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    Ana Grajales explora con lana: “Me permití ser artista, algo que nunca me había planteado”

    La diseñadora industrial uruguaya se mudó a Mallorca para conectar con su espíritu artístico y trabajar tanto con lana uruguaya como mallorquina, y estuvo en Uruguay para exponer su trabajo en Pueblo Garzón

    Las imágenes mentales de Ana Grajales cobran vida a través de lo que crea con sus manos. Sus ojos perciben formas, ritmos, texturas y patrones en las montañas de Mallorca, donde reside desde abril de 2023, en las arenas de la costa este de Uruguay, y en las rocas, piedras o adoquines de cada lugar que visita. La diseñadora industrial y artista textil uruguaya encuentra en la serenidad de la naturaleza la inspiración para expresar su visión y sus emociones, canalizándolas a través de los tejidos con lana y, más recientemente, a través de la cerámica.

    Con una trayectoria que combina diseño industrial, técnicas artesanales y exploraciones artísticas, Ana une su formación con su fascinación por los materiales naturales, específicamente la lana merino de Uruguay y de Mallorca. En 2017 fundó Trama Textil, una tienda de artículos decorativos hechos a mano, donde comenzó a desarrollar un lenguaje propio que conectó con su faceta más artística. Actualmente, enfocada en su desarrollo como artista, busca reinterpretar paisajes y emociones, creando piezas que trascienden la funcionalidad. Sus obras, que han sido expuestas en The Holy Art Gallery (Londres), Galería Raco Art (España), Museo de Porreres (España), entre otros espacios, han captado la atención de clientes tanto en Uruguay como en Europa. Algunas de ellas se exhibieron (y adquirieron) en The House of The Sisters, espacio de arte y decoración ubicado en La Pulpería de Pueblo Garzón, durante diciembre pasado.

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    El arte como expresión del interior

    “Encontré en el tejido una manera de pausar mi mente, de meditar”, reflexiona Ana desde el living de la casa familiar en El Pinar, donde se hospeda durante sus visitas a Uruguay. Recuerda el año exacto en el que comenzó su fascinación por la lana: el 2017, año en el que transitó un momento personal y profesional complejo. Estaba recién graduada como diseñadora industrial, había renunciado a su trabajo y atravesaba una fuerte ruptura amorosa. “Siempre fui fanática de Pinterest, y ahí vi unos telares que me llamaron mucho la atención. Me dieron ganas de hacer uno para mi casa”, recuerda. Con esa idea en mente, improvisó un bastidor, empezó a tejer y así arrancó la historia. “En ese momento tenía muchísimas cosas en la cabeza, y el tejido me permitió parar, estar presente y enfocarme en algo distinto”, dice. Esa primera experiencia marcó el comienzo de un camino artístico que, más allá de lo técnico, se convirtió en una forma de terapia y autodescubrimiento. “Me sigue pasando lo mismo. Cuando mi cabeza está a mil por hora, me pongo a tejer y logro poner todo en pausa. Es muy terapéutico”.

    Así nació Trama Textil, un proyecto que, aunque hoy ya no está activo, sentó las bases para la faceta artística que Ana explora actualmente. Durante ocho años, se dedicó a crear piezas artesanales que iban desde luminarias hasta tapices, utilizando lana merino, y vendía tanto por su cuenta como en Manos del Uruguay y otras tiendas. “El desarrollo de Trama (Textil) fue un proceso interno personal muy profundo. En cierto punto, mi estilo comenzó a cambiar. De a poco empecé a darme el permiso de conocerme profundamente y de conectar con lo que realmente yo quería ser y hacer. Siempre sentí que tenía algo adentro, algo mucho más fuerte de lo que estaba haciendo, que hasta ese momento era solo decoración. Me permití ser artista, algo que nunca me había planteado. Estaba necesitando expresar partes de mí que no son muy evidentes, en general. Mi parte sensible sale a través de lo que creo”, reflexiona Ana.

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    En la isla pasan cosas

    “Hace muy poco tiempo que creo bajo mi propio nombre, desde julio de este año nada más. Antes lo hacía como Trama Textil”, comenta sorprendida, como si firmar con su propio nombre hubiese marcado un antes y un después en su desarrollo personal y artístico. Su primer encuentro con Mallorca fue en 2021, durante unas vacaciones. “Cuando llegué a la isla, me pasaron cosas. No sé cómo explicarlo”, reflexiona. “Conecté con la energía del lugar, me di cuenta de que el ritmo de vida que llevaba no me gustaba. Quería vivir lo que experimenté en la isla, pero todos los días”.

    Al regresar a Uruguay, tomó decisiones radicales: renunció a su puesto como jefa de Diseño Gráfico y Mercadeo en una multinacional, entregó su departamento y meses después se mudó a Mallorca. “Llevaba dos años en el proceso de cambiar totalmente lo que estaba haciendo, pero mudarme a España fue el verdadero quiebre. Fue el momento en que me permití, por completo, ser artista”.

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    Escribir es una constante en la vida de Ana, y es un hábito íntimamente ligado a su proceso creativo con la lana y la cerámica. Sus textos, en los que reflexiona de forma poética sobre su vida y sus emociones, sirvieron como punto de partida para su primera serie de obras, The Dance of the Soil. Este conjunto de 11 piezas hechas a mano, 10 de ellas tejidas con lana uruguaya que llevó a Mallorca y una de ellas esculpida en cerámica, explora temas como la identidad, los territorios habitados y su conexión con la naturaleza.

    A pesar de ser un material tan característico del Uruguay, Ana explica que le fue difícil conseguir lana para uso personal. Comenzó buscando en Mercado Libre, hoy trabaja con particulares en Uruguay y con Llanatura, factoría de lana mallorquina que trabaja para que se reduzca el porcentaje de lana que se desperdicia y quema en la isla. “La lana se conecta con mi identidad y con mi hogar actual. The Dance of The Soil es la primera serie que lancé, y la comencé una vez que me mudé para allá. Está muy relacionada a mi conexión con la naturaleza y a mi mudanza”, explica Ana. “Me gusta sacar fotos; siempre me llamaron mucho la atención las texturas y las formas orgánicas. La serie está profundamente vinculada al suelo mediterráneo. También tiene que ver con los relatos que escribo, que reflejan mi proceso de mudarme a la isla, de contar mi historia”.

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