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    Mario Bergara: la polarización en el Frente Amplio “nunca dio buenos resultados”

    Bergara, exministro de Economía, dice que la polarización interna “nunca dio buenos resultados” al Frente Amplio y que la sensibilidad “seregnista” que busca representar es fundamental para un triunfo en las elecciones nacionales.

    El legislador es muy crítico con el gobierno, pero no cree que la próxima administración vaya a recibir un país peor de lo que heredó el Frente Amplio en 2005. Sí encontrará un país con una disgregación social mayor, lo que exigirá políticas de Estado para superarla, y también alejar temas como la seguridad pública del “botín” electoral.

    Lo que sigue es una síntesis de su conversación con Búsqueda.

    —¿Por qué quiere ser candidato?

    —No es una cuestión de visión personal, la candidatura es de Convocatoria Seregnista Progresistas, que efectivamente recae en mi persona por el proceso político y el rol que a cada uno le toca jugar. La fundamentación básica de la precandidatura tiene que ver con el rol político que le asignamos a Convocatoria, que refleja y representa un espacio importante dentro del Frente Amplio. En las elecciones internas de 2021 Convocatoria, que solo tenía dos meses de vida, estuvo entre los tres grupos más votados del Frente Amplio, muy cerca del Partido Comunista y el MPP. Eso reflejaba un espacio que los frenteamplistas reclamaban. Y también por el rol que tiene Convocatoria de fortalecer la capacidad de diálogo que el Frente Amplio tiene que tener con toda la sociedad uruguaya.

    —¿Los otros sectores del Frente Amplio no tienen esa capacidad de diálogo?

    —Sí, tienen capacidad de diálogo, pero no necesariamente con las mismas partes y en las mismas zonas de la sociedad. Convocatoria es la expresión de una de las sensibilidades del Frente Amplio. El Frente es diverso y por lo tanto necesitamos todos los espacios. Hay zonas de la sociedad donde el Partido Comunista, el Partido Socialista o el MPP dialogan con más fluidez y hay otras en las que el espacio seregnista dialoga con más fluidez. Cuando el Frente perdió la elección, en general había un acuerdo entre los analistas de que el Frente Amplio había perdido un caudal electoral sobre todo en dos bloques: sectores de la población más vulnerables, que históricamente apoyaban al MPP y al Partido Comunista y fueron seducidos por los planteamientos de Cabildo Abierto y Manini; y un segundo bloque de centro político, capas medias, profesionales, trabajadores, que históricamente apoyaban al espacio seregnista y fueron seducidos por los planteos de Talvi o del wilsonismo. Hoy con Talvi fuera del escenario y un wilsonismo cada vez más raquítico, vaya si el espacio de Convocatoria no tiene la responsabilidad y la oportunidad de ir al diálogo con ese espacio de la sociedad.

    —¿Y ese bloque cautivo del seregnismo no es un espacio menor dentro de la izquierda?

    —Supo ser un bloque mayor y supo tener importancia. Y para definir la elección, más aún.

    —¿Y para la interna?

    —Para ganar la elección nacional el Frente Amplio tiene que hacer una gran elección interna. Uno de los errores que cometió el Frente en el pasado fue soslayar la importancia de las elecciones internas, porque había como una idea de que las elecciones estaban siempre ganadas, pero en 2019 recibió un claro mensaje de la ciudadanía, una bofetada fuerte en la que perdimos más de 200.000 votos. Ese marco es también porque todo el proceso electoral hay que trabajarlo si es que queremos volver a ganar.

    —Dice que el Frente Amplio debería darle más importancia a esta instancia y que su precandidatura apunta a eso. Pero fortalecerla también podría ser sumarse a uno de los dos candidatos que hoy encabezan las preferencias…

    —La polarización en el Frente Amplio nunca dio buenos resultados. La fundamentación de la candidatura no es hacer cuentas con las encuestas. Es del rol político, basado en la diversidad y en el alcance del diálogo con la sociedad. En principio, subsumir el espacio seregnista atrás de otra candidatura sería difícil de entender en algo que no fuera más que un cálculo electoral que de alguna manera confronta con el rol político que te acabo de explicar.

