El caso Uruguay, la ganadería como dinamizador del desarrollo sostenible, económico, social y ambiental, fue el título de la presentación del gerente de Estrategia e Innovación del Instituto Nacional de Carnes (INAC), Gianni Motta, en la Conferencia Regional para la Transformación Sostenible de la Ganadería en América Latina y el Caribe, realizada en Punta del Este.
Agregó que el régimen hídrico “es excepcional para la producción de pasto”. Señaló que el estado de Texas es cuatro veces más grande que Uruguay, sin embargo tiene prácticamente la misma cantidad de ganado. “Si alguien piensa en Texas, piensa en la producción de ganado, pero Uruguay es mucho más ganadero”, aseveró.
En términos de desarrollo socioeconómico, destacó que el país tiene el mayor producto bruto interno (PBI) per cápita de América Latina, y la mejor distribución de la renta. Y el Índice de Desarrollo Humano, junto a los de Argentina y Chile, está muy cercano a países de la periferia de Europa. Y también mencionó la estabilidad política y social.
Recursos naturales
Uruguay está en el Bioma Pampa, que “es perfecto para el desarrollo de la ganadería”, porque esta actividad “coexiste de forma armónica con la naturaleza, y Uruguay tiene el mayor grado de preservación de este recurso natural”. Detalló que en este territorio “hay más de 2.500 especies, 71% son de flora nativa, y más de 800 especies de animales”, y “todas coexisten con la ganadería”, “hay una sinergia natural entre un sistema pastoril y nuestro ganado”.
También afirmó que la forestación “es esencial”. Repasó las políticas de Estado que impulsaron la actividad, con la ley de 1987, que además protege a los montes nativos. Destacó que “Uruguay ha logrado no solo mantener el monte nativo sino que durante los últimos 20 años ha crecido y hoy está en una superficie estable”. Comentó que los animales “entran y salen para buscar sombra y abrigo, los montes brindan servicios ecosistémicos a los sistemas ganaderos y también mejoran la productividad”.
Producción ganadera
El gerente del INAC describió cómo se distribuyen los distintos rubros productivos en el territorio nacional, con presencia de la ganadería de carne en todo el país, donde se producen 760.000 toneladas equivalente peso canal de todas las especies.
“En la gran mayoría de los países la principal producción es de animales monogástricos, pollos y cerdos, pero en Uruguay el 85% de la producción es de bovinos de carne. Y eso es porque nuestros sistemas de producción naturales son los que benefician más al rumiante, y no tanto al monogástrico. Es decir, que estamos aprovechando esos recursos naturales renovables para producir lo mejor que podemos producir, que es carne bovina”, subrayó.
Comentó que el stock bovino cayó 1,4 millones de cabezas equivalente unidad ganadera en los últimos 40 años. Y señaló que “existen métricas que pueden demostrar que este tipo de tendencias pueden llevar a que tienda a ser climáticamente neutro”.
En los últimos 20 años el stock permanece estable, sin embargo se pasó de producir 400.000 toneladas a 600.000 toneladas, aumentando 50% la producción con la misma cantidad de animales. La extracción ganadera se ubica entre 22% ya 23%.
Destacó que eso “se logró intensificando la producción, bajando la edad media de faena, aumentando la cantidad de animales que van a una terminación a grano en los últimos 100 días, y teniendo animales más pesados”. Remarcó que “la intensificación productiva del Uruguay aceleró el proceso de crecimiento y engorde de los animales”.
En la COP 21, realizada en París en 2015, Uruguay se comprometió a disminuir la intensidad del 99,4% del total del perfil de emisiones. “Ese es un número extremadamente importante, es prácticamente todo el perfil de emisiones del país”, enfatizó Motta. Explicó que se decidió “ser más intensos en el uso de los recursos, pero producir mucho más”, siendo más eficientes.
En ganadería Uruguay se comprometió a reducir 32% la presión de emisión de metano, en 2018 llegó a 88% de cumplimiento y en 2021 ya logró ese valor. “Lo logramos pasando de emitir 0,8 a 0,5 kilos de metano por kilo de peso vivo. Aumentamos 30% la emisión de metano, pero también aumentamos 90% la producción total de carne, alineados con la intensificación productiva, porque somos un país en desarrollo y precisamos mejorar nuestros indicadores económicos”, explicó.
Comentó el trabajo coordinado de los ministerios y señaló que para ser más eficientes “hay que medir”, porque “si no tenemos una línea de base no sabemos qué puede ocurrir con las acciones que hacemos”. A propósito, comentó que los ministerios de Ambiente y de Ganadería, con el INAC, el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA) y el Instituto Nacional de la Leche (Inale) desarrollaron la Huella Ambiental de la Ganadería, con el objetivo de crear una herramienta para medir el impacto ambiental de la ganadería, pero no solo de los gases de efecto invernadero, sino también la biodiversidad, el uso del agua y la erosión del suelo.
Motta mostró mapas de Uruguay que graficaban las emisiones de gases de efecto invernadero y la Tendencia Negativa de los Servicios Ecosistémicos, diferenciando entre ganadero y no ganadero. Y comentó: “me gustaría saber si en otros países puede lograr este tipo de mapas con este nivel de precisión; nosotros incluso podemos llegar a nivel predial con los sistemas de información que tenemos”.
Explicó que el gráfico del índice de la Tendencia Negativa de los Servicios Ecosistémicos fue desarrollado por el INIA, y se puede ver que cuando hay ganadería la tendencia es casi a cero; es decir que prácticamente no cambian los recursos naturales con ganadería. Sin embargo, si en ese mismo espacio se realiza otra actividad agropecuaria, hay una tendencia negativa a la pérdida de servicios ecosistémicos.
Afirmó que “todo esto se logró gracias a nuestros sistemas de trazabilidad, un bien público que fue originalmente desarrollado para controlar brotes de enfermedades zoonóticas”. Sin embargo, se le agregaron capas de complejidad, como la huella ambiental de la ganadería y la normativa de EUDR (reglamento de la Unión Europea sobre productos libres de deforestación).
“El primer hito es conocer si existe deforestación de monte nativo dentro de un predio ganadero, para que los productores puedan acceder al mercado europeo cumpliendo las exigencias de la EUDR, algo que es extremadamente complejo, incluso para los propios europeos”, destacó el gerente del INAC. En tal sentido, afirmó que “Uruguay ha estado en la vanguardia, no solo a nivel regional, sino a nivel mundial”.
Sostenibilidad económica
“Uruguay depende mucho de la ganadería. Nuestro principal cliente es Asia, y somos tomadores de precios internacionales. También dependemos de las fluctuaciones económicas. Exportamos el 85% de todo lo que producimos, a pesar de que consumimos 90 kilos de carne per cápita al año”, describió Motta.
Agregó que toda la cadena bovina genera US$ 3.000 millones al año y tiene un efecto multiplicador de 3,43 en la economía, generando trabajos, servicios, y esos efectos de derrame generan un impacto sobre el 15% del PBI.
Sostenibilidad social
El funcionario del INAC señaló que el 36% del valor de un novillo termina en mano de obra. La ganadería tiene 44.661 productores, y el 50% son de pequeña escala. “Son los que tienen desafíos de resiliencia ante el cambio climático”, planteó.
La actividad genera el 7% del empleo nacional, y en las áreas rurales representa el 60% del empleo. En Uruguay hay 37 frigoríficos, que representan el 40% del empleo industrial en el país.
“Este sector es esencial para dinamizar la economía de nuestro país. Pero lo más importante es que esto es parte de nuestra cultura”, sentenció.