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Una tarjeta NFC (Near Field Communication; la de contacto con los POS, bah) controla todo el auto, desde su apertura y encendido. Es ideal para tenerla en la billetera, pienso yo. Lo que sus promotores dicen es que es un auto ideal para estos tiempos, con tecnologías de uso más intuitivo y amigable y de mayor conciencia por lo ambiental. El importante porcentaje de reciclados en su armado da cuenta de ello.
También es ideal porque la imprudencia es otra cosa que parece haber evolucionado, en forma de peatones distraídos o conductores que se duermen o se concentran más en su celular que en la carretera. Una tablet de 12,3 pulgadas ubicada al costado del volante y una cámara detrás de este controlan todo eso y mandan un alerta cuando se acerca alguien, percibe un parpadeo demasiado largo, un bostezo continuo o demasiado interés en la propia tablet. “Enfócate en el volante. Evita las distracciones”. En ese aspecto, es como manejar con un inspector de tránsito o una madre aprensiva en el asiento del acompañante.
También avisa si te estás excediendo del límite de velocidad, si el semáforo está en verde y sugiere que no adelantes el auto que está enfrente en ese momento. Porque en una parte de la pantalla se reproducen los autos que están frente a tus ojos. Esto podrá parecer una tontería, hasta que hay niebla o baja visibilidad.
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El tipo más económico de EX30 que se vende en Uruguay, el Core, cuesta 44.990 dólares. Para su categoría, no es caro, coinciden los expertos. Para el que tiene esa plata, tampoco, se podría acotar. Tiene la mayoría de las funciones del modelo, con un solo motor, una batería de 51 KW y una autonomía de 344 kilómetros. Los otros dos disponibles en plaza, el Plus (US$ 56.900) y el Ultra (US$ 59.900), ambos single motor extended, tienen más opciones destinadas al confort y más gadgets tecnológicos, lo que es bastante decir. El Plus tiene una batería de 69 KW y una autonomía de 479 km. El último tiene una cámara de 360 grados, una batería que le permite un traslado de 540 kilómetros (lo que permite prácticamente ir a cualquier punto de Uruguay de una sola vez) y un asistente para estacionar. Todos ellos pueden cargarse en aproximadamente 30 minutos. El auto viene con su propio cargador.
Hay un modelo con dos motores que aún no ha llegado a la región.
Uruguay, donde el auto acompañó la tendencia regional de rejuvenecer en una década al público de Volvo (que tradicionalmente estaba entre los 35 y 45 años), es considerado un “mercado clave en América Latina y a escala mundial para Volvo”, asegura Burgos. A primera escucha parece una cortesía exagerada: se trata de un mercado de 3,4 millones de habitantes, cuando hay barrios de San Pablo o Ciudad de México que superan esa población. La explicación está en algo muy valorado por la empresa sueca: los más de 300 puntos de recarga para autos eléctricos en todo el país, algo que se ha tomado como política de Estado.
“La importancia de Uruguay radica en que demuestra que en América Latina los vehículos eléctricos pueden realmente facilitar la vida de la gente. Es acorde con nuestra estrategia. Es un país de punta en eso”, agrega.
El representante oficial de Volvo en Uruguay y Argentina es el Grupo Eximar.
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Es un auto automático, claro está. Todavía para la mayoría de los uruguayos resulta difícil dejar de pisar embragues y manotear cajas de cambio inexistentes. Es muy placentero manejarlo y eso no es fácil en el Valle de Guadalupe y todo el entorno cercano a Ensenada: en la zona desértica (brutalmente hermosa) da la sensación de que en cualquier momento aparecerá el coyote persiguiendo al correcaminos o Jim Morrison buscando experiencias alucinógenas, mientras desde la radio (o Spotify, gracias al Bluetooth del panel) suena A Horse With No Name de America.