    —¿Va a ir hasta el final?

    —¿Conocen algún candidato que se lance diciendo que no va a ir hasta el final?

    —Y después alguno se baja igual…

    —Será el después, pero no parece una pregunta razonable para alguien que está por lanzar una candidatura.

    —¿Y si la intención de voto no crece?

    —No voy a especular con lo que pueda pasar dentro de seis meses. No corresponde.

    —El oficialismo asegura que el Frente Amplio está más radicalizado. ¿Un seregnismo fuerte sería una señal de que eso no es así?

    —Por supuesto. Está muy claro que la intención desde el oficialismo es pintar a un Frente Amplio radicalizado y polarizado, deslizando que no está en condiciones de volver a gobernar, y presagiando la muerte del seregnismo y el astorismo. Es pura intencionalidad política. No se refleja en la realidad, en las elecciones internas del FA en 2021, ni en el accionar político de la fuerza política y de la bancada parlamentaria. El lanzamiento de nuestra campaña, que va a ser el próximo sábado en Welcome, y el proceso electoral van a mostrar que “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

    ¿Cuán radicalizado es el Frente Amplio sin un seregnismo fuerte?

    —No comparto la visión de un Frente radicalizado. El Frente tiene un talante de oposición, como es obvio que tiene que tener, sobre todo cuando consideramos que el grueso de las políticas de gobierno son muy regresivas. Han traído caída de salario y pasividad, aumento de la pobreza, falta de medicamentos en salud pública, no aparecen las viviendas prometidas, no han resuelto, más allá de todos los anuncios, el tema de la inseguridad, etc. De las pocas cosas que ha cumplido es que gobiernan para los malla oro. Lo dijeron ellos mismos. Es lógico que el Frente se pare en la oposición, como también en la denuncia de toda la secuencia de escándalos y bochornos que el gobierno protagoniza. El Frente Amplio no tiene una propuesta radicalizada en cuanto a que es todo que no. A veces se pone como mérito en algunas leyes que el Frente Amplio apoyó un equis porcentaje de los artículos de tal o cual ley. Es contradictorio entonces. Está ejerciendo su rol de oposición y su rol de propuestas que en general son ignoradas por el oficialismo.

    —¿Qué énfasis va a hacer su precandidatura en el programa del Frente Amplio?

    —Estamos en la etapa de la conformación del programa. Hay una primera versión que en general compartimos y será perfeccionado de aquí al congreso de diciembre. Después sí, hay énfasis y perfiles que nos diferencian. Claramente hay algunas áreas de relacionamiento entre el Estado y la sociedad, de relacionamiento y la visión internacional y demás, donde diversos sectores del Frente Amplio tienen posturas diversas. También en el tema educativo. Creo que se necesita un cambio en el sistema educativo bastante más disruptivo, pensando en el mundo del trabajo que tenemos por delante, pero además en la formación cultural, intelectual y de valores que tienen que tener los chiquilines. Hay cosas de esa transformación educativa que nos parecen muy malas. Esta transformación educativa no es una reforma. No están claros los ejes, no se le ponen recursos y es muy difícil hacer una reforma sin recursos. Hay circulares en un momento que dicen una cosa y tres semanas después las revierten. Es más bien un toqueteo de horarios, nombres y asignaturas que además no se le ve el eje. Quitar la enseñanza de filosofía o economía, con el énfasis que hoy tienen, no nos parece correcto.

