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Los liceales tienen peor salud mental tras la pandemia, según el Ineed
Las patologías más recurrentes son la ansiedad y la depresión, también se detecta un aumento de la irritabilidad y el enojo; los registros más preocupantes se dan en los centros educativos de contextos más desfavorables
Finalizada la pandemia, el sistema educativo uruguayo retomó “rápidamente” las características generales que mostraba en los años previos a la crisis sanitaria determinada por el Covid-19, que derivó en el cierre de los centros educativos y en el distanciamiento físico entre los alumnos, entre otras medidas, dijo a Búsqueda el presidente del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineed), Javier Lasida, al comentar resultados del último Informe sobre el estado de la educación en Uruguay 2021-2022, difundido el miércoles 29. En su opinión, esta es una “diferencia marcada” que muestra Uruguay respecto a otros sistemas educativos del mundo, donde se registraron “crisis de aprendizajes agudas” por interrupciones de funcionamiento “dramáticas”.
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El titular del instituto evaluador de la educación consideró que si bien “hay metas que se alcanzaron” en esta administración —por ejemplo, aumentó, en general, la promoción; lo que, en parte, puede explicarse por la “flexibilización de criterios” en el pasaje de grado—, el informe del Ineed es “muy variado” y señala, además, datos preocupantes. Refleja, por ejemplo, un “estancamiento” de los aprendizajes vinculado a “problemas de calidad” y de “inequidad”, fenómenos que motivaron la transformación curricular impulsada por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP).
Así como en varios aspectos hubo una rápida recomposición tras la pandemia, existen también impactos relacionados a la crisis sanitaria que aún se hacen sentir dentro y fuera de los salones de clase. En 2022, hubo menor asistencia en todos los niveles educativos —inicial, primaria y media— y un deterioro de la salud mental de los estudiantes, cuya afectación también se refleja en los aprendizajes entre los grupos de población más jóvenes, y en particular en la educación media pública.
Aislamiento, ansiedad y depresión
Uruguay tiene entre sus adolescentes una de las tasas de depresión y suicidio más altas de la región y “el triángulo problemático de la salud mental” en esas edades es más depresión, más consumo de alcohol, más suicidios”. Así lo resumió meses atrás el investigador Paul Ruiz, integrante del Programa de Desarrollo de Ciencias Básicas y de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, en una entrevista con Búsqueda.
Diversos estudios coinciden en que el aislamiento forzado de los alumnos, producto del cierre de los centros educativos y otras medidas de distanciamiento social tomadas en el contexto de la crisis sanitaria, afectó negativamente la salud mental y el bienestar de los alumnos, incluyendo tanto a los niños de educación inicial y primaria como a los jóvenes y, en especial, a los liceales.
El informe del Ineed corrobora una tendencia detectada “mucho antes” de la aparición del Covid-19 en Uruguay. Esto se reflejó en los cuestionarios que completaron los estudiantes que participaron de la última evaluación nacional Aristas Media, que incluyen una serie de preguntas respecto a sus habilidades socioemocionales. De allí surge que durante la pandemia las consecuencias emocionales en los adolescentes se agravaron, detectándose mayores niveles de ansiedad y depresión. A su vez, estas diferencias se acentúan cuando se segregan por género o grupo socioeconómico.
Las patologías más recurrentes son la ansiedad y la depresión, aunque también se detecta un aumento de la irritabilidad y el enojo, según se indica en el apartado Las habilidades socioemocionales, el aislamiento y su vínculo con las pérdidas de aprendizajes en pandemia, del informe del Ineed.
Los datos recogidos por el instituto evaluador son “muy coincidentes”, según Lasida, con los resultados de una investigación estatal simultánea sobre trayectorias juveniles, divulgada en octubre. Este estudio revela que “la tristeza y la desesperación” entre los menores aumentó de manera significativa después de la pandemia.
Mientras en 2018 el 8,6% de los adolescentes de entre 12 y 15 años dijeron sentirse “tan tristes o desesperados que dejaron de hacer sus actividades cotidianas”, en 2022 esta cifra trepó al 23,4%, cuando esos jóvenes ya tenían entre 16 y 19 años, respectivamente, de acuerdo el estudio Panel de juventudes 2018-2022. Sin embargo, este deterioro en el bienestar psicosocial de los adolescentes ya se detectaba antes de la pandemia, según este informe realizado por el Instituto Nacional de la Juventud (Inju) y el Instituto Nacional de Estadística (INE), con la colaboración del Fondo de Población de las Naciones Unidas.
La mayoría de quienes sufren estas dificultades son mujeres (69%) y más de la mitad (51%) de aquellos que dijeron sentirse así en 2022 tienen un nivel socioeconómico bajo, 41% son de nivel medio y 7,3% de nivel alto, según la investigación que profundiza en distintas dimensiones durante el pasaje de la adolescencia y la juventud hacia la vida adulta. Este estudio continúa la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (ENAJ), con una primera edición en 1990, que se retomó en 2008 con frecuencia quinquenal.
En la práctica, se registra un aumento “sostenido” de problemas socioemocionales entre los adolescentes, ratificó el titular del Ineed, al advertir que las pérdidas en el bienestar y la salud mental inciden negativamente en los resultados académicos de los jóvenes.
Los docentes que contestaron la encuesta de educación media del Ineed en 2020 ya percibían dificultades para motivar a sus estudiantes. Entre los alumnos que cursan tercer año de liceo, la comparación de habilidades socioemocionales entre 2018 y 2022 muestra que factores como la motivación y la autorregulación emocional se mantiene en niveles “bajos”, al tiempo que las habilidades intrapersonales e interpersonales descienden y las conductas de riesgo aumentan. En todos los casos, los registros más preocupantes —de ansiedad, depresión, enojo e irritabilidad— se dan en los centros educativos de contextos más desfavorables.
Para evitar que estos problemas de salud mental continúen y se agraven, Lasida entiende clave prestar atención desde edades tempranas. Un estudio del Ineed sobre efectos de la pandemia en preescolares del sector público halló pérdidas en el desarrollo motor y cognitivo, así como en las actitudes hacia el aprendizaje, habilidades consideradas fundamentales para el futuro desempeño escolar.