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Valle de Guadalupe, México
Volvo
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Las presentaciones internacionales, y más si se trata de productos con los que se espera marcar un punto de inflexión, son por todo lo alto. El contingente de importadores, ejecutivos, influencers, instagramers, periodistas que saben del tema y periodistas para los que la homocinética es chino básico, es alojado en El Cielo, un lujoso resort pensado sobre todo para el turismo “gringo” (en honor al modismo local), debido a los apenas cien kilómetros que lo separan de la frontera. Está en la llamada “ruta del vino” de Ensenada. Es un bucólico lugar rodeado de un entorno más bucólico todavía, de viñedos, montañas y un desierto acogedor siempre y cuando se tenga un auto para entrar y salir de él.
La disertación sobre las bondades del EX30, liderada sobre todo por la mexicana Jennifer Montejo, gerenta de Producto, se monta en el Bruma Wine Garden, luego de un desayuno como para un regimiento, bajo la sombra de olivos.
Las fortalezas del EX30 pasan por su versatilidad, conectividad, seguridad y sostenibilidad, aseguró la ejecutiva. Con capacidad para cinco pasajeros, no impresiona por su tamaño, pero su piso lineal permite más espacio para estirar las piernas; es más amplio de lo que parece: el valijero pasa de 318 a 904 litros de capacidad si se corren los asientos de atrás. El display de la pantalla se divide entre la información “básica” (velocidad, nivel de batería, señalización vial, ubicación de la caja de cambios) y las funciones especiales (ajuste retrovisores, luces, mapas, música, teléfono móvil, GPS, Google). Según Volvo, es “la forma más inteligente de interactuar con un auto y con el tránsito”.
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De los poceados caminos de la zona turística de viñedos del Valle de la Esperanza, tan lleno de lugares instagrameables como de pozos capaces de partir un eje, pasamos al día siguiente a las serpenteantes rutas que conducen a la autopista hacia Tijuana. El auto muestra una gran estabilidad acá, donde es necesario tocar apenas el freno para tomar las curvas, pronunciadas que dan miedo, al lado de barrancos que dan más miedo todavía.
En trayectos más rectos y en mejor estado, como la panorámica carretera federal 1D que corre paralela al océano Pacífico, hay que estar atentos al velocímetro. El EX30 pasa de 0 a 100 kilómetros por hora en menos de seis segundos y si el asfalto ayuda, parece que el acelerador se pisa solo. Por suerte tengo a la tablet-inspector de tránsito portátil-madre aprensiva que me recuerda que no estoy en Daytona y que conviene no quedar demasiado embelesado por el mar.
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La Safe Space Technology aplicada al EX30 incluye cámaras y sensores para evitar accidentes. Esto no solo está pensado para el conductor, ya que cualquier parpadeo más largo que lo aconsejable y un descenso de la presión de las manos en el volante dispara un alerta. También está atenta a la presencia cercana de ciclistas a la hora de abrir las puertas. “Obviamente, el auto no hace milagros; la responsabilidad final siempre va a ser del conductor”, recuerda Montejo.
Volvo pone mucho énfasis en que es el auto que menos huella de carbono deja de todo su portfolio. Construido en China, en una planta en Taizhou que en este año se mudó del gas natural al biogás, el 30% del plástico de las defensas está reciclado, lo mismo que el 17% del acero y el plástico de los chasis y el 25% del aluminio de todo el auto. Entre las proyecciones a futuro, la firma sueca quiere que todos sus autos estén completamente hechos con estos materiales circulares para 2040.
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Los 120 kilómetros entre el Valle de Guadalupe y Tijuana me consumieron, aproximadamente, el 30% de la batería del EX30 Ultra aurinegro, para hacer más placentera la experiencia. Para dar una idea, la carga utilizada para recorrer unos 150 kilómetros es, dependiendo de los modelos de auto, entre ocho y 10 veces más barata que lo que gastaría en combustible un auto a nafta, según estima el gerente de la Asociación del Comercio Automotor del Uruguay (ACAU), Ignacio Paz.
