diseñado para el año 2022. Se tuvieron en cuenta una cantidad de indicadores. Cuando vemos que la pobreza se sitúa principalmente en niños de 0 a 3 años, algo que a todos nos duele, más jerarquía toma un plan de primera infancia. Y ya este año se están dando apoyos en el marco de las asignaciones familiares del Plan de Equidad de $ 2.500 adicionales por niño que llegan a 70.000 hogares aproximadamente. O sea, los esfuerzos se están haciendo.

    —Se hacen esfuerzos, pero al mismo tiempo hay reclamos de distintos actores. Esta semana van a venir los sindicatos del Mides a hacer un velatorio de las políticas sociales. ¿Por qué cree que se dan esas protestas?

    —No voy a entrar en esas valoraciones. No me corresponde. Nosotros tenemos absoluta determinación en el trabajo que estamos haciendo. No queremos acostumbrarnos a lo que no es normal, aunque nos toca atravesar una cantidad de circunstancias difíciles. El país y el mundo atraviesan una situación histórica. Cada uno elige de qué lado estar.

    —Siempre hace hincapié en las evaluaciones y en los resultados. Después de un año y medio de gestión, ¿qué resultados tiene para mostrar este gobierno en el Mides?

    —Bueno, yo creo que los resultados se ven después de un proceso. Hay una cantidad de líneas de acción que creemos que son exitosas. Entre ellas todos los cambios que se están haciendo en evaluación y monitoreo, con un análisis de los programas, de las mejoras de las transferencias y demás. Ahora estamos muy centrados y con aspectos para exhibir en la respuesta al contexto sanitario. Creo que hoy los principales resultados pasan por la contención. Se ha logrado contener consecuencias que pudieron haber sido mucho más negativas. En todas las áreas del Ministerio se está haciendo un esfuerzo grande de contención al mismo tiempo que se empiezan a proyectar una cantidad de acciones que entendemos que van a empezar a dar resultados sensiblemente favorables.

    —Desde la oposición usted era muy crítico de la discrecionalidad en las contrataciones. Ahora esta gestión es criticada por el sindicato y la oposición por lo que consideran un elevado peso de cargos políticos mediante contrataciones a través de la CND o pases en comisión. ¿Hace alguna autocrítica de esas contrataciones?

    —Yo advertía sobre situaciones de irregularidad. Más allá de la discrecionalidad, las advertencias eran sobre irregularidades. Hay mecanismos que se utilizan desde hace años. Antes, cuando se usaban, recibían observaciones del Tribunal de Cuentas. En esta gestión no recibieron observaciones del Tribunal de Cuentas. Desde el punto de vista formal, antes tenían advertencias de irregularidad que hoy no son tales. No quiero entrar mucho en la comparación, porque si está mal en un escenario está mal también en el otro. Lo que digo es que ahora las contrataciones están amparadas por la normativa.

    —La mayoría de las más de 30 contrataciones directas a través de CND eran de la etapa Bartol-Castaingdebat. ¿Por qué decidió mantener esa estructura y no hacer modificaciones?

    —Porque están al amparo de la ley.

    • Recuadro de la entrevista

    Futuro político: 100% Mides

    Contratapa
    2021-11-11T01:02:00