    En materia de inserción internacional también tenemos énfasis que nos distinguen de otros espacios. De manera cada vez más nítida dejamos en claro que el primer factor que tenemos que tener en cuenta es el tema de los derechos humanos. Uruguay en general ha tenido una tónica acertada y de Estado en cuanto a trabajar a nivel de relacionamiento internacional con base en la autodeterminación de los pueblos, el principio de no injerencia y la resolución pacífica de los conflictos. Pero a veces hay confusión en la discusión de cómo visualizar distintos regímenes, de izquierda y derecha. Para nosotros todo eso hay que analizarlo en clave de la vigencia de los derechos humanos.

    ¿Cuba y Venezuela son dictaduras?

    —Es la pregunta facilonga. ¡Ya me sacaron a Nicaragua de la lista! Y Arabia Saudita, etc. Primer eje: derechos humanos. No convalidamos regímenes que violenten derechos humanos, sean de izquierda o de derecha. Claramente tenemos una postura muy crítica, en el caso de Nicaragua muy nítida y en el de Venezuela también. El de Cuba tiene más matices, porque son tres procesos bien diferentes. Pero creemos que en la última etapa ha habido un endurecimiento en la realidad cubana que no vemos con buenos ojos. Represión y violación de derechos humanos hay en muchísimos países del mundo. El eje en el cual pretendemos tomar posición de estas cosas es en la vigencia efectiva de un marco de derechos humanos, independientemente de si son “amigos” o “enemigos”.

    ¿En un eventual gobierno suyo rompería relaciones con ese tipo de gobiernos?

    —Uruguay es un país pequeño que se tiene que insertar en el mundo, con vínculos con todo el mundo.

    —Más allá de que violen o no derechos humanos…

    —Uruguay hoy por hoy tiene vínculos con muchos países que violentan los derechos humanos. El tema es qué posicionamientos toma a la hora de expresarse como país en los ámbitos internacionales. Tampoco creo que la solución a un país que viola los derechos humanos sea que todo el resto de los países —muchos de los cuales también violan los derechos humanos— lo aíslen. Ahí el tema no se solucionaría nunca.

    —¿Y esta postura que usted promueve no puede complicar las relaciones con China?

    —¿Por qué complicar? Nosotros podemos tener la independencia de tener nuestra visión sobre todas estas cosas y mantener los vínculos. Hay un mundo en los vínculos comerciales y financieros. Muchos países en el mundo mantienen ese equilibrio, y un país como Uruguay tiene que mantener los equilibrios para insertarse en el mundo. En un mundo hoy que va a hacia un conflicto geopolítico con China y Estados Unidos Uruguay no se puede casar con ninguno ni romper con ninguno. Es tener, como el malabarista, los objetos, las pelotitas en el aire. Es el desafío de la política exterior del Uruguay.

    —De ganar el Frente Amplio, ¿recibiría al país peor o mejor que en 2005?

    —No, no. En 2005 tenías 40% de pobreza, 17% de desempleo, niveles de ingresos paupérrimos. Una realidad social mucho peor que la actual. Todavía persisten realidades sociales complejas. La de hoy sí es una sociedad más disgregada socialmente, pero hubo 15 años de gobierno del Frente Amplio que cambiaron radicalmente ese panorama. Los niveles de pobreza son la cuarta parte de aquel momento.

    —¿Y esa disgregación social que persiste no es una deuda del Frente Amplio?

    —No. Creo que el Frente Amplio contribuyó a tratar de evitarla. Justamente, en primer lugar por haber sacado de la pobreza a un millón de personas; por haber tenido políticas sociales focalizadas en esa población más vulnerada. Lo que pasa es que hay procesos sociales y culturales que complejizan mucho esto. Que hubo que hacer más cosas o cosas diferentes desde muchas áreas en los gobiernos del Frente Amplio, sí, yo tengo visión autocrítica en temas que tienen que ver con algún perfil de algunas políticas sociales o las asociadas a las políticas de seguridad. Pero hay también procesos que son globales o regionales y tienen que ver con la penetración del narco, de cómo aprovecha la disgregación social para crear una degradación social y cultural que hace cada vez más difícil la integración de algunos sectores sociales que son segunda, tercera o cuarta generación que vive con complicaciones estas cosas. Creo que se hicieron cosas, pero hay un proceso de disgregación social que es continuo, y en ese sentido diría que sí, eso es más complicado que en 2005.