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La de ser fabricado completamente con materiales reciclables en 16 años no es la única meta de Volvo. Para 2025, prácticamente mañana, pretende que el 50% de la flota que vendan sea eléctrica; para 2030, pasado mañana, quiere el 100%. En eso también apuestan al EX30. Pina asegura que esta es “la puerta de entrada a Volvo con sus mejores características de tecnología y seguridad”. Su precio, me acota Burgos en sintonía con su compañero, lo hace “más accesible” (lo que no significa, tienen bien en claro, “ser” accesible). “En toda América Latina el acceso a estos vehículos premium es limitado”, añade.
Uruguay no tiene el precio más bajo de América Latina. En Guatemala, Paraguay, Costa Rica, Chile y Perú el tipo Core está entre 37.000 y 40.000 dólares. Tampoco es el más caro: en República Dominicana ronda los 49.000 dólares y en Argentina está a 65.000 dólares. El interés por lo sostenible está más arraigado en las generaciones más jóvenes. Burgos subraya que uno de los desafíos de Volvo pasa por ser parte de la “concientización de los mercados”, que “va de la mano de la educación” sobre el hecho de que “la tecnología le tiene que hacer la vida más fácil a la gente”.
Hay cosas que imaginan inevitables. El futuro es eléctrico, aseguran. “Cuando una persona se sube a un auto eléctrico ya no tiene más ganas de subirse a uno a combustión”, había subrayado Montejo durante la presentación.
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A orillas del océano Pacífico
Volvo
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Tijuana, la segunda ciudad más poblada de México, es un enclave multicultural y cosmopolita bañado por la belleza del Pacífico y sus resorts cercanos, como aquejado por la violencia del narcotráfico, donde los narcocorridos debieron ser prohibidos por ley. Es la tierra de los coyotes: el bicho parecido a un lobo pequeño muy común en las zonas periféricas y rurales, el equipo de básquetbol profesional local y los inescrupulosos que se abusan de la desesperación de aquellos que buscan el sueño americano, sabiendo que ese es un destino para muy pocos, para ayudarlos a cruzar ilegalmente la frontera. El extenso muro que la separa de la estadounidense San Diego recuerda que hay fronteras que definitivamente separan y jamás unen.
Pero también es una ciudad de un tránsito caótico, como en todas las grandes urbes mexicanas: los carriles rápido y lento dependen del humor de los conductores y la rush hour parece eterna. También ahí el auto responde a la perfección en un lugar en el que frenar en seco, aprovechar un hueco para escabullirse, errar de salida o perderse es tan frecuente y fácil como conseguir tequila. Por suerte, por supuesto, el EX30 tiene GPS.
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Uruguay, entonces, es considerado un buen laboratorio de pruebas. En todo el país UTE tiene instaladas unas 300 estaciones de carga para autos eléctricos, lo que asegura que haya un cargador cada 50 kilómetros en rutas nacionales. “Además, hay un número no determinado de cargadores en establecimientos privados de uso público”, dice el gerente de ACAU. Esto, que no es común en toda la región, más los apoyos tributarios estatales para la movilidad eléctrica, hace que cada vez hay más autos eléctricos; según cifras de la ACAU, en el primer semestre de este año estos representaron el 7,6% del total de vehículos vendidos; en 2023 habían sido el 5,1%.
Y más allá del especialista, del empresario o el influencer, Volvo subraya que un tipo como yo es ideal incluso para “vencer los miedos” que provoca pasarse a la electricidad. “Hay muchos ‘dolores’ (sic) que tiene una persona con estos autos”, me explica Pina. Estos “dolores”, más justificados en otros países de la región, básicamente pasan por cuándo y dónde recargar. “Entonces, cuando viene alguien que no está empapado en el tema y lo explica, se percibe que solo se trata de una rutina distinta. Con un auto eléctrico hay que planificar por dónde hacer el recorrido, saber dónde hay lugares de recarga. Eso al principio es un ‘dolor’, pero luego, como todo, se transforma en una rutina como todas. Y es bueno que la gente común pueda transmitir eso”.
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Acá estamos.