Sector bancario achicó su red física y redujo casi 600 empleos

escribe Ismael Grau 
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Hace ya varios años que los empleados bancarios en Uruguay dejaron de sentirse privilegiados,si bien sus remuneraciones y beneficios están por encima del trabajador medio. La crisis del 2002 fue un primer sacudón: entonces cerraron varias instituciones insolventes y el sistema se redujo a una oncena de entidades, incluidas las dos estatales. En 2020, por razones muy distintas —un nuevo virus convertido en pandemia—, el sector vivió otro ajuste en su estructura física y personal.

En marzo del año pasado, después de conocidos los primeros contagios de Covid-19 en el país, el Poder Ejecutivo decretó una emergencia sanitaria y alentó al distanciamiento físico. La actividad económica se frenó o, en los rubros que fue posible, pasó a hacerse de manera remota. Aunque era una tendencia que venía desde antes debido a avances tecnológicos y un cambio de hábitos de los clientes, los bancos reforzaron los servicios prestados a través de aplicaciones o sus páginas web. La atención presencial quedó restringida a aquellas gestiones imprescindibles y dejó de tener sentido mantener abiertas determinadas sucursales, en algún caso por un tiempo y en otros, de manera definitiva. Eso pasó, por ejemplo en la filial uruguaya de Itaú, en un proceso que seguirá este año.

A fin de 2020 estaban activas 266 sucursales, seis menos que un año atrás (–2,2%), de acuerdo con datos informados por las propias instituciones de intermediación financiera al Banco Central (BCU) analizados por Búsqueda. En realidad, de esos registros surge que durante el año pasado se bajó la cortina a ocho dependencias (siete en Montevideo y una en Colonia), pero abrieron dos nuevas; una fue en Tacuarembó, para atender el movimiento que se va generando en torno a la futura fábrica de UPM en cercanías de Paso de los Toros y de Pueblo Centenario, en Durazno.

En el interior del país, en general, la influencia del agro es significativa, también por lo que derrama sobre rubros comerciales y de servicios. Debido, probablemente, a que la actividad del campo sufrió relativamente menos el impacto del Covid-19 —e incluso se benefició de una mejora en los precios internacionales de ciertos productos en los meses recientes—, el tamaño neto de la red física fuera de Montevideo no se modificó. “Sectores como el agropecuario —que es prácticamente el 60% de la cartera de negocios corporativa— están tirando del carro”, dijo el presidente del Banco República (BROU), Salvador Ferrer, en una entrevista con Búsqueda publicada en diciembre. El BROU, estatal, tiene unas 120 dependencias.

Empleados

La digitalización de servicios bancarios, vía web o apps para celulares, es una tendencia acelerada de los últimos años con escala global. La pandemia le dio más ritmo a ese proceso, que a las instituciones financieras les permite bajar costos en un rubro que sus ejecutivos habitualmente denuncian como caro en Uruguay: el personal. Entre retribuciones y cargas sociales, el sector —los bancos y la única cooperativa de intermediación financiera del sistema, Fucerep— pagó el equivalente a casi US$ 690 millones en 2020. El “gasto de personal” significa, para algunas entidades, más del 40% de sus costos operativos totales.

En el contexto de la menor actividad por la emergencia sanitaria y la preferencia creciente por el uso de canales digitales, la cantidad de empleados en el conjunto de las instituciones pasó de 7.781 a fin de 2019 a 7.186 un año después. Son 595 menos (–7,6%), de los cuales 428 fueron puestos perdidos en Montevideo y 167 en sucursales del interior.

Las estadísticas de sucursales y de empleados que divulga el BCU están discriminadas por ubicación geográfica (barrios de Montevideo y departamentos, como se indica en el cuadro), pero no por institución financiera.

Comparado con la crisis de comienzos de este siglo, el ajuste del año pasado en el sistema financiero uruguayo fue relativante pequeño, si bien el sindicato bancario —AEBU— estuvo activo en la defensa de los puestos de trabajo. Si de dejan de lado los dos bancos oficiales, se pasó de 355 sucursales y 6.398 empleados en los bancos privados y las seis cooperativas de ahorro en 2001, a 222 y 4.066, respectivamente, en 2003 (caídas de 37% y 57% en cada caso), según datos del BCU recogidos en un estudio del Centro de Investigaciones Económicas.

Perspectiva

En 2020, por el Covid-19, hubo una crisis económica y social, pero no bancaria; ni corridas de depositantes ni impagos generalizados. De hecho, no fue un mal año para el negocio bancario, y siguieron aumentando los depósitos, y se mantuvo el stock de préstamos así como la morosidad, gracias a reprogramaciones de cuotas. Solo una entidad, la filial de Nación Argentina, dio pérdidas expresadas en dólares (Búsqueda N° 2.108).

Pero los problemas en la economía subsisten y el panorama para el sector no se despejó, aún con la esperanza de la vacuna. Al ratificar la semana pasada la calificación de la filial de Santander, la agencia Moody´s señaló que “sigue habiendo incertidumbre respecto de la verdadera calidad de la cartera de créditos” tras el alivio a deudores (que el martes 2 el BCU habilitó a dar a las empresas ligadas al turismo). Y, aludiendo a todos los bancos, advirtió como un “desafío” el “modesto nivel de intermediación financiera” y la “alta dolarización del sistema”.

Economía
2021-02-03T19:26:00