    —¿Reconoce algo bueno que haya hecho este gobierno?

    —Hay cosas puntuales. Por ejemplo, el acuerdo con Brasil por las exportaciones de zonas francas. Creo que fue prácticamente el único logro de la política exterior. Eso lo veo con buenos ojos. Luego hay aspectos puntuales que creo que el gobierno puede estar haciendo razonablemente. Pero es un panorama bastante deficitario en los resultados, incluso en los temas que ellos mismos se plantearon como objetivo. Por ejemplo, en la parte fiscal. Hoy el déficit fiscal es de 4%. Es más grande que 14 de los 15 años de gobierno del Frente Amplio. Los resultados maravillosos en una materia a la cual supeditaron todo el resto de las políticas no los están teniendo.

    —¿Cómo el Frente Amplio puede revertir esa disgregación social de la que hablaba y a la vez bajar el déficit fiscal?

    —Magia no se puede hacer. Sin recursos no se puede lograr nada. Pero también la disgregación social impide mayor crecimiento, mayor desarrollo y mayores márgenes. Atacar la disgregación social es algo multidisciplinario, y no solamente tener políticas sociales compensatorias de determinada situación. Creo que hay que abordar estas cosas en clave de políticas de Estado. Asumir que la disgregación social, los problemas de la inseguridad y el delito, los problemas educativos no los va a resolver un gobierno ni un partido, por lo tanto, son cosas que no deberían ser utilizardos como caballito de batalla menor en el juego electoral.

    —Con los números de hoy, ¿el próximo gobierno, gane quien gane, tendría que hacer un ajuste fiscal?

    —No lo tengo claro. No lo estoy evaluando en esos términos ahora. Vamos a ver con qué déficit se termina. La parte déficit hay que verla de manera integral a la parte crecimiento. El gran agujero que tenía la visión del actual gobierno en esta materia es que no tenía una estrategia de crecimiento y de desarrollo, una agenda de crecimiento. Se hablaba de la ciencia, la tecnología, la productividad y más, pero no hubo nada en materia de agenda.

    —Crecimiento hubo…

    —Modestísimo. Hubo la caída en la pandemia, luego el rebote y hoy estás un poquito arriba de 2019 y el panorama de crecimiento para los próximos dos años es muy magro. Hubo factores como la sequía, etc. A la guerra le asigno un rol bastante menor. El crecimiento fue impulsado por exportaciones y no porque se haya impulsado ninguna política. Por buenas zafras agropecuarias, mercados muy abiertos y precios muy altos. Pasaron los precios altos, alimentaste el atraso cambiario y tuviste sequía y ya este año todo eso se desplomó.

    —Si el panorama es tan malo como lo describe, el triunfo del Frente Amplio sería inevitable, pero eso no está claro en las encuestas.

    —No, de ninguna manera. Si uno ve las encuestas, la aprobación de gobierno comparada con un año atrás está 15 o 20 puntos abajo. Pero la contracara de eso no es que el Frente haya levantado 15 o 20 puntos. O sea que no es para nada automático que el descontento o la desaprobación que la gente pueda tener sobre la gestión de este gobierno se traduzca automáticamente en apoyo al Frente.

    —¿Pero cree que el gobierno realmente lo hizo tan mal como para que el electorado lo penalice con una derrota?

    —Es factible que la sociedad penalice al gobierno. Pero vuelvo a decir: la desaprobación que hoy mucha gente tiene con este gobierno, no se está traduciendo de manera automática en adhesión al Frente. El Frente tiene que trabajar y mostrar que no solo es una buena oposición hoy, sino que puede ser un buen gobierno.

    Información Nacional
    2023-08-16T20:09